Primeros 100.000 kms (la crónica pendiente)


Hace algunos posts prometí contar cómo han sido los primeros 100.000 kms con la Infinita, mi Fireblade adquirida en el verano del 2009. Alcanzó ese computo redondo en el otoño del 2014, ahora mismo rozamos los 123.000 de marcador. En la revista La Moto, hace apenas unos meses, publicaron la pequeña crónica que en su día preparé (y que pensaba que no publicarian, lo cual, la verdad, me daba igual). Por lógicas limitaciones de espacio normalmente en las revistan recortan los textos, suprimen párrafos, fotos, etc, mi caso no fue una excepción. Hoy aquí publico la versión integra más algunos añadidos, aprovechando  que en este espacio no tengo limitaciones y que, como sabéis, soy un palizas con las letras... Comentar que desde mayo del 2015, cuando los expertos de Gv Racing, me hicieron el motor, la moto va mejor que nueva. El detonante de aquella intervención quirurgica fue el humo blanco que salia sin parar después de dos "revisiones profundas"como conté aqui http://luigi-fzr.blogspot.com.es/2015/06/pequeno-stalingrado-inesperado-y-el.html , unos meses terribles... pero por fin aquella pesadilla pasó a la historia.
  
Hace apenas unas semanas, de propina, por fin encontré un sitio serio y económico donde preparamos los vinilos de Castrol SBK, aquella decoración mítica que tanto nos gustaba y nos sigue gustando todavía. Era una vieja promesa que llevaba años queriendo cumplir... Con esos colores ahora la Infinita aún corre más, ja,ja... La foto de arriba es con mi padre, hace dos sábados en la conce de Navahermosa, organizada por unos amigos muy majetes, una cita dedicada a Fazers (aunque solo aportamos una), excusa perfecta para juntarnos con las dos Rosas, Alvarito, Miguel XX, Puli, Miguelón, Mayka, Luis, etc. La foto recoge el momento en que el abu se puso a pintarme los bajos del escape con su spray de pintura negra mate anticalórica, una idea que por fin hicimos realidad aquella tarde, un retoque más para la "niña"... La foto de abajo se tomó días antes, por Gredos, llegando al pueblo de mi bisabuelo paterno, Navalosa (Avila), una agradable jornada de ruta sin tráfico, primera salida oficial de mi padre con la moto después de su delicada operación de pierna derecha acaecida a finales del mes de abril. Todavía le cuesta doblarla tantos minutos seguidos pero confiamos que, poco a poco, vuelva a tener fuerza y suficiente flexibilidad como para acometer sin dolores nuestras acostumbradas rutas largas on bike. Con casi 72 tacos y su habitual "mala salud de hierro" son muy loable sus ganas y su voluntad espartana. Yo de mayor quiero ser así... ya veremos si lo consigo.


Sin más preámbulos, así fue y es la crónica de los 100.000 kms, versión extendida...

Casi por casualidad me senté en mi futura moto una calurosa tarde de julio del 2009, en la tienda de un conocido. Digo casualidad porque iba a por una ZX10R pero resultó que la que tenían era justo el modelo que no me gusta (la 2006, la "globo" la llamo yo, la de los escapes por arriba). Entre eso, el precio y cierto “flechazo” me decidí por la “alita de pollo” (la verdad que me moría de ganas por cambiar de moto, no era la crisis de los 40, tenía 36, pero casi, casi, ja,ja). No me asustaba cambiar a una R, solo un poco por el futuro mantenimiento pero estaba decidido. Los primeros kilómetros los hice muy despacio, con dudas, intentando entender aquella “bicicleta”… alucinaba con sus dimensiones y su potencia amigable, ¡qué diferente a las antiguas 1000 de los noventa!, sinceramente, me costaba creer que todo fuera tan suave. También me gustaba porque apenas tiene electrónica. No quiero CTs, mapas ni ABS, seré un cromañón que no va a la moda pero no quiero enmascarar la realidad con tanto invento. Por fin un día me fui solo por las curvas de Hoyo de Pinares, una zona de desniveles y garrotes donde quería ponerme a prueba un poquito. Llevaba años sin rodar con una deportiva (la anterior en propiedad fue una maravillosa Fazer) así que se me cargaron un poco las muñecas pero sabía que todo iría bien paso a paso. Lo que ya me gustó desde el principio fueron sus dimensiones y su magnífico tren delantero, ¡qué precisión, qué confianza da! Del motor qué decir: potencia de sobra a cualquier régimen, recuperaciones de infarto, aceleraciones explosivas... si apuras las marchas largas “te sales del mapa”, como suelo decir bromeando, aunque de broma poco, un desliz con el gas y los metros se consumen rapidamente, hay que tener reflejos y no pasarte con la muñeca derecha o te verás en serios problemas... Muchos kilómetros llevo a cuesta pero me tuve que resetear, muchas anécdotas y pensamientos pero no caben en este espacio, solo diré que me di cuenta que con este cohete noble y veloz, veinte años atrás, hubiera rodado rápido de verdad pero quizá no lo hubiera contado… ¡mejor la actual combinación de cabeza, experiencia y corazón!

Poco a poco me empecé a enamorar de la Fireblade, empezamos a charlar en marcha, fue fácil  adivinar cuál era su nombre real, mi moto se llamaba “La Infinita”, y así quedó bautizada. Es una 1000, sin duda, pero con el tamaño y casi la agilidad de una 600, ahi radica su magia, poco que ver con su antecesora, más larga, grande y algo menos potente. Trazar curvas con la Fireblade es fácil, ella lo hace fácil, cualquiera puede medio pilotarla sin deslucirse y, en manos expertas, es un arma temible porque gira que es una barbaridad. Quizá no destaque en ninguna faceta concreta (además, su motor en estos tiempos de lejos es el menos potente de la categoria...) pero el conjunto, compacto, raya a gran nivel, y esa es su mejor carta de presentación. Luego es bonita, con esos ojos simpáticos y esos faritos en los espejos que hacen que por la noche, en ocasiones, vista desde delante parezca un ovni a ras de suelo...


Mi forma de ser incluye el uso de la moto para casi todo: ir un par de veces a la semana al trabajo con ella, salir de curvas con los amigos, dar vueltas a mi hija de paquete muchos domingos, algún viajecito largo al año y varias tanditas de colofón. Así la hemos disfrutado, de todo un poco, los primeros años a unos 28000 kms de media anual. Como rutera (¡sobre gustos…!) me ha servido magníficamente, aunque obviamente no está concebida para viajar, pero entre la mochila que llevo en el palomar (primero lleve una bolsa de depósito estupenda pero en zona de curvas me estorbaba) y la ayuda de algún paciente amigo fuimos con ella a Magny Cours (24H de Bol d’Or) y al GP Francia en Le Mans, aparte de multitud de GPs, conces y rutas por la piel de toro.

Problemas detectados, tres: primero, consumo de aceite inesperado (al menos para mí, ¡pensé que eso solo pasaba antes con las EXUP y FZRs!) y reconocido por Honda (pero se lavaron las manos), segundo, escape de origen pesado, gastón y vago, fue cambiarlo por un Leo VinceGPPro y se evitaron esas tres puñetas, y tercero, muy serio: bomba Nissin mediocre. Por desgracia lo aprendí por las malas, una mano rota me convenció de que no eran pajas mentales, que por mucho que habíamos revisado todo, aquella bomba no iba “fina”…daba igual sangrar continuamente, probar diferentes pastillas, pasos, latiguillos, etc... La mejor inversión es en seguridad y cuando la cambié por una Brembo RCS comencé a poder apurar con tranquilidad, sin que la maneta llegara al puño de gas en quince minutos (y eso que yo voy parao). Como sabréis, las Nissin son famosas en las Gixxers por haber dado ciertos problemas de rendimiento. Luego me informé durante semanas y sí, también pasaba, ocasionalmente, en las Fireblade… Otro problemón, puntual imagino, fue que se me piró el estartor enseguida, ¡qué chasco! Desde entonces, hace cinco años, nada, ninguna pega, solo el mantenimiento lógico y vigilar el nivel de aceite continuamente.

Tema gomas... venia con unos BT015 de Bridgestone que tardaban bastante en calentarse, era habitual algún deslizamiento absurdo en frío, o incluso patinar en linea recta, ¡cambiar por obligación, en mitad de un viaje, a un BT016 no cambió mucho la situación!, encima se los pulia en apenas 7000 y picos kms... en alambres con esos kilómetros quiero decir. Soy de apurar mucho, demasiado, no lo recomiendo, pero llegué al límite de las goma trasera alcanzando esa cifra que os comento... muchos pensareis que no es mal computo pero fue cambiar a Metzeler (Z6, Z8, M3 o M5s) y la cosa cambio a mejor en todos los sentidos, en sensaciones y en durabilidad. En los últimos tiempos probamos también los aclamados ContiAttack y el resultado también fue positivo.


¿Comportamiento en circuito? Obviamente esta moto, como tantas deportivas, tiene más prestaciones de las que los simples mortales sabemos explotar. En el Jarama he entrado a rodar muchas veces y he disfrutado, sin duda, aunque solo la potencia salvaje de su tetracilindrico subiendo alegre la rampa Pegaso (apoyando el peso delante para no terminar en una rueda) me hacia temblar de emoción como un niño con su juguete favorito. Las suspensiones de origen van de fábula en casi cualquier circunstancia, tienen muchas opciones de settings (como tantas, sí) y quizá eso me ha salvado de tener sustos serios en algún rasante o sobre el pésimo asfalto de nuestro querido circuito madrileño más parecido al de una de nuestras comarcales que al de un circuito permanente. Añado que cambié los muelles originales de la horquilla a los 52000 kms, vimos que habían cedido centímetro y medio. Eso sí, cuando rodé en el circuito de Motorland tuve que apretar los dientes aunque piqué tiempos modestos. Después de llegar en marcha a la pista aragonesa, tapar la matrícula, endurecer un punto las supensiones y cambiar las presiones, me di cuenta que no quería caerme a 400 kms de mi casa y sin remolque. Aún así, pude disfrutar de muchas sensaciones, sobre todo en curvas rápidas infinitas, como la de izquierdas después del "sacacorchos" y de la anécdota de ver en el cuadro digital los famosos 299 de velocidad máxima. Fue en la recta de atrás (solo me pasaban alli las "Merkels", es decir, las S1000RRs), madre mia, ¡casi me infarto de placer, qué sensación!..., dar gas en recta no tiene ningún mérito pero hay que reconocer que esas velocidades no se disfrutan a menudo y que, por tanto, fueron momentos especiales.


Epílogo, Junio del 2016...
Si habéis tenido la paciencia y la valentía de leer este post y revisar el otro referenciado que explicaba cómo va la Honda después de esos kilómetros y la “reconstrucción” interna, enfatizar una vez más que desde el cambio de aros la moto no consume aceite, solo el mínimo recomendable en cualquier motor, un poquito, no las barbaridades de antaño. Fue una de las novedades de la Fireblade 2010, como esta es anterior, pagamos la novatada (de haberlo sabido, quién sabe...). Sobre las gomas, ultimamente ruedo con los Dunlop RoadsmartII y ha sido una decisión muy acertada. No solo duran tanto como las anteriores gomas germanas sino que agarran un poco más. ¿Qué más puedo añadir? ¿Que su chasis sigue maravillándome, que sus frenos sigue funcionando correctamente y que su escape, sin dbkiller, aparte de una sanción que no pude recurrir, es tan salvajamente ronco que los coches, por fortuna, se apartan y, creo yo, permite que el motor respire un poco mejor? Pues eso, que seguimos gozándola. No sé qué nos depara el futuro pero cuando ruedo con mi Infinita por alguno de  nuestros habituales circuitos serranos con aroma al TT (ayer mismo, Robledo-Cebreros) y damos gas como si no hubiera un mañana solo puedo pensar sincero cuan afortunado somos los que tenemos una moto que nos gusta, y los que podemos mantenerlas… Salud y gasolina para todos.

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...