No todo cambia (por fortuna)


Comienzo a escribir estas líneas imprevistas justo una noche antes de la última del año, cuando las uvas y otra cena copiosa parecen elementos obligados para ser "normal", "feliz" o "sociable"... o tal vez para estar "integrado en la masa" (yo lo hago a rebufo, poco más, confieso). Para mi el calendario también existe, sí, aunque desde crío esta fecha la veo como una frontera natural, el fin de una "temporada" y el comienzo de otra nueva. Si estás rodeado de tus seres queridos, perfecto, por supuesto. Y si no, olvídate de lo "normal" y dale cuerda a tu mente, escuchando al corazón, a pensar en lo que nos hace felices realmente, en todas esas cosas que tenemos hace tiempo ganas de hacer. Se acerca una buena oportunidad, una buena excusa: un año nuevo. Nada es tan difícil como parece si se intenta, y en todo caso mejor caer luchando que vivir en minúsculas como una seta abonado al sofá. Personalmente, me espera un nuevo post-it amarillo donde escriba los objetivos previstos para el nuevo año. Chorrada, sí, puede ser, pero me mola comenzar "centrao", y para ello nada para mi como tenerlo escrito junto al monitor de la oficina, para verlo día sí y día también.

Pensaba que mi nuevo post en este blog seria la continuación de los dos anteriores, es decir, que contaría en el mi experiencia en la prueba de La Bañeza antes de escribir otro post más adelante para contar la aventura del evento de clásicas en Zamora y terminar así la "tetralogía" de las aventuras con la Ossa durante esta temporada. Pero no, hoy toca hablar de otra cosa, reclamar otro espacio, cerrar el año con buen sabor de boca... Si fuera el gran Dennis hubiera añadido ahora que estaría escribiendo esto a bordo de un potente Boeing 747 con destino a .. pero no, estoy en el sofá de mi casa, vigilando que el puñetero cable de corriente del portátil aguante lo suficiente sin salirse de su sitio (la batería murió hace tiempo, tengo que tenerlo enchufado a la luz), con las piernas estiradas en un cojín que se apoya sobre la mesa baja y cuadrada del salón. Todo ha sido fulminante, esta tarde, pensando en mi mundo y en las carreras, he visto que, ¡oh, por San Brembo!, afortunadamente no todo ha cambiado. Hablo de las carreras, de la pasión de algunos "locos". Me explico...


Los que peinan (o lucimos) algunas canas hemos visto muchas carreras, observado a muchos pilotos, vivido y padecido algunos proyectos, también hemos disfrutado de muchas alegrías, decepciones, caídas, victorias, tragedias y de sucesos absurdos e inesperados. Solemos, en demasiadas ocasiones quizá, glorificar el pasado, a cultivar la nostalgia sin medida pero, aunque suene a defensa, ¡¡tenemos muchas razones para hacerlo!! además, debe estar en el ADN, cada generación suele hacerlo un poco, ¿verdad?, ¿es bueno, es malo? ese seria un buen debate, pero hoy no entraré en el, solo lo tocaré de pasada. Hagamos un rápido repaso...


Crecimos, en general, con motos de dos tiempos, bujías que podían perlarse, pilotos duros y (la mayoría) extrovertidos que no sabían lo que era un gimnasio, sin pelos en la lengua y, por desgracia, pilotos que luchaban en circuitos realmente peligrosos por cuatro duros en busca solo de la superación personal, de ser "simplemente" el mejor de todos... Ni ellos, los pilotos, ni nosotros le dábamos mucha importancia al hecho de que era raro el año que alguno no caía en "acto de combate", la verdad. No se tomaban cientos de fotos, no había webs ni móviles, ni mucha televisión, era un mundo aislado, genuino, alejado del postureo actual, lleno de héroes y de algunos villanos (solo en los despachos de algunas federaciones), lleno de alegrías y tragedias griegas, un mundo que algunos llamaron, fíjese usted, "Continental Circus", porque era realmente así, una caravana que recorría medio mundo, no en busca del beneficio económico, no en busca de la fama, sino de la GLORIA personal. Para mi, los hombres más valientes del mundo.

Disfrutamos de los gloriosos 80 mientras seguíamos cumpliendo años y los héroes de los distintos mundiales continuaban batiéndose el cobre en las pistas de medio mundo. Sí, fueron aquellos mundiales grandiosos de 500, el de los campeones americanos y australianos, el de aquellas bellas y heroicas proezas de Sito con la Kobas en 250, de Garriga con su lenta Yamaha poco después, del adiós de Nieto, del triste final de Ricardet, de la genialidad de Joey Dunlop en la Isla de Man, el gran piloto antidivo que seguía cumpliendo años y ganando carreras como si el tiempo se hubiera detenido para él....


Todavía se podían ver roulots o humildes camiones en los paddocks de los circuitos, todavía se podían decir las cosas a la cara entre pilotos, todavía se podía esperar que un rival te ayudara en alguna ocasión (aunque luego te ganara la carrera, como por ejemplo le paso una vez a Barry con Lucky, después de aconsejarle sobre qué gomas montar para la carrera). La esencia seguía ahi, más o menos, intacta...

Y todo siguió más o menos igual durante algunos años, con las mismas reglas, con las mismas sensaciones, con la misma proyección, con sus sombras y sus luces, por supuesto, pero con el mismo ritmo habitual de crecimiento, aunque, ciertamente, el Mundial se profesionalizaba de una vez por todas. Creo que el mundo se movía más despacio, las cosas no cambiaban a la velocidad de vértigo que sufrimos o disfrutamos en estos días digitales.


Los noventa llegaron y las carreras siguieron siendo apasionantes... por desgracia los grandes ases, los mejores, Gardner, LawsonRainey y Schwantz empezaron a desaparecer... ¿llegaba otra época? llegó porque el cambio es lo único seguro en la vida. Y si la temporada de 1993 fue triste (por su final) al año siguiente comenzó la "era Doohan". Gracias a él y a nuestro  candidato de brillante armadura, nuestro valiente Crivillé, no nos aburrimos ni un minuto, lo vivimos a fuego. Y a finales de esa década, ya sí habían cambiado muchas cosas, por Dorna, por el dinero que fluía en el Mundial de manera escandalosa, por la presencia y el protocolo que impuso el organizador y los patrocinadores, por las fábricas, por la tecnología imparable que hizo desaparecer tantos proyectos artesanales, tantas escuderías, tantos pequeños fabricantes o auténticos gurús de garaje y lima... La paradoja era terrible en la categoría reina, en el escaparate del mundo de la velocidad. Quizá la generación más talentosa de pilotos se instalaba en unas parrillas pobres y llenas de desigualdades mecánicas. Ante este "espectáculo" se movió ficha y por una vez se acertó, ROC, Harris y Yamaha proporcionaron unas buenas "carreras-cliente" al pelotón de 500, un pelotón que hasta entonces rodaba en ocasiones con auténticas joyas de museo, hasta viejas Honda tricilindricas. El inmenso talento de algunos pilotos no era suficiente... hacia falta pasta, mucha pasta... perdimos a grandes campeones por el camino por este motivo, algo que siempre tendremos que lamentar. Sí, el caso más célebre quizá para todos los españoles fue el del gallego volador, el gran López Mella.


Al margen de esa parte negativa, por lo menos quedaban las brutales motos de 500, aunque con el big-bang y luego con la gasolina "aguada" todo parecía un poco más fácil para los pilotos noveles que subian del cuarto de litro. Ninguno nos llevábamos las manos a la cabeza, disfrutábamos como cochinos en un charco. Suficiente para que siguiéramos sintiéndonos "cómodos" y reconociendo el Mundial, más moderno sí, suficiente para seguirlo con la misma pasión de siempre...

Llego el año 1999 y los entrenos de Jerez, y sin saberlo nadie, terminó una época y comenzó otra. Doohan no volvió a participar en un GP. Ese día comenzó realmente el siglo XXI en las carreras. Llego la época Rossi y lo "normal", lo que queríamos continuara años y años, las motos de carreras por definición, las 2T, empezaron a desaparecer... no diré que el Mundial con motos de 4T fuera un error, que no fuera lógico, por el valor de su tecnología, pero comenzaba el declive de las categorías más prestigiosas que JAMAS EXISTIERON, primero las 500 que fueron sustituidas por los prototipos de 4T, luego, pocos años después, nuestras queridas motos de 250. Gracias a Dorna (¿la FIM vale para algo?) se fueron CARGANDO paso a paso las categorías de toda la vida. No lo sabiamos pero no quedaría ninguna categoria de 2T, ¡qué contentos se podrían en la sede de Honda, por cierto! Una de las consecuencias es que las motos de carreras se hacían más fáciles de pilotar. Las del cuarto de litro se cambiaron por ese invento de copa monomarca encubierta que, además, alinea antinaturalmente a los pilotos al bajar las exigencias de pilotaje, esa copa Honda que llamaron "Moto2". La electrónica se hacia cada año con más trozo del pastel y los presupuestos de los equipos dilapidaban cada vez más dinero en ese apartado destinado a "dopar" las motos (como decía Lucchinelli).

En la categoría reina, sin Rossi aquellos años hubieran sido aburridos, estoy seguro... pero las grandes cifras y los condicionantes comerciales seguían imponiéndose paso a paso a cualquier sentimiento deportivo. El nuevo siglo comenzó sin máscara. Los últimos derrapajes que vimos sobre las 990 de 4T pronto serian cosas del pasado, como si fuera una señal, ¿me entendéis, verdad?


Ahora vivimos en la época del "motor continental business", de los presupuestos billonarios, de la electrónica masiva y tramposa, de motos que se adaptan a los omnipotentes y decisivos neumáticos, de los jefes de prensa, de motos con tecnología espacial, de circuitos galácticos diseñados por ordenador y no tanto por personas, con equipos que parecen empresas más que otra cosa, vivimos el Mundial de las reglas volátiles (reglas que cambian en función de las necesidades del espectáculo, ya sea la regla rookies en MotoGP, mínimo de edad para correr, tipos de MotoGPs, etc, etc), ambientes y contactos muy controlados, prefabricados, con cientos de pilotos que tienen que pagar por correr aunque algunos sean muy, muy buenos. Son ellos, los pilotos, los que se dejan la piel, los únicos que salvan el espectáculo con su talento y su valor. Para algunos puristas o nostalgicos todo lo demás ha ido a peor. Del organizador prefiero no hablar mucho. Cierto que Dorna ha hecho cosas buenas pero también que en demasiadas ocasiones se mueve por dinero de una manera demasiado descarada y egoísta. Lógico pensará alguno, es un empresa, no una ONG pero... pero duele comprobar que lo deportivo, lo meramente deportivo pasa a un segundo plano. Duele comprobar que la figura de Santiago Herrero (por poner solo un ejemplo) no tenga "suficiente palmarés" (según palabras escritas por el propio Ezpeleta) para ingresar en el "Legend MotoGP" pero sí la figura del también malogrado Marco Simoncelli. Es fácil adivinar cuanto merchandising se puede vender del ídolo italiano, fácil: mucho, ergo interesa.

De los pilotos solo pondré un pero: demasiadas declaraciones "de libro" a los medios, politicamente correctas, sí, pero aburridas, por no hablar de tantos podios de "happy family", algo falsetes, donde sonríen siempre casi todos, aunque hayan vuelto a perder, ¡increíble!... (solo se salva el siempre criticado Lorenzo que no intenta disimular lo que lleva por dentro, gane o pierda, ¡olé!)


Y después de todo este panorama de miles de colores y música de película, aunque disfrutas de la auténtica genialidad de Marc Marquéz, del pundonor de Lorenzo, de las machadas de Rossi, etc, aunque ves que el motociclismo tiene, por supuesto, mucho futuro y es admirable en muchas de sus facetas gracias a los pilotos y a los apasionados de corazón que viven en ese mundo... aún así, te toca mirar más cerca, en otras categorías, en otros ambientes más humildes, más "por amor al deporte" para volver a saborear la esencia tradicional que ya, casi, casi, se ha perdido en las altas esferas.... Y así completamos el círculo:

El sábado pasado organizamos una comida motera muy amena en las Navás del Marqués, Ávila, en el conocido restaurante "motero" Magalia. La excusa era ponernos cara a los que formamos parte de un grupo que adora las Road Races y en especial el TT. Sí, ese otro mundo de carreras "al viejo estilo". Ese otro mundo que aunque no da tanto dinero a sus organizadores existe con muy buena salud, un mundo dónde puedes viajar en el tiempo, donde los grandes pilotos son accesibles, donde solos los equipos más fuertes llevan grandes estructuras, dónde el vencedor de la prueba, y el mejor piloto actual de estas carreras, Michael Dunlop, puede bajar del podio y pasear tranquilamente hacia su carpa sin prisas con su trofeo en las manos, parándose mil veces si lo desea para saludar a los aficionados, como si fuera un participante más, sin escoltas... Muchos aficionados amamos esas carreras, ese ambiente y esa auténtica flema inglesa, en definitiva, esa esencia que ya echamos en falta en otros entornos. Algunos indocumentados llaman locos a esos pilotos que corren en el TT. La ignorancia es muy atrevida, lo sabemos. A nadie le obligan a correr ninguna carrera. Partiendo de esa premisa todo lo demás se puede entender facilmente. A quién no le guste que no mire, que no vaya, pero que deje de molestar. Por la otra orilla, estamos los viejos fans de las road races. Y como cada vez somos más gracias, quizá, al incremento de noticias durante los últimos años pues un día surgió la idea de montar un grupo en el Facebook. Me puse con ello enseguida y también enseguida me salió el nombre del mismo: "Panda de Grillaos que algún día irán al TT"... porque muchos, como yo, no hemos tenido todavía ocasión de viajar a la isla de los gatos sin cola pero sin duda estamos algo "grillaos".


Al final el sábado nos reunimos cerca de cuarenta personas, muchos de Galicia y de otros lugares, ¡admirable! El plato fuerte fueron las charlas que preparamos. La primera para presentar el libro de Abelardo Rendo sobre el centenario de españoles en el TT (1914-2014), libro del cual ya hemos hablado en estas páginas en otras ocasiones. Gracias a "Abe" es muy fácil penetrar y vivir durante unos minutos en el ambiente manés, en su historia, repasando hazañas, pilotos y carreras de nuestra isla favorita.


Y asi, hablando del pasado glorioso del TT llegamos al presente... y comenzó la segunda tertulia, la presentación del proyecto de nuestra amiga Racing Rose (Rosa Arratte) y su piloto Víctor López para participar en el Manx GP del 2015 en la categoria de super-twin.


Escuchando sus palabras, conociendo a la mayoría de los protagonistas, me di cuenta de lo que decía arriba del todo, que afortunadamente no todo ha cambiado en nuestro mundillo, todavía hay gente que se mueve por pasión, por ilusiones, sin casi presupuesto, conociendo lo que se juegan, sin temor al riesgo inherente que va junto a la aventura que desean vivir con mayúsculas... y todo eso los hace más grandes si cabe. En definitiva, gracias a los pilotos, modestos o famosos, que sienten verdadera pasión por correr, no todo ha cambiado (por fortuna). Mientras queden luchadores así, a cualquier nivel creo que podremos estar tranquilos y poder afirmar que el motociclismo tiene vida, tiene esperanza y tiene futuro. 

NO TODO CAMBIA (AFORTUNADAMENTE). LOS "LOCOS" TODAVIA EXISTEN, Y VAN EN DOS RUEDAS. TODAVÍA HAY OJOS QUE BRILLAN AL ESCUCHAR EL INICIO DE UN PROYECTO "IMPOSIBLE".. Y ESAS CHISPAS SON LAS QUE NOS HACEN REALMENTE HUMANOS, IMPREDECIBLES Y PRACTICAMENTE INVENCIBLES (y a mi... me siguen gustando las Kawasaki, de ahi la foto de arriba, ja,ja...). 

HAPPY AND RACING 2015!!!



Musas, teatro, CaVallos y realidad…(2)

 

Nos habiamos quedado en el domingo de carreras en Cintruénigo. Ya habiamos pasado el famoso warm-up donde solo salen, habitualmente, los pilotos que no acumulan resaca del sábado noche, je,je... entre ellos yo, claro, que como soy becario y joven no me dejan beber mucho esa noche precarrera, correcto. Pues nada, con esa "sabiduría" que dan los años sé que esta vez lo voy a pasar un poco mal, me van a adelantar hasta los caracoles... pero lucharemos con todo lo que tengamos, eso sí. Me obsesiono con salir bien, la curva de fin de recta de meta se me da bastante bien y sé que si no salgo mal adelantaré algunas posiciones. Pues eso, damos la vuelta de "calentamiento" y, parado en mi puesto, no dejo de mirar al tio de la bandera, como todos, claro. Mis ojos y mi cabeza no ven nada más.  He ensayado las salidas y no salia mal, pero esta vez, como no podía ser de otro modo, quiero salir tan bien (por cierto, levantado sobre la moto para que los primeros centimetros el motor solo tenga que empujar la moto) que abro demasiado y se me ahoga un poco, resultado: los pocos que tengo detrás me pasan... llego a final de recta de meta con un cabreo del diez y me cepillo a dos pero poco más puedo contar... intento seguir al pelotón habitual de siempre pero esta vez no hay manera.. se me van, poco a poco... Intento al menos hacer kilómetros, rodar, hacer pretemporada... empiezo a disfrutar justo cuando la mano izquierda me empieza a recordar que la tengo jodida todavia, me tengo que soltar en la recta de atrás las ultima vueltas. Más desgracias: el de la Ossa con el dorsal 8 me pasa al final, colofón de una carrera mala no, lo siguiente, termino el 14, puffff.... Gana Cabanés, el tigre de Alcoy, alguien que corrió con Autisa alguna prueba del Mundial de 80 hace mil años, quién lo diria, tendra sus 50 tacos largos pero si le ves parece unos años mas joven; de su Bultaco dicen que da más de 42 CVs, ¡casi ná! Llego al paddock poco sudoroso (corria la brisa y apenas hacia calor) pero jodido en todos los sentidos, sobre todo por dentro.
Segunda Carrera: antes de salir voy al bar a por hielo para la mano pero es como una especie de misión imposible, alucino, y eso que este año hay menos gente. Total, decido no salir, me jode pero sé que voy a ir todavia más lento (aunque suene increible). Como no quiero estorbar a nadie tomo esa decisión aún sabiendo que alguno me llamará coballllde de la pradera, pero creo que hago bien. La vuelta a casa será algo silenciosa, algo amarga dentro de mi cabeza, por lo demás, de lujo...

Moraleja: como me comentan los veteranos tengo que hacer más kilómetros y, sobre todo, potenciar la Ossa, este año parece una 125... que me lo tome con filosofía y siga rodando, hay años buenos y años malos... Vale, está claro, o llegamos al nivel del año pasado o hará falta una reflexión sincera y sensata, mientras seguiremos luchando, a ver si rodamos en algún karting este verano, da igual lo que corra la moto, para quitarnos las telarañas. Hasta entonces, miraremos lo del tubarro, revisaremos el depósito y las zapatas del freno delantero, al margen de habitual tema de carburación. Hay dos eventos atractivos a a la vista: una a final de agosto en La Alcudia y en septiembre la segunda edición de la exhibición de Zamora, famosa y con buen plantel, organizada por la eficiente AMZ. Un poco seguidas en el tiempo, dudo que podamos acudir a las dos...
 

 Pero, claro, todo esto se queda pequeño comparado con la cumbre que veo en lontananza. En pleno mes de agosto, of course, nos encontraremos con nuestra vieja piedra angular, la prueba de La Bañeza, la vieja conocida que esta vez nos vuelve a calentar la cabeza y sobre todo el corazón. Es divertido, parece estar ahi esta vez para forzar mi situación en un sentido u otro. ¿Qué hago?, ¿vuelvo a inscribirme o lo dejo pasar...? Este año, en teoría, nos dejan hacerlo (el año pasado a los debutantes nos llamaron para informarnos que no podíamos correr, exceso de inscripciones en 250). Esta vez parece que podremos acudir e intentar clasificarnos. ¿Qué hacer? no estoy en un buen momento y aunque hacemos todo esto solo para DIVERTIRNOS (obviamente) no es divertido salir en estas condiciones... así que me lo pienso, me paso días dándole vueltas, viendo qué recursos tengo para mejorar la Ossa, dónde y cómo entrenar, etc... Al final, el 2 de julio (creo que es el primer día para hacerlo) mando el boletín de preinscripción de la carrera por fax y por correo electrónico. Empiezo a ver al toro detrás de toriles y casi me alegro... no me asusta nada pero me joderia volver a salir con una "125"... Con la cabeza fría siento la necesidad de pedir consejo. Como me gusta tanto escribir cuando tengo algo que decir pregunto a mis amigos y a gente diez de este mundillo sobre qué debería hacer... tirarme a la piscina o pensar en una mejor ocasión... el día 9 de julio mando un correo titulado El dilema, Bañeza... ¿sí o no? y recibo algunas contestaciones estupendas, llenas de sinceridad, en un sentido y en otro, justo lo que necesito... por ejemplo, Alex, un amigo que siente la competición en cada célula, me dice:
"La Bañeza guste o no es digamos el evento gordo del circuito de carreras urbanas. Donde más público va, un circuito mitico, historia y una confluencia de muchos pilotos. Por mi, date el gustazo, inscribete en esa parrilla y corre. Aunque sea vive lo que es correr por un trazado que conoces al otro lado de la bala de paja, petado de público, siendo participe de una carrera llena de historia. Cierto, no optaras mas que a pelear con el vagon de cola por mecanica y como dices falta de entrenamiento,pero bueno, si vas con la cabeza ya hecha a esa tesitura,pues ve y disfruta, sin más. Ojo, importante, siempre y cuando el mero hecho de participar no te cueste un pico, claro esta. Para preparar el motor y vengarte tienes todo un año. Y estas jornadas tomatelas de entreno. Conocerse la pista es un plus y eso te servira en futuras participaciones. Ahora eres el Team Suzuki de MotoGP y tu eres Randy de Puniet jejejej"
Respuesta constructiva, llena de razonamientos, ¡gracias tío!

Xavi, el "marciano" (el Tortuga de Murcia) me comenta lo siguiente (sé que nos les importa que lo trascriba aqui): "Estimado apreciado: Siempre SI a la Bañeza, no corremos para ganar, corremos para divertirnos, si para divertirnos más y mejor hemos de casi ganar, pues no sé... pero cuando digo corremos, lo digo porque contigo, o con Isma o con cualquier colega que tenga los santos de echarse a un circuito, corremos todos aunque sea moralmente y pensando en que con nuestro apoyo todos vamos a ganar. En resumen , corre si te diviertes, y para divertirnos, si lo pasas mal, espera mejor época." Cuanta razón, si no te diviertes, no corras, justo lo que tengo en mente durante esas semanas...

Y termino (no quiero ser demasiado brasas) con la respuesta de Miguel Angel Fernández, gran profesional de este mundillo, su respuesta también me hace pensar de lo lindo: "...Dos grandes grupos... El de los que van a ganar u obtener resultados más o menos destacados, y el de los que van a participar, para vivir después desde "primera línea" un evento, una tradición, unas carreras ya míticas, importándoles entre poco y nada el resultado final. La gran mayoría de los que corren pertenecen al segundo grupo y son, los que llenan las parrillas, los que mantienen el circuito lleno de motos durante las carreras, los que dan ambiente a la calle de boxes...Esta es, creo, la pregunta que debes hacerte, a que grupo perteneces, en cual quieres estar y donde piensas que te divertirías más (lo fundamental de todo en la vida). Si después de eso decides que lo suyo es participar, ya solo queda saber cuanto de mal está esa moto, ya que como sabrás, es en clásicas 2T donde más inscritos hay y es la categoría en la que hay que clasificarse para poder correr el domingo.
A mi me encantaría que estuvieras, hacerte fotos y sacarte en "los papeles", pero insisto, tienes que hacer lo que creas que realmente te va a hacer disfrutar más. Desde mi manera de ver las cosas, y suponiendo que fuera yo el que tuviera que decidir mi participación (aceptando el hecho de que quiero participar, lo que doy por supuesto), pensaría en si tengo al menos un 50% de posibilidades de clasificarme (la posición es lo de menos), y en caso de llegar a la conclusión de que sí, me "tiraría al charco"... soy de los que pienso que habiendo posibilidades de vivir algo, es mejor hacerlo que no esperar a unos mejores días que nadie sabe si llegarán."  Amén!

Por supuesto, aparte, más amigos como Chema, Irene, Rosa, Eruzo, Gusi, Oscar, Mike, Bettor, Edu (un rival), Luismi, Alberto, etc, me contestan, casi todos me animan para coger experiencia, con los medios que tenga, siempre que no sea una ruina económica hacerlo.

Durante esos días de julio, y aunque no lo tengo decidido al cien por cien, empiezo a imaginar mi respuesta si me llaman desde el motoclub bañezano y me confirman el ansiado "sí, vente" (o similar). Sé que voy a responder que sí, que voy, con lo que tenga, que estas oportunidades no se cruzan muchas veces en la vida. Asi que solo puede impedírmelo el tema económico, la temida logística, el llevar la moto alli, principalmente, algo más caro de lo que parece sobre el papel a priori... pero mira tu por dónde, pocos días después cuando me confirman que puedo acudir a la cita, un buen amigo (aunque solo nos conozcamos hace unos meses) me echa un cable de los gordos. No, no se trata del "brother" polaco que me debe todavía 600 pavos de la Ducati que vendimos a pachas en febrero, sino de Luismi, el toledano volador. Me ofrece en serio su ayuda, me acompañará al evento y me llevará la Ossa en su carro, hará de mecánico, entrenador y coaching, lo que haga falta, ¡faltaría más!, ja,ja... (Tyto Carmelo también comienzan a agendarse en serio la cita). Empiezo a verlo todo mejor, no tengo palabras para agradecer a Luismi su impetu. Ahora sí que me lo planteo en serio mientras vamos preparando cosas. De nuevo, con ayuda de Racing Rose, nuestra querida amiga racing, todo pasión y buen corazón, ¡gracias!, llevo la moto a los amigos expertos de VITALE para que, al menos, la echen un vistazo y la podamos apañar un poquito (nada, un primer "escalón"): revisar las fugas del tubarro y cambiar el carburador (el Bing no nos da más que problemas). Para empezar, la metemos en el banco de potencia y casi me pongo a llorar de pena y de alegría. De pena porque no llega a los ¡28 CVs! (sin exagerar, poco más que algunas 80 preparadas por los valencianos), de alegría porque eso me demuestra que no todo es culpa mia. Por desgracia, sacarla CVs costará dinero, y no cuatro duros.


Mientras la Ossa permanece en el "ambulatorio", nos vamos unos días de vacaciones a un camping del Delta del Ebro. Alli, con la family, me relajo y me pongo un poco en forma. Quién sabe, quizá un par de kilos o tres podamos conseguir bajar, todo cuenta y se agradece mucho cuando te pones el mono y sobre todo cuando cambias de dirección la moto, por no hablar de lo que influye en la potencia, ¡pobre Ossa!, lo que tiene que lidiar con semejante "aberroncho"...

Ya estamos en agosto, recogemos la Ossa el día uno, justo el día que alcanzo los 42 añitos. No conozco a ningún piloto histórico con ese "dorsal" (el anterior que "llevé", sí, Haga) pero me recuerdan el número que lucen las motos del joven Alex Rins, ok. Gracias a Eruzo y su carro recogemos la moto. Tenemos novedades, basicamente un nuevo carburador Mikuni nuevecito. La moto irá mejor, me aseguran. Me lo creo. Es dificil que fuera a peor. Días después, arranca casi sin empujar, seguramente hemos ganado un par de CaVallos, además, no me lo creo todavía pero estoy contento. También me arreglaron algunos tornillos que estaban pasados, el puño de gas y otros pequeños detalles. El pistón me comentaron que puede soportar dos carreras más pero que la moto necesita un buen "lifting" si queremos realmente seguir rodando con ella y acercarnos a las verdaderas dos y media... Intento hacerle los dorsales para la carrera de la Bañeza pero no me terminan de gustar, no soy muy habilidoso con las tijeras y el vinilo. Esta vez no cuento con mi padre en el ajo, un auténtico especilista en ese arte, movidas familiares ajenas a nosotros dos nos han distanciado, una pena, pero hay que seguir para delante, siempre. Sin duda el peor mes de agosto de mi vida, y va a coincidir con la carrera de mis sueños. Qué paradoja. Me río para aliviar tensión, dicho de manera conceptual y verídica, y sigo trabajando en todos los frentes. Por ejemplo, encuentro una tiendecita cerca de Atocha que venden todo tipo de dorsales, pegatinas y carteles. Encargo tres juegos de "31", otro número familiar para los LFs (y para Harada, ja,ja). Es el dorsal con el que saldremos en La Bañeza, ¡ya estamos enchufados!, no sé qué pasará alli pero no pienso perdermelo.

Una mañana que tengo libre, mientras estoy volviendo al taller después de dar unas vueltas en el polígono con la moto, y justo unos pocos días antes de viajar hacia la meca de las carreras urbanas, veo una figura en la calle que me suena. Un tio alto, grandón, pelao como yo. No llevo las gafas y apenas veo bien de lejos. Cuando me acerco, sonreímos. Es el gran Marco, ¡sorpresón! Estaba trabajando y me ha visto desde su coche... o mejor dicho, ha oído el sonido inconfundible de un tubarro disparando cañonazos sónicos de alegría 2T. ¡Qué risas! Le hago la foto de más arriba... encuentro breve pero lleno de sabor agradable. Marco corrió en el CEV, y sigue volando bajo por carretera y circuito, como os he contado en otros post. Inevitable, ¡como me gustaría verle con otra clásica! sé que en un rincón de su corazón esa idea late, quién sabe si algún día...




Musas, teatro, CaVallos y realidad…(1)



Qué fácil es caer en el pecado de agigantar el pasado con el paso del tiempo, de transformar incluso algunos recuerdos, de sacar conclusiones erróneas cuando los momentos se alejan… Ya tenía ganas (pero escaso tiempo) de dejar plasmado lo vivido este verano antes de que los meses cambien las neuronas, las pocas que me quedan. Año complicado pero lleno de experiencias, no imaginaba que fuéramos a vivirlo tan a fuego… ¡¡y eso que no hemos conseguido gran cosa!! El fuego calienta en invierno pero también puede quemar, está claro, sobre todo si te gusta danzar alrededor de una buena hoguera. En todo caso, como nos gustan las carreras, las historietas, el olor a gasolina y la lectura racing de nuestros semejantes descerebrados hoy es un buen momento para hacer repaso. De las musas al teatro, más o menos...


Arrancamos la herm-Ossa una tarde de marzo, después de mucho tiempo sin hacerlo, en buena compañía (Yoli, Tyto, Julito y mi padre, casi todos en la foto de arriba) para probar un freno de tambor "nuevo" (por 80 euros, después de dos meses mirando anuncios en revistas de clásicas y preguntar a todo bicho viviente) que no pudimos montar al final (por poco, ¡pero el diámetro no valia!, según mi padre tampoco hubiera frenado un carajo, era de un modelo de Yamaha del año de la tana). Cualquier tambor decente o medio decente vale una pasta y seguimos sin ayudas, claro. Dimos una vuelta con la moto, alargamos la leva del viejo tambor (para hacer más palanca) y poco más… costó arrancarla, Tyto y yo sudamos tinta china, sintoma de que algo no estaba en su sitio. Al final no sonaba mal pero estaba claro que teniamos muchos "deberes" por delante. Los neumáticos ya estaban pidiendo pista, no tanto por los kilómetros acumulados (hasta tienen dibujo) sino por los años que ya cumplieron. Me dije que este verano sería el último del Avon delantero y el Bridgestone trasero, es decir, que no vamos a seguir jugando a la ruleta con unas gomas nobles pero que empiezan a estar más duras que la picha de un novio.

En abril volvimos con más ganas… y con otro tambor: un Grimeca de 180, con una leva por cada lado… rezando a San Brembo (el santo dorado del cielo de las frenadas) para que el cambio se notara… y se notó, no tanto como imaginaba pero sí algo, aunque no podiamos probarlo a muerte por culpa del entorno, ya veriamos más adelante en condiciones reales... Este asunto parecía más o menos zanjado, al menos hasta conseguir arrancar más CVs al motor, claro, algo que tampoco parecía inmediato precisamente (por desgracia). Levantamos la culata y todo parecía en orden (no, no levantamos cilindro pero el pistón, desde arriba, parecía todavía utilizable) y luego, como siempre, luchamos con la carburación de viejo Bing: a veces parecía que acertábamos, otras no. Ya en parado estuvieron entretenidos mi padre y Julito primero centrando la rueda delantera con el tambor nuevo después de pasar por el tornero para acoplar los casquillos del eje y luego, reparando de improviso el soporte que sujeta el tubarro por detrás (una tarde pillé ligeramente un bache en el polígono y adiós muy buenas, casi llego sin tubarro al taller...).
A pocos días de la primera carrera prevista (Cintruénigo, mitad de junio) en mi mente solo había una idea, el objetivo de tenerla tan fina como en algunos momentos del 2013 y, claro, sin perder potencia, revisando además el tanque de gasolina (ya apenas pierde, el tapón ha sido rediseñado, gracias al tornero debería ser tan impermeable como un submarino).  Ese día de junio se vino el gran Emilio Eruzo al polígono y fue testigo de que alguien había confundido una garrafa y la Ossa, pobrecita mía, casi arranca con una mezcla de ¡agua+aceite+unas gotas de gasolina!, tal como suena, el empujón duró dos intentos, del carburador salió algo “raaaro... raaro”, por fortuna no metimos más la pata… Eligo el dorsal que quiero lucir en la primera de la temporada, el 21, un dorsal que le daba buena  suerte a mi padre en sus carreras de regularidad.
 

Como siempre, montar la logística (llevar la moto y los bultos) es una pesadilla. Todavía no tenemos bola en el coche, ni carro, ni furgoneta claro.. asi que otra vez que dependíamos de pacientes amigos o de alquileres requeterevisados… esto impide hacer “pretemporadas”, asi que durante esta primavera hemos seguido dando vueltas en el polígono de Seseña, jodido porque tiene mucha actividad y hay muchas bocacalles. Imposible estirar tercera siquiera. Para pocas gaitas, vamos... Después de dar muchas vueltas y preguntar en mil sitios conseguimos una furgo muy guapa a un precio razonable, cargamos la Ossa de mi padre y la mía, y con él y junto a mi compi Tyto y mi compadre Julito nos pusimos un viernes por la tarde rumbo al pueblo del nombre impronunciable, ¡¡comenzaba la  aventura!! Ya solo el camino nocturno hacia allí con la furgoneta y el coche de Tyto fue gracioso… paradita para comer algo y luego la propia de los Civiles en la salida de Medinaceli, con soplos incluidos. Sin novedad. Luego mi padre que se aburre agarra con ganas el volante del Ibiza del socio y casi le provoca un infarto con sus aceleraciones racing, todo ello bajo la esquiva luna que escoltaba el camino. Equivocación de carretera en los últimos kilómetros y marcha atrás para llegar al paddock cerca de la una y media de la noche. Sacamos las dos Ossas y luego nos vamos a tomar algo al pueblo caminando. Resultado: volvimos alegres al "campamento base" y no teníamos sueño. Nos obligamos a dormir alrededor de las cuatro pero el gran Julito me lo impidió, atrapó el sueño rápido y encendió en “estéreo”, ¡¡vaya tela!! ¿Cuánto dormí? Muy poco. Cuando salí de la furgoneta, sobre las siete y media, ya estaba mi padre liado con los precintos de la Ossa… y cien cosas más, como siempre. Mucha calma, demasiada, menos pilotos y menos motos que los dos años anteriores, el precio de la inscripción, esta vez, principal motivo.
Pasan las horas, vamos saludando a los amigos que aparecen poco a poco… y llega de verdad el sábado, hacemos la mezcla al 3% y arrancamos para empezar a calentar motor y gomas. Tengo ganas pero me noto con algo de sueño. Salimos pronto al entreno libre. Como mínimo, espero arrancar los tiempos del último año. Tengo ganas pero noto que la moto anda menos que una edición antes. Pista bastante despejada, poca gente, damos vueltas, vueltas, voy saludando a las alcantarillas y a los parches que voy redescubriendo, mientras de reojo hago un guiño, con respeto, a las balas de paja, ¡¡hola amigas!! La moto va más o menos bien en alta pero al cortar hace "la gallina", o sea, vacila, tose, y tose mucho en algunas curvas, creo que va pobre, le falta caldo… 


Desmontamos el carburador y jugamos con la aguja y los chiclés. Bueno, no tengo mucho dónde elegir... o ninguno.. vaya tela... sí, para pegarme pero ha sido imposible encontrar chiclés para este modelo de carburador. Pido a Comandante un chiclé de baja fiable, reconocible, un 50 (no nos fiamos del que tenemos montado, no se ve bien el número), me lo busca en sus bolsas de recambios (qué envidia, lleva medio taller encima) y lo encuentra rápido, ¡gracias! Mi padre revisa el carburador y afina el tornillo (lo cierras y vuelta y 1/4), etc, por mi parte preparo una mezcla más "explosiva", al 2,5%. Volvemos a ver con disgusto que por el codo del turbarro se escapan un poco los gases, la aleta manchada lo demuestra, ¡¡seguimos sin amianto para taponarlo!!, por ahi se piran unos CVs, quizá.... lo sabiamos pero no ha dado tiempo a encontrar una solución...este año la "pretemporada" ha sido desastrosa, sin tiempo para nada por todo tipo de temas, también familiares. En fin, continúo... Luego miro los tiempos y se me cae el mundo: ¡más lento que el primer año!, a pesar de los problemillas me sorprende, no lo entiendo… me bebo una Coca-Cola junto a Tyto en el bar de la estación para espabilarme… veo el novedoso segundo entreno libre un pelín más animado, vamos a ver.  Hago de tripas corazón y salgo con ganas, enseguida veo que en baja la moto ya va por fin redonda, OK!!!!!!!... ¡POR FIN deja de cacarear al cortar! Asi que puedo simular ser piloto y estudiar el circuito un año más. Esta vez cambio alguna trazada y pretendo hacer en tercera dos curvas que son de segunda a tope o tercera (según desarrollos). En el primer viraje candidato lo consigo pero en el de entrada a meta tengo problemillas si entro en tercero, pierdo más que si vuelvo a segunda a tope, al menos sale con cojones en segunda, en tercera aunque tire de embrague noto que salgo más despacio. En la recta aguanto a la Derbi 125 que solemos ver en La Bañeza, el tio tiene manos, quién lo duda, y la bala roja va fina, picamos tiempos parecidos pero las Ossas de Edu, Rodrigo y las blanca con carenado de los que no conozco me pasan como quieren, sigo desconcertado pero es lo que hay. Estrujo lo que puedo y dejo ya poco margen.

Pasan los minutos de la tarde del sábado, la función sigue su curso. Llegamos al cronometrado e imagino que no puedo rebañar mucho más del "puchero" (entiendase cilindro, ganas, "talento" o todo junto).Salimos como antes, con ganas, empezamos a girar con toda la artillería que tenemos. El bueno de Edu, el navarro, me pasa y me señala en plena recta su colín con la mano, lo intento, pero imposible seguir su estela. Sigo dando vueltas sin quejarme, eso llegará luego. Los frenos más o menos van bien pero la moto no corre demasiado…  de repente se termina la tanda, tengo la boca seca y aunque este año, por fortuna, apenas hace calor, me tengo que secar la frente un poco cuando me quito el casco. Ando con la mosca tras la oreja… me acerco luego a la hoja de tiempos que ha colgado el moto club. Mi cara debe ser un cuadro, apenas he mejorado segundo y medio mi mejor vuelta, casi el último, el 16, ¡¡y lo que es peor!!, cuatro segundo más lento que la primera vez, cuando ni conocía la moto, ni el circuito ni nada,  y seis segundos más lento que el tiempo del 2013, vamos, ¡para llorar o hacerme el arakiri! En un circuito tan corto el dato es terrible.
Me comentan que la gente está en forma, no como yo, que apenas he hecho kilómetros durante el invierno, que algunas motos son cohetes y bla, bla, bla, sé que hay mucha gente buena, pilotos de verdad, quién lo duda, pero tengo claro dónde me adelantan... me callo cuanto puedo pero a veces es inevitable enfadarse un poco o desinflarse… Llega la cena y cambiamos el chip, aunque en un rinconcito sigo con el rum-rum de todo lo que ha pasado. Un diez para el moto club Cirbón que vuelve a invitarnos a la cena, ¡chapeau! Mucho calor humano, como no podía ser de otra forma, gente estupenda. Este año además contamos con novedades agradables, principalmente la de Eli Varea, la sonrisa más bonita del paddock,  que viene con su alucinante supermotard, todo un lujo contar con ella por estos lares. Cenamos todos juntos y nos reímos a base de bien… luego más sobremesas nocturnas con los valencianos locos, bajo un clima apacible y un paddock medio lleno o medio vacío, según se mire… con Angel, Paco y Comandante es imposible aburrirse, vaya tres veteranos, vaya tela, qué dolor de estómago de tanto reír... Lamento de nuevo que nuestro amigo Paco de Team Moclava este año no participe, ¡cachis! Seguimos hablando y riéndonos sin parar. Los más flojos nos vamos a dormir a eso de las dos, ellos siguen y siguen, como el conejito que todos sabéis…


Domingo de carrera. En el “warm up” pruebo a cambiar sin tocar el embrague y sin cerrar el gas, como me dijo la noche anterior Angel, que no me preocupe, que no cuide tanto la mecánica… Lo hago y gano un poquito de tiempo aunque me siguen pasando como locos… El pulgar de la mano izquierda y la muñeca (me tiró un coche con la moto el 6 de junio camino al curro) me empieza a doler pero “no tengo tiempo para eso”, me pongo la muñequera otra vez y volvemos a llenar el depósito afinando un poco más la mezcla... y limpiando otra vez el carburador y todo lo que se nos ocurre. Este año el embrague no da problemas, punto a nuestro favor, y la bujía sale con buen color... la moto creo que va a todo lo que puede, yo no tanto imagino una y otra vez… me bulle la puta sangre, si es que tengo, o en su defecto la puta horchata que llevo este finde en las venas.. aunque no lo tengo del todo claro, no va a ser solo eso. Miro los tiempos, por el estilo. Necesitaría un milagro y sé que son caros…



Cuando eramos invencibles


Principios de mayo, hace unos años, cuando empezó la crisis-estafa que vivimos todavía. Salgo del trabajo con la idea de pasar por la vieja floristería de siempre para encargar un ramo de rosas para mi madre (se acerca el primer domingo del mes). Hace un poco de calor, voy con la chupilla de cuero molona pero nada motera, contento, ágil, pasando por las calles y las avenidas de siempre, dirección sur. La Fazer tracciona impecable, con su Viper de carbono disparando andanadas sónicas de placer para rematar la unidad espiritual que siento realmente con ella. Llego a Plaza Elíptica (realmente tiene otro nombre pero todo el mundo la conoce por este) y giro a la derecha para meterme por la Avenida de Oporto. Justo donde el bingo apretó un pelín casi al tiempo que descubro por el rabillo del ojo que está cruzando una china por mitad de la calle, de izquierda a derecha, a su puta bola. Paso a unos centímetros de su hombro. Supongo que le cambia el color de piel. Gruño dentro del casco y freno un poco sin mirar por el retrovisor. Un minuto largo después veo la luz roja de uno de los semáforos que hay cerca de la boca de metro. Rebaso fácil varios coches y cuando estoy ya frenando con ganas se me va la rueda delantera, chocándome con la puerta derecha de un Citroen Xsara ya parado, y rebotando al suelo como en un pinball. No rebaso el semáforo, curioso. Me levanto y miro la moto. Espejo izquierdo arrancado, intermitente, estribera rozada, lo típico…, benditos tacos anticaída comprados en Pau. Miro el coche y veo un rayajo en su lateral, mi chupa arañada, el público flipando, nadie se acerca. Parece otro típico lance urbano de cuando tenia quince años y no paraba de usar la moto por Madrid. Mientras sale la conductora de sus paredes me pregunto qué leches ha pasado. Levanto la moto y descubro que en el suelo, cerca de la rueda delantera hay un cartón de propaganda (de esos pequeños que a veces intenta colarte en el buzón), de superficie resbaladiza. ¡Ya es mala suerte, apena medirá unos 30 cms de largo! Después de dar los datos y ver que la moto no gotea sigo mi camino y entro en la floristería con el espejo dentro del casco, hago el encargo y me voy a casa pisando huevos.  Doce días después, día arriba día abajo, estamos en La Torrecica, vamos a rodar en unas tandas, todo gracias al empujón que mi vecino Santi me ha dado semanas atrás para volver a rodar en circuito (la última vez tenia pelo y no me arrastraba). Los arañazos de la Fazer están recién reparados, no quiero más imprevistos, claro, así que tendré que estar "al loro".


He llegado en marcha por la mañana al circuito, hacía un frío del carajo, pero ya sale el sol, es el día de San Isidro y frío no pasaremos precisamente. Descubro por primera vez la pista desde dentro. Su famoso “garrote”, el viraje de “la cafetería”, su chicane, etc, estoy feliz. En una tanda, antes de comer, cometo un error entrando largo en la curva de derechas anterior a la chicane y salgo a la grava rápido, freno de atrás pero la moto se hinca de morros con poderío y salgo volando unos metros. Nada, solo el disgusto de volver a arañar mi querida Fazer. Seguimos todo el día dando vueltas, intentando descolgarme como casi diez años antes con la Kawa, luchando por seguir la rueda de Santi y su hermano Paco a lomos de sus preciosas Fireblade 929. Volvemos contentos por la tarde a casa. Casi a la hora de cenar me quito el mono repasando esas dos últimas semanas tan bayetas. Balance: primera quincena de mayo algo “accidentada” pero solo en lo material, mejor. Agradable regalo con olor al pasado…. ya no somos chavales, en mi caso 35, pero durante ese mes parece que tenemos la “suerte del campeón”, la magia de cuando teníamos veinte, quince o diez años, es decir, cuando, pasase lo que pasase, pocas veces te hacías daño. O dicho de modo épico: de cuando mis amigos y yo éramos prácticamente invencibles (y, por ende, inmortales)…


Sí, sin duda. Hubo una época en que, salvo dolorosas excepciones, pocas veces teníamos que lamentar una desgracia o tirarnos mucho tiempo convalencientes. Parecíamos de goma... pero no era solo eso. El angel de la guarda hacia horas extras, sin duda, algo así porque si lo pienses detenidamente es difícil encontrar una explicación racional. Quizá cuando creces te abandona un poco ese protector, visto ya hasta donde has llegado… pero de joven, cuando todas las opciones están abiertas quizá nos sobreproteje para que podamos ir haciendo camino, no lo sé… en todo caso, antes y ahora, como dice el dicho, no corras más que tu angel de la guarda. Sin esa ayuda algunas cosas hubieran sido distintas, estoy convencido. Y no porque fueramos unos auténticos descerebrados sino porque hay tantas variables en el infinito tráfico diario que era increíble que casi nunca nos pasara nada.

No solo era en el día a día, también en los viajes o, sobre todo, cuando salíamos los domingos de curvas. Recuerdo por ejemplo, una mañana por Navacerrada, con los dos Jorge (GSXF750 y FZR600/ThunderAce), iba yo primero en ese momento y adelante a un camión que, justo en ese instante, inició un giro no señalizado hacia su izquierda. Un segundo más tarde y no lo habíamos contado… o aquellas famosas vacas de Morcuera que encontrábamos divertidos después de una curva ciega… a una compañera le aplastó su coche camino a su casa en Segovia, por cierto… nosotros jamás tuvimos un choque con ellas pero sí que pasamos algún apuro serio. Pocas veces mirábamos la presión de las ruedas, y lo de ir vigilando el dibujo de la cubierta era algo de lo que me acordaba de estación en estación, "igualito" que ahora... Todo era más simple y visceral, ventaja de no tener miedos de ningún tipo, el mundo está ahi para conquistarlo... y lo hacemos.

Por cierto, fueron esos años en que los amigos moteros de mi padre y los míos iban normalmente por separado, aunque a veces coincidían. La mezcla era fantástica. Les unía obviamente el amor a la moto pero, logicamente, habia algunas diferencias. Estaba bien viajar así o salir de curvas con tanta diversidad. Siempre nos mirábamos en ellos, respeto jamás faltó. Luego, por lógica, empecé a salir más con gente de mi edad, década arriba o abajo, porque la verdadera edad ya sabemos todos donde está grabada a fuego. Quizá esa “etapa”, quizá esa áura de invecibilidad desapareció a principios del milenio, cuando compramos la Yamaha, en el 2003, más o menos cuando algunos grandes como Barry, el piloto de las siete vidas, Kato y D.J. desparecieron de este mundo de manera prematura. (Aquí una bonita foto cedida por Paco Peña, Eastern Creek - 1991, donde aparece con el mítico siete y con Aspar.)


La edad y las responsabilidades pasan factura a casi todos, son los escalones del camino, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Algo que sí cambia irremediablemente (sobre todo en España) es el parque móvil motero. Salvo grupos de viejos rockeros es imposible no notar, incluso en fotos, como ¿evolucionan? las motos…Hace apenas quince años no era raro volar bajo con una boxer de litro, una Le Mans, una Zephyr, una VFR, una antigua FZR, una sencilla GS500 o con una preciosa XJ600. Máquinas que ahora casi parecen objeto de exhibiciones exclusivamente. Pero no, señores, no habia nada de especial en ello. Y sus propietarios no eran supermanes, ni llevaban bonitos monos de cuero, ni botas galácticas, ni cascos de astronautas, ni gomas casi de circuito (por ejemplo, los "miguelines" Macadam eran perdurables y duros pero nadie se quejaba) eran simplemente fruto natural de esos tiempos, como ahora, muchos moteros son producto de los tiempos que vivimos donde, si no llevas bajo el culo un mínimo de 120 CVs, parece que vas en una "utilitaria" .. y entonces me río de cojones.

Por ejemplo, hace apenas unos meses, en Semana Santa, con la excusa de que bajaba a la zona centro el gran Peter Blue del MCZE, nos reunimos una buena banda de “enfermos", buena gente, para hacernos una ruta muy interesante. Visitamos el camping de El Escocés en Hoyocaseros para rematar una jornada entrañable, llena de niebla y de sol. Uno de los que vino, gran tipo, Juan Carlos, apareció con su CBR600F del 93.. y con medio carenado desmontada, ¡vaya "look", diría algún moterillo modellno! No había que ser muy listo para saber que, precisamente, con esos "antecedentes" el amigo era un verdadero quemado... y ya creo que lo era. Y eso que era un día en plan excursión, tendremos que repetir ruta pero con menos feeling turístico... Como decía mi padre y, creo, que también Pérez-Rubio, "yo me preocuparia más de los de barbour roído que de los de vestimenta impoluta"..

No nos quejamos, aunque algunas cosas cambian. Otro año lleno de descubrimientos, hermosa primavera road race nos hemos metido entre pecho y espalda, agradable, muy agradable haber descubierto durante estos meses a dos motoristas geniales, Marco (¡y Meli!) y a Luismi, ¡como van y cuanto saben!, sin olvidar a nuestra vieja amiga, Sara, que cada año va más fuerte y segura, ¡a cuantos tios deja atrás! y a nuestro Chema, el inmortal, genuino veterano que ha visto y vivido de todo en nuestro mundillo. El, tan modesto, no lo reconocería, pero si un día escribe su biografía o un libro sobre el noble arte del motociclismo seré de los primeros en leerlo. Aquí una bonita foto con todos ellos un día de mayo, en pleno descanso de un curioso y divertido TT por tierras toledanas (más Miguel "el abuelo" al fondo, otro caso de psicólogo cum laude, pero en el fondo le queremos, y lo sabe, ja,ja)...

 
Como decíamos en el anterior post, con los años uno se hace selectivo, te juntas con los que te gustan, punto. Y aunque se va rápido, se va relativamente seguro, dentro de lo que nuestra actividad permite… y es la combinación adecuada, la que buscamos, la ideal, rodar rápidos pero con seguridad, no jugándotela en cada milla. Pero no siempre los grupos son tan homogéneos… y a veces es inevitable recordar, sin mencionar nombres ni dar detalles, claro. Hace apenas unos años, recuerdo un grupo de amigos y conocidos que quedamos en una gasolinera para preparar un "Gredos Trophy". Entre los que no conocía, había dos chavales jóvenes con dos deportivas de 600. Jóvenes pero maduros, y con buenas manos. Arrancamos con ganas y enseguida salieron zumbando el trío racing que iba en cabeza (un amigo muy rápido y los dos jóvenes que menciono). Seguir a esos tres era complicado, apenas lo conseguimos en algunos tramos. Sin intención de querer analizar o juzgar a nadie, “algo” me dijo a lo largo de la jornada que el día que esos chavales tuvieran un percance se harian daño. Por fortuna pasamos una jornada increíble, rápida, satisfactoria; el único susto fue el camión de la paja que venia por la carretera mientras estábamos posando en ella para una foto memorable en Venta del Obispo, ya en Gredos. A la vuelta, estorbé en la zona revirada de Navaluenga (conocéis muchos el lugar, la "ruta del huevo frito") con mi Fireblade a uno de los chicos que pilotaba su 600. Recuerdo que el tío, educado y prudente, cuando paramos en un cruce poco después, hasta se disculpo por adelantarme. ¡Nada que disculpar, te estaba molestando, tenia que haber arrancado detrás de ti! Por desgracia, este piloto tuvo un grave accidente meses después por aquella zona. No sé el motivo, seguramente fue un pequeño despiste o una interferencia ajena, casi da igual, pero cuando se va al límite o muy cerca apenas queda margen de maniobra ante los imprevistos. Fue lo que pensé el día que rodamos por Gredos, apenas dejaban margen, o esa era la menos la impresión que me daban en cada curva... Ese margen, ese matiz es justo la diferencia que apreciamos ahora, la clave que abre la puerta casi siempre. 

Y termino con un ejemplo memorable de los figuras que todavía te puedes encontrar por el mundo. Hace un par de veranos, en Asturias, con Toroloko y Bettor, cerca del famoso desfiladero de la Hermida alcanzamos a un tipo con una veterano honda CB750 de principio de los años ochenta (¡aqui la foto!)... ¡¡cómo iba el pájaro, chapeau!! Complicado pasarle, mucho, con seguirle era suficiente, al tiempo que crecía nuestra admiración hacia su jinete. Después de ver esas cosas te dan ganas de bajarte de tu moto moderna y darle tus llaves, o dicho de otra manera, gritando, ¡olé!, ¡todavía cuentan más las manos que la máquina!, todavía cuenta más el indio que la flecha, ¡amén!


A pesar de estas reflexiones nada hay seguro, por supuesto, apenas tenemos casi nada controlado en nuestra vida, tampoco encima de la moto, sobre todo en carretera abierta, donde nos criamos. De ser valencianos imagino que habriamos quemado adrenalina en sus multiples carreras urbanas pero aqui, en el centro, solo teniamos el Jarama, y no teniamos un duro. Nos salvó nuestra querida y hermosa sierra, incluyendo la famosa "Vuelta a los Puertos" que se inventó mi padre en los años 70 y que algún día detallaré, merece la pena conocerla. Luego se popularizó de mala manera la conocida y emblemática "Cruz Verde" y muchos apostaban por coger en marcha monedas tiradas al suelo. Empezó el demasdre y las desgracias, justos pagaron por pecadores. Los locos años ochenta y noventa...

Hace un par de veranos, viniendo de saludar a los amigos que estaban en el camping de Hoyo de Espinos, volviendo alegre, en una de las rectas infinitas que te acercan al Barraco una sombra desde lo alto me distrajo un segundo completo. Cuando baje la mirada tenia una curva cerca, demasiado. Gracias a la ayuda extra del freno trasero pude entrar en ella. (Cosas de las motos de mil, en cuanto te despistas estás en el hiperespacio). Quedo en una anécdota, como tantas, para el libro de la vida, pero sé que de no haber entrado al final en esa curva me hubiera hecho mucho daño. Otro aviso, otra anécdota.

Termino antes de que es os canséis... No, ya no somos invencibles, mucho menos inmortales, ya no nos salimos siempre con la nuestra… pero puedo jurar por San Brembo y por mis hijos que durante muchos años estuvimos tocados por una varita y, sin exagerar, puedo asegurar que, de alguna manera, sí lo eramos.  


Un pequeño consejo para los más jovenes: disfrutad las ventajas de la juventud, de la energía vital que reina durante esos años, de la varita mágica que muchas veces acompaña nuestras correrías. Aunque la verdadera edad se lleva dentro, marcada por el espíritu, y aunque hay cosas que mejoran con los años, como el buen vino, hay otras que se pierden para siempre.
Salud y gasolina para todos.


"HACIA LA INMORTALIDAD Y LA ETERNA JUVENTUD" (epitafio de Julio Verne)

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...