"Al sur, al sur"



Así lo cantaba mi admirado Miguel Ríos hace un porrón de años (aunque, por una vez, no se refería a su querida Andalucía). Pero fue casi nuestro lema durante el mes de mayo. Es raro que nos de por viajar hacia el sur de la península pero esta vez teniamos un gran "excusa". Habiamos prometido muchas veces a los amigos de aquellas latitudes volver por sus tierras y se presentó una ocasión propicia: se celebraba, una edición más, la "Batalla de las Clásicas", en el circuito de Guadix (Granada). Creo recordar que desde nuestra visita express al circuito de Jerez en junio del 2015, con motivo del evento de Legends (dónde vimos por última vez a nuestro admirado Garriga), nuestras motos no habían apuntado hacia aquella dirección.

Esta vez no contaba yo con la mejor de las versiones de mi querida Fireblade. Desde el último día del Gredos Trophy la moto no iba del todo redonda y le costaba arrancar. Miedo me daba pensar que fuera algo grave pero estaba seguro que era la inyección. Entretenido con otras historias moteras y personales, no me dio tiempo para llevarla al taller antes de la siguiente salida, la que relato en este post, hacia el sur. Estaba seguro que tendríamos este verano el mismo problema de siempre si no hacíamos algo. Es decir, con calor y atascos, se para en marcha, como sucedió otra vez el verano pasado. Estábamos a las puertas de la cita y me di cuenta que la carrera se celebraba un sábado. En principio me pareció ideal para asi tener el domingo libre, con la familia. Pero, claro, si el sábado era la carrera teniamos que salir el viernes por la tarde y un viernes por la tarde la carretera de Andalucía se pondria "guapa" de tráfico.


Y así fue. Serian las cinco y media cuando arrancamos. Un caos total de coches y camiones a la vista. Enseguida decidimo dar un pequeño rodeo para salir casi por Aranjuez y Ocaña pero... pero no sé qué pasaba que a los pocos kilómetros nos encontramos con nuevos aluviones de atascos, brutal, de esos que parecen que circulan con soltura aunque sea solo a 90 o 100. El calor era moderado pero yo no podía evitar pensar en el motor de mi Honda, o en sus inyectores concretamente, o en su electrónica... si volviamos a encontrar un atasco cruzaría los dedos... Al final ibamos los cuatro mosqueteros de tantas veces: mi padre (como siempre, con más ganas que cualquiera), Julito, Antonio que se apuntó en el último momento (con su preciosa Kawa H2) y el que esto escribe. Llegando a Valdepeñas, como doce kms antes otro mega atasco... esta vez bajamos a 30 o 40 por hora, al final por el arcén a ese ritmo... no se veía el final del atasco... yo iba acojonado, la temperatura de la Infinita empezaba a pasar de 104 grados en el marcador... cruzaba los dedos mentalmente. En un momento determinado, salimo de la autovía para subir por una salida con puente y bajar en la siguiente incorporación, así nos ahorrariamos casi un km de atasco. Subi el último de los cuatro y al cortar un poco el gas justo en el medio del puente, tumbando un poco, la moto titubeó y se paró. Me quedé solo en el puente, viendo el atasco desde arriba y a los tres jinetes alejarse poco a poco, por la incorporación a la autovía, aunque Julito luego me contaría que me vió parado por su retrovisor, algo preocupado. Dejé enfriarla un minuto, di al botón y la Fire arrancó sin problema pero "tosiendo", ¡como otras veces cuando se para en un atasco! No lo dudé, meti primera y aceleré a saco hasta tercera para que le entrara un poco de airecito al radiador con la esperanza de bajar la temperatura. Lo conseguí a medias, con la suerte que enseguida vimos el final del atasco. Un accidente multiple y mis "amigos" de verde gestionando el marrón. Paramos y enseguida nos dejaron seguir, ya con la carretera bastante más despejada. Subimos de velocidad  y bajó la temperatura. Entramos además en unos minutos a repostar y dejarnos enfriar.

Ya no hubo más contratiempos mecánicos y, pasado Despeñaperros, después del desvio hacia Granada, disfrutamos de aquellos curvones tan bonitos que nos acercarian hasta el desvío a Guadix, meta del día. Solo había pasado una vez por aquel tramo, en coche, y esta vez lo disfruté de verdad. Como ya casi era de noche la temperatura dejó de preocuparme. Luego paramos, repostamos y enseguida estábamos cenando en un pueblecito lindando casi con Guadix donde una salerosa y simpática camarera nos hizo aquel rato muy agradable. Buenas fotos nos hicimos con ella, y ella con nosotros y las monturas. ¡Así da gusto parar a cenar!


Hotelazo inesperado por cuatro duros (lo había pillado de oferta) al borde de la carretera, a dormir en habitación cuadrúpe al final (a 20 euros cada uno) con risas y cachondeos incluídos, y como siempre pintando bastos en nuestras excursiones, ja,ja... y llegó la mañana del sábado. Increíblemente no hacia mucho calor, ni siquiera un poco, quizá estuvimos ese día como mucho a 20 grados, inesperada pero muy agradable sorpresa. Además había una ligera brisa que no cesaba, perfecto. Después de un power-desayuno nos fuimos a las motos... y la mía no arrancaba. Empezamos a empujar y nada. Está claro que tiene que pasar por el taller. Me juego un dedo que los inyetores están sucios o peor... De todas formas, advertí un detalle. Al aparcarla por la noche, en el parking de superficie del hotel, apreté el corta-corriente de la piña derecha. Por la mañana me acordaba y lo desconecté antes de intentar arrancarla, pero no lo lograba.... Igualito que en Javalambre... ¿Seria que hace mal contacto? Eso estábamos hablando, pulsando Antonio varias veces seguidas el botón rojo, cuando por fin arrancó al siguiente empujón. Me recordó el uso de los productos para limpiar contactos. Tomé nota para la revisión a la vista.

Llegamos al circuito, que no conociamos, enseguida y comenzó lo bueno, la fiesta, mucho más animada de lo que en un principio imaginaba. ¡Larga era la deuda pendiente por visitar a  esta panda de amigos y "delincuentes" simpáticos! A la mitad no los habiamos visto tete a tete. Por fin iba a conocer en persona  al gran Pepe Andujar, ¡¡tio grande, grande!!, a los hermano Cano (Fran y Mario) que corrian con su preciosa GPX, al simpático Willy y seguramente a alguno más, como el amigo Tomás de Almería, al que volviamos a ver. ¡Buena banda! Solo faltaba Iván pero, por lo visto, no podía acudir este año a la fiesta de las clásicas. Tambien estaban Alberto y una amiga, Karol, una chica encantadora, con un curriculum motero, que meses después, al conocerlo, me dejó con la boca abierta, ¡olé!

Buenas monturas por los boxes, no en cantidad pero sí en calidad, incluyendo una preciosa YZF 750, varias CBRs 600 como la del amigo Mamel, y varias japos más de buen ver. Cuando llegó Pepe, después de tantos meses de hablarlo por teléfono, nos emocionamos un poco, ¡ya era hora! Venia muy dopado, en coche con Willy, porque llevaba un gripazo a cuestas que ni una vieja 2T sin aceite... Disfrutamos como locos riéndonos de mil cosas y comentando otras mil. Me hizo mucha ilusión el regalo que nos tenía preparado Pepe para mi padre y para mi, ¡impresionante!, otro día os cuento qué fue. Corazón grande y generoso el de este gran motorista y aventurero. Aparte de eso, también traian una nevera portátil y un buen lote de alimentos ricos, ricos, vaya tela...
También acudió el amigo Jose Carlos, al que no veíamos desde Motorland y hasta el amigo Aurelio (nos habíamos visto una vez, hace dos veranos, en Lisboa, ¡de casualidad!). Aqui una de las primeras fotos divertidas del día...


Las cervezas empezaron a circular con alegría por todo el box, salvo entre los pilotos de la Kawa, que demasiado tenian con soportar los caprichos de la horquilla y el reenvío del cambio de su GPX, una moto pintada y decorada con los míticos colores, y el dorsal, de la JJ Cobas de Aspar, como podéis ver aquí...


La carrera nos pareció muy interesante, aunque no había excesiva inscripción pero sí buenas monturas, montañas de ilusión y un circuito estupendo que nos sorprendió gratamente. De buena gana nos habríamos dado unas cuantas vueltas, sin dudarlo. Además, de manera increíble, hacia una temperatura ideal, de primavera, ¡menudo regalo!


Las horas pasaron rápidas y divertidas, entre risas, motos, grasa y mucha bebida. Pero casi a las dos tuvimos que empezar a despedirnos de tan fabuloso grupo humano. Tomás se hizo una foto encima de La Infinita, a petición propia, ¡le quedaba bien! Mi moto arrancó bien pero no la sentía redonda. Salimos con la idea de volver algún año, ¡mínimo como espectadores!...  La vuelta fue sin incidentes dignos de mención, con menos tráfico y sustos mecánicos. Me iba acordando del espectacular grupo de gente que habíamos descubiertos durante aquellas horas del sábado. En serio, qué panda más cojonuda. Los hermanos Cano, además, tuvieron el detallazo de regalarme una de sus camisetas del equipo que vestí orgulloso durante el camino de vuelta, ¡gracias chicos! Lo mismo somos parientes lejanos, por apellido y ubicación, ja,ja, ¡no lo descarto en absoluto!


Estas carreras y el esfuerzo que hacen los equipos demuestra hasta donde llega la pasión de muchos corredores y motociclistas por rodar  y disfrutar de los circuitos. ¡Qué dure muchos años! Ellos son la esencia y la base de esta bendita enfermedad que tantas alegrías, y algunas tristezas, nos ofrece a lo largo de las décadas. ¡Qué dure y que nos veamos en muchas más! Salud y gasolina.


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GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...