Otro Gredos Trophy... marzo 2020...

El invierno daba sus últimas bocanadas y teníamos ganas de volver a una de nuestras zonas favoritas, ya sabéis, una vez más, el titular lo dice todo... "Gredos Trophy". Para esta nueva edición, como casi siempre, no todos los que iban a venir en teoría pudieron hacerlo finalmente pero, aún así, formamos una parrilla estupenda que incluía a Alvarito y su preciosa Triumph, a Juan Vegas con la suya, a Antonio y su esbelta XSR 900, a Iñigo como caballero negro a bordo de su doncella de ébano Z1000SX, a la pareja ducatera Miguelón y Maika con su flamante Multiestrada 950... y por último, a un servidor con mi querida Infinita

La primera parada fue en nuestro querido pueblo de El Barraco, y como no, en su plaza triangular donde en el bar de siempre degustamos algunos torreznos y algún café tardío, parada que no fue larga ya que había ganas de rodar y el día se prestaba a ello. Arrancamos alegres y tomamos el desvío de casi siempre, el de la izquierda según sales del pueblo, el que te lleva a Venta del Obispo (seguir de frente te lleva a Avila capital). Esta vez, sin embargo, no haríamos ese precioso tramo hasta la citada venta sino que, antes, giraríamos hacia Burgohondo, iniciando un tramo espectacular que algunos llevábamos años sin disfrutar. Escuché la idea minutos antes con alegría ya que suponía una pequeña "novedad". En aquellos curvones mágicos, con buen asfalto, sin apenas tráfico (¡importante!), disfrutamos de lo lindo, con trazadas dulces, rápidas y precisas. Durante un buen rato fui detrás de Miguelón y su preciosa joya italiana. ¡Qué bien traza el dueño y esa moto! Fue una delicia compartir curvas con todos ellos en ese trazado, un tramo que, realmente, tiene un "plus" agradable, casi extasiante.

Y seguimos tirando hacia el puerto de Serranillos, esta vez sin parar. Algo después llegamos a nuestro querido puerto de Mijares donde paramos para echar un piti, recrear la vista y hacer algunas fotos guapas.  

Personalmente, iba contento y satisfecho con el rendimiento de mi máquina. Aparte de bella, va como un cohete. Es increíble lo rápida y ágil que es. Las mil actuales la darán mil vueltas en prestaciones pero tienen mucha electrónica, muchos "enanitos japoneses" en sus tripas, elementos que además no son nada baratos de sustituir. Me gusta mi analógica brutal, aunque obviamente pocos mortales puedan exprimir su cien por cien. Solo falta volver a revisar los pasos del amortiguador para ablandar un poco más su recorrido. Tocar precarga e hidráulicos no da más de si ya... lo cual me preocupaba, sobre todo por mi espalda. Más adelante, otro día, os contaré qué descubrimos en su interior...

Entre tantas motos hermosas volví a maravillarme de la XSR de Antonio, versión 60 aniversario, con los colores de Yamaha AMA, los mismos que hizo popular en Europa el marciano Roberts, claro. Tiene pinta de ser una moto ágil, divertida y con un motor resolutivo lleno de emociones que ya conocí en la Tracer. En todo caso, solo había rodado con ella en la cita de Juarros de Voltoya, semanas antes, en un cortísimo paseo de unos 400 metros, dentro del pueblo, cuando me ofrecí voluntario para llevarla de la calle donde estaba aparcada hasta la zona de la comida, ja,ja...

Después, proseguimos camino devorando curvas bajo un sol agradable atravesando algún pueblo por calles angostas y mucha gente de parranda en uno de ellos, decidiendo, en una corta parada, comer en el cercano San Esteban del Valle, vista la hora que era ya...


Contemplé las motos aparcadas a dos niveles en la calle. Tres japonesas y tres europeas. Ellas se merecían también un buen descanso. Y nosotros... bueno, había hambre, acertamos con el sitio... restaurante Oliver. Ríquisimas setas de primero para casi todos y luego algo de carne buena de la tierra... Así pasa, se necesitan motos potentes siempre, por varios motivos, uno es éste (empatía, por favor).

¿Quién iba a imaginar que en breve comenzaríamos con el Estado de Alarma y el maldito bicho? Pues nada, algo hablamos ese día comiendo pero sin pensar hasta dónde llegaría la pandemia...

No pude resistirme a subirme a la preciosa joya italiana, aunque me costó bajarme luego por culpa de las maletas y mi precaria agilidad, ja,ja... (curiosamente, en breve, iba a probar este modelo en un concesionario Ducati de Madrid).

Para la vuelta algunos decidimos regresar pasando por el puerto del Pico para completar la clásica "trilogía" de puertos mágicos de Gredos, mientras Miguelón y Antonio tiraban hacia el sur y volverían por la 501, posiblemente. Estaba siendo una jornada magnífica, con un tiempo estupendo y una calma agradable que solo rompíamos con el rugir de nuestros motores, sobre todo estirando marchas ascendiendo las rampas del puerto que escolta la vieja calzada romana, todavía en uso. Eso sí, como podréis imaginar... no teníamos ni idea de que durante meses no volveríamos a rodar un día entero por ahí con las motos....

Y como epílogo inesperado, alguna hora después nos volvimos a juntar todos, sin proponerlo, en las Navas del Rey, en el estupendo mesón La Voltereta... dónde nos despedimos definitivamente tomando algún café o algún chupito.

En resumen, ¡un placer, como siempre!


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...