El fin de un sueño hermosso...


Todo pasa y todo queda recitaba el poeta en sus Cantares, y no, no buscábamos la gloria, solo disfrutar de una de las aventuras que más nos apasiona: el gusanillo de jugar a las carreras, de luchar por mejorar y ser más rápido, más eficaz, sin olvidarnos de la diversión y de la riqueza humana que sabiamos ibamos a encontrar metiéndonos en ese maravilloso mundo de las clásicas. Y asi fue. Pero todo proyecto tiene un fin. Y llegó hace pocos meses, durante el otoño pasado. Con problemas de logística, ni sitio donde trastear, ni probarla (que bien nos vinieron aquellos años en el taller de Seseña) no tenía demasiado sentido que el polvo cubriera mes tras mes a nuestra querida amiga, sin otro horizonte a la vista. Llegó una oferta y se fue para tierras gallegas. ¡Que la disfrute con salud! No fue fácil tomar la decisión pero la cabeza a veces se impone al corazón..


Fueron unos años interesantes llenos de aventurillas, anecdotas y puntazos, a veces con momentos duros (y hasta tristes) pero casi siempre relativamente satisfactorios en lo deportivo... y muy felices en la faceta humana. Y digo "relativamente" porque la espinita que sigue clavada era y es la habitual, haber tenido menos contratiempos mecánicos, haber comenzado años atrás para disfrutar aún más... y haber pesado como diez o doce kilos menos para ser realmente rápido en recta y en subidas, culpa mia, claro. Pero todas estas pegas no son nada comparado con el balance positivo que nos llevamos en los bolsillos, en la memoria y, por supuesto, dentro del corazón. 


Contar con amigos y con gente tan genial como los miembros del Team Moclava (especialmente con el maestro Paco Motos) fue una auténtica bendición. Ellos nos abrieron sus carpas, sus brazos y sus consejos. Y no solo ellos, contar con el amigo Andrés Champi, con Edu el navarro, con Fer47 o con Xose el gallego, por citar los más importantes, fue determinante para aprender, y para contar con un poco de logística (uno de nuestros problemas crónicos), aprendiendo por el camino mil cosas, un auténtico lujo. Todos me trataron con simpatía y me ayudaron en algo en cada carrera, en cada ocasión. Todavía recuerdo al increíble Angel (hermano del grande y ausente Tapi, de los amigos Moclava) cómo me indicaba en Cintruénigo que no cortara gas para cambiar, y que no usara el embrague, como los "pofesionales" y yo, dudando, por miedo a castigar la mecánica. Solo lo probé después de que me insistiera un poco más, en aquel entrenamiento. Y claro, tenia razón. Subiendo marchas no forzabamos y ganabamos unas pocas centésimas. ¡Cómo iban de rápido estos veteranos! de paseo nada, impresionante, "mucha mili" había por alli. Gente sabia, generosa y empática. Sus juegas eran alucinantes. Aquellas noches post entrenos y pre carrera eran auténticos fiestones llenos de orujo, de bailes, bromas y de horas sin sueño, ¡qué bonito paddock! Me sentia un puñetero afortunado, un auténtico "becario" vestido de blanco. 


Gracias a mi padre, a Julito, a Yoli, a Tyto y demás amigos este viaje fue muy agradable, que no exactamente fácil, los años pasaron más o menos rápido, llenos de emociones. Al principio sufrimos de lo lindo por el problema de los frenos, un simple leva delantero que apenas frenaba la moto, ¡cuantos sustos me llevé por ello! y un carburador que era casi imposible de carburar, aquel gastón Bing tan antiguo. Ambos problemas, en un par de años, pude solucionarlos y la moto empezó a ser realmente una moto competitiva y segura. Su sonido (afortunadamente grabado en algunos vídeos que guardo con cariño) me trasportaba a otro mundo.


Las participaciones en Cintruénigo, donde me fogueé, junto a los citados veteranos, fue realmente espectacular, insólito para mi, original y cañero a tope. Como recuerdo aquellas vueltas sin casi cabeza, dándolo todo, que no era mucho en mi caso, pero dejándome siempre la boca y la gargante seca, completamente seca. "¡Buena señal! me decian los veteranos como "Comandante. Y a fe mía que asi me pasaba. Semanas antes me ponía a dar vueltas con la bici por mi barrio para llegar "en forma", apenas tenia cuarenta años cuando comencé pero me sobraban hábitos sedentarios. Ya no era, obviamente, aquel niño que jugaba a ser piloto de motocross, entre caida y caida, en los circuitos de nuestra Comunidad. Habian pasado unos treinta años... toda una vida.

No voy a alargarme mucho más, las crónicas de las aventuras con la HermOssa ya las relaté en su dia en otros posts, pero sí quisiera añadir dos cosas más, hablando de la mayor carrera de clásicas de nuestro país y mi balance final...


Por un lado, destacar que siempre estaré agradecido a los que me echaron una mano en mi debut en La Bañeza, en el verano del 2014. Correr alli, aunque fuera de los lentos (por supuesto), era un auténtico SUEÑO. Era y es La Meca de las clásicas, claro, donde participa la creme de la creme. Por mi parte fue un tanto inconsciente quizá pero no pensaba perder la oportunidad (en el 2013 no me aceptaron la inscripción). Fue una sensación casi extracorporal porque no te puedes imaginar la sensación que inunda toda tu alma y todos tus sentidos en esas calles bordeadas de mogollón de público que te anima con fervor. Había ido mil veces a ver las carreras pero no tenía nada que ver. El calor de la gente, de los pilotos, del público y de los paisanos del pueblo es muy dificil de describir. Como se suele decir, hay que vivirlo. Ese año ibamos justos en todo, en mecánica (ni digo la diferencia de velocidad punta que me calcularon en recta de meta), ni en salud, ni en ánimos (problemas familiares). Pero ahi estaba Luismi para empujarme y llevarme en su furgoneta hasta el pueblo leonés. Tiramos de ganas y no abandonamos, solo los dos con la Ossa hacia una batalla irrepetible, la mejor carrera de clásicas del país. Luego con Mudo, Carmelo y la acogida de los amigos valencianos en su parcela, todo fue más fácil. Gracias a Manu Varea por sus consejos aquel año, gran campeón y mejor persona. El salia con su Bultaco, rápida pero frágil, siempre estaba ocupado con ella, pero aún así, siempre tenia un rato para hablar conmigo o darme rueda. Ese año regresamos a casa con mal sabor de boca, ¡hasta perdimos los embutidos que regalaba la organización y los patrocinadores! Pero al menos me permitió ver dónde me metía con vista a volver en el 2015...



Al año siguiente volvimos, más preparados y se notó enseguida. Pero en aquella categoria, la más competitiva, "el más tonto era relojero", claro, y no rematé. Me quedé a segundo y medio de entrar entre los 35 primeros clasificados para salir a carrera (eramos unos 72 inscritos en 250). Cada año la categoria de los 2T se pone más complicada, más commpetitiva, siguen bajando los tiempos y algunos pilotos rápidos incluso no pueden clasificarse (tampoco había manga de consolación).  Además esa edición vino mi padre y fue todo un plus. Todo este proyecto de la Ossa también lo hice por él. En esos años disfrutó de lo lindo. En parte era como volver a sus días de carreras. A mi me vinieron geniales sus consejos y sobre todo su presencia. Fue, obviamente, mi mecánico y jefe de equipo. Vivimos a tope nuestras aventuras, muchas veces en solitario los dos.


Volviendo a La Bañeza, ese año, vimos a un montón de amigos que se pasaron por boxes, ¡fue muy agradable!, personalmente estaba en la gloria, aunque me faltaba mi familia (que pocas veces me acompañaba a las carreras). En el crono oficial hice peor tiempo que en el libre pero no supimos el motivo hasta que fue demasiado tarde. No importó demasiado (bueno, un poco), de todas formas, ese año lo pasamos en grande, como digo. Estaba en un buen momento y el planteamiento estaba claro. Para seguir teniendo una moto competitiva habría que invertir para el 2016. Solo contabamos con la ayuda de Joan Ferrer que me enviaba cada año muchos litros de A747 gratis, ¡no era poco!, pero cualquier cambio de pistón o de lo que podáis pensar, valia una pequeña millonaria. Por fortuna, la HermOssa era muy fiable pero cada año me gustaba cambiarla alguna cosita. No podía ser cada dos carreras, como hacian los punteros y los pudientes, pero tampoco iba mal mi montura.


Desde 2016, hubo más aventuras, alguna rotura inesperada (como el depósito en Lordelo, Portugal) y, sobre todo, más problemas logísticos de dificil solución en los siguientes dos años (la de furgonetas de alquiler que aprendí a conducir durante esas temporadas). Parecia que ibamos agonizando. Pude encontrar una plaza de garaje de alquiler donde guardar la moto pero no podía salir a rodar por ella por las calles, ya no disponiamos del taller en el polígono, una pena. Aún asi, la pusimos una bonita cúpulita (¡gracias Chema!) y hasta rodamos en el circuito FK1 en el 2018... sin freno delantero (que se rompió tres días antes). Fue la última vez que rodé con ella.


Y por ultimo, a modo de resumen, comentar que fueron cuatro años emocionantes y dos más complicados. Nada de lo bueno hubiera sido posible sin aquella conversación con Paco Motos en el 2009, cuando hablamos de sus carreras y de lo bonito que sería participar en alguna. Tres años después se acordó y me habló de la oportunidad de alquilar una Ossa para una carrera que se celebraba en junio en un pueblo navarro del que jamás había oído hablar... una noble moto que un año después de aquel debut en el 2012 compraría y seria mia en muchos sentidos. En todo caso, espero que todo esto sea un punto seguido, y no un punto final. Quiero volver a correr en clásicas, ,aunque sea en 4t, si las circunstancias lo permiten. Me encantaria. 


Gracias de nuevo a todos los que aportaron desde palabras de ánimo hasta empujones para arrancar la moto. Gracias a los amigos de VITALE que también nos echaron una sabia mano con el tubarro y el motor en algunas ocasiones. Gracias a todos los que apoyaron nuestros pequeños sueños sin ser punteros, ni rápidos, ni jóvenes. Y a mis amigos y amigas más querid@s, no saben todavía cuánto me ayudaron con su presencia...


Me quedo con las palabras que me escribio mi admirado campeón José Angel Mendivil hace unos meses, cuando comenté que había vendido mi pequeña.

"Muy bonitas palabras. Pero la vida sigue y los sueños también. Y tú te lo pasaste muy bien en ese mundo pero no te olvides que hay otro mundo y es la riqueza de esos amigos que tienes del mundo de las motos, esa es una riqueza que no te la quita nadie y siempre las tendrás. Te mando un fuerte abrazo"

Descubriendo Cazorla (¡pequeño paraiso!)


Amaneció pronto y suave, presentándose un día casi primaveral, sin viento y con el sol necesario para sentirse bien. Qué paz inunda los sentidos cuando se pasea por zonas así, lejos de la ciudad y en un entorno tan bucólico y abierto. Desayunamos como campeones y pronto llegamos al "balcón" donde nos aguardaban, fieles, nuestras monturas. Las vistas desde allí eran profundas y extensas. Nuestras chicas arrancaron sin problema y comenzamos con la parte más bonita de la escapada, descubrir el objetivo de nuestra "excursión", conocer parte del Parque Natural, las tierras que avanzaban hacia el suroeste, hacia el pueblo de Cazorla. Me enteré que este Parque es el mayor espacio protegido de España y uno de los primeros de Europa.

Después de dejar atrás paisajes de olivos y demás arbolada penetramos en la carretera A-317, dirección suroeste todavía, bordeando el enorme pantano del Tranco, lugares que no conociamos ni Iñigo ni yo. Carretera juguetona aunque con algún coche que otro (era sábado a fin de cuentas), clima perfecto y vistas interesantes. No tardamos mucho en parar cerca de una especie de merendero que se conectaba con uno de los embarcaderos del pantano. Alli no pudimos tomar nada al final pero pasamos un buen rato contemplando la naturaleza que nos rodeaba:


Rodando tranquilos para intentar descubrir más lugares dignos de visitar, reanudamos la marcha, no era ni mediodía. Un poco después descubrimos un cartel que indicaba un mirador. Y allí paramos de nuevo. Esa parada fue más larga. Caminamos unos diez minutos hasta tropezar con unas vistas fantásticas del pantano, casi solos, mientras el sol apretaba un poco más sobre nuestras cabezas.


Yo estaba alucinado del tiempazo que estabamos disfrutando. Parecía primavera y no otoño. Qué lejos podía imaginar en esas horas la que nos aguardaba aquella noche (ja,ja). 


Prometi volver a estas tierras con la familia, aunque fuera enlatado. Cuando los señores dejaron de fumar, reanudamos la marchas sin saber qué nos encontrariamos más adelante. Una vez en marcha, el tráfico se intesificó y como veinte minutos más tarde, después de gestionar bonitas curvas, paramos en una especie de centro turístico donde habia bar, tienda y se podía coger un trenecito que te hacia una visita por la montaña (¡toma ya!). Era el centro de fauna silvestre Collado del Almendral, ya no muy lejos del pueblo de Cazorla. Por toda esta zona que habiamos cruzado con las motos, en teoría, se podía ver gamos, corzos, jabalíes, cabras, ciervos, aves rapaces, etc. Ciertamente, antes o después de parar en este centro (ya no me acuerdo), vimos, al otro lado de una valla cercana a la carretera, dos "bambys" que corrian en nuestra dirección y luego se alejaban. Fue un puntazo. Se nota que somos de ciudad y alucinamos cuando la naturaleza se muestra tal como es. ¡Cuantas cosas podriamos descubrir de alargar la visita! Hay para ver suficiente como para consumir varios días, pero no tanto por las carreteras asfaltadas (que también) sino caminando por senderos o atravesando pistas forestales. Miradores, aldeas, senderos, lagunas, nacimientos de ríos (como el Segura) piscisfactorias, cuevas... Im-presionante, en suma.



Después de aquella paradita avanzamos hacia un puerto, era el puertecillo de Las Palomas, una ligera ascensión agradable y ratonera. En los garrotes ciegos había que andar con ojo no viniera un coche invadiendo nuestro carril. Nos detuvimos en la cumbre, un lugar acojedor que regalaba buenas vistas, gracias al mirador que alberga.


Después de aquella nueva parada avanzamos hacia Cazorla pensando ya dónde parariamos para comer. Atravesamos el famoso pueblo y en una calle en bajada resbalamos con la pintura de un Stop y casi nos chocamos las dos motos de 600, faltó poco. Impresionante el rendimiento de mi vieja "abuelita", mi FZR, la verdad que me lo pasé de coña aquella jornada. Gracias a su agilidad y a sus neumáticos con pocos kilómetros era una delicia tomar las curvas. Del motor qué decir, ahora sí que acelera lo esperado. ¡Contento me tiene!

Seguimos nuestro camino y, al final, en el pueblo natal de Sabina, Ubeda, decidimos parar a comer, aunque la verdad apenas habia oferta y costó un poco encontrar un restaurante pequeño junto a una gasolinera, el típico lugar de platos combinados y poco más. La idea era tirar desde alli luego dirección Valdepeñas y ya hacia casa. Al final no pasariamos el domingo ruteando. Comimos en plan de raciones y, a falta de otra cosa, tuve que pedir y beberme ¡¡una Cruzcampo 0,0!!, ¡¡pardiez!!, después de eso creo que estoy vacunado para cualquier virus.


El tiempo se estaba poniendo algo feo y yo notaba, desde antes de comer, un poco de mal cuerpo, no sé por qué... con la Cruzcampo creo que me rematé... Terminamos de comer tarde y nos pusimos rumbo a la autovía de Andalucía por carreteras solitarias, y más o menos divertidas, que apenas presentaban tráfico, tramos que al menos yo desconocía por completo. Serian las seis y media de la tarde más o menos cuando el cielo empezó a oscurecerse, parecía que iba a llover con ganas. No quedaba mucho para alcanzar Despeñaperros y la autovía que nos llevaria a casa. Quizá hubiera sido una gran idea parar en algún sitio a dormir y ya llegar a casa el domingo, y pasar otra noche divertida de charlas pero no cambiamos el plan.

Un rato después comenzó a llover ligeramente, mientras pensábamos si merecería la pena ponernos el mono de agua. Como suele pasar a veces, aunque no bajabamos de 140/150, la lluvia nos alcanzo de lleno y, finalmente, tuvimos que entrar en un gasolinera para cambiarnos, ya algo empapados. El viento también se levantó y bromeamos diciendo que habiamos pasado por tres estaciones desde el dia anterior. En aquella gasolinera (cerca de Manzanares, si no recuerdo mal) no había posibilidad ni de tomar café de máquina y, algo resignados, nos vestimos de "romanos". Iñigo llevaba un traje para el agua estupendo de dos piezas que me encantó. Pronto me compraría uno muy parecido en el outlet. Yo me puse el mio de siempre, algo roto y gastado. Por fin, reanudamos la marcha, mientras jarreaba a cubos. Pude comprobar durante esos ratos lo bien que pisaba la FZR en mojado. Con poco tráfico, no bajabamos mucho el ritmo y el comportamiento de la Yamaha era intachable. Como iba delante Julito yo no tenia problemas de visión, ni cuando la noche se hizo ya cerrada prematuramente. Por Tembleque más o menos dejo de llover con ganas y pudimos afrontar los últimos minutos algo más secos. Se terminaba otra escapada estupenda con inmejorable compañía. Quizá nos faltó un día, sí, volver el domingo pero... así fueron las cosas. En resumen, una zona de nuestro país digna de ver, a pie, en moto o en bicicleta, como quién dice. Mínimo dos días por alli seria lo recomendable. En todo caso merecío la pena esta primera "toma de contacto". ¡¡Volveremos!!


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...