De nuevo por Asturias (parte 1)


Nos habiamos quedado en el domingo de La Bañeza. A primera hora de la tarde, Julito y yo, después de las despedidas, tomamos rumbo hacia Astorga con la intención de llegar, después, hasta el escondido pueblo de Pola de Somiedo donde pasariamos la noche. Por la zona de Astorga, comentaba en el anterior post, bajo una ligera lluvia, sobre las seis, por fin paramos a comer. Cayó un cachopo y lo que nos pusieron por delante, luego las cremalleras de las chaquetas se quejaron un poco. Reanudamos la marcha y nos acercamos a Bembibre donde teniamos que desviarnos hacia las montañas rumbo a nuestra meta de aquel domingo racing.

Empezamos a abordar carreteras secundarias entretenidas y zonas fantásticas de curvas y paisajes cruzando poblaciones como Páramo de Sil. Se notaba que estábamos llegando al "paraiso natural". Todavía quedaba alguna hora de luz y paramos a tomar un café muy cerca del puerto de Somiedo y nuestro destino. Hablamos del bello tramo que habiamos consumido minutos antes. ¡Daban ganas de dar la vuelta! También hablamos de echar gasolina pero, visto que estábamos a unos 30 o 40 kms de nuestro objetivo, descartamos la idea... Arrancamos y saliendo de aquel pueblo (puede que fuera Rioscuro, se me olvidó enseguida su nombre) nos equivocamos de carretera durante algunos minutos, tomando rumbo a León. Nos dimos cuenta pronto y dimos la vuelta. Enseguida vimos por dónde habia que conquistar el famoso y ansiado (al menos por mi) puerto de Somiedo. Llevaba como diez años sin pasar por el y solo tenia buenos recuerdos. El testigo de mi reserva todavia no se habia encendido pero algo en mi cerebro me empezó a avisar que seria muy prudente y sano no volver a equivocarnos de camino. Y pasó que, mientras el sol comenzaba su lenta despedida, encaramos aquella carretera y aquel puerto donde no habia un solo cartel que indicara si ibamos en la dirección correcta. Tampoco habia casas ni más pueblos a la vista y aunque el trazado era estupendo no llegué a saborearlo del todo. Enseguida se encendió la temida luz avisando que me quedaba poco "fuel" en el tanque. Seguimos la ascensión completamente solos. En mi interior iba pensando que, en el peor de los casos, si nos quedábamos sin gasolina, desde la cima el resto del camino seria cuesta abajo y que, sí o sí, habría antes o después alguna población. Qué error no haber repostado antes y haber disrutado completamente del ansiado puerto... Llegamos a la cumbre admirando el impresionante paisaje que se desplegaba desde alli. No había coches, ni gente, ni casas a la vista, ¡parecía casi otro planeta! Lástima que tampoco hicieramos fotos en aquel momento. La temperatura empezó a descender al mismo ritmo que la visibilidad mientras comenzamos a bajar el puerto con más ánimo. Una señal me llamó la atención enseguida, era la de peligro de animales, pero el animal pintado no era un ciervo o un caballo, era un oso, ¡un oso pardo, imaginé! ojala quedaran muchos por aquellas tierras... pero ojala no tuvieramos que cruzarnos con ninguno (risas por favor).


El descenso fue largo y divertido mientras percibia que me quedaba solo un litro de gasolina en las tripas del depósito. Julito andaria igual o peor... pero como era cuesta abajo... Por fin, casi de noche descubrimos un cartel con el nombre de un pueblo, ¡insólito, un cartel informativo por fin!, sí, era Pola de Somiedo. Misión cumplida. Si alli no habia ningun surtidor de gasolina, al día siguiente ya nos encargariamos de buscar o comprar gasolina a cualquier particular, como alguna vez ha pasado. Enseguida descubrimos nuestro hostal y nos indicaron donde aparcar las motos bajo techo. Luego ducha y cena espectacular bien regada de sidra y de mil delicias más. La acumulación de calorias de aquel domingo fue tremenda... estábamos en Asturias, sí, sin comentarios...

Al día siguiente descubrimos un surtidor de gasolina y, enseguida, la bonita zona que sube al alto de La Farrapona, cumbre ahora algo famosa porque pasa por allí la Vuelta Ciclista a España. Mientras ascendiamos, paramos varias veces para admirar las impresionantes montañas que nos escoltaban.


Ya en la cumbre comprobamos que, allí mismo, está uno de los límites entre el principado y la provincia de León. Un parking asfaltado con algunas caravanas nos dió la bienvenida. Lo bueno de la "excursión" fue que hasta esa misma mañana no sabiamos que existian unos lagos impresionantes alli mismo. Lagos menos famosos que los de Covandonga, claro, pero por lo visto, los más altos de todo Asturias. Son los lagos de Saliencia. Otro reclamo espectacular del Parque Natural de Somiedo.

Aparcamos las motos, dejamos los cascos y nos pusimos a caminar hacia el primer lago de la ruta. El camino era cuesta abajo y tardamos unos veinte minutos en llegar al hermoso "charco". La temperatura era ideal, ni frio ni calor, y solo habia unos pocos turistas más por la zona. La paz era increíble...  Os dejo una foto que todavía me fascina...

Sin prisa y sin pausa volvimos luego hasta las motos y bajamos la sinuosa carretera mientras buscabamos un bar para tomar un café. Todavia no era hora de comer, habiamos madrugado lo justo para aprovechar la mañana. En pocos minutos paramos en una aldea y después del café aprovechamos para engrasar las cadenas de nuestras fieles compañeras.

Arrancamos y nos propusimos tomar rumbo hacia Belmonte, dirección Norte. Recordaba aquel pueblo y su río Pigüeña, el río que nos iba escoltando junto a la carretera por la que avanzábamos. Por la hora que ya era, decidimos buscar donde comer. Julito se tomó una buena ración doble de fabes. Yo esta vez elegí algo más ligero de primer plato. Si seguiamos muchos días por estas latitudes creo que alguno iba a reventar de placer...


Luego, en el parquecito que hay junto al río, alguno se durmió la siesta mientras otro hacia fotos y veía los patos que circulaban por alli como "Pedro por su casa". ¡Como nos gustan estas cosas a los que vivimos atrapados en una gran ciudad! Escuchar el rumor de una corriente de agua, ver casas de piedra, el nulo estres de sus habitantes, degustar la gastronomia explosiva de esas tierras y la calma que parece inundar cada rincón y que nosotros, pecadores, destruimos cada vez que arrancamos las motos. La idea era visitar esa tarde Tineo y saludar al amigo Valentín
Continuará...


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...