Piper, una princesa con ángel...

Motos y chicas, viejo cliché, sí… chistes, bromas tontas… pero no va de eso, ¡todo lo contrario! Sirvan estas pobres líneas como pequeño homenaje a una buena amiga y grandísima motera, Piper.

He tenido el honor y la suerte de conocer a muchas moteras, creo que de todo tipo. Jóvenes, maduritas, incluso venerables ancianas (de edad, no de espíritu, como Carmen, la adorable madre de Luis “El Mudo”, capaz de hacer viajes de miles de kilómetros durante muchos años por toda Europa), moteras que son hijas o tranquilas madres (¡la mía, por ejemplo!); mujeres que conducen o que se dejan llevar, “callejeras”, ruteras, racings, españolas, guiris, simpáticas, rancias, etc, creo que de todo tipo, como digo. Entre ellas, están mis favoritas, las que, por respeto y admiración, llamo con cariño princesas del asfalto (todavía no me han soplado una colleja al llarmalas así, ¡esperemos que dure!). Son esas moteras que, por pasión y ovarios, demuestran continuamente su gran amor a la moto. Dicho de otro modo, moteras de “gama alta” si me permitís el término técnico. Podría hablaros de otras princesas como Paloma o Maya, incluso de Ana o Itziar (aunque las conozco menos), pero hoy rendiré pleitesía a la princesa más extraordinaria que he conocido en los últimos siglos.

Veréis, esta motera es, en opinión de la mayoría de los que la conocemos, alguien sumamente especial. Como todas las personas que son grandes de verdad, ella es sencilla, modesta, natural, discreta… lo cual no quita que tenga un carácter explosivo si se tercia. Es tan modesta que a veces creo que nunca se dará cuenta de lo grande que es. Y si algún día se da cuenta no lo dirá ni presumirá de ello, por supuesto (total, las palabras se las lleva el viento, el crono no, jajaja).

Nuestra protagonista es de esas 'quemadillas' que notas tienen un ángel, esa magia, ese sentimiento que no es fácil de encontrar, esa impronta que te despierta y te hace mirar dos veces antes de continuar. Es dificil que lo diga pero ella sabe que está hecha de otra 'pasta', no de la habitual.

La conocí por casualidad (¿existe otra manera?) cuando comenté en un foro motero que queríamos viajar a la isla de Man, al T.T. Pedía consejos, info, ya sabéis. Toda la vida leyendo y escuchando aventuras y anécdotas de la isla pero a la hora de la verdad quería tenerlo todo bien cerrado. Muchos moteros me contestaron alguna cosa pero solo ella (Piper era su nombre de guerra) me mando un mail ofreciéndome su ayuda. Como era previsible, empezamos a hablar del viaje y, aunque al final no pude subir a la isla, creo que gane una fantástica amiga por lo que, al final, el balance resultó positivo. Nos vimos por primera vez en el rally de Asturias que se celebra en Junio, “Desafío en Moto”, de los amigos de la Peña LukasTeam, y desde entonces no perdemos el contacto. Aquel sábado lo pasamos de lujo (podéis leer la crónica en este mismo blog) y, con una sonrisa en la cara, me di cuenta de cómo se las gastaba la “niña”, ¡qué máquina!

No os fiéis de la foto que he puesto. Esa fue su primera montura, una preciosa Honda CG 125 con la que, sin duda, disfrutaría de lo lindo siendo adolescente. Luego tuvo una Hornet 600 y, después, pasó “al lado oscuro” (como ella lo llama) y consiguió una preciosa CBR600RR roja que maneja con maestría y dónde va acoplada con una perfección alucinante. Siempre se lo digo, ¡que bien se te ve encima de esa moto, sois tal para cual!

Olga (que así se llama esta supermotera) es como un vendaval, no deja a nadie indiferente. Es joven pero tiene muchas experiencias y kilómetros a sus espaldas. Combina esa juventud atronadora con una cabeza muy bien amueblada. A falta de más euros en el bolsillo, se suele apuntar a un bombardeo siempre que puede por lo que conoce muchos sitios y mucha gente. ¿Qué si es rutera o solo saca la moto un rato los domingos para hacer unas curvas? Bien, os diré que con su vieja Hornet hizo más de 106.000 kms en unos cuatro años, que, por ejemplo, ha subido a la isla de Man, que ha cruzado Europa y que, recientemente, bajó (junto a otra campeona, Itziar) a Portimao a ver la carrera de SBK… y todo desde su querida Barcelona. Y no solo es rutera (¡con una RR, ojo al dato!): si sales de curvas con ella o entras en circuito te das cuenta qué rápido puede llegar a rodar. Como me dijo en Asturias un buen amigo suyo, Eduardo, no es que sea bastante más rápida que la mayoría de las chavalas es que es más veloz que muchos tíos. ¡Doy fe de ello! Y todo eso con una seguridad y naturalidad pasmosa. ¿¿Qué más se puede pedir??

Lo mejor de Olga es que si es grande como motera, como “civil” es un encanto. Atenta, cañera, observadora, hospitalaria, organizadora, siempre está al tanto de todo y de todos. Tiene carácter y un gran corazón. Si eres legal, te echará una mano si puede pero nunca te regalará un halago sin motivo, con un par de ovarios, sí señor.


Recientemente subí a Barcelona y Piper organizó una cena en la famosa pizzería del gran Mín Grau, “La Vela”. ¡Qué bien lo pasamos allí, con sus amigos y con el gran campeón! La velada fue una auténtica pasada porque, además, conocí a mucha gente maja que, como mucho, conocía solo de oídas. También fue un día redondo porque esa misma mañana conocí a otro tio genial, Tono y, ya por la tarde, tuve el inesperado honor de conocer a otra fantástica princesa del asfalto, Ana, cuya presencia y sentido del humor me cautivó en dos segundo (allá, en el famoso bar motero “Paddock”, un sitio realmente auténtico). A todos los amigos que conocí ese día, un fuerte abrazo si me leéis. Así es Olga, enseguida atrae a la gente.
En resumen, espero que nos queden muchos años, copas y kilómetros por delante. Gracias por estar ahí. Si me permites un consejo: ¡no cambies nunca, nena!

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...