Arrancando enero con unos lechazos de carreras...

Aprovechando que algunos amigos "Tortugas" de Barna bajaban al evento (a falta de otra palabra) de Pingüinos (o lo que se llama así, en Valladolid city) montamos, con celeridad, una escapadilla algunos del foro para comer con ellos y darnos una ligera vuelta... curvas no iba a ver muchas en el trayecto porque ya sabemos como son las llanuras y las dos mesetas que los madrileños tenemos que soportar por el norte y por el sur... pero, aún así, Julio, Montse, Iñigo, Tyto & Mónica (y hasta Kurtis más tarde, en "fregoneta") nos acercamos a la periferia de la famosa ciudad castellana.

De Barna vendrían Pablo, Carlos, Alejo y Victor, buena parrilla. Encima, para rematar, Antonio el ferretero vendría a la comida con dos amiguetes suyos pues ya estaban por la zona. ¿Dónde quedaríamos? Pues en el famoso "Don Pelayo", a las afuera de la ciudad (lo último que deseábamos algunos eran mezclarnos con esa "conce" y meternos encima en una city). 

Esa mañana salimos juntos de la habitual gasolinera de la A6, por Villalba, para subir por el Alto del León y evitar el túnel, poder tomar algunas curvas, parar luego desayunar en San Rafael (y echar sopa a las motos en la gasolinera) antes de tomar rumbo por la carretera vieja de Ávila hacia la meseta castellana... 


Arrancamos felices después del breve pero agradable desayuno, un caldo muy buscado junto a unos pinchos de tortilla que nos dejaron en "shock". Iñigo y un servidor nos pusimos en cabeza, atravesando los escasos metros que quedaban para salir de San Rafael. Antes de consumir ese tramo, vi como por la derecha había un coche de Tráfico aparcado y cómo salía de su interior, ligero, uno de los guardias hacia la carretera. No le di mayor importancia. Minutos después, al descubrir que Julito no venia, paramos en el arcén y después de más de diez minutos aguardando alguna novedad vimos aparecer por el espejo su CBR con él y Montse encima. Paró el piloto y nos contó que le acaban de multar. Resulta que ese tramo es de ¡¡40!! y a la mínima ya vas ilegal. Sanción económica y puntos, ¡¡una vergüenza!! porque nadie va rápido en esa travesía llena de coches y con algún cruce. Empezábamos mal el día pero... ¡teníamos que seguir! Con la pareja de moda, Tyto y Mónika, habíamos quedados finalmente más adelante, en una área de servicio ya de la A6. Llegamos sin más novedad, quizá media hora después, una vez disfrutadas las pocas curvas de la vieja nacional...


Paramos un rato allí, alegres de reencontrarnos con la pareja y su flamante RT. Aprovechamos para repasar lo sucedido y también disfrutamos del sol que asomaba desde el cielo, muy de agradecer en estas fechas de enero tan de momentos y eventos "fríos".


Llegamos sin equivocarnos hasta el mesón donde, con seguridad, no pasaríamos hambre, con Iñigo y su navegador al mando. Sí, el mítico restaurante donde Julito y yo conocimos al recordado y especial J.C. Nokalkorretant,
 aquel tío genial que sin apenas conocernos se portó siempre tan bien con todos. Un tipo enorme, con tanta humanidad y buen rollo que hasta Miquel Silvestre, después de conocerle y de su tragedia, organizó algunos homenajes en su recuerdo... y detalles como aquella camiseta negra que algunos tenemos con la silueta de J.C. saltando alegremente, su mayor seña de identidad. Personalmente, apenas nos vimos cuatro veces en esos pocos años entre el 2010 y su triste y prematura desaparición en agosto del 2012. Espero que siga rodando, y saltando, feliz, allá dónde esté ahora...


Allí, en aquel mesón, coincidimos con él por primera vez, Julito y yo, después de comer en su compañía y la de otros miembros del MCZE, el moto club que organizaba y organiza la invernal de Estrella de Javalambre. Aquella fantástica sobremesa la terminamos con explosiones, soltando muchos petardos en el patio del recinto ya que una pareja de señores mayores, con su familia, celebraban un aniversario lleno de emociones y sentimientos. La verdad que aquel año 2010 fue muy especial. Ese día, en la famosa concentración, antes de comer, habíamos conocido a otra persona super especial, una motera de raza, super simpática y agradable: nuestra, desde entonces, amiga torbellino Marta R6. 

Y volviendo al encuentro con los Tortugas, no tardaron en aparecer las cuatro motos de los amigos "polacos". Ya estábamos casi todos para comer lechazo porque también llegó, en lata, Kurtis que venía directo del trabajo, y Antonio y sus colegas motorizados. Satisfechos por los encuentros, entramos y nos sentamos en la mesa que habían reservado. No, ¡no pasaríamos hambre! pero aunque estuvimos, fácil, tres horas largas sentados, aparte de disfrutar del lechazo y demás delicias, tuvimos buenas charlas, así como risas, recuerdos y promesas de nuevos encuentros durante el año...


Fue un espectáculo ver a Julito prestándose a hacer fotos a la mesa cercana, sin palabras... La despedida se alargó bastante, todavía con el sol fuera, pero recordando que en esas fechas se oculta pronto... Un placer haber visto a nuestros lejanos amigos de Barna, qué pena que no vivamos más cerca.. Para ellos aún aguardaba mucha fiesta, en el famoso evento, la noche sería larga, imaginaba...


La vuelta hacia Madrid empezó rauda y "cálida", bueno, entretenida, yo ya pendiente de mi infame depósito, tan pequeño (14 litros) que me paso media vida buscando gasolineras, calculando cuantas me puedo saltar (pocas, claro). Tyto y Mónika volverían a casa a otro ritmo, nosotros apretando un poquito para pasar menos frio (unos cobardes, vamos). Paramos en una gasolinera tranquila cuando apenas, creo, me quedaban un par de litros o menos en las tripas del bonito depósito de mi "RD". La temperatura ya había empezado a bajar. La luz era muy débil y apenas había comenzado la tarde. Llegando luego a las postrimerías de Segovia (por la aburrida pista que une ambas ciudades) el frío ya era intenso e Iñigo tiró hacia Siete Revueltas para poder llegar bien a su pueblo. Nosotros tomaríamos el túnel de Guadarrama, camino a Madrid. Yo tenía ganas de llegar a casa y darme un duchado calentito. Cual fue mi sorpresa cuando vi que la moto que me debía seguir (la de Julito) no me seguía. Esperé en el arcén  del peaje más de diez minutos pero no apareció. ¡Supuse que no sería culpa de otra multa de tráfico! Llamé a sus móviles y no me lo cogieron, imaginé que porque iban en marcha, ok. Así que pensé que habían tomado otro rumbo, quizá hacia Navacerrada siguiendo a Iñigo... pensé en el frío que podía pasar por allí él y Montse y no les envidie nada... 


Horas después, ya todos en meta, me contaron que pararon para calentarse en el puerto, qué remedio, y que en el local descubrieron una bendita estufa. Mientras, yo había estado en el bar Daytona, "esperándoles" un rato. Fabulosos móviles, a veces sí son útiles. No habría despedida en ese bar, estábamos muy separados en distancia. Arranqué y llegue a casa. Y así, sencillamente, con un buen recuerdo, con la tripa llena, y con algo de frío (algunos no íbamos demasiados abrigados) terminó aquel sencillo sábado de enero.


La primera rutilla del año había concluido, nuevas aventurillas nos esperaban, claro... Salud y Gasolina... Salud era lo que nos haría falta pocos días después...

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...