Otro Gredos Trophy.. ¡pero especial! (parte 2)


Amaneció con una tranquilidad y una paz envidiables. Cómo valoramos estos regalos con los años, la calma de la naturaleza, ¡casi daba pena arrancar las motos luego y romper aquel ambiente!

Desayunamos de manera razonable en el hostal descubriendo que tendriamos otro maravilloso día soleado para rodar. Nos tomamos las cosas con calma, como se puede apreciar en algunas fotos pero, por fin, después de esperar (y fotografiar) a que un "rebaño" de vacas cruzara la carretera nos pusimos en marcha dirección a los dos puertos míticos que nos faltaban por conquistar, Serranillos y Mijares. Dejamos atrás Hoyos del Espino y la zona de la Plataforma buscando el cruce y el puerto del Pico. Allí paramos motores un minuto (al menos yo, con miedo a sobrecalentamientos) y cuando nos reagrupamos por fin bajamos este último puerto, con cierta alegría, con poco tráfico y con una temperatura estupenda. Luego paramos antes del desvío que siempre conduce a la carretera estrecha y sinuosa que, poco a poco, conduce al puerto de Serranillos. Carlos tenia preparada su cámara onboard y, además, tuvieron la buena idea de parar en un mirador (donde jamás habia parado yo) camino al puerto, el mirador de La Llana. Reagrupamiento, fotos y pitillos.


Seguimos la ruta sin tráfico y con diversión. Llegamos  a la cima y volvimos a parar, como no, y hacer más fotos. Las vistas eran admirables y el ambiente cojonudo. Estuvimos un buen rato, mientras pensábamos ya donde parariamos luego para comer aquel día. Cuando reanudamos la marcha noté como, a mi moto, le costaba un pelín arrancar, no por el motor de arranque sino con la sensación de que estaba "medio ahogada". No pude reprimir pensar en el asunto pendiente que tengo con ella en el taller, revisar y limpiar la inyección con ultrasonidos. 


Avanzamos bajando el puerto, un tramo que me gusta mucho (siempre que lleves buenos frenos, ja, ja...). Cuantos recuerdos me vienen a la memoria siempre que cruzo esos parajes, esa carretera bordeada por aquellos viejos "quitamiedos" de piedra donde una vez me dijeron (el father) que si alguna vez me cayera precipio abajo entre ellos por no saber frenar es que me lo merecia por patán (ja,ja,ja..).. El caso que tuvimos que esperar un ratin en otro cruce, lo último que queríamos los anfitriones eran perdidas por el camino. Al reagruparnos y arrancar mi moto noté que, efectivamente, le estaba costando conseguirlo y "carburar". Tuve que dar dos acelerones para aclararla la "garganta" y reanudamos camino dirección Burgohondo y luego Mijares mientras una ligera preocupación se instalaba ya en mi cabeza, ¿qué estaria pasando? ¿Seria la inyección u otra cosa? El motor no se calentaba, al menos eso lo tenía controlado. Al final paramos en Burgohondo para tomar el "aperitivo". No sé cómo no nos perdimos en aquel pueblo que tiene dos carreteras diferentes nada más llegar a él. Tardamos en encontrar un bar abierto (¡increíble!) pero lo conseguimos.. y mientras lo haciamos la "avanzadilla" el resto de expedicionarios nos vieron y se unieron a la comitiva (buscar bares une mucho a la gente, lo tengo comprobado).


Minutos después conquistamos Mijares pero decidi esta vez no parar. Avisé a Kurtis que me iba escoltando (me podía haber pasado en cualquier momento pero es muy respetuoso ja,ja) y segui rumbo al pueblo de Casavieja (Avila) donde comeriamos a todo tren. Me quedé con las ganas de hacerme otra vez la foto en el puerto con el grupo y luego me quedé con las ganas también de detenerme en más lugares maravillosos pero no quería volver a parar la moto hasta la hora de la comida.

Tomás, Gregg, Iñigo, mi padre y los demás iban disfrutando. Andaba yo pendiente en ocasiones de conocer qué opinaban de la ruta pero lo raro hubiera sido (ya nos conocemos) que no hubiera sido de su agrado. En Casavieja me costó encontrar el restaurante elegido. ¡Tuve que callejear un buen rato! Por fin el autóctono que siempre ayuda en estas circunstancias me señaló donde estaba en lugar. Paré y como era pronto tomé un refresco (estaba asado de calor). Luego subí hasta la carretera y algunos de los integrantes de la expedición pudieron verme. Por fin, nos volvimos a juntar.. y disfrutamos de una grata comida dentro del salón. Luego salimos a la terraza y empezaron las despedidas. Iñigo y Kurtis habian apostado si tenian huevos para algo... ese algo era pirarse para ¡Lisboa! y visitar a un amigo. Asi lo hicieron. Yo me mordía las uñas, ¡qué envidia! Alejo tiraba para otra localidad también y se despidió. El resto, después de la comida, tiramos hacia Fuenlabrada, donde dormiriamos todos al final. Antes pasariamos por más curvas y más paisajes rurarles pero con cotas más bajas y más tráfico, no quedaban muchas más opciones para regresar. Comandados por los dos madrileños que quedaban en el grupo (mi padre y yo) nos poniamos rumbo a Piedralaves y la carretera CL -501 y luego la más atascada (da igual el día) M-549, rumbo Este.


Algo de tráfico y parada para repostar fue lo que nos trajo aquella tarde. Teniamos claro que la aventurilla por Gredos tocaba a su fin. Pronto alcanzamos la carretera de los pantanos y la pista de la 501 donde mi padre y yo, tan acostumbrados a ir a nuestro ritmo ilegal habitual (está limitada a unos absurdos 100 que nadie respeta), tiramos un poco y casi perdemos a los invitados. Al fnal todos llegamos juntos a meta. 

¿Qué decir? que fue un placer rodar una vez más con tantos buenos amigos, grandes motoristas y mejores personas. Con ganas de volver a vernos nos despedimos aquella tarde, cerca del bar Daytona, en mi pueblo de adopción. Solo nos quedó el epílogo de tener a Gregg por la zona un dia más ya que esperaba a su chica, Elena, para hacer algo de turismo por la capital antes de seguir, ya juntos en su BMW, hacia tierras norteñas (¡dónde "alguno" se llevo un trofeo!). Pero esa ya es otra historia... ¡¡Hasta pronto "polacos", hasta pronto papi, Iñigo & Kurtis!!

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GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...