¿Por qué nos gustan tanto las Road Races?

Hace dos domingos disfrutamos de lo lindo en La Bañeza. Como todos sabréis, celebraban además su 50 aniversario, casi nada. Volvimos a un circuito de verdad aunque esta última coletilla puede provocar un buen saco de críticas… Todo ello me lleva a reflexionar por qué, a muchos, nos gustan tanto las llamadas road races…

He puesto la foto que hicimos con un viejo amigo de mi padre, compañero de taller, carreras, viajes en Vespa y mil aventuras más, Angel del Pozo, subcampeón de España de 125 en el 1977 y ganador de la prueba un año antes en 125cc. Gente que, en los sesenta, usaban los bordillos de peralte... sí, aunque alguno no se lo crea o se ria de las motos de antaño llamándolas "cortacespeds". Así que ponte tu a decirle a esta gente lo que es o no es una pista segura ja,ja

Lo dicho, pasamos una agradable jornada escuchando tanto tubarro, oliendo el ricino de las viejas motos, tan cerca de los pilotos que casi notabas su sudor... No había pantallas gigantes de televisión (lo único que nos salva de perdernos las carreras cuando vamos a un circuito moderno, la verdad) pero no hacian falta. Estuvimos como patos en el agua junto a los amigos del Team Moclava de Valencia. Desde aqui un saludo para todos ellos. Tuvieron problemas pero dejaron el sello. Los que llevan gasolina en las venas no se rinden facilmente.


En aquellas calles del pueblo que deja el ayuntamiento para montar los boxes lo pasamos de vicio. Ya no se ven cosas así, claro pero, para los que no lo sepan, hubo un tiempo en que, en España, desgraciadamente, no había alternativas a correr en peligrosos circuitos urbanos… en pueblos, ciudades o polígonos industriales, en Jerez, Guadalajara, Cullera, Xátiva o en La Linea (Cádiz)… Luego se construyeron dos circuitos permanentes, uno en la capital, otro cerca de Barcelona… Jarama y Calafat sustituían, hasta cierto punto, a la “generación” anterior, a los circuitos del parque del Retiro en Madrid y el mágico circuit de la montaña, Montjuic, en Barcelona. Creo que fue una gran noticia contar con esas dos pistas tan emblemáticas. Pasaron los años y, en gran parte, gracias a los triunfos de la generación de pilotos de los 80 (Sito, Aspar, Cardús, Garriga, Champi, etc) se construyeron formidables circuitos como el de Cataluña o el de Ricardo Tormo en Cheste. Sin duda, más buenas noticias, sobre todo para esa gran afición que linda con el Mediterráneo. Sito Pons fue un abanderado de dejar de correr entre bordillos y farolas. Pocas participaciones del mundialista en Montjuic, por ejemplo. Bueno, si no recuerdo mal, un par de ocasiones, con la experimental BMW K100 del añorado Antonio Cobas en las 24 Horas. No fueron buenas carreras, además, no era el ambiente de Sito. Un piloto con una proyección e inteligencia que, pronto, le empujaron a salir de España y reivindicar trazados permanentes… pero que nadie se equivoque, Sito, corrió, y mucho, por trazados urbanos al principio… durante muchos años no había otra opción.

A nivel internacional, quizá la hipotética "frontera" entre esos trazados y los modernos circuitos donde se empezaba a velar un poco más por la seguridad de los pilotos, fue a finales de los setenta, quizá incluso en el mismo año, 1977, cuando el TT de la isla de Man y Montjuic ya no eran carreras puntuables para el Campeonato del Mundo. El TT... ¿qué mejor ejemplo? ¿Cuantas historias, controversias y debates ha suscitado esta carrera? Durante décadas miraron nuestros ancestros, y luego nosotros, hacia la carrera más dura y famosa del mundo, sí. No voy a centrarme hoy en el TT pero pienso que todos estaremos de acuerdo en decir que es la máxima expresión de algo que vivimos en la Bañeza el pasado 9 de agosto. A pesar de todos los circuitos permanentes que ahora tenemos, a pesar del llamado progreso, a pesar de todo eso... hay sensaciones únicas.

Fijaos en esta foto tomada el otro día, allí, en las calles-boxes de La Bañeza. Aparte de Alvaro Bautista y de mi padre, hay otro piloto en la imagen, solo algunos lo reconoceran. El de la barba, corrió en la isla de Man.. Por lo visto (yo no podría asegurarlo) es el famoso Toni "Bayeta" del bar Paddock de Barcelona. El que corrió sin suerte, y sin apenas medios, en el 2004 con una R6 en la isla de los gatos sin cola, ¡otro privado valiente!


Al margen del riesgo evidente que supone circular con motos de carreras por estrechas calles, rodeado de edificios, farolas, bordillos y público, desde el punto de vista del espectador no hay comparación posible. Hay más motivos pero este es importante. Todavía es difícil encontrar alguien que afirme que disfruta más en un circuito moderno. Otra cosa son las carreras o los pilotos que vayas a ver, ¡claro!, aunque en mi caso, desde luego, no pongo a ningún “bando” por delante de otro. Para mi los héroes del T.T. de la isla de Man son eso, héroes, y de carne y hueso, ejemplos vivientes de la superación personal, conductas ejemplares de lo que es capaz el ser humano en pos de una pasión. Desde el punto de vista de los participantes dicen que la sensación es inigualable, imposible de sentir en un circuito permanente. Todo esto unido a la tradición y habitual flema inglesa, en suma, otra mentalidad, otras sensaciones, otro mundo dentro del mundo de las carreras. Lo sucedido en la NW200 el año pasado con Michael Dunlop es un buen ejemplo de lo que intento decir (ganó la prueba de 250 dos días después de perder a su padre, Robert, en los entrenamientos de 125cc). Lo peor es que dicen que están locos… pero unos locos no terminarían ni una vuelta al trazado de la isla.
La pasión pura por la competición, por la moto, por la carretera, por la velocidad... una “foto” gigante y aumentada varias veces de los mismos ingredientos que saboreamos los humildes paquetes que, a nuestro paso, cruzamos los “circuitos” de montaña de nuestro entorno, subiendo puertos o atravesando valles sinuosos. En esos paisajes es la naturaleza, casi siempre, la que marca el trazado. Los viejos circuitos como el Jarama también se rendían a la orografía del terreno. Allí tenemos esa magnífica rampa de Pegaso como gran ejemplo. Los ordenadores no diseñaban todavía los circuitos. Parece una tontería pero no lo es, se nota la diferencia.

Además, otro detalle: es curioso… la primera vez que entré en el precioso circuito de Albacete me volvió a pasar. No lo hago deliberadamente, que quede claro. Me pasó que, enseguida, me pareció una pista corta. Bonita pero corta. Y no es que no haya faena o no hagan falta días para saber hacer una vuelta realmente bien… pero no es eso…es que... ¡enseguida volvias a la misma curva!

En el otro extremo, tengo en mi retina (en mi memoria no porque todavía no he pisado la isla) una vuelta a la isla de Man. Mike Hailwood, en su regreso a la isla, dijo que no había carrera más grande que aquella. Santiago Herrero opinaba igual. Agostini no era tan efusivo pero ganó 10 carreras y, como él dice, sigue vivo. Cuando murió su amigo Parlotti dejo de correr en la isla. La era moderna, el marketing, el dinero, la televisión, la seguridad (terrible concepto porque es difícil de medir), el avance de la tecnología, todo, ha causado que solo en el seno de la afición más grande del mundo, la inglesa, mal que nos pese, todavía se generen con profusión y organización estas competiciones.


Pero me salgo del asunto… tengo que contestar a una pregunta. ¿Por qué nos gustan tanto estas carreras?

1) Porque conservan la esencia de las verdaderas y primigenias competiciones de motos… no corren prototipos… detalle importante. La idea que todavía acompaña a muchos viejos aficionados y quemadillos de este mundo era y es: preparar tu moto de todos los días para correr en cualquier carretera de pueblo el fin de semana. Así como suena… aunque en estos tiempos suena a anacronismo. Y suena así porque lo es, ese concepto ya no existe. En todo caso, desde casi el principio, era lo normal. Así nació el concepto de “Trofeo de Turismo”, nada de prototipos, motos “derivadas de serie” (como se diría ahora). ¡Ojala pudieramos disfrutar los aficionados de algo así en la actualidad, con la de quemadillos que andamos sueltos por este perdido mundo!
Esa esencia, aunque lejos de lo que pasaba hace décadas, todavía pervive, más o menos, en las llamadas road races aunque también compiten categorías de prototipos puros de carreras (125 o 250 cc de dos tiempos, por ejemplo). ¿No os gusta cotemplar motos parecidas a las vuestras? A mi me encantaba ver en las revistas la RC30 de Joey Dunlop y luego la preciosa RC45… y al final de su vida la VTR roja con la que gano en el 2000 su último TT. Cuando veía o veo las NSR de Gardner o la M1 de Rossi pues… me gustan, y entiendo que son lo más de lo más pero mi vista se vuelve, casi sin querer, a la R1 de Spies o a la Ducatona de Haga. Y que nadie entienda esto como una crítica de MotoGP o los pilotos famosos. Para mi, como he dicho antes, ambos “bandos” son igualmente respetables y admirables. Y digo “bandos”, esa palabra tan fea, porque por culpa de los contratos y la mentalidad generada durante las últimas dos décadas creo que será imposible encontrarnos con otro caso tipo Fogarty, por ejemplo, un tipo que podía saltar de un ambiente a otro sin problemas... hasta que se lo prohibieron, claro. Ya lo dijo hace dos meses Rossi en la isla. Le gustaría dar más vueltas pero no correr. “Algo” en su interior se lo impide... Tal vez, solo tal vez, hace treinta años, con motos que, de punta, corrian practicamente igual que su blanca R1, pero que eran mucho más fragiles e inseguras Rossi no hubiera pensado que era un "crimen" disputar el TT o la NorthWest200.

2) Porque el contacto con la competición y sus protagonistas es más directo, más humano, más ameno. Bueno, también influye que si te “criaste“ entre pilotos, talleres o paseando por los boxes de trazados urbanos cualquier hospitality moderno te parecerá distante. Las carreras de motos ofrecen mucha riqueza, muchos ambientes, mucha pasión... y la de los boxes es otro plato del menú que hemos perdido.

3) La camaradería y solidaridad entre los corredores todavía se percibe bajo las carpas. Esto se irá perdiendo poco a poco… en el campeonato del mundo de SBK también se notaba hace unos diez años o más... se suele decir que los campeonatos, las carreras, se van profesionalidad, lo cual no es nada peyorativo pero, por el camino, se sacrifican ciertas virtudes, ciertos gestos entre caballeros... El progreso ese…

4) Las carreras son mas complicadas, largas y duras. Por eso también me gustan más las road races. Joey Dunlop y docenas de otros pilotos míticos nos enseñaron hasta donde se puede llegar con una moto de dos o tres ruedas… ¡pero, ojo, emularlos es peligroso! Eso sí que seria falta de seguridad, no estamos preparados, sencillamente. Dicen que antes los tipos eran más duros... tal vez sea verdad pero entrar en nostalgias es peligroso porque tendemos a exagerar. Aún así, debo confesar que soy de la opinión que sí, que aunque me fastidia decirlo, creo que esos pilotos eran más duros que los actuales. Algunos como Santi Herrero, muchas veces, conducian sus coches por la noche para ponerse el mono y correr por la mañana. Sin comentarios.

A veces no entiendo por qué esas caras de desaprobación, incluso dentro de nuestro “gremio”, cuando se habla de este tipo de carreras. Por supuesto, alguno dirá que el progreso debe conducirnos a mejorar todos los aspectos, principalmente, la seguridad de los pilotos. No seré yo quién desapruebe cualquier mejora pero, al mismo tiempo, intentó mantener los pies en el suelo. Por poco que reflexiones, ves que montar en moto, incluso circular en moto hacia el trabajo, implica ciertos riesgos. Obsesionarse con evitarlos será siempre una batalla perdida. Si encima hablas de competición debes recordar que el riesgo es y será implícito, más alto, más caro. Prohibir carreras o llamar loco a pilotos profesionales por el simple hecho de que no salen en las revistas o en la tele no parece la solución, tampoco parece justo o razonable. Al menos mientras la moto y el motorista sean lo que entendemos ahora mismo habrá caidas y tragedias. Sucedieron y suceden en cualquier parte, en la parabólica de Monza, en Suzuka o en las autopistas que rodean nuestras ciudades...

Es curioso cuando se intenta, además, criminalizar la velocidad. También el riesgo va en función del talento del piloto. Cuantos por nuestras carreteras, con sus coches o sus motos, a 90 km/h son más peligrosos que otros "locos" a 150. Carl Fogarty, su amigo Hislop, el gran David Jeffreries o el irrepetible John Surtees eran más rápidos en moto que millones de mortales pero también más seguros. Aún así hay quién se atreve a faltarles el respeto y llamarles “locos” por atreverse a correr en estas carreras. Me fastidia todo esto porque, entre otras consecuencias, todo esto desemboca en que, incluso en una revista especializada que no sea británica, apenas encuentras noticias o reportajes sobre estas competiciones.

En definitiva, creo que ya somos mayorcitos todos para saber dónde nos metemos. A ninguno nos obligan a subirnos a una moto. A ellos, que yo sepa, tampoco. Qué menos que nuestro respeto.

No es justo ni sano satanizar lo viejo, tampoco lo moderno. Me gustaria que todavia se hicieran carreras por tramos de carretera cerrados de manera organizada y habitual, como los rallies de coches... De nuestra zona, Madrid, ¡cuantos hemos soñado con hacer algo así por Gredos! o por la viejas rutas de carreras, subir por Galapar hasta la famosa Cruz Verde. Y ya puestos, que esas carreras estuvieran abiertas a motos menos preparadas, a presupuestos menos estratosféricos... que la mentalidad de muchos se ajustará a una vieja realidad: no necesitas motos de "10000" CVs para correr.


Como no creo que se logre llegar a esta dualidad de carreras seguiremos mirando con envidia las que se celebran más allá del canal de La Mancha. Lo dicho, carreras de "locos" en sus locos cacharros. También nos llamarán locos a nosotros pero … ¡vivan las road races!

"Las cuatro ruedas mueven tu cuerpo, las dos ruedas mueven tu alma"

Viaje a Assen '09 (última parte)


Sí, ya estábamos en la zona del mítico Nurburgring, a poco más de 400 kms. de Assen, hacia el sur.

Como muchos sabréis, aquí están el viejo y el nuevo circuito. El viejo trazado tiene mucha historia (¡qué se lo pregunten a Angel Nieto, por ejemplo!), tanto automovilista como motociclista. Este viejo circuito de ¡¡22 kms!!! ha visto grandes victorias, memorables luchas y alguna que otra tragedia. Está ubicado en el suroeste de Alemania, al sur de Koln y Bonn, enclavado en un paisaje de bosques de ensueño (me recordó a la ubicación de Spa-Francochamps en Bélgica, que no pilla muy lejos por cierto, justo al oeste de Nurburgring).
Comenzamos la visita alojándonos en un lugar irrepetible, el hotel racing que hay enclavado justo en el circuito moderno donde corren las SBK y la Formula 1. Esto es lo primero que os puedo contar de interés: si alguna vez tenéis pensado acudir a esta zona lo más recomendable es dormir en este hotel donde tanto el bar como el comedor o cualquier pasillo están decorados con miles de fotos, posters, recuerdos, dibujos y detalles que evocan su pasado glorioso. Por ejemplo, el salon-bar del hotel está justo pegado a la recta de meta del nuevo circuito. El domingo por la mañana tuvimos la suerte de ver la salida de una prueba de resistencia (toma ya, eso antes de desayunar, para empezar bien el día). Tampoco es excesivamente caro, lo pagas a gusto. Ahí no quedaba la cosa, claro. Una vez sales del hotel puedes acudir al circuito viejo que está bastante cerca.
Llegamos al viejo trazado a eso de las 11h00 y era domingo. Os podéis imaginar que había mucha gente. Yo pensaba que iba a ser un pequeño caos y una lata esperar para entrar pero es Alemania y allí todo está muy organizado. Piper gestionó las entradas a la pista (solo te piden llevar ropa con protección) y, por una vuelta, nos cobraron 22 euros por moto. La idea que teníamos previa era dar dos vueltas, una tranqui y otra más rapidilla. Al final solo dimos una vuelta, lástima, por lo que cada uno se lo tomó como quiso. Motos vimos de todo tipo. Pepinos modernos, antiguos, preparadas, de serie, casi todos alemanes por lo que reconocí. Pero si con las motos flipas con los coches se nos cayó la baba: parecía que los Porsche GT2 y GT3 los regalan por esa zona con la compra de una bolsa de patatas fritas. Sobra decir que por las carreteras del entorno se ven mogollón de bólidos con matrícula. Muchos de esos bólidos los vimos en el circuito. También algún Corvette, Mercedes y varios BMW M3 y M5 blancos que, por lo que me enteré, son de la organización del circuito e, incluso, hacen de "taxi" para los valientes que se atrevan a ir de copiloto en esos cochazos.
Bueno, como iba contando: sacas tu pase y te colocas en una cola para salir. Hay una barrera como la de los parkings pero, aquí, cuando esperas a que te abran, te da la sensación que vas directo a la boca del lobo. Se mezclan bólidos y motos por lo que la emoción está asegurada. Bueno, emoción y cualquier otra palabra que queráis añadir. Yo salí con mi baúl y bolsa de deposito; bueno, la verdad que creo que ninguno quitamos ningún apaño a las motos aunque Santi y Oscar entraron a zumbar un poco. Pues nada, ahí estamos, salimos disparados y comenzamos a disfrutar de lo lindo, unos corriendo, otros mirando para no perder detalle de la pista.
Alucinas porque ves que el trazado es, como te habían contado, un pequeño "infierno verde" ya que está lleno de desniveles (¡qué bonito...!), pero no tres o cuatro, sino muchos más toboganes de infarto... y la mitad de las curvas son ciegas, ese es el mayor peligro. Hay rasantes que terminan en curvas ciegas a derechas. En uno de ellos, incluso yo que iba pisando huevos, casi me hago una coladita de libro. Claro, si te sales ten ojito porque eso de las escapatorias no existen, ¡y no es broma! Afortunadamente, hay controles con sus banderitas pero ayuda poco a calmarte ya que, la mitad del tiempo, vas mirando por tus espejos. En este circuito sí que es muy recomendable llevarlos puestos y mirar de vez en cuando, sobre todo si viene dos coches picados justo detrás de tu culo. Yo iba algo pendiente, esperando que cualquier Porsche o M5 me fundiera. Así fue. Afortunadamente, lo hacían a tanta velocidad que no daba tiempo a sufrir mucho. Los M5 blancos en particular entran cruzados y derrapando y no precisamente a 160. En una curva a izquierdas en bajada me pasa uno de ellos a toda hostia sacudiendo el "silencio" que se respira mientras te aproximas a la próxima curva. El asfalto tiene algo de grip, en eso estuvimos de acuerdo, pero no daba mucha confianza: esta lleno de pintadas, algún parche y varias curvas rizadas por no hablar de los pianos. Pero bueno se supone que era una vuelta de "reconocimiento". Más o menos a mitad de camino, de repente, te encuentras con la Historia: de pronto llegamos al famoso y mítico "karrusel", una curva con peralte de izquierdas donde han sucedido todo tipo de lances durante el siglo pasado. Bien, yo llego con mi fazer rutera y tuve un segundo para decidir si hacerla por abajo o por arriba. Por abajo es hormigón color crema y viejo, por arriba es asfalto negro y parece más "amigable". Vistas las ganas de no hostiarme a casi 2000 kms de casa opte por lo fácil: por arriba, mientras por abajo se metía un cabrón de Lamborghini o lo que fuera medio cruzado. En resumen, ¡como se nota que este circuito no lo han diseñado con un ordenador! Aquí te pillo y aquí te...
Creo que este circuito tienes que conocerlo al menos un día entero para rodar rápido aunque la gente que está apostada en sus tribunas naturales o en cualquier curva está con la cámara de fotos en mano seas novato o experto. A Santi le sacaron varias fotos. Deben haber quedado chulas aunque dudo que las veamos alguna vez. Imaginaos una fireblade 900 rozando rodilla y con las alforjas balanceándose detrás, ¡gran instantánea! Sin duda, es de esos sitios dónde piensas al irte... ¡volveremos!
¿Qué más os puedo contar? Aparte del precio habitual de la gasolina en Francia y de los numerosos peajes, no nos ha parecido un viaje caro. Hemos comido algunos días medio mal, otros bien, alguno muy bien… alguna noche alojados en un simple Formule1, otras en hoteles decentes… Casi todas las jornadas las terminábamos más tarde de lo previsto por lo que era difícil encontrar un sitio abierto para cenar. En total, seis días, 5000 kms para los madrileños, unos 1000 menos para los “polacos”. Lamentablemente, Santi y yo no pudimos quedarnos el lunes a dormir en Barcelona, tal como estaba previsto. Desde casa los niños nos echaban de menos... Si, esos peques que te quitan “un segundo por vuelta” normalmente… Era domingo, llegando a Lyon, cuando decidimos que el lunes tendríamos que doblar los kilómetros previstos para llegar a Madrid un día antes. Así fue, 1250 kms pero a un ritmo endiablado, debo reconocer, disfrutamos de lo lindo. Llegas a ese “estado” en que da igual cuantos kms. lleves acumulados.
Destacar dos momentos más de esta última etapa: el encuentro fortuito, en una gasolinera cercana a Girona, con varios moteros de Barna, Isma y Eduardo. Nos volveremos a ver por ahi, estoy seguro. Y, por último, pero no menos importante, la agradable comida que compartimos con Marta en el pueblo de Montblanc. Fueron un par de horas estupendas junto a ella, una tranquilidad y una paz que casi nos conducen a una siesta en la terraza de turno.
Ah, un último recuerdo gracioso: en el hotel de Lyon cogimos el pequeño ascensor con los tratos en las manos y nos quedamos encerrados cuando el pobre ingenio intentó subirnos. Normal, eramos cuatro tíos y luego se metió el cabrón de Oscar, total cinco maromos sudando y cargados de equipaje y cascos... ¡vaya sensación, ¿por qué nunca nos quedamos encerrados con una rubia?! Al final pudimos forzar la puerta y salir corriendo hacia las habitaciones por la escalera, vamos, como niños pequeños, ja, ja

Por último, agradecer a todos los compañeros de ruta su compañía, su caña, su sentido del humor, su gran afición y su buen hacer en la carretera, así da gusto viajar. No diré que todo fue perfecto, eché de menos más charlas nocturnas y algún que otro baile pero, bueno, este viaje lo recordaremos toda la vida, ojala volvamos otra vez por esas tierras, tal vez incluso repitamos el próximo año, ¿por qué no? quedaron muchas cosas por ver... Un beso para las princesas del asfalto, Piper, Ana, Raquel, Elena... y un abrazo para la “sección” masculina, Oscar, Angel, Santi, Sam, Antonio y Carlos. Nos vemos en la carretera o en los bares.

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...