Viaje a Assen '09 (parte IV)

Sábado 27: Etapa Assen-Nurburgring (413 kms).

Madrugamos bastante pero el intento es estéril: el comedor no abre hasta las ocho por ser sábado, vaya casualidad. El desayuno es todo un lujo. Nos acoplamos en una hermosa mesa redonda que parece estar resevada para nosotros. Queremos llegar pronto al circuito pero no lo conseguimos hasta las diez de la mañana. El día, a esas horas, está fresquito. Miro las nubes pero no parece que vayan a descargar. Veremos. Descubro que el supuesto caos para acceder a la pista no lo es. Vamos despacito pero en orden y más o menos fluidos. Entramos al parking y descubrimos una pradera verde gigantesca donde las motos están aparcadas en orden, perfectamente alineadas, increíble. Cuando encontramos un buen hueco nos metemos y descubrimos que, en el suelo, hay una fila de asfalto estrechita, sin duda para apoyar las patas de cabra, ¡qué detalle!, consiguiendo así esas hileras ordenadas de cientos y cientos de motos en fila.

Al llegar a uno de los accesos de entrada vendemos las entradas que nos han sobrado al final. Tres en total, la entrada reservada para Marta (que al final no vino), la de Santi y la mía. Como dije, gracias a su padre, en el último momento, conseguimos dos entradas para la tribuna TT World, en la zona de curvas pasado la recta de meta, un buen sitio. Nos acercamos a una de las filas y enseñamos las entradas gritando más o menos "For Sale, for sale!" Un tipo nos pregunta el precio y mueve la cabeza. Un italiano se acerca y nos dice que por 35 sí las compra. Total, perdemos 5 euros por entrada. Ok, así hacemos, para el bote. Volvemos con el grupo y hacemos unas de las mejores fotos del viaje: delante de la entrada, con el parking de fondo. Solo Sam falta a la foto: se acaba de dar cuenta que ha dejado puestas las llaves de la moto.

El sol empieza a brillar de lo lindo mientras encontramos la tribuna. Es curioso, entre tanto aleman, holandés y demás peña somos gente bajita y casi esquelética. Nos sentamos al lado de una pareja que viste cuero por todas partes, uff, y un señor mayor con su ¿hijo? a mi derecha. Al pobre abuelo le atizo con la bolsa del casco y me disculpo pero creo que ni me entiende ni me perdona. Luego tomamos algunas cervezas mientras descubro que, al final, la primera carrera es la de 125cc. Normal, diréis... pues no tanto, porque cuando me mandaron a casa las entradas compradas por internet venía el programa y los horarios y figuraba en primer lugar la carrera de 250cc, luego MotoGP y para terminar la del octavo de litro. Por eso, precisamente, habiamos pensado salir del circuito a mitad de 125 pero al seguir este orden, algunos por lo menos, no queriamos perdernos la carrera de MotoGP.
Para mi gusto, estamos lejos de la pista pero ya se sabe, así son los circuitos modernos. Al fondo tenemos una pantalla gigante que nos ayuda a ver el resto del circuito. El ambiente es increible. Hacemos la ola varias veces mientras aguardamos la salida de la carrera. El sonido de los "mosquitos" es inconfundible. Entre carreras, un par de acróbatas nos deleitan con sus numeritos. La carrera de 250 se presenta más interesante hasta que vemos como Bautista se como al japonés, ¡porrazo! El sol ya es una tortura, me dan ganas de quedarme en calzones pero va a ser que no. Por fin salen los reyes del Mundial. Vemos por fin a Pedrosa, Rossi, Stoner y Lorenzo dando caña. El ruido es terrible, acojonante. La Ducati de Stoner suena de puta pena, en serio, parece que se ha comido media válvula, suena muy distinta a las japonesas. Desde nuestra posición vemos dos curvas. Lamentablemente, pocos minutos después, en la primera que vemos Dani se cae y abandona la carrera. Poco después vemos una camioneta con su moto y un comisario encima de ella. En la pista, Rossi ya va primero con Lorenzo intentando atraparle. A mitad de carrera se acerca pero luego el italiano aprieta y vemos que al distancia aumenta. Dovizioso parece tener envidia de su compañero de equipo y se cae ¡en la misma curva!, también se le va de delante, mal día para el equipo HRC. Tras las dos Yamaha va Stoner... no parece que vaya redondo, tiene pinta que va a terminar tercero. La única emoción es el grupo de atrás, donde están Hayden, Elias, Kallio y alguno más. Se intercambian posiciones varias veces... Por fin vuelvo a ver a Sete en carrera, gana varias posiciones en las últimas vueltas. Su Ducati también suena "rara". Asados de calor termina la jornada. Rossi ha conseguido finalmente su victoria número 100, ¡casi nada!

La panda se fue varias vueltas antes y nos llevan delantera. Al llegar al parking nos hacemos fotos con algunas joyas como una VTR SP2, una MV Augusta, dan ganas de pasarse varias horas recorriendo aquel "concesionario"... Al llegar a nuestras motos nos encontramos con Antonio y Carlos que habian usado sus pases de Paddock para ubicarse en el circuito. Los cuatro juntos salimos del circuito. No es un caos, otra sorpresa. Al llegar a la autopista vemos miles de personas escoltandonos, saludando sin parar a todos los que pasamos. Estan en los arcenes, en los prados y en los puentes. Te sientes protagonista durante un buen rato... Pasan los kilómetros y la gente sigue allí, saludando, ¡vaya fiesta motera! De repente nos atascamos... Luego vemos que hay un accidente, vaya. Pasamos despacito por el único carril habilitado y volvemos a coger algo de velocidad mientras empezamos a fiarnos demasiado del GPS de Carlos. Llevaba el mapa pero nos fiábamos del cacharro y así nos fue. Creo que dimos varias vueltas de más por esa zona de Holanda, buscando el sureste y la frontera. Sin comer nada, aunque eso nos viene bien para la relación peso/potencia, ja,ja,ja, entramos en una gasolinera para beber agua y llenar depósitos. El calor es asfixiante aunque el sol ya está oculto ... ¡y esta lloviendo!, las dos cosas, calor y lluvia. El chaparrón nos ha pillado por carreteras secundarias. Nos pusimos los monos de agua y veo, en esa gasolinera, cuanta gente en bicicleta va en bermudas, con sus hijos a cuestas, sin inmutarse por aquella lluvia. Supongo que pensarian que eramos unos exagerados pero todavia nos quedan muchos kilómetros por delante. Un motero mayor me pregunta a dónde vamos, cuando le digo que a Nurburgring sonríe como aprobando el plan. Salimos por fin de aquella gasolinera y, un buen rato después, haciendo más caso al mapa que al jodido GPS de la BMW, conseguimos acercarnos a Arnhem. Desde allí vamos dirección Essen, ya en Alemania. Cuando veo los carteles de la "frontera", en la autopista, me alegro mogollón, ¡ya era hora, no nos ha cundido nada la tarde! Como manda la "tradición", por ser Alemania y estar en sus autopistas enorroscamos de lo lindo. Además, apenas hay tráfico. Vamos un buen rato a 200 pero nos pasan más de dos o tres coches. Algunos Mercedes, algún Cayenne... no problem. De repente se nos pone a nuestra vera un Corvette que, por lo visto, nos vacila un poco con sus gestos. Acelera fuerte y Santi se va detrás de él. Adeu, agur! Algo después volvemos a reagruparnos y comienza a llover. Estamos a unos sesenta de la ciudad de Bonn o quizá menos. La lluvia se intesifica y de repente se convierte en tormenta. El viento hace de las suyas mientras me agarro al manillar con cariño. De repente, aunque suena a fantasía, me ocurre algo que jamás me ha pasado: percibo un resplando blanco que me cubre el guante derecho y parte de la moto mientras, casi al mismo tiempo, un sonido atronador me deja congelado, ¡nos ha caido un rayo en la autopista! y bien cerca. Antonio, que iba detrás lo vio perfectamente. Menos mal que no iba más cerca con su Kawa, dice. A mi no me dio tiempo ni de asustarme, no entendia que pasaba. Duró un segundo pero el susto vino después al comprender lo que había sucedido. Luego paramos para repostar y orientarnos. Vamos bien, menos mal, tenemos ganas de llegar al hotel y secarnos. La panda ya estará llegando, seguro. Deja de llover mientras tomamos las últimas carreteras, hemos visto un cartel que indica "Nurburgring". Tomamos esa salida después de un pequeño debate. Al final la lógica se impone y no el maldito GPS que solo trae problemas. Por fin, salimos de las autopistas mientras nos internamos por carreteras solitarias y rodeadas de bosques. No mucho después nos acercarmos por fin a la zona que buscamos. "Aterrizamos" cerca del circuito moderno pero no hay nadie por las calles para preguntar. Llamamos a los compis y no lo cogen. Por fin, hablamos con Piper y nos indica. Estamos cerca, enseguida llegamos al hotel del circuito moderno, ¡qué pasada!

Viaje a Assen '09 (parte III)


Viernes 26: Etapa Spa (Bélgica) - Oranjewood (Holanda).
Despertamos muy pacíficos ese viernes. El silencio lo inundaba todo. Cuando salimos a la calle vemos un precioso Audi R4 blanco aparcado en el barracón contiguo. Vaya cochazo. Nos tiramos un buen rato entre bostezos y fotos. Hoy la etapa va a ser corta. Hay ganas por llegar al hotel y a Assen, ¡¡estamos muy cerca!! Arrancamos "pronto", todos juntos, después de un soleado desayuno en la terraza de un bar. Algunos aprenden cómo se dice en francés café con leche mientras que, para los menos hábiles, la palabra ¿internacional? croissant soluciona el momento. Intercambiamos un rato las Fazers y dejamos atrás Bélgica, entramos por fin en la preciosa Holanda. Se acabaron las colinas y, por supuesto, cualquier cosa que puedas llamar "montaña", "sierra" o "cumbre". El paisaje se hace todavía más verde. Me encanta este país.
El tráfico empeora. También las autopistas, varios kilómetros en obras. Cada minuto que pasa nos acerca a nuestro destino, poco a poco se ven más y más motos. En las gasolineras, cuando paramos, nos encontramos con grupos heterogeneos de moteros. Customs, deportivas, nakeds, viejas, modernas... ¡Ahora sí que empezamos a darnos cuenta de hacia dónde vamos! Pasamos las desviaciones que nos llevarian a la preciosa Amsterdam (¡otra vez será!) y antes de comer (horario español, claro) ya estamos cerca del hotel que nos reservaron, en Oranjewoud. Esta localidad es una especie de pueblecito tranquilo, verde, como una urbanización residencial privada... Cuando aparcamos miramos sorprendidos porque el hotel tiene muy buena pinta. Es de la cadena Golden Tulip y pronto descubrimos que están celebrando una boda. Eso sí, ni un ruido, ni un grito, reina la paz. La verdad que no pintamos mucho en este hotel. Entre las ropas que vestimos y el tono sonoro que gastamos más de uno nos mira con cara de sorpresa. Las habitaciones son muy chulas. Luego hay piscina y más inventos. Comemos en una terraza muy agradable también. Los novios están muy cerca pero no se oye ni una triste canción, ni un "viva los novios" aunque sea en holandés o alguna muestra de alegría similar... uno que va de mariachi nos invita a cantar, ¡no lo digas dos veces, chaval!

Después de comer, algunos nos vamos para el circuito. Oscar, Santi y yo arrancamos las motos para ir al epicentro de la fiesta y, también, encontrarnos con Antonio y Carlos, mi vecino y su colega, que ya llevan un día por aqui. Desde el hotel hacia Assen el paisaje es, simplemente, magnífico. Cruzamos varios pueblos preciosos, ordenados, pintorescos, con más y más prados verdes, casitas super chulas con o sin jardin, ganado, bicicletas (¡claro!)... Paro en una gasolinera Shell para repostar pero solo se puede pagar con tarjeta. Enseguida se acerca una im-pre-si-o-nan-te muchacha rubia de ojos claros que me explica que mi tarjeta no funciona. Cuando consigo volver a la realidad le digo que no importa. No echamos gasolina pero, gracias a Santi, que está al loro, nos hacemos unas fotos con la linda gasolinera. Ella nos dice en inglés que está acostumbrada a que se hagan fotos con ella. Madre mía, no me extraña, ¡debia ser la holandesa más guapa de todo el norte del país! Pocos kilómetros más tarde paramos, esta vez sí, para echar gasolina en una estación Texaco. Como de costumbre, me lio con tantos carriles y me meto a la gasolinera por el carril bici. Bueno, no pasa nada, solo unas risas.

Minutos después, al llegar a Assen, vemos ya cientos de motos, aparcadas o circulando. Claro, no podía ser de otra manera. Vemos el ambientazo y pensamos "¡Teniamos que haber llegado un día antes!". Cerca del circuito vemos los campings llenos a reventar y la gente que pulula por cualquier sitio. Justo antes de entrar por una de las entradas a la pista tenemos que esquivar a un tio que va caminando por la carretera arrastrando una barca hinchable con remos, ¡vaya estampa! ¿Estaria buscando el mar? No pasa nada, aqui hasta los borrachos son majos. Entramos por una de las salidas sin querer y nos metermos hasta la cocina, hasta la entrada al paddock. Pero antes... no sé cómo ni por qué pasamos por una pista asfaltada con peralte que teiene toda la pinta de ser parte del viejo circuito. ¡Qué pequeña sorpresa! Casi dan ganas de descolgarse ja,ja. Dos minutos después, aparcamos y nos quitamos los cascos. Queremos ubicarnos y hacer las primeras fotos. Enseguida vemos a Uccio, el amiguito de Valentino, con un scooter, hablando con un grupito. ¡Este sí que vive bien, y sin jugarse la vida como su jefe! Llamo a mi vecino y nos dice donde se encuentran pero estamos tan desubicados que nos vienen a buscar con sus motos. Luego nos tomamos unas cervezas junto al edificio que hace de museo y más cosas. Nos comentan que aprovecharon sus pases de paddock para ver a Crivillé, Noyes, Nieto y las chavalas de TVE, ahhhh, ¡qué envidia! Regresamos al pueblo y empezamos a descubrir el ambiente festivo que reina allí. Carpas con conciertos, puestecillos que venden de todo, camiones de "Guitar Heroes", etc, etc. Luego, ya toda la panda al completo, recorremos las calles de Assen al tiempo que descubrimos más cosas. El desfile de la banda municipal (supongo), los camiones con la música a tope y las chicas bailando, algunas motos para pruebas de aceleración, etc, etc, mucha gente, mucho ambiente, seguimos caminando intentando no olvidar ¡¡dónde hemos dejado las motos!! Para cenar hay tantas opciones que nos hacemos un lío. Al final, algunos optamos por sentarnos en una terracita y, sorpresa, descubrimos en la carta del bar un plato que se llama "TT Plate". Los cuatro lo pedimos, somos facilmente influenciables.

Después de cenar buscamos a la panda pero no damos con ellos. Resignados nos vamos para el hotel. Habiamos aparcado donde se dejan las bicis. Alguna aparece encima de alguna moto, no problem mientras no me rayes nada. Dejo unos guantes, medio escondidos, en la moto de Oscar (se los había guardado en mi baúl). Luego me contó que no los vió hasta llegar al hotel, vaya tela.

Llegamos a las habitaciones con ganas de que pase rápida la noche, mañana será un gran día... ¡sábado de carreras!, entraremos al circuito y, gracias al padre de Santi, tenemos dos asientos en la tribuna TT World, genial. Mientras cierro los ojos me pregunto: ¿lloverá mañana?

Viaje a Assen '09 (parte II)

Jueves 25: Etapa Clermont-Spa (653 kms).
Dormimos como lirones. Hubo alguna broma pero estos ya roncaban casi antes de apoyar la cabeza en la almohada… Puse la alarma del móvil pero no hizo falta. Pocas horas de sueño, desayuno de campeones y ganas de salir, por fin, todos juntos. Seguro que todos sabéis las cosas que pueden suceder en un viaje largo cuando el grupo es muy numeroso. Yo estaba tranquilo porque conocía a casi todos y, aunque era de imaginar que pudiera pasar alguna cosilla, ¡nada que objetar a la jornada que se nos presentaba!
La mañana amaneció fresquita mientras los chicos desayunábamos tranquilamente. Las niñas ya lo habían hecho, estaban preparando ya sus bultos (muchos, claro, son chicas), afanándose en que volvieran a coger en sus motos. Ver tantas CBRs con alforjas y tops siempre resulta curioso. Después de atar todos los bultos por fin nos dispusimos a dejar atrás el hotel. Por cortesía y confianza dejamos delante a Sam que llevaba un GPS (lo mejor para callejear o encontrar la salida). También porque Elena llevaba la CBR limitada y había que contar con ello y el ritmo que querían llevar. A nosotros no nos importa adaptarnos y menos si son amigos y gente tan motera como estos “polacos”. Aún así, es lógico que a veces sea difícil mantener la “compostura” por no hablar de las paradas (por ejemplo, los sureños de Madrid tenemos la costumbre de buscar gasolinera cuando al primero del grupo se le enciende el chivato de la reserva).
Como digo, salimos las siete motos a eso de casi las diez de la mañana. Sam y Piper marcaron el ritmo aunque, al poco rato, ella se mete a saco en una salida hacia una gasolinera. Yo entré algo apurado pero Santi, por ejemplo, tuvo que pegarse una buena plegada. ¡Por fin despiertos! Llenamos tanques y seguimos a un buen ritmo de 140/150. Lamentablemente, pocos minutos después, la “niña” repite operación (todavía no sé por qué) y esta vez no hay manera de tomar la salida detrás de ella. Santi y yo seguimos por la autovía. Les esperamos en la siguiente gasolinera, en una rotonda concretamente, pero pasan los minutos y no vienen. Como habíamos hablado de visitar el castillo de Chaumont, un poco más adelante, les mando un sms para quedar allí. El día sigue fresco lo cual se agradece. La ruta se hace agradable mientras descubrimos rutas que no conocíamos. Habría que volver por aquí con más tiempo… ¡siempre decimos lo mismo! Pasan los minutos y algo después paramos a repostar. Miro el móvil y leo que el grupo no quieren parar al final en Chaumont, que van mal de tiempo o algo así. Pues nada, seguimos tirando Santi y yo; si no nos cruzamos por el camino, nos veremos en Spa (bueno, concretamente en Malmedy, donde está el alojamiento). Reseñaros que íbamos dirección Dijon y que los peajes son habituales en esas autovías. Normalmente merece la pena pagarlos. Cerca de esta ciudad me despisto un momento y tomo una dirección equivocada (hacia el este), me doy cuenta rápido pero tarde, no hay vuelta atrás hasta... no sabemos dónde. Afortunadamente, en quince minutos largos encontramos otro peaje, damos la vuelta y volvemos al punto de origen. Qué rabia, ¡media hora perdida!

Pronto se nos olvida el despiste porque, poco después, en otro de los peajes, cambiamos de moto. Ya habíamos hablado de ello. La Fireblade de Santi me atrae desde siempre (¡qué listo!), es una pasada de moto, tendrá sus años pero sigue siendo un pepino y, para mi, una de las Honda más bonitas que hayan diseñado nunca. Pues nada, sonrío y me subo. Le advierto que voy a ir despacio, que lo último que quiero en un viaje tan largo es hacer alguna tontería que nos joda a todos estos días. Santi sonríe como un pícaro sin decir nada, sabe que soy sincero pero que tal vez no pueda cumplir esa promesa. El caso que él también quiere pillar la Fazer para “descansar” un poco y notar el brío de la pequeña 600. Salimos del peaje despacito. Enseguida me encuentro a gusto en la CBR. La postura no es nada forzada y vuelvo a maravillarme de la estabilidad que tiene esta máquina. Los kilómetros y los minutos pasan. El tráfico es muy fluido y enroscamos más de lo recomendable. Al final se enciende el chivato de la reserva, hago una seña y enseguida encontramos una estación de servicio. Paro y subo la visera satisfecho, qué gran “Honda day” me estoy metiendo entre pecho y espalda. Santi me indica que hemos hecho unos 202 kilómetros. Miro el reloj y no me lo creo, menos de una hora desde aquel peaje, uff, ¡eso no se dice niño!

Entramos a beber algo, es la una de la tarde, más o menos, no tenemos hambre pero queremos saber por dónde van los demás. Escribo y llamo pero no me lo cogen, deben estar en marcha, ok. Llamamos a casa y contamos como vamos hoy. Todo perfecto allí. Pensaba subirme a mi moto pero Santi me “obliga” a seguir con la CBR. Ok, nos “sacrificaremos” contesto. Salimos de nuevo después de revisar el mapa, con ganas de llegar a la zona de Nancy, por donde tenemos previsto comer quizá. Es increíble el poco uso del cambio que necesita la 900. Da igual qué marcha lleves engranada, siempre tira con poderío. Como se nota que no estoy acostumbrado a llevar motos grandes. Me gusta más la Fazer en ese sentido, es más rabiosa y entretenida, pero esta 900 tiene otras muchas virtudes, ¡claro!

Paramos para comer una ensaladita y una manzana, parecemos tipos sanos. Creemos que la panda anda por delante pues me decian por mensaje que estaban comiendo a eso de las dos y pico. Nuestra parada es larga, casi una hora. Salimos con ganas de encontrarnos con el “pelotón” y tiramos y tiramos, cada uno ya con su burra oficial, pero llegamos a Metz y no encontramos a nadie conocido. Curioso, el único coche que nos adelanta no es ninguno de marca alemana, ni un bonito Ferrari, o un Alfa… sino un Megane coupé antiguo (¡!) que suena de muerte. Le aguantamos un rato pero, finalmente, le dejamos vía libre. Al rato entramos ya en Bélgica donde repostamos. Aquí el sustillo del día. Echamos gasofa en una estación de esas automáticas. Pago con mi tarjeta y nos servimos generosamente, ok, pero al momento me llega un mensaje corto de mi banco, indicándome que gracias y bla bla bla y que son 125 Euros… ¡¡¡125!!! Vaya tela, y no había pedido justificante de mi cargo (unos 48 E entre las dos motos). Hacemos unas fotos al surtidor, al cajero y a mi moto por si en el futuro hace falta para alguna reclamación. Me pone de mala leche el tema pero dura poco el mal humor, la jornada va concluyendo bien, sin más incidencias negativas.
Pronto tomamos una salida de la autopista, la 49 si no recuerdo mal, y nos metemos en una zona preciosa, cercana a Malmedy. Cruzamos algunos hermosos pueblos de piedra, tapizados con laderas y prados verdes que parecen no tener fin. Poquísima gente en sus calles, algún coche aparcado, algo de ganado, un silencio violentamente sacudido por nuestras motos. Dan ganas otra vez de pararse y hacer fotos. ¡Otro día será! Uno de los pueblos parece sacado directamente de la edad media. Alucinamos cuando vemos sus muros de piedra, su especie de muralla, sus peculiares casitas… Enseguida llegamos a Malmedy pero antes vemos ya indicaciones de la pista de Spa. Algún cartel, algunos dibujos y alguna indicación… pero no pretendemos entrar hoy al circuito… Llegamos al pueblo que comento y buscamos su plaza mayor o punto neurálgico. Voy sin batería en el móvil, tenemos que entrar a un bar para tomar cervezas y cargarlo. Al rato consigo hablar con Piper. Están a solo cien kilómetros. Nos da tiempo a tomarnos algunas cañas más, ¡a Santi no le sientan muy bien las últimas!, ¿se notan los años? Llamamos a casa mientras, desde la terracita del bar, vemos el paso sin cesar de coches y motos de todo tipo. Se nota aquí también cierto ambiente racing. Madre mía, qué hariamos nosotros si vivieramos cerca de una pista a la que puedes entrar para darte rulos y más rulos. Mucha historia en esta zona de bosques. Aquí la naturaleza parece todavía algo salvaje, como poco inconmensurable. Se nota que no son nuestros bosques…

Son casi las nueve cuando viene la panda. Se les oye bien. Ya sabéis, por Europa y en paises como Bélgica la gente tiene, digamos, más ¿educación? y hablan todos en voz baja. Nosotros por poco que hablemos siempre centramos las miradas. Al final los chicos no quisieron parar a tomarse una cañita. Fuimos a buscar el curioso alojamiento que habiamos reservado meses antes: una especie de barracones ¿de guerra? muy chulos y debidamente equipados para dormir a gusto, incluyendo su tele, cuarto de estar y demás habitaciones… Luego cenita en el pueblo (casi todo cerrado) y a sobar… Otro gran día, muchos menos kilómetros que el anterior pero, creo, casi igual de intenso. Mañana más…

Viaje a Assen '09 (parte I)

Concebido en noviembre pasado en un garaje de Fuenlabrada y planeado con cariño desde diciembre, junto a los demás amigos, el viaje del año arrancó por fin una mañana del 24 de junio, antes del amanecer. Aquí la crónica, por capítulos, como los culebrones.



La idea... como peregrinos prestos a rezar en La Catedral... ¡allí nos dirigimos en este memorable junio del 2009!
Sí, La Catedral, porque lo sigue siendo, nos guste o no a los españoles-jerezanos, y no porque hayamos acudido nosotros este año sino porque lo hemos visto en primera persona y ha superado nuestras previsiones más racings. Ambiente, gente, motos, historia, caña, bellezas, paisajes, fiesta, música, público (qué gran público, ya contaremos) y ejemplar organización... todo se percibe como auténtico o, como poco, distinto a lo habitual. Cierta solera, mucha tradición, algo así como una foto de la "hermandad de los moteros de toda Europa": cientos de motos de las décadas de los 80 y 90 (qué maravilloso paisaje atípico), motos con matrícula alemana, inglesa, francesa, polaca, holandesa, española, suiza, belga, italiana... y, además, apenas vimos gamberretes quemando rueda (bueno, yo no vi ni a uno). Aquí hasta los borrachos son majos. Ya hablaremos de gente pintoresca… El caso es que, aunque suene a tópico, a medida que llegas y ves largos ríos de viejos y jovenes motards algo en tu cabeza te dice "este no es otro Gran Premio más". Y en efecto, es el Dutch TT, el G.P. más viejo que todavía queda en el calendario del Mundial. Como mínimo, una vez en la vida hay que subir a Assen para que no te lo cuenten, para que lo vivas.

Las semanas previas fueron muy bonitas. Por ejemplo, Elenita nos recordaba, día tras día, sin falta, de cuantas mañanas quedaban para arrancar el viaje. Cada día nos enviaba un correo electrónico con una foto de un piloto. Su dorsal indicaba el número de días que faltaban. Cuando faltaban 19 días mando a Bautista y a Ben Spies... Cuando faltaban siete días... pues mando una foto de Barry Sheene, claro, algún fanático se lo sugirio días antes, seguro ;-)

Antes de comenzar a desglosar cada jornada os haré las presentaciones. Después de alguna baja y alta en el grupo salimos hacia Holanda los siguientes "participantes":

De Madrid y sus alrededores: mi viejo compi Oscar (GSXR750), mi vecino racing Santi (CBR900RR), Raquel y Angel (que durmieron en Barna ya el martes, Fazer 1000) y yo (Fazer 600)... también salieron el martes pero a su "bola" y por otra ruta (por Irún) mi otro vecino motero: Antonio (ZX10R) y Carlos con su BMW 1200 rutera. De Barcelona... las cañeras Piper y Ana (CBR600RR), la baby Elena (CBR600RR limitada) y también Sam (Fazer600 moderna), buena panda. Solo faltaba Marta que al final no pudo apuntarse al viaje y también Ichy, la otra princesa de Barna... pero trabajo, dinero y viajes no siempre son compatibles. De edades, pues de todo un poco. Los veteranos que ya andamos más cerca de los 40 que de los 30, las niñas que rozan o superan los 30 añitos... salvo Elena que tiene 18 cándidos años pero unas manos para las motos que cuantos quisieran. De manera de ser, pues todos muy buena gente, unos hablamos más, otros menos, unos son más simpáticos, otros más serios, unos buscábamos más fiesta (copas, charlas) por la noche, otros no, pero todos gente de primera y sana, muy sana, ¡somos la caña! También mencionar a un buen tipo, Sam, que no sé que edad tendrá. Simpático, gallito pero buen rutero, solo le conocía de unos minutos en Javalambre.

¿Qué es un viaje a Assen o a cualquier otro destino sin buena compañía? pues practicamente nada. Nosotros podemos presumir de las dos cosas. Piper, como siempre, al tanto de todo, cuando hay que tomar la iniciativa allí está ella de voluntaria, sacando tickets, metiéndose a saco en un parking para averiguar si podemos guardar las motos o entrando la primera en los hoteles para confirmar las reservas. Para Angel, Raquel, Oscar y Santi su primer viaje largo (bueno, ¡para Elena también!). Para Ana, una curtida motera, un nuevo viaje en moto, esta vez en el "palomar" de la CBR de Piper. Oscar venía de pasar unas semanas muy jodidas en el curro, Santi venía de rodar a saco en Jerez, Raquel estrenaba unas más que merecidas vacaciones. Angel algo por el estilo... Sam nos evitó muchas lecturas de mapas gracias a su GPS, genial. Como véis, aquí cada uno tiene su historia particular... Para mi, muy posiblemente mi último viaje con la Fazer aunque casi nada es seguro en esta vida.

Miércoles 24: Etapa Fuenlabrada-Clermont Ferrand (1115 kms).
Bueno, por lo hablado, casi nadie pego ojo la noche anterior. Llegaba el dia "D". Como no podía ser de otra manera, todavía haciendo "recados" o buscando trastos durante los últimos días, ¡incluso durante las horas previas! Mi Fazer estaba sin velocímetro pero un aviso de Luis "El Mudo" la tarde anterior me hizo acercarme a Motos Cano, en Alcalá, a por la pieza de marrás (la que va en el eje de la rueda). El martes por la tarde la cambiamos con algún que otro susto (¡el eje no asomaba por el otro lado!, ¿habria encogido misteriosamente?) . Ruedas nuevas, cambio de líquidos y filtro de aceite... la moto estaba inmaculada como casi siempre. Bajé el baúl y uno de los macutos, dormirian en el coche (no hay cosa que más odie por las mañanas que bajar al garaje con mil bultos en cada extremidad estándar, ya me entendéis).

A las cuatro y pico ya estaba con los ojos como platos aunque la verdad que estaba tranquilo. Con ganas pero tranquilo, con esa sensación que solo tienes cuando sabes que vas a estar unos días en tu auténtico "habitat natural"... A las cinco y algo ya me levanté. Me afeité y esas cosas que hacemos por la mañana, repasé los papeles y los últimos detalles. Di un beso a la family y bajé casi en silencio al solitario garaje. Nunca he estado tantos días fuera de casa y una parte se quedó allí.

La idea era salir con Oscar y Santi hacia Clermont-Ferrand a las 6h30. El "comando" Barna saldría de su feudo a una hora menos dura ya que tenian bastante menos kilómetros a la vista. Pues nada, salgo del garaje y Santi ya está con su Fireblade en la calle. Oscar venía del pueblo de al lado (Alcorcón) pero pasan los minutos y no aparece. Con el follón que tiene en su trabajo y la incertidumbre de las últimas semanas yo ya me imaginaba cualquier cosa. Miro el móvil y no hay mensajes ni nada, buena señal. Comienza a a amanecer, revisamos los bultos de nuevo, parece que están bien atados, también las alforjas de la CBR. De repente se oye una moto y vemos una figura negra que se acerca, es Oscar, por fin. Nos comenta su particular susto matutino: cuando bajó a su garaje e intentó arrancar su flamante GSXR 750 está enmudecio. ¿Comorrr?? ... ¿Sudor frío o leve taquicardía? pues tal vez las dos cosas. Mira y remira y descubré que el botón del cortacorriente estaba en off... ¡vaya tela! bueno, sin duda, la broma sirvió para despertarle. Casi son las 7h00 y salimos por fin... nos aguarda una jornada llena de kilómetros, hay que aprovechar la mañana.
Cuarenta minutos después conseguimos dejar atrás la circunvalación de Madrid y el atasco matinal habitual. Cuando llegas a Guardalaraja (digo, Guadalajara) siempre me pasa lo mismo, es el momento en que me creo que estamos de viaje. La idea parar poco, de depósito a depósito, aunque en el km 202, en El Espolón, pararemos a eso y a llenar nuestras vacías tripas. El día se presenta estupendo, sol y ausencia de viento. El tráfico muy contenido, es miércoles, será por eso. Desayunamos bien y, luego, continuamos por la autovía dirección Huesca. Antes de llegar a esta ciudad volvemos a parar para llenar depósitos. La media es buena, se nota que teniamos ganas de enroscar y que vamos alegres. El tramo Zaragoza-Huesca, como siempre, invita a pasarse dos pueblos con el gas. La verdad, prefiero no dar datos ni cifras pero eran las 11h15 y ya estabamos a unos ocho kms de la ciudad. Las motos perfectas. Hacemos algunas fotos y las primeras llamadas. Da gusto ir con estos quemaos... ¡y con sus motos, aunque tenga que ir apretando de lo lindo a la pobre Fazer! Cuando me pongo detrás les observo con una sonrisa de oreja a oreja. Qué buena compañía, así da gusto rodar. Y qué motos, como digo, no se mueven las jodias ni aunque pasen de 200 en tramos revirados. La Fazer empieza a moverse un poco antes de llegar a ese umbral, sobre todo en curvas largas y rápidas, (no debieron diseñarla para eso). En todo caso, hoy no vamos en plan de curvas aunque a veces se nos olvida el chip rutero. Nunca hemos hecho tantos kilómetros juntos pero vamos como los tres mosqueteros. Eso sí, reconozco que el que va más cómodo soy yo. En cuanto a trastos, el baúl no me gusta pero hay que reconocer que es muy útil. Cuando vas acompañado es ideal pero viajando solo a veces, con viento, molesta. La moto va suave y en las primeras horas se nota que el calor no aprieta, el motor va redondo. El ruido del Leo Vince imagino que va a cambiar en los próximos miles de kilómetros... El consumo razonable también. Unos siete de media, las Rss algo más, todos contentos.

Por fin llegamos al revirado puerto de Monrepos, ese de las bajadas de infarto cuando vas hacia Francia. Sigo delante marcando la ruta y el ritmo, pendiente ya del desvio que nos tiene que conducir a la zona de Bielsa y su famoso túnel. Ya hemos pasado unos cuantos radares camuflados. Tenemos que andar con mil ojos por culpa de estos delicuentes legales recauda cuartos. Apostar un radar en un tramo lento de obras es tener muy mala leche. Allí vimos uno, no sé que velocidad pondrían las señales amarillas de las obras. Total, esas señales las ponen los operarios más o menos bajo su propio criterio subjetivo... pero pueden valer para multar a saco.De pronto, a la derecha, descubro la carretera que nos llevará a Boltaña, ok, nos metemos. Como ví en el mapa días antes, este tramo es revirado y comarcal, o sea, perfecto para cambiar el ritmo y "despertarnos". Enseguida descubrimos que la carretera no está del todo mal pero que es muy sinuosa, incluso con muchos desniveles y algún viraje ciego, claro. El paraje es precioso: casi todo el trazado escoltado por arboles, detrás pequeños bosques y suaves laderas, entre medias, algún perdido pueblo o aldea donde parece que el silencio reina todo el día. Van a ser unos 60 kilómetros más o menos, o sea, "una vuelta" al T.T. de la isla de Man, pienso, mientras me cobró mi pequeña "venganza" y dejo a las Rss atrás. Entre botes, un poquito de gravilla y magníficas vistas, los kilómetros pasan rápidos aunque la media cae en picado. Casi me dan ganas de parar a hacer fotos en sitios perdidos donde parece que no hay civilización. Se nos cruzan dos o tres coches en casi una hora de trayecto. En los últimos kilómetros la carretera se pone peor y bajo el ritmo para seguir juntos hasta Ainsa. Sabia lo que me iban a decir cuando parásemos, es un clásico cuando salimos de curvas. "Cabrón, por menudas carreteras nos metes siempre" (!) Esta no era mala mala, ninguna alforja se aflojó, ni los empastes de las muelas, no os quejéis. Solo era una vieja carretera de montaña con trozos buenos y trozos malos. Creo que en el fondo disfrutaron del "T.T.". El caso es que nunca habiamos pasado por allí y a mi me gusta incluir tramos desconocidos en los viajes. Subir por Irún hubiera sido lo rápido y cómodo, incluso si dormiamos en Clermont pero, primero por un motivo, luego por otro, la ruta planeada inicialmente en nuestro garaje fue mutando hasta pasar por Barcelona para, finalmente, volver un poco al oeste, por dónde estábamos, cerca de Ainsa y el túnel de Bielsa.

Justo antes del túnel, en el pueblo, paramos a respotar y hacer alguna foto. También llamamos a casa y activé el roaming de Santi (no funcionó, es Vodafone). No teniamos que llenar mucho los depósitos pero el recuerdo de los precios franceses nos animó a apurar los tanques. El calor era ya terrible. Cada vez que me quito el casco en esa condiciones entiendo por qué con veinte años ya empecé a perder la carrocería (el calor me achicarraba el pelo de la cabeza.. ¡pero ya no!). El túnel, de unos 3 kms. y pico, frío y feo, lo pasamos tranquilamente. Al salir comenzamos a adentrarnos en un precioso valle, rodeado de montañas (claro, por eso es un valle, ¿no?) distinguiendo ya los primeros carteles en la lengua de Rousseau. Paramos en un cruce esperando encontrar una fuente a un lado del camino. Desgraciadamente, no era una fuente sino otra de las típicas lápidas conmemorativas de la guerra (esta hablaba de los miembros de la Resistencia de la segunda guerra mundial). Pronto comenzamos a cruzar pequeño pueblos. Incluso un tramo de obras. Estaban asfaltando y el calor que se elevaba del suelo era cruel. Como siempre, no hace falta decir que los automovilistas franceses no hicieron más que facilitarnos el camino, "igualito" que en nuestra piel de toro. Pasó la tarde a buen ritmo y al entrar en Toulouse, en plena autovía, noto un bandazo atrás, acto seguido me pasa Santi y me señala con la mano. Paro y comprendo que he pinchado de atrás. Rapidamente sacamos el gusanillo y las bombonas (las que pensaba tirar, llevaban unos diez años guardadas en su estuche). Metemos dos bombonas pero apenas dan presión. Buscamos una gasolinera pero veo por el camino una área de descanso que en su entrada tiene un "michelin" de tamaño ¿real? Es Bibendum, el simpático muñequico de la marca francesa que siempre me ha acompañado (esta vez me hago una foto con él, que todos los años me quedo con las ganas). Pienso en el destino de la etapa, su ciudad, Clermont-Ferrand, mientras revisamos las presiones. La mía, atrás, apenas un kilo y pico. Bebemos agua y nos preguntamos "oye, ¿y cuando vamos a comer?" eran ya las cinco y pico pero hambre, lo que se dice hambre, no teniamos. Hambre de moto sí, ¡y en eso estábamos!

Una horita más tarde paramos en otra gasolinera que tenia tienda. Nos metimos unos bocatas de jamón de infarto y mucha agua. Hablamos con un camionero portugues que era motero. Salimos y vuelven a pasar los kilometros y las horas como si nada... pero parece que cuanto más corremos más lejos está nuestro Formule1 y los amigos de Barna. Hubo un rato, un par de horas, increiblemente rapidas pero... no nos cundía. Mira que queríamos llegar de día. Mira que dijimos, "Bah, en 12 horas llegamos", pero nada, desde el túnel hasta Toulouse habiamos perdido mucho tiempo. En esas estábamos cuando, en una carretera nacional, cerca de Rodez, nos damos el susto del día. Vamos detrás de dos coches, un Audi y otro que no recuerdo, observando los típicos muñecos negros que "decoran" ciertas carreteras galas para avisarte que en ella se han producido muchas víctimas mortales en accidentes... vamos tranquilos cuando, de repente, a unos 400 metros, vemos como un camión grande blanco se dispone a adelantar. Hasta ahi ningún problema. El sustillo llega cuando vemos que no le da tiempo y el del Audi que va delante nuestro empieza a necesitar pañales (¡con razón!). Frenamos todos, yo me echo un poco hacia la derecha, como pase algo nos va a salpicar, no hay escapatorias. El camión se acerca rápido, no se corta y sigue a su paso, por nuestro carril. Al final, cuando estaba muy, muy cerca, entra a saco en el suyo, a escasos dos metros del Audi que aunque se ha echado a la derecha no puede evitar verlo en primer plano. Imagino su cara y el susto. Hacía años que no veía una situación tan comprometida. Oscar se acuerda visiblemente de la familia del camionero, yo miro por el retrovisor para hacer algo parecido... y seguimos.

Cae la noche y empiezo a rodar pisando huevos (se me olvidaron las gafas en casa, veo menos que un gato de escayola por la noche) y, de remate, a eso de las diez menos algo, comienza a llover un poco. Llevaba la indicación del hotel y la salida para encontrarlo pero dimos un pequeño rodeo. Al final, sobre las 10h35, llegamos al polígono y al Formule1. Allí nos esperaban los amigos para cenar, ¡qué detalle! Qué alegría reencontrarte con ellos, siempre apetece. ¡Espero que el sentimiento fuera mutuo!
Por fin habiamos llegado. Más que por dejar descansar las posaderas (que también) teniamos ganas de llegar para unirnos al "comando polaco". Después de los saludos, duchita y nos quitamos la ropa de "romano". Otra vez cogemos las motos para ir a cenar a un lugar cercano que estaba abierto a medianoche (increíble). En resumen, etapa rápida y divertida. Buenas carreteras, magníficas en ocasiones, buen asfalto, poco tráfico y varios radares (en Francia) que enchufan por delante, ok. Me quedo con tres frases del trio de sureños que hicimos aquella etapa fantástica y cañera:
Santi: "De sol a sol... y más allá" ("joder, en mi vida me he tirado tantas horas encima de la moto")
Oscar: "Luis, 14 horas en una R, 14 horas en una R..." (fueron más horas pero no se lo dijimos)
Luigi: "Como coño se puede tardar tanto en llegar aqui viajando tan follaos tantas horas, no lo entiendo" (y era verdad, no lo entendía del todo).

Mañana esperaba más... y mejor (¡con compañía!)

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...