Y llegó una señorita acicalada...


Erase una vez una idea que se repetía de vez en cuando, poco original pero con buena dosis de pasión y nostalgia, sí, la idea de conseguir antes o después una moto de nuestros añorados años 80 o 90, en buen estado o casi... para pasear o lo que fuera menester (ya lo hemos hablado alguna vez, en otros posts). Después de agotar "el tiempo" con nuestra querida Ossa, viendo que que para hacerla competitiva deberíamos invertir mucha pasta, cada año más, todo indicaba que se cerraba un capítulo y se abría otro nuevo. ¿Qué sentido tiene guardar una moto que no usas ya casi nunca y que no vas a potenciar ni usar en el futuro inmediato? Siendo realista, poco sentido. Asi que la pusimos en venta, ¡qué remedio!

Además, había ganas de probar otros platos, de aquellos manjares que nos enamoraron de jóvenes, platos a los que no alcanzaba nuestro bolsillo. Algún amigo del siglo pasado tuvo algún pepino en aquellos días pero nosotros nunca. Ahora la cosa estaba más fácil. Había varias candidatas, siempre clasificadas por las categorías de clásicas que tanto nos gustan. Por un lado, como hablamos aquí el año pasado, teníamos las "vaca burras" de F1, como la GS 1000 que comentamos hace tiempo, las carísimas Katanas u otras por el estilo (no hay mucha variedad realmente, contaríamos también con las emblemáticas CB 900). Luego en F2, tenemos la vieja idea de capturar y cautivar una preciosa XJ 600, sí, y ya puestos, participar en alguna prueba de esa categoría. Y luego estaba la "tercera" categoría, las Supersport de los maravillosos años 90. Por mirar... por mirar, llevábamos meses y meses mirando. Una de las candidatas era una vieja "novia" que nunca pudimos tener pero sí "tocar" en su día, la brillante FZR 600 de la hornada del 94/95. En Asturias vendían barata una unidad preciosa con los colores Gauloises. Durante algunas semanas estuvimos hablando y casi organizando la manera de ir a por ella, hasta fue a verla un amigo norteño para darme su opinión. Pero... he aqui que el Destino quiso que un buen amigo, Edu, experto en clásicas, me hablara de otra localizada por su zona. Parecía bastante entera y el precio era casi de risa (tres digitos). Después de evaluar el asunto nos tiramos a la piscina. Ya la había probado dos veces para mi y hasta me había enviado algún vídeo. Sonaba bien y parecía bastante entera salvo por el embrague, gomas y tornilleria. Y nos decidimos. ¡¡Y volvimos a nuestro querido Cintruénigo...!!, pero esta vez sin la Ossa, con un furgón, a por la nueva niña, la FZR. Gracias por tantos paseos, Edu, ¡y sin comisión! Allá que fuimos tres madrileños, Chema, mi padre y yo. Comida simpática y regreso con moto nueva. ¡Cómo para quejarme!


¿Y qué pretendiamos con ella? Pues la máxima era... ponerla a punto y, con el tiempo, quizá participar en alguna carrerita, en tandas clásicas o en alguna exhibición. Pero, claro, para todo ello volveríamos a tener el mismo problema que vivimos durante los últimos años con la HermOssa: un sitio para trastear, para guardarla y luego la logística suficiente para transportarla a los circuitos. Todo muy complicado en nuestras actuales circunstancias. De momento, tendriamos que conocernos, casi en el sentido bíblico y ponernos a punto, ese era el primer objetivo. Sin prisas pero sin pausas... Con amor y buena letra, con matrícula y luces, "operativa" para usarse, no para posar.

Por otra parte, en paralelo, como si se repitiera la historia, nos habíamos inscritos, meses atrás, para el Racer Explosion del Jarama... y, claro, lo lógico era rodar con ella. Pero apenas teniamos unas semanas para prepararla. El año pasado teniamos la misma prisa para apañar la más antigua FZR (del 90) de Iñigo, ¡vaya casualidad! Asi que hicimos lo que pudimos... con ayuda de los amigos de EMS se realizó un check básico pero necesario. Aparte de cambiar todos los líquidos, los discos del embrague, un semi manillar que estaba a punto de romperse y repasar cables y carburación tuvimos la desagradable sorpresa de descubrir que los discos de freno delanteros no estaban en perfecto estado precisamente, uno de ellos de hecho estaba fino filipino... y como es un elemento de seguridad tuvimos que jodernos y buscar dos en un desguace. Así llegamos a Junio y una mañana dimos el primer pirulo. Fue hasta El Tiemblo y me acompaño mi padre en su Fazer. ¡Dos 600 de los diapasones, y las dos con carburadores!, motores parientes, claro.


¿Qué notaba en aquellos primeros kilómetros? Pues por supuesto que era una moto más cómoda que mi querida Infinita y que era ¡tremedamente ágil! Era "enorme", nada que ver con una 600 actual, obviamente. El motor tenia todavía por recorrer mucho camino porque aunque era veloz no aceleraba demasiado. Comodidad, sí. Por una parte, gracias a los semi manillares. Estaban un poco elevados para mi gusto pero por ello ofrecian un buen control y una posición lógicamente menos forzada que en deportivas modernas. A ello se le unía el mullido sillín y la altura de la moto más la posición de las estriberas. Todo hacia que fueras cómodo y bien protegido por su cúpula (¡pulida para poder pasar la ITV, no solo para que quedara guapa!). La caja de cambios me soprendió por su precisión y suavidad. Con los discos del embrague ya cambiados, en ese aspecto, iba muy confiado. De frenos ibamos bien, incluyendo sus latiguillos metálicos. Tacto correcto aunque potencia mejorable. Cambiamos muchos tornillos de la moto que estaban oxidados o forzados, sobre todo por las estriberas. También desmontamos el portaequipajes, algo muy útil pero que "rompia" un pelín la bella estampa de la moto. Además entrar al Jarama, días después, con el puesto no tenía mucho sentido...


Debo insistir que lo que más me soprendió de esta moto fue su tremenda agilidad. Sin duda, ese mítico chasis Deltabox "algo" tenía que ver. También que acabara de montarle dos gomas nuevas, dos Dunlop "de los mios" ayudaba mucho. Simplemente una insinuación y la moto cambiaba de trazada, una auténtica maravilla. Luego, a lo largo de los siguientes meses la cosa cambiaría un poco, al ir cuadrándose los neumáticos después de dos viajecitos con mucha autovía... sniff, sniff.


Y llegó el dia del Racer Explosión. Un día muy agridulce, por diversos motivos. Hizo buena temperatura, menos calor que un año antes, eso era un punto positivo para empezar. Yo andaba algo emocionado de poder estar con mi bella moto nueva, ¡qué preciosidad!, a pesar del tapizado cutre del asiento delantero (¡duraría poco, claro!). Lo mejor es que nos reunimos un buen puñado de amigos en el box. Julito, mi padre, ¡Santi!, Rosi y Luis, Iñigo otra vez (que llevo su FZR) y su chica, Andrea, Pedrito, Juan Vegas, Joselito, Mudo, etc, etc, toda una fiesta de gente maja. En negativo... me levanté regular aquella mañana. Realmente llevaba unos días algo bajo de "punch".


Dentro de la pista, rodeado de clásicas y no tan clásicas (demasiadas motos modernas en la opinión de muchos participantes), comprobé un poco más lo ágil, relativamente estable (a pesar del amortiguador trasero algo follao) y veloz que iba la moto. En contra, la aceleración era paupérrima. En mi mente tenia la comparación con las prestaciones de la Fazer, en teoría muy similares. Pero estábamos lejos, muy lejos en aceleración y recuperación. Hasta alguna naked de 500 salia de los ángulos mucho más rápido que nuestra protagonista. Sé que le hacia falta un reglaje de válvulas, aquello no era normal, ni por asomo. ¡Cómo para participar así en alguna carrera!... Cada semana me asaltaba más la idea de dejarla con matrícula y luces permanentemente...


En todo caso, como siempre, intentamos disfrutar de lo que teniamos. Yo también tenia que pasar "por el taller" pronto, volver a perder peso, revisar las tiróides y mejorar mi salud, estaba tocando fondo desde la primavera.

Por desgracia, aquella jornada en nuestro querido circuito termino de la peor manera. Un gran motorista cántabro, Nichi, con el que habia coincidido varias veces en diversas tandas y eventos de los amigos de ClassisRacing, perdia la vida pocos días después. La razón fue un terrible accidente que se produce casi a la hora de comer en plena recta de meta. Yo llegué escasos segundos después, no lo vi en directo por poco. Lo que contemplé me heló la sangre. El asunto era grave. Alguien se había golpeado brutalmente contra el inicio del murete del pit lane. Todas las ruedas que suele haber alli estaban desperdigadas, un cuerpo tendido inmóvil en la pista, una moto destrozada no muy lejos... y una ambulancia viniendo en dirección contraria por la recta, a toda velocidad. Yo había decidido que era mi última tanda, al final lo fue para todos. DEP Nichi #30. ¡Qué injusta es la vida muchas veces!


Y no fue culpa suya. Una moto algo más moderna, por lo que contaron diversas fuentes, se cruzó en el último momento con la intención de entrar a boxes. Pero en su camino estaba el piloto de la Honda número 30. Una insesatez que fuimos incapaces de entender durante muchos minutos. Luego nos volvimos a quejar de tanta moto moderna (se suponía que solo aceptaban hasta del año 2000 o 2001). Era un poco absurdo aquel panorama mecánico y comprendo que tendrian que amortizar la pista pero meternos entre una ¡¡Desmosedici!! y una jauría de Yamahas nakeds de última hornada, alguna Z 900, etc, etc, lo veíamos un tanto peligroso. No por las motos, claro, sino por lo que arrastra aquello (frenan mas tarde, aceleraban mucho más, claro) y por la edad de algunos participantes subidos a ellas, como los que tenia yo en el box de al lado. Todo aquel "puré" no era precisamente ideal para rodar en la categoria de los "sports". Pero, claro, diran que hablar a toro pasado es fácil. Lo es, pero también lo pensábamos a media mañana.

Casi terminaba Junio y nos aguardaba otra cita. No daria tiempo a pasar por el taller para el reglaje de válvulas y el posible (ya veriamos) esmerilado de válvulas, teniamos a la vista una cita que yo mismo habia convocado en el grupo de "Grillaos del TT". Y sería en Cullera, ese pueblo y esa zona con tanta tradición motociclista. Hariamos otro gran encuentro con gente de todas partes, y en un local emblemático, el Moto-Tapas, dónde se exhiben cascos, monos de carreras y motos de competición, ¡un paraiso que encima está en plena playa! El invitado estrella seria el amigo Victor Ortega que, en breve, iba a participar en el Manx TT en la isla de Man con una preciosa Kawa 600, ¡casi nada!

Lo malo es que vendría una ola de calor terrible... pero todo esto os lo contaré en el próximo post. Me despido con una foto de las máquinas de los "clásicos" de mi pueblo, Pedrito y el moi. Su preciosa y rabiosa Aprilia 125 y mi bella abuelita marchosa. "Siempre" a la moda, ja,ja... Old school en vena!

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusta mucho luigi

Luigi (LF) dijo...

Muchas gracias, amigo. ¿Nos conocemos?


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...