Escapada express... Rioja y Navarra (parte 1)


Creo que todos preferimos rodar en moto que verlas rodar... pero a nadie le amarga un dulce si se tercia. Y si en el mismo espacio de tiempo hacemos las dos cosas, fantástico. En las contadas ocasiones que he podido visitar Navarra, a lo largo de los años, me ha encantado su geografía y, sin exagerar, es uno de mis lugares favoritos, no me importaria vivir allí de hecho. Tendría a mano Pirineos, el mar, Euskadi y Francia, todo a tiro de piedra, entre otras ventajas, como los paisajes, su cultura e historia. Otra deuda pendiente, hace años, era conocer su circuito de Los Arcos. Dos años queriendo visitarlo con motivo de las carreras norteñas de clásicas y dos años que, al final, no pudo ser. En el 2018 volvió a plantearse la idea. Había ganas y era una "excusa" perfecta para rutear todo un fin de semana. Cuando llegó la primavera, la fecha ya llevaba semanas rotulada con un circulo en el calendario de la cocina, el grandote de la UECA que me regala cada año mi padre. Esa fecha eran los dias 19 y 20 de mayo.

Tan "original" como siempre, semanas antes, comencé a ver posibles rutas y tramos para llegar hasta allí. Quería pasar por demasiados sitios guapos, conocidos o no, como la sierra de Cebollera, al norte de Soria, por ejemplo, etc. Y después de la rodada del FK1 que os comenté hace unos días, también surgió la genial idea de poder conseguir alguna japo y participar en alguna de las carreras programadas en Los Arcos, ¡total!, ¡poco tenía que perder salvo el dinero de la inscripción, el seguro y el hipotetico alquiler de la moto de turno!, casi "nada"... estas palpitaciones no suelen ser muy racionales pero tampoco son peligrosas, son ideas románticas que surgen de vez en cuando con cariño... Los astros no se alinearon al final aunque casi se materializa la opción de conseguir una GS1000 antigua para salir en la categoria de F1.. ¡imaginad!, al estilo Wes Cooley, ¡pedazo hierraco!, la verdad que la idea me ponía Pinocho, sentía una curiosidad tremenda por conocer las posibles sensaciones a bordo de semejante dinosaurio. (Soñar con una Katana seguia siendo eso, un sueño). Aqui una foto (desenfocada) pero llena de años con una réplica de la Suzuki de Wes, en la feria de Moto Madrid, edición 2017:


La moto en venta (a un precio muy interesante) ya estaba modificada para las carreras, incluyendo cambios de altura, etc, no solo con cambios en su carrocería. De haberlo consumado, obviamente era el cambio de categoría que llevo meses anidando por dentro, no solo sería la moto para participar en la carrera de Los Arcos. Varios términos desfilaban rápido por mi cabeza: motoraco grande de cinco marchas y ocho válvulas, moto ancha, pesada (en seco, por lo visto, unos 238 Kilos) y larga. Si habitualmente encima de la Ossa solo se ve a un aberroncho, intuia que con la Suzzi la cosa cambiaria bastante. La combinación de esos motores de aire legendarios y los clásicos chasis doble cuna de acero me llamaba poderosamente la atención. Las palpitaciones duraron pocos días porque, al final, mientras buscaba "patrocinador" para comprarla, un buen amigo de las clásicas me dijo que ya no estaba en venta, que ya había volado... puff...

Pero no lloremos mucho porque, en paralelo a esas sensaciones mentales y cardiacas, iba surgiendo nuevas posibilidades para ese finde marcado en el calendario. Resulta que nuestros amigos del MC El Foro (Rosi y Luis), junto a otros amigos, iban a pasar un finde turístico por La Rioja (incluyendo una "ruta del vino") descansando en una preciosa casa rural cerca de Enciso. Como nos invitaron a pasar por alli, tomamos la palabra y anulé la reserva que tenía en otro sitio para dormir. El finde se antojaba más sabroso por momentos.

Ese viernes 18 salí de la oficina motorizado en busca de mi padre, que aguardaba en la Galp cercana al Jarama, donde me vestí de romano de cintura para abajo y emprendimos ruta bajo un sol de justicia que nadie esperaba. Al llegar a Somosierra comenzaron a caer cuatro gotas y, sorprendentemente, ¡un poco de granizo! Como era tarde y las tripas rugian paramos en un restaurante cerca del puerto. Cuando salimos decidimos no ponernos los monos de agua, ¡total!, las cuatro gotas y el pequeño granizo inesperado ya habian pasado...

La ruta por la N-110 fue tranquila y casi solitaria, pero en el horizonte enseguida vi unas masas negras de nubes que, imaginé, escoltaban justamente el trazado de la carretera. Asi fue. Desde Ayllón comenzó a llover, primero moderadamente (bah, para que te vas a poner el mono de agua pa cuatro gotas, ya sabéis, ese tópico habitual), luego un poco más fuerte y minutos después a cubos. Justo en esas condiciones me pasó mi padre por la izquierda a una velocidad considerable, adelantando también a un camión que circulaba por allí, alejándose unos cientos de metros de mi vista. Por fin pude alcanzarle llegando a San Esteban de Gormaz, mientras buscada un techo dónde parar. Saliendo vi una gasolinera y nos metimos. Bajé de la moto empapado hasta los calzoncillos pero enseguida nos vestimos para la ocasión, mientras pasaban docenas de motoristas en BMW (había un rally famoso que pasaba por alli) perfectamente equipados con monos caros, baúles, GPSs, las pegatinas correspondientes y demás accesorios de "aventurero". Por supuesto, ninguno nos saludó (ja,ja). Repostamos y arrancamos las motos. Salimos de la gasolinera y... dejo de llover en menos de un minuto.


Saliendo de Soria, más allá de Garray, nos esperaba una grata sorpresa: un tramo sinuoso que no conocía en persona, ¡el puerto de Oncala!, ¡pasote total!... y ni un coche. Enormes prados y cumbres solitarias, solo algunas vacas a distancia, muchos kilómetros a la redonda de paz y serenidad... ganas me dieron de parar a hacer alguna foto pero me lo estaba pasando tan  bien... La humedad del asfalto parecía elevarse facilmente a nuestro paso enfriando el ambiente y mezclándose con los rayos de sol de la tarde... No me detuve hasta que vimos las obras del pantano, cerca de Yanguas (bonito pueblo). Un rato más tarde ya estabamos en Enciso, esperando al personal, sentados en la pequeña terraza de un bar tranquilo y apacible. El viajecito había sido corto pero intenso.

No tardamos en escuchar algunos motores que venian desde otra dirección, era una bonita Tracer roja y otras dos Yamahas, parte de la tropa prevista: Miguelón, Mayka, Antonio y Puli. Noche entretenida en una casa rural alucinantemente bonita y acojedora, llena de gente estupenda con la que nos dieron las tantas después de cenar entre risas y anecdotas para todos los gustos. Rosi y Luis llegaron muy de noche y bajo un tormentón considerable, mientras nuestras monturas pastaban y dormian plácidamente en un pequeño prado bajo árboles y junto a la casa escondida... Por varios motivos, finalmente seria el sábado, y no el domingo, cuando volveriamos a Madrid pero, para ello, todavía faltaban muchas horas...




A veces toca sufrir...

  

Llegó nuestro mes favorito, mayo, y se acercaba la rodada en el FK1 organizada por los amigos de motoclassicracing. Ganas teniamos, ¡por fin ibamos a arrancar nuestra Ossita! Una vez puesta la cúpula, como os conté hace un par de post, nos la prometiamos muy felices pero justo tres días antes de "embarcar" hacia el circuito castellano, en el garaje, cambiando los cables del gas y del freno delantero, se rompió una pieza del plato izquierdo del tambor, ¡shock!, justo la rosca del tensor del cable. Se cayó al suelo sola, quiza debilitada por los años. Su caída al suelo nos alarmó. No parecía facil soldarla, más que nada por el material, calamina o algo muy parecido. Consultamos a los que saben y no lo vieron claro. ¿Qué podía hacer?, ¿anular la rodada y el transporte? La rabia (por no decir otra expresión) me dijo que no, que aunque no pudieramos tensar el freno delantero deberiamos intentarlo, por lo menos hacer que girase el motor y las ruedas, era demasiado tiempo parada, desde Lordelo el verano anterior. Asi que decidimos no anular nada, el domingo hariamos lo que pudieramos.

 
Mi padre pensó una posible solución de emergencia: hacer un taladrito en el tambor para meter un alambre (ese viejo amigo) y abrazar el cable de freno y el tensor, más que nada para no llevarlo suelto en marcha y, a lo mejor, hasta poder frenar un poco (¡aunque sea algo propio de cobardes!). Ese sábado yo tenía una Comunión ineludible y aunque me lo pasé bien, vigilando no comer ni beber lo habitual en estos eventos, mi cabeza tenia un porcentaje de preocupación, pensando qué pasaría al día siguiente.

Madrugamos el domingo y llegamos a la pista del FK1 bien pronto (solo había estado una vez de espectador, viendo a Superpablo). Tan pronto que nos tuvó que abrir la puerta el organizador de la rodada, Pako. Tuvieron una noche "dura", sin duda, pero la mayoría volvería a rodar ese domingo. Enseguida nos instalamos en el primer box libre, el más cecano al bar (casualidades mal pensados). Sacamos la moto mientras saludábamos a los primeros conocidos. Pusimos la rueda delantera sobre las borriquetas que por fin había conseguido semanas antes y desmontamos la rueda y el tambor. Enchufamos la máquina de taladrar y, ante la mirada de algún sorprendido vecino de box, se realizó la ñapa prevista. No hacía mucho calor pero el tiempo, los minutos, volaban. Fui al brifing y poco después colocamos la rueda en su lugar. Enseguida probamos a arrancar la moto. No le costó mucho bramar de nuevo, ¡después de tantos meses!, una vez más no me soprendió pero valoré el mérito que tenia. No sonaba mal, nada mal. Enseguida llegaron más amigos, principalmente la tropa asturiana que sabía iban a rodar ese domingo: el amigo Dani y su escuderia, incluyendo a Alfredo "El Carni", toda una alegría, encima nos pidieron compartir "box" a lo que logicamente accedimos encantados. Traian su GS500 del 89 para hacerla debutar en pista. Con ella correran la carrera de Resistencia que se celebrará a mediados de julio en Kotarr.


¿Como fue la jornada para mi? pues algo frustrante, la verdad. La moto no andaba mal aunque no acertamos del todo con la carburación, iba un pelín grasa, pero no insistí en ello. Como era predecible, no pudimos tensar el freno y la maneta practicamente se convirtió en un objeto decorativo, asi que tuve que "reconfigurarme" mientras me aprendia la pista, intentando no estorbar mucho. Por lo demás, disfruté lo que pude, aprovechando su ligereza, reencontrandome con su sonido y su agilidad pasmosa... sin olvidarme de la cúpula, mi nueva compañera de marcha. A final de recta, no eché de menos tanto frenar a saco, quitaba dos marchas y me ayudaba con el de atrás, suficiente para entrar en la curva de izquierda, pero en algún otro ángulo se echo de menos clavar o rozar la leva delantera. Mi amigo Marco, días después, tan irónico como otras veces, me dijo que así mejoraría... 'mi paso por curva!, ja,ja ,y razón no le faltaba. El caso que me senti algo incómodo durante las primeras dos tandas. Creo que el mono me está un poco más pequeño (¡típico!) aunque yo me encontraba "ágil" y "en forma". Una alegría fue comprobar que el depósito ya no pierde por ningún sitio, ¡¡buen arreglo hizo Carlos66 el verano pasado!!, siempre le estaremos agradecido. Echamos de menos en esta rodada a Carlos, a Edu y a Champi, entre otros, pero es dificil cuadrar siempre. Fue un gustazo ver tan de primera mano cómo ruedan esas Japoclassic que tantas veces vimos en fotos y crónicas, las GPZs y las GS, principalmente... sin olvidar la preciosa Guzzi de nuestro amigo veterano Cuco. Me quiso dar rueda pero no estaba yo en condiciones ese domingo de seguirla...


Más caras conocidas, Conchi y Celes, imposible que se perdieran esta cita. Otra alegría fue contar con la visita de Joselito que venía directo de su casa, y no del pueblo, para vernos, ¡vaya tela!


Tuvimos tiempo para ver las evoluciones de Dani con la Suzuki (una gozada verle en las curvas) y a otros norteños, en especial a uno, con su CBR del 91 derrapando practicamente en cada curva de cada vuelta, ¡im-presionante! La jornada terminó con una pachanguita guapa, una carrera para todos. Obviamente, por motivos de seguridad, no sali en ella, ¡solo faltaba terminar el dia estorbando o haciendo algún strike! Asi que, apoyado en el muro del pit lane, mientras se configuraba la parrilla estilo Le Mans para la carrera, vi cómo nuestro viejo amiguete asturiano Roy (que había llevado para la ocasión su bonita Ossa y su nueva montura, una GPZ roja) me hacía señas desde su posición de salida para que fuera a ¿ayudarle? Efectivamente, no tenia quién le sujetara la Kawa. Allí me quedé, todavía con mi mono puesto, echando una mano, y nunca mejor dicho, pues ya habiamos metido primera y el embrague tenia que trincarlo con delicadeza para que cuando saltara sobre la moto el piloto su mano izquierda tuviera sitio donde agarrar la maneta. Con miedo a quemarlo (el embrague) por fin se dió la salida y los pilotones salieron corriendo hacia sus bellas monturas. Roy saltó ágil sobre su bicilindrica roja y salió como una exhalación. Alli habia de todo, incluyendo RDs 350, alguna Bandit, las 2T nacionales mezcladas con las Japos... una pasada para cualquier amante de las oldies. Felicitar a este grupo de auténticos clásicos que consiguen reunir a un buen puñado de veteranos de todas las edades, ¡que dure!

Y asi acabó aquel domingo agridulce. Esperemos que para la fiesta de Zamora no tengamos ninguna sorpresa y podamos rodar más alegres... Sí, podéis decirlo, con estas motos uno nunca se aburre...




GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...