Musas, teatro, CaVallos y realidad…(3)

 

¡Qué remedio!, antes de que pase más tiempo toca contar lo vivido en "La Meca" de las carreras de clásicas, ¡La Bañeza! No por afán de protagonismo, no porque lo hicieramos superguay, para nada, pero este rinconcito es el único sitio dónde voy a trascribir aquella experiencia. Tengo que hacerlo antes de que se me olviden algunos detalles. Con el tiempo se agradece mucho dejar constancia de esos momentos especiales. El caso es que, a veces, me pregunto si merece la pena escribir todo lo vivido... bueno, todo no, solo lo más relevante, ¿quién dijo que solo merece ser vivido lo que luego es recordado? La verdad que llevo un buen rato dando vueltas y vueltas y no paso de estos párrafos. Voy a arrancar de una vez... Ya hablamos en el penúltimo post de que habíamos recogido la Ossa del "hospital" el día de mi cumple, pocas jornadas antes de la carrera. Solo unas ligeras "vendas" y una dosis pequeña de vitaminas en forma de carburador nuevo. Algún día quizá hagamos algo para prepararla en serio. Hasta entonces toca aguantar, disfrutar y sufrir, total, ¡nadie nos obliga!

Algo la habíamos probado por el polígono y ahora, al menos, arrancaba con solo mirarla. Pues nada, en ese sentido, estaba contento... pero yo seguía triste, tocado. Con la movida familiar coleando día sí y día también no me veía con la alegría y las energías habituales. Parece mentira pero pocas veces me había sucedido algo parecido aunque los bajones también tienen su lado positivo. A veces la rabia o la tristeza se puede encauzar en positivo, transformar en energía, en tensión, en "mala hostia", es decir, en combustible para tirar pa'lante... pero no es fácil, al menos para mi, quema como el alcohol en la herida abierta. También puede hacerte más temerario, más osado y eso tampoco es buena medicina porque puedes terminar peor... El caso es que pasaban los días y seguíamos un poco "solanas"... ahora, tanto tiempo después, vuelvo a agradecer su apoyo durante esas semanas oscuras a los colegas de verdad, los que estuvieron cerca, ellos saben quienes son. No quiero alargarme en los "agradecimientos del nuevo disco" pero sí es cierto que, aparte de Tyto, Eruzo y Yoli, tengo que destacar y agradecer al amigo Luismi su empeño para que fueramos a la prueba. Menos mal, no tenía resuelta ni la manera de llevar la hermOssa hasta la carrera. Gracias a él lo hicimos. Fuera lo que fuera lo que hicimos, al final lo hicimos, ja,ja, y cuanto más tiempo pasa más orgulloso estoy de haber vivido aquella experiencia a flor de piel. Aunque suene a tópico, lo que no te mata te hace más fuerte, sí...

Nos pusimos en marcha un viernes por la tarde, por la noche mejor dicho, y eso que era verano. Impacientes, íbamos con un poco de retraso, había ganas por comenzar la aventurilla... El caso es que entre subir la Ossa al carro, atarla y salir del sur de Madrid (a una velocidad moderada, logicamente) se nos echó el manto negro de la noche encima sin darnos cuenta. Qué charlas nos metimos entre recta y recta de la A6, ratillos estupendos. Al final sugerí parar en el pueblo de Ataquines (sí, otra vez ese pueblecito) para comer algo e incluso plegar la oreja. Era poco más de medianoche. No sabía si nos darían de cenar algo. Al final cayeron unos bocadillos que nos sentaron fenomenal. Luego, en la habitación, no me entraba el sueño, apenas pegue ojo. Se oían pasar los camiones y los coches por la autovía cercana como banda sonora nocturna, creo que podía haberlos contado facilmente. Una calma serena parecía inundar el ambiente pero yo estaba tranquilamente inquieto, tristón, levemente confundido pero activado. Me senté en la cama varias veces pensando en todo lo que estaba sucediendo. Al final me levanté un par de veces mientras me daba cuenta que era una auténtica putada ir de camino a la carrera con la que has soñado media vida y hacerlo tan jodidamente solo (y eso que contaba con mi team-mate, como digo, ¡que no era poco!). 

Echaba de menos a mi padre, con el que habíamos previsto todo esto tiempo atrás. Por no hablar de los años que llevábamos acudiendo puntuales a esta cita. Y esta vez sería diferente, mucho. También echaba de menos a varios amigos y a la family. Pero no voy a aburriros con zarandajas más tiempo. Cierto, dolía pero al mismo tiempo todo aquello me daba una especie de mentalidad "uniforme", cabezona, seca, casi pétrea... dicho en plata, por mis cojones que íbamos a correr con ganas, con  todo lo que supiera hacer y tuviera a mano, sin dejar mucho margen, a fuego. Nos merecíamos salirnos con la nuestra aunque el panorama no fuera el ideal. También lo hacia por respeto a Luismi que me estaba ayudando más de lo que me merecía y por mi mismo, por una elemental cuestión de respeto personal.

Amaneció muy pronto. Con más ánimos (y evitando más gilipolleces sentimentales) llegamos a la ciudad que os podéis imaginar. El ambiente ya estaba en ebullición, por supuesto. Nos metimos en la más famosa de sus calles, la que hace de boxes y paddock (no se cómo entramos por allí con la furgo y el carro, la verdad) y fuimos recorriendo metros y más metros a muy baja velocidad hasta llegar ¡al final de la calle! No había huecos esperándonos, claro. El sol desde arriba atizaba eterno, como casi cada año. Justo al final, cuando pasamos una carpa donde estaba Juan Martín, más gente y una Ducati (claro), encontramos unos metros libres, junto al "parking" en el campo que hay junto a las vías. Me quedé con las ganas de comentarle a Juan las cifras que habían salido recientemente en el banco de potencia pero no era el momento, andábamos todos liados... Montamos el nido y enseguida se nos unió el amigo Fermín con su preciosa Sanglas. Al final incluso nos cedió metros de su carpa aunque seguíamos esperando contactar con Manu Varea y su gente, como teníamos previsto, para estar todos juntos y pasarlo en grande. Por desgracia, este año la representación de los colegas de Moclava era ínfima, ni Paco corría, ni Juan... una lástima, me hubiera encantado verles con el mono puesto.

Gracioso, nos costó un buen rato bajar la Ossa del carro, cosa de unas cinchas revoltosas... luego el ritual de siempre mientras pensábamos en el Mikuni nuevo y en ver cómo podíamos dar con la carburación idónea para aquel sábado. Ya estábamos en modo "race", comenzaba a disfrutar por primera vez. Intentaré resumir o no acabaré nunca. Cosillas: las verificaciones fueron muy "light", no me extraña que de vez en cuando se cuele una moto que cubique más y cosas por el estilo. Me parece una pena que siempre haya alguna oveja negra en los rebaños pero así es este mundillo. Y prefiero no contar más cosas que vemos. De la organización y su gente solo puede decir cosas buenas, ¡sinceramente, poco más podían hacer para redondear el fin de semana!, y encima que no nos cobran por correr nos obsequian con una bolsa llena de viandas de lujo. Detalles así se agradecen. El circuito... bueno, qué puedo decir si llevo media vida viendo las carreras y recorriendo a pie cada recta, cada curva... Sabia que me iba a gustar, sabia que iba a sufrir en los repechos y que tendría que estar muy al loro en la zona de detrás del "sacacorchos", donde me sobraron muchos kilos de cuerpo humano (y eso que había bajado unos pocos esas semanas previas). Y claro, imaginaba, pero no sabia, que la famosa bajada me iba a gustar bastante... Sí, imaginaba el subidón sexual que podía llegar tirándose sin conocimiento por aquella bajada donde, los expertos, dicen que se ganan o se pierden los segundos. Pues no, fue mucho más. Para mi pesonalmente fue la rehostia, porque la chicane previa, de tercera a saco me encanta y te encara facilmente hacia esa bajaba mientras aceleras a tope para meter cuarta todavía agachado y esperando no rozar el bordillo izquierdo, por supuesto. En suma, algo cojonudo. ¿La clave?, no darle más importancia de la que tiene y disfrutar del momento aunque olvídate de llevar una sonrisa de cuento en la cara, el esfuerzo y la tensión allí arrugan la cara del más guapo. Bocas secas, corazón a mil por hora... Importante detalle de la bajada: la parte más delicada es justo cuando tienes que reducir a tercera para meterte en la suave curva ciega a derechas. Obligado golpe de gas en vacío mientras reduces, si se queda seca justo allí y gripas la volada puede ser muy seria. Luego lo comentábamos Manu y yo en la carpa, para él aquella bajada también era nueva ya que en sus tiempos, como sabréis muchos, el circuito era distinto e incluso se hacía en otra dirección.


¿Y qué decir de esa fantástica carpa de los valencianos donde pasamos tantas horas, llena de gente cojonuda? nos trataron como a amigos de toda la vida. Mar, Paqui, Luis, el gran Barrina (todo un honor conocer a uno de los más grandes campeones de La Bañeza), Pau, los chavales, etc, una gran familia, gente diez.  La paella que prepararon el sábado fue de escándolo. En ambiente pienso que fuimos los campeones de la prueba, seguro. Los valencianos son la hostia, tienen una pasión increíble y un sentido del humor alucinante. Faltaría sitio para contar todas su diabluras. Encima, enseguida Carmelo y el Mudo se unieron a la pandilla y eso fue ya memorable.

Después de las primeras vueltas de los libres advertimos que en la recta de meta me pasaban como obuses. Gracias al iPhone habiamos cronometrado ese tramo y calculado la diferencia de velocidad punta entre algunas máquinas y nuestra Ossita. El resultado era desolador: entre 40-48 km/h... Bueno, pensé, seguramente afinando de verdad la carburación podríamos mejorar nuestro rendimiento. Llevábamos el kit de chiclés y la tarjeta para configurar el más adecuado. Lo intentamos, doy fe. Nos dio tiempo a probar dos configuraciones, y algo mejoramos pero nos faltó tiempo y kilómetros para llegar preparados, para aprobar esa asignatura "Mikuni" (como decía Luismi). Mientras, junto a nosotros, en la carpa todo era movimiento y actividad, había problemas con la Bultaco de Manu, entre otras cosas, había gripado. Ellos que, logicamente, jugaban en otra liga, en la de los pilotos rápidos, no tenían un minuto de descanso, todo eran problemas mecánicos y sorpresas desagradables, un no parar, cuando no era una cosa era otra. Aquella moto estaba permanentemente asistida por cuatro pares de manos sabias y muchos corazones en vilo pero parecía emperrada en amargarle la vida a su piloto. Fueron horas tensas, llenas de emoción, otro viaje en la máquina del tiempo, otro viaje a otras épocas más sencillas. Yo ya no era un niño con locos sueños en la cabeza pero disfruté como un enano los ratos que no estábamos agachados junto a nuestra clásica...

Y así llegamos a los cronos oficiales. Salí bien y empecé a calentarme y calentar mis gomas (serian su última prueba, decía yo, ¡inocente!). Era increíble la cantidad de público que ya había agolpado en las aceras, junto a las curvas, apoyados en las fachadas. La moto iba casi bien, aunque de vez en cuando notaba que se quedaba como "pillada" unos instantes. El trazado es realmente atractivo. Zonas rápidas, desniveles, curvas cerradas, más abiertas, zonas sinuosas como la de "sacacorchos". En un trozo de la cabeza no dejaba de sorprenderme, ¡estaba allí dentro, corriendo! Otra cosa es que lo hiciera bien o mal, pero al menos la primer piedra se había puesto. Las "reflexiones" apenas se formulaban, andaba ocupado con el presente. La moto no iba nada mal dentro de nuestra modestia pero de frenos, justo, tuve que tirar del trasero en muchos ángulos, como tantas veces. En todo caso, se disfrutaba de cada metro aunque la tensión era notable, allí el más tonto "relojero", claro. De repente, cuando íbamos a por nota nos sacaron bandera amarilla, luego otra vez; por desgracia había caídas... luego, peor, bandera roja y preocupación. Nos paramos en la zona de abajo, entre el público, sin saber muy bien qué había pasado. Cerca de la gente, algunos me felicitaron por mis casco, otros por la Ossa. Cuando pedí que me empujaran avisé que no lo hicieran desde el frágil colín sino desde mi amplia espalda. La HermOssa arrancó facilmente. Subimos hasta el "pit-lane" para esperar acontecimientos. Nos preocupaba que algún piloto caído se hubiera hecho daño de verdad, como lamentablemente así fue. Allí, esperando, me vio el bueno de Edu. Le comenté los síntomas que había notado en alguna vuelta encima de la moto. Se fijó en el botón de "pare" que llevo en la Ossa, no de los mejores, y me comentó que a veces hacen "corte", que podía ser tan simple como eso. Así que no lo pensamos mucho, tiramos del cable por si acaso. Pasaron algunos minutos. Rodeado de otras motos y de muchos aficionados, advertí que me quedaba poco caldo. Carmelo salió pitando a por nuestra garrafa. Luego el Mudo me ayudó para hacer sitio y advertir a la gente que ibamos a arrancar la moto en aquel espacio, entre docenas de peatones y obstáculos, ¡vaya tela!, qué ambiente más guapo, ¿verdad? Eso sí, con tanto ajetreo, desde que llegamos a La Bañeza, apenas pudimos hablar un rato con Paco Motos y con Andrés, Champi, que venia con su preciosa Ducati nueva.


Después de un rato que se nos hizo eterno volvimos a salir. Enseguida noté que pasaba algo, el motor "tosía" continuamente, no podía ni acelerar en condiciones. Mala cosa. Poco duró esa "tanda", la moto llegó a pararse en marcha varias veces, por la inercia volvía a arrancar... ¿qué pasaba?, ¿estarían los grifos cerrados?, ¿estaría floja la pipa de la bujía?... nada, miré lo que pude mientras me quitaba de las trazadas pero algo me dijo que se terminaba la aventura... una vuelta, una vuelta duré tan solo. Con rabia paré a final de recta, junto a la carpa que había con los sanitarios, y dónde aguardaba el piloto gallego de la Ossa. Revisé lo que pude y no veía nada raro. Los grifos estaban en Reserva, por ejemplo, bien. Algo tocado me senté en el suelo viendo a los demás pasar. Alguien de la organización me dió una botellita de agua y muchos ánimos. Por un momento creo que volví a sonreír un instante, por lo menos Manu, Edu, Rodrigo y algún otro amigo seguían dando vueltas sin problemas, bien por ellos y por el espectáculo. Terminaron los entrenos y crucé la pista empujando. Antes de llegar a la carpa los colegas vinieron a buscarme. Malas caras y algunas preguntas. Justo antes de ponernos a revisar la moto, llegó Manu, medio satisfecho, aunque saldría un pelín retrasado en parrilla, sabíamos que si la mecánica le respetaba remontaría como un poseso, como así fue el domingo. Además había picado unos tiempos muy interesantes. El ya ganó allí, hace muchos años, de jovencito. El domingo sería un día clave, una jornada memorable para él, en un sentido u otro.

Una vez repuestos, de hablar, de felicitarnos por estar allí y de beber más agua que un camello antes de una travesía, nos pusimos a mirar la Ossa. Todo fue muy rápido, mas de lo esperado. Desmontamos el depósito y vimos que el cable de la bobina estaba suelto, ¡joder!... aunque Carmelo y yo pensamos que los últimos litros de mezcla que echamos en la parada de la bandera roja también influyeron. Su color, no sabemos por qué, era más oscuro, quizá metimos la pata de alguna manera con la mezcla, ¡aunque no me explico cómo!, no sé... El caso es que, entre unas cosas y otras, no dió tiempo a clasificarme, y me atrevo a decirlo porque a pesar de los cinco segundos que me metían en la recta me quedé a cuatro del "corte". Tocó hacer recopilación, ver lo que hacíamos bien y apuntar todo lo que hicimos mal, elemental pero importante. Me guardé en el corazón varias sensaciones, de esas que duran siempre, relacionadas con el circuito y el ambientazo dentro y fuera de la pista, ¡irrepetible!


Llegó el domingo y volvimos a disfrutar de unas carreras sencillamente alucinantes. Increíble también el rendimiento de Pau Segarra y su preciosa 125. Cenar junto a ella, subida al banco, el sábado por la noche, fue precioso. ¡Y qué noche más musical vivimos al final en las calles del pueblo! Ojala no hubiera tenido motivos para salir de marcha pero el domingo yo solo seria un espectador más... Y volviendo a las carreras del domingo, qué poco pueden hacer las bellas motos de 2T ya contra las Moto3, pero hay que quitarse el sombrero frente a sus pilotos. Si los punteros de clásicas van rápidos lo de estos chicos con esas motos tan rápidas y ágiles es difícil de describir. Pura sinfonía entre árboles, aceras y balas de paja, algo muy serio, muy estricto y solo al alcance de unos pocos.

¿Y qué paso con Manu y la carrera de 2T? pues que fue una carrera muy disputada, con toda la banda muy "pila" y picando los punteros unos tiempazos de órdago. Manu fue remontado y terminó en una espléndida ¡séptima plaza! que consiguió casi en línea de meta al adelantar en los últimos metros a Cortijo.

Se hizo justicia al final, estábamos felices por él. Menuda vuelta a La Bañeza más jaleada, más currada, más deseada. La emoción que llevaba consigo estalló al quitarse el casco y abrazarse a sus seres queridos y amigos, entre los que tenemos el honor de estar también nosotros. Las lágrimas cayeron por su rostro y nos emocionó a todos. Fue la hostia en verso aquel momento de puro sentimiento. La tensión rota por fin, después de tantos meses de quebraderos de cabeza, luchas, zancadillas y problemas mecánicos de todo tipo... porque tela lo que había sufrido Manu con aquella moto durante tanto tiempo... ¡algún día que lo cuente él, yo no soy quién! En todo caso, ¡enhorabuena campeón!


¿Qué más decir antes de que os durmáis? Pues solo la verdad, que seguiremos luchando mientras nos quede un litro de gasolina por quemar en nuestras venas. Muchas gracias de corazón a todos los amigos que nos ayudaron en esta aventura tan agridulce pero tan fantástica, increíble es poco para definir con una sola palabra lo que vivimos durante esos dos días. Gracias Luismi, Carmelo, Mudito... Con los valencianos y con vosotros lo VIVIMOS en mayúsculas. Volveremos, pero más preparados y, espero, que con más medios. ¡Salud y gasolina para todos!



GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...