Bautizo serrano para Pablete...


Todo o casi todo llega en esta vida. Cuando es algo agradable se disfruta mucho, claro. Si seguís este blog habréis leído en ocasiones algo sobre Pablo, el hijo de mi amigo David Motos. Pablete comenzó a correr en moto muy pronto, poco después de caminar. Se le daba bien. Con las mini motos se hizo un figura y llegó a ser campeón de la Comunidad de Madrid. Salió en algunas revistas, en algunos reportajes, y con la ayuda de amigos la familia fue avanzando lo que podía. Una familia muy unida y unos auténticos apasionados de la gasolina y de las carreras. Pero el motociclismo no es barato, ni siquiera en la base. Eso ya lo sabíamos...

Hace años conté en este blog aquel finde mágico cuando fuimos a Motorland varios amigos para rodar juntos en el karting de aquel magnífico lugar. Unos con su Vespa de carreras, yo con mi Ossa y la familia Motos con la "Moto4" que llevaba Pablete (una IMR MiniGP tuneada). Yo pude llevar mi Ossa gracias a nuestra querida Rosa que una vez mas se apunto a la aventurilla y puso a nuestra disposición su furgoneta. En aquella divertida pista lo pasamos en grande aunque yo tuve una caida definitiva en las ultimas vueltas de la segunda tanda. La panza de mi tubarro rozó el asfalto en una curva a derechas e hice "el trípode" al quedar una rueda en el aire. Bandera roja y mi depósito destrozado. Pero hasta entonces las tres motos y sus correspondientes jinetes dábamos vueltas contentos al trazado, casi solos, solo una CBR 600 F circuló más tarde por allí (que no pasaba de segunda marcha). Yo doblaba a la Vespa facilmente y a mi Pablete también me doblaba en pocas vueltas. Vamos, que cada uno llevaba un ritmo distinto. En mi caso, ya no pude volver a salir al romper un tubo del chasis en la caída pero, aunque lo lamenté profundamente, todavía pienso que toda la logística y la escapada mereció la pena. Daba gusto ver rodar a Pablete, sobre todo por sus trayectorias precisas y su bonito estilo tumbando. Apenas era un niño de 9 años entonces (allá en el verano del 2013) pero todos sabíamos qué tenia futuro si pudiera seguir su carrera deportiva. Buenos recuerdos...


Los años pasaron, los triunfos y las penalidades se iban intercalando... Al final, la falta de apoyo económico obligó, muy a pesar de los protagonistas, a dejar las carreras de mini motos. Algo después volvieron al motocross para divertirse, una disciplina algo menos cara cuando solo vas a entrenos y "tandas". Todavía siguen con la arena y el barro con dos Honda que yo veo enormes con las que disfrutan a tope, padre e hijo.

Y, como el tiempo vuela, Pablete llegó a la edad de sacarse su primer carnet y poder salir a rodar por el mundo real. Sí, todo un cambio para los pilotos que nacen entre kartings y pistas de barro. Una cosa es pilotar una moto, otra conducirla en esta jungla de asfalto. Meterte en el tráfico abierto que nos rodea no siempre es fácil. Llegas con vicios, costumbres de pista cerrada y una falta de experiencia (lógica) que puede suponer, en ocasiones, un problema. Pero todo es cuestión de práctica y tiempo...

Por fortuna, Pablo tiene a su padre siempre muy cerca y empezaron a rodar juntos por carretera. Uno con su Fazer 600 y el más joven con su flamante NSR 125.


Hace meses hablamos de salir de ruta juntos fuera de las zonas agrestes más populares y pusimos rumbo a Gredos para hacer "una primera toma de contacto serrana"... No es que no sea popular Gredos pero no íbamos a encontrarnos la misma densidad de motos, coches y gente de verde... Era mediados del mes de junio, hacia calor pero se podía soportar. Avisamos y algunos amigos más se apuntaron a la "excursión"; Kike, Joselito y Mónika con Tyto y sus cuñados, Lorena y Javi. ¡Un buen grupo! Encantado de conocer a Lorena y a Javi, espero que nos volvamos a ver en el futuro.


Juntos llegamos hasta El Barraco y paramos en nuestro bar de siempre, el de los torreznos y las patatas revolconas... todo un clásico. Luego dos motos y las dos parejas tuvieron que volverse a celebrar el cumpleaños, como tenían planificado días atrás, y los Motos, José, Kike y yo seguimos hacia Burgohondo y luego al puerto de Serranillos


Por el camino pudimos apreciar la pericia del joven del grupo. Iba a tope, a todo lo que daba su pequeña moto, claro, y en curvas precisamente no había que esperarle, ja, ja... Como pasa a menudo con los pilotos que empiezan a salir por carretera abierta, algunas curvas las hacia demasiado racing, invadiendo un poco el carril contrario en tumbadas a izquierdas. Por cierto, ibamos subiendo hacia Serranillos observándole cuando noté un quemazón en mi brazo izquierdo. La chupa de verano tenía muchas perforaciones. O me había saltado una china grande u otra cosa... Luego se me pondría como un jamón, en tamaño y muy colorado... y me duraría así casi una semana, curioso. A llegar a la cima comentamos la jugada y lo que habíamos visto. Hicimos alguna foto y decidimos que quizá era momento de bajar a Navaluenga y comer algo. Arrancamos en unos minutos y dejamos a Pablete delante en aquellas bajadas. Increíble cómo tomaba la curvas el chaval. ¡Un disfrute verlo! Me alegré también por Kike que hacía años que no nos veíamos. Ahora va ligero con una custom muy especial, tan ligero que me sorprendió bajando el puerto, apenas se quedaba rezagado. Joselito volvió a disfrutar con nuestras rutas, como siempre, tan feliz como una perdiz...

En Navaluenga ya atizaba más en sol aunque, a lo lejos, se veían unos nubarrones negros. Preguntamos en "La Bellota" y entramos para degustar una paella y unas ensaladas. Buenas risas y buen menú, yo usando los hielos de mis refrescos para enfriar mi brazo izquierdo que ya parecía un pequeño Navidul, ja,ja... Comentamos la jornada y hablamos de bañarnos o no en el río. El césped y las aguas invitaban a ello y, aunque era domingo, no había mucha gente. La mayoría llevábamos el bañador y las toallas. Al final nos tumbamos por allí, a la sombra, empezamos a hablar y al final no nos bañamos. Fueron buenos ratos de calma y buen humor... qué bien se está cuando se está bien.


Arrancamos y vi esas nubes de horas antes un poco más cerca. Salimos con el estómago bien lleno (sobró paella, que conste, ¡y Kike se la llevo en un tuper!) y, llegando a El Tiemblo, cayó la mundial. Tormentón de verano, ya sabéis. A mi me vino bien porque andaba con calores internos y la moto no la llevaba ese día especialmente limpia pero lo sentí por Pablo que iba en vaqueros y con una chupa de cuero que, pensé, lo mismo se le iba a encoger en ese rato... y a unos 110/115 como mucho de punta, por lo que la "navegación" duraba más de lo habitual. Llegó un momento en que caía tan fuerte que se empezaba a ver un poco mal. Pensé en parar bajo un puente o algo así pero, de repente tal como vinieron, las nubes se fueron, nos alejamos, las ganamos y enseguida el sol nos secó a todos. Bonito broche final para un día motero estupendo. Madre mía cuando este chico pueda llevar motos más grandes, se va a cansar de esperarnos en las rutas... En todo caso, ¡bienvenido a las road races, Pablo

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