Estados de alarma... y nuestra desescalada (parte 2)



No llegamos a Asturias en ese viaje de agosto con mi compadre. En plena autovía A6, a unos 160, la Infinita volvió a fallar en marcha, como si se quedara sin gasolina... como pude me acerqué al arcén derecho ya con la moto en silencio. Hace dos veranos que no me pasaba esto. Siempre sucede cuando hace mucho calor en el ambiente y/o rodamos muy despacio. Nadie ha sido capaz de entender la causa. ¿Algún relé peleón que cuando se calienta deja de funcionar, la bomba de gasolina..? ¿algún manguito?, todo ha sido revisado y nada... 

La dejé enfriar y llegamos a León sin más incidentes, había bajado la temperatura. Justo en unas rectas antes de la bella ciudad, ya anocheciendo, un enjambre de mosquitos nos atacó inesperadamente, ¡cómo dejaron las viseras! Pasamos una agradable noche al final, cenando junto a la hermosa catedral y paseando luego por sus calles pero se me quitaron las ganas de seguir de viaje con la Honda en estas condiciones. Así que al día siguiente nos dimos la vuelta y se volvió a parar tres veces por la zona de Valladolid capital (hacia mucho calor a las tres de tarde). El truco consiste en dejarla enfriar unos minutos, cuantos más mejor, y luego arranca y más o menos tira. Salir de las rondas de Valladolid fue una pequeña odisea, la moto iba fatal cuando no se paraba. En una última glorieta, tuve que acelerar y hacer alguna trampilla para encarar la salida dirección Olmedo sin que me se parase en tan inoportuno lugar. Lo ideal es ir en alta, en cuanto bajas el ritmo o te paras en un semáforo se vuelve a parar... Durante una hora tuvimos paz pero llegando al pueblo de Mojados cayó una molesta lluvia y, lo que fue peor, por nuestra derecha avanzaba una cortina enorme de arena en suspensión que nos dejo ciegos durante más de diez segundos, todo un peligro como luego nos contaron en el pueblo donde paramos, Mojados (qué nombre más apropiado). Antes de subir al Alto del León tuve otra parada inesperada pero, por fortuna, pude cruzar el puerto sin más sobresaltos. Habrá que hacer algo...



Pocos días después volvimos a arrancar la FZR. Me encantó la ruta que hice con mi padre por Gredos Ya había pasado por su primera sesión de tratamiento, pero como nos aviso la doctora, durante los primeros días se encontraría fenomenal. Así fue. Hicimos nuestros puertos favoritos de Gredos y comimos en Venta del Obispo. Fue un día muy bonito. Rodábamos solos pero no hacía falta nadie más.


Una semana después dimos otro repaso a Gredos, esta vez fui con Alvarito y un nuevo amigo, Rony, con su bella ZX6R negra. Como Rony no conoce todavía nuestras rutas road races le hicimos un "tour" de fuerza completito. Primero parando en El Barraco para que probara los deliciosos torreznos, luego cruzando los puertos de Gredos más emblemáticos y luego el de Menga con parada para comer en Mengamuñoz. Más tarde, dejamos atrás Avila abordando los puertos de Cruz de Hierro y Lancha


Justo al terminar este recorrido el alternador de la Triumph de Alvarito dijo basta por el calor. Allí, en el pueblo de Navalperal de Pinares, esperamos la grúa, en un bar, saboreando unas frías cervezas que sentaron como gloria bendita... ¡creo que jamás había esperado a una grúa de una manera tan deliciosa!



A finales de mes, otro día para recordar con amigos y motos. Rutilla desde Miraflores de la Sierra rumbo a Canencia, con sus vacas en la carretera incluidas, y pasando por demás pueblos cercanos. Comimos en Lozoya al final y lo pasamos en grande. Aquí la foto de la parrilla de salida, en el mesón del amigo Rony, en Miraflores, dónde el frio reinante ¡me hizo pedirle una camiseta de manga larga! El sol engañaba...


Y para rematar el intenso mes de agosto llegó otro momento "hot" cuando David y Pablete me llevaron de ruta speedica por sus tierras de La Alcarria, rumbo a su pueblo, pasando por Pastrana donde hicimos una breve pausa. Como seguía con la Infinita aparcada en el garaje, con miedo a que se parase otra vez bajo los rigores del calor del verano, volví a salir con mi querida abuela, la FZR. Al final, los chicos en las dos motos y las chicas detrás, a su bola, en el Mini, tan ricamente, haciendo su propia ruta. Fue otro día estupendo y especial. Comimos todos en Illana y disfrutamos del GP que zumbaba en la televisión. La vuelta fue entretenida pero molesta por el sol bajo que me hizo no ver nada en algunas curvas. Un problema que sufro hace tiempo por no tener una gafas de sol graduadas, un asunto que resolví pocas semanas después gracias a una oportuna oferta de mi óptica favorita....


No, no nos podemos quejar. Hay salud en general, no nos ha atacado el maldito "bicho", tenemos trabajo y hemos rodado todo lo posible en cuanto abrieron las fronteras. Sin olvidar ayudar en todo lo posible a los demás, hay que aprovechar la vida cada día porque nadie sabe cuanto tiempo nos queda en este "campeonato" vital. Carpe Diem más que nunca.

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GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...