Dime, si puedes, qué es la vida normal…

"Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?"

Hubo hace siglos, durante mucho tiempo, una serie de personajes, buenos y malvados, iluminados y oscuros, que eran tan inadaptados que no tenían sitio en tierra y embarcaron en barcos de madera con velas blancas y negras. Algunos “simplemente” lo hicieron para descubrir nuevas tierras, vivir nuevas aventuras o comenzar una nueva vida, buscando la felicidad a cualquier precio. Otros no deseaban descubrir mundos nuevos, simplemente vivir al día, gozar de los placeres de la vida, cultivar el riesgo y luchar hasta la muerte. Los llamaron de varias maneras, una popular era piratas. Todos ellos, compartían muchas cosas, ciertas inquietudes, algunas metas y muchas sensaciones. Los tiempos y los medios evolucionaron, el mapamundi se hizo más pequeño y la escapada se hizo más complicada. Ya no era suficiente con echarte a la mar o perderte en una jungla. No existía el concepto de “globalización” pero poco faltaba. Malditos televisores y teléfonos, perversos transportes modernos que dejaron el mundo tan pequeño, malditas máquinas que todo lo simplifican y estrechan agitando nuestras vidas y produciendo el primer ataque de corazón por culpa del estrés. Los piratas pasaron de la vida real al papel y nunca más se supo de ellos… ¿o sí? ¿Quedarían todavía algunos disfrazados de “gente normal”? Tal vez, tal vez, nunca se sabe... de hecho voces expertas afirmaban que no existe la gente normal, que solo hace falta escarbar un poco y descubrirnos. Eso sí, no todos son piratas…

En todo caso, esos piratas de vocación no pudieron disimular mucho tiempo. Algunos se fueron en busca de montañas altas y lejanos polos helados, otros miraron a los cielos y tuvieron la osadía de volar como los pájaros… A veces, los que decían estar “retirados”, permanecían despiertos de madrugada, sentados en el sofá de su salón preguntándose en silencio qué hacían allí, porqué notaban que sus vidas no eran realmente suyas, porqué en mitad de ciertas reuniones familiares (las de compromiso) su mente permanecía muy lejos, ausente, integrada en alguna batalla. Muchos no sobrevivieron al veneno que corroía su corazón (hay limites para todo) pero el riesgo merecía la pena, decían, porque valoraban más la calidad que la cantidad. Algunos pasaron a la historia, la mayoría no, la mayoría murió casi anónimamente. Años después, nuevos inadaptados cogieron una guitarra eléctrica y un micrófono mientras otro colectivo vestido de negro y luciendo pañuelos al cuello seguía, decididos, a volar libre sobre las llamadas motocicletas. Llevaban botas de bucanero, sombreros, guantes, chaquetas de cuero, pocas veces cascos... recordaban a los viejos tiburones de mar.


Y hubo gestas, hazañas, bonitas historias, tragedias y lecciones, y hubo héroes que imitar, guerreros que enseñaron con su ejemplo y crónicas que grabaron sus vidas y sus obras en el tiempo. Y cambiamos de siglo y algunas cosas cambiaron a peor. El miedo se apoderó del planeta por culpa de dos aviones estrellados en dos torres gemelas. Nos sentimos muy pequeños, cobardes, incapaces de vivir sin un hermano mayor, incapaces de pensar que deberíamos vivir nuestra propia vida siempre que fuera posible. Que vivir siempre con miedo es morir en vida. Afortunadamente, algunos piratas siguieron escalando montañas, corriendo sobre asfaltos del mundo civilizado y desiertos lejanos, ausentes, en esos instantes, de los problemas que amenazaban al mundo entero, al margen de las grandes mentiras fáciles de creer que nos bombardeaban continuamente para controlar nuestra opinión, nuestros movimientos, nuestro miedo…(mira tú por dónde unos tipos que dan un cursillo con unas avionetas de mala muerte son capaces de manejar con precisión milimétrica dos de los aviones más sofisticados y poderosos del mundo, ¡apasionante curva de aprendizaje!).


Y, así, año tras año, los piratas vuelven a montar en sus monturas para combatir esa sensación de indefensión, de prisión, de mediocridad humana, de insignificancia cósmica… vuelven a mirar al miedo cara a cara, curva a curva si hace falta, vuelven a volar bajo una y otra vez apostando por un sentido de la vida criticado y censurado por la gente “normal” que, obviamente, no entiende qué beneficio (sí, ese mercantilismo que ordena nuestras acciones) podemos sacar cuando aceleramos en una carretera o cuando el piloto de motocross salta cuatro metros por encima de sus cabezas. Y siguen perseguidos por las fuerzas del poder, muchas veces injustamente, condenados a vivir con los ojos puestos en las espaldas... por si se la clavan en pos de su "propia seguridad" o del cumplimiento de la "ley"... por ejemplo: http://www.mutuamotera.org/gn/web/noticia_desarrollada.php?cod=206&seccion=206
mientras con sus vidas y sus muertes los poderosos señores de la "nobleza" juegan a los números para quedar bien, maquillando la realidad a su antojo ("el papel lo soporta todo").


Los piratas que no murieron luchando, los que no se ahogaron en los placeres ilimitados que no supieron controlar, volvieron a puerto, a tierra firme, intentando vivir una vida “normal”, tranquila e incluso familiar… Dicen que algunos lo consiguieron, otros muchos no. ¿Era acaso esa nueva vida una vida "normal" para ellos? ¿Se puede "desenchufar" el instinto "asesino"?, ¿podemos dejar de ser lo que somos o solo aparentarlo? La verdad nos hace libres, dicen, pero el precio es no poder volver atrás... Algunos murieron felices recordando sus batallitas, enseñando lo mucho que sabían. Muchos no se adaptaron a la "normalidad" y padecieron en silencio, miraban con la cabeza, ya no con el corazón. Todo era demasiado trivial. Quién ha navegado cerca del infinito, cerca de las estrellas, no se emociona en una reunión de vecinos, no, ni descubriendo nuevos parques temáticos. Ya no quedan malos de verdad, piensan, cuando oyen los problemas que gritan los que les rodean, esos que se ahogan en un vaso de agua. Ya no hay malvados como Dark Vader, ese personaje que solo oírle respirar ¡¡¡acojonaba!!! Añoran el olor del mar, la brisa, las olas... en tierra firme todo es demasiaado futil, blando, predecible, soso... No son los únicos mal aparcados. Los que volvieron a puerto temprano, acobardados y ahora amargados, se arrepienten de todos los días que han vivido desde aquel último en que fueron todavía capitanes de su velero, de su vida. Pirata, ¡escucha a tu corazón y no vuelvas a tierra si no sabes vivir fuera del mar! En resumen: ¡huye de la vida regalada, pirata!
Los capitanes de los mejores buques se retiraron en paz y, creo, que la mayoria son muy felices en su actual vida "normal". Ahi tenemos a Troy Bayliss que, aunque dudó hace unos pocos meses, decidió seguir retirado y disfrutar de su dinero, de su familia y de su legado. ¡Grande Troy, muy bien! Y pienso en Carl Fogarty o en ilustres veteranos como Read, Agostini... Capitanes que sobrevivieron a los siete mares. Lamentablemente, no todos los grandes capitanes disfrutan del mismo retiro.

Hubo una vez dos piratas, digo, dos vaqueros, o mejor dicho, pistoleros... se pasaron media vida pegándose tiros. Escasos "sheriff" fueron capaces de inmiscuirse en sus asuntos. Viajaron del odio visceral a una moderada amistad pero siempre se respetaron. Uno era de California, otro de Texas.


Uno se llamaba Wayne (le llamarian "Mister Perfect") y, el otro, el tejano, se llamaba Kevin. Uno venia del dirt-track, el otro del motocross y de la resistencia. En 1987, tuvieron un épico duelo en Brands Hatch y en Donington (cuando sus teóricos rivales en pista eran los ingleses), un duelo que anuncio su adictiva rivalidad a nivel internacional (aqui unas pinceladas: http://www.youtube.com/watch?v=Ao_gSwHsReY). Fue el principio de, quizá, los mejores duelos de la época contemporanea del motociclismo de élite. Y pasaron los años, y las carreras...


Septiembre del 2010. Las carreras vuelven a Misano este fin de semana, veinte años después del primer título de Wayne Rainey, diecisiete después de su terrible accidente. No quiero parecer ni hablar como un frívolo pero estoy convencido de que Wayne no cambiaria su caída de 1993 si el precio fuera no haber vivido su impresionante carrera deportiva y humana. ¿A cuantos campeones malogrados les habrán preguntado esto?, ¿creéis que alguno elegiría vivir una vida “normal” y evitar un fin dramático?

Wayne dejó de correr por culpa de aquel terrible accidente y su némesis, Kevin Schwantz, sin saberlo, también dejo de correr a partir de aquel día aunque tardo año y pico en darse cuenta. Vivieron y corrieron a tope, con letras mayúsculas, unos maravillosos años que jamás olvidaran cientos de miles de aficionados. La vida y la tenacidad de Wayne, antes y después de su accidente, es todo un ejemplo para los simples mortales. Wayne y Kevin, dos capitanes que hicieron vibrar los mares... ¿Quién ganó el duelo?, ¿qué cosas habrían sido diferentes de no haberse encontrado?, ¿habrian brillado tanto de no haberse conocido?, ¿no vivieron acaso ellos una vida normal, la suya propia, la que ellos mismos consideran lógica y normal dadas sus inquietudes?, ¿se puede extrapolar a cada humilde pirata que nunca será capitán pero que navega en su chalupa entre olas y bajo tormentas?


¿Qué es la "vida normal"?, ¿dormir, comer y trabajar ciclicamente?, ¿ir al supermercado habitualmente y esperar en la cola, pagar sonriente la hipoteca, hacer lo que te dicen siempre, vivir  una vida programada que practicamente odias?, ¿no tener mayor reto que conocer el último programa de moda en la tele? No, claro que no... al menos para muchos. Tampoco consiste en desear, continuamente, convertirte en millonario para comprar docenas de objetos que no necesitas. ¿En eso consiste vivir, en renunciar a nuestros instintos, en caminar solo guiados por la razón y el banco?

Cuantos jovenes y no tan jovenes, sentados en el Ace Café en Londres, salían de carreras con conocidos y desconocidos por aquellas carreteras abiertas al tráfico, sobre suelo mojado y vivieron en aquellos minutos más que otros en media vida...

Todo, hasta lo más pequeño, puede ser necesario y hasta saludable, sí, claro que sí... pero puede que no sea suficiente. Dicen que dejemos el barco, que dejemos de navegar por mares bravos, que vivamos una vida "normal", una vida "madura".... pero no sé a qué se refieren exactamente. ¿Qué vida normal vivieron Kevin y Wayne?, ¿la que vivieron antes o después de dejar las carreras? ¿Qué significa “normal”?  Esa es la clave del acertijo. No lo sé del todo pero no importa, ya no me preocupa... soy un privilegiado porque he vivido rodeado de auténticos piratas por lo que mi opinión supongo que es evidente, asi que la etiqueta para reconocerla es lo de menos. Sea esta vida "normal" o "anormal" es la que hemos elegido en buena medida, es el camino correcto (pero no fácil) que nos hace estar vivos. Amén.

El viento todavía aúlla, la tormenta acaba de empezar, pero los mares gritan algo casi inaudible que dice “te desafío a que me digas, si puedes, qué es la vida normal”.

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Frases célebres de algunos piratas ilustres y conocidos por casi cualquiera (Tomo I):

“Empiezo a frenar cuando veo a Dios” Kevin Schwantz,
"Manolo, si gano el domingo...¿se cae Jerez?", "Alberto, si ganas el domingo... se cae España". Alberto Puig bromeaba con el manager del equipo, Manolo Burillo en vísperas del 7 de mayo de 1995,
"Estamos completamente chiflados" Hailwood (Honda) mirando a Agostini (MV) después de uno de sus míticos duelos en el TT,
"Yo no mearía sobre este cabrón ni aunque ardiera" Kenny Roberts (sobre Barry Sheene),
"El único problema es que son unos niños y solo beben bebidas isotónicas, en nuestros tiempos los problemas los arreglabamos en el bar" (comentario de Marco Luchinelli en Misano cuando se comentó las malas relaciones que hay a veces entre algunos pilotos).


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Los Díez Mandamientos del pirata motero de, practicamente, todos los tiempos:

1-Amarás a tu Moto sobre todas las novias (¡mira la bandera de Los Cariñosos!)
2-No bajarás de 12.000 vueltas ni para ir a comprar el pan
3-Santificarás las concentraciones bendiciéndolas con el humo de tu goma... (uuuuuf, muy macarra, dejemoslo en que serán bendecidas en la barra del bar)
4-Honrarás a tu moto con kits de potencia
5-No matarás menos de mil bichos con tu faro
6-¡No joderás la moto del vecino!
7-Ni la robarás (ni buscarás recambio de dudosa procedencia)
8-No mentirás al contar lo rápido que ibas....(está bien, dejemóslo en que no lo exagerarás demasiado)
9-Desearás montar todas las motos hermosas que veas
10-Y a todas las moteras que se presten de buena voluntad...

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