Fin de temporada 2024... (volando pasa la vida del...)

 

Con el habitual retraso que profeso ultimamente (a mi pesar) a nuestro querido blog (este por si hay dudas), y por lo cuál pido disculpas a mi viejos lectores (¡cómo suena eso!),  arranco este post intentando comentaros lo vivido durante el otoño pasado, para seguir la línea cronológica en el punto donde se detuvo hace unos meses.

Con el otoño llega siempre un clima para mi más agradable aunque, por otra parte, las horas de luz se acortan y en ocasiones es un hándicap por las tardes, sobre todo si te pilla de viaje. Pero de casi cualquier circunstancia hay que saber disfrutar, mucho o poco, en sus diferentes facetas.

A finales del verano pasado y durante el otoño, la protagonista de mis correrías fue mi querida Fazer inmortal. Algunas noches paseamos por la Sierra Oeste, como suele ser habitual en esas fechas de agosto, disfrutando del relativo buen tiempo y de la tranquilidad que se respira a esas horas de las cenas.

Pero la cosa no quedó en unos paseos. Después de cambiarle el embrague (todavía era el original), visto que empezaba a patinar, ideamos un par de viajes con ella muy, muy interesantes.

El primero fue acudir al GP de Motorland, en septiembre, con la compañía de los dos Motos, David y Pablete, el padre con su Fazer 1000 y el champion con su voluntariosa Kawa 400.

Fue de esos viajes con "ritmo", y aunque nos paró dos veces los que visten de verde y no son mecánicos de Kawa, teníamos todo en regla y fue un viaje muy cañero y placentero. Pablete con su escaso KaVallaje nos achuchaba de lo lindo en las zonas reviradas, como era de esperar, completando unos tramos, como digo, a un muy interesante ritmo de crucero. 

El problema llegó al final, cuando  por la zona de Calanda, y esas rectas kilométricas soporíferas, decidimos bajar el ritmo, casi ya llegando a Alcañiz. De repente vimos un maldito Pegasus en los cielos y aun desaceleramos más pero, por lo visto, ya nos habían cazado previamente a los tres... Semanas después, tuvimos que pagar una multa muy parecida pues nos registraron a la criminal velocidad en recta infinita de 140/145 km/h, ya ves, ¡unos dementes! Lo peor fue que nos descontaron dos puntos a cada uno. Está prohibido disfrutar con cabeza, ¡esto es España, señores! 


La verdad que acudir a Motorland siempre tiene esa pega, está muy "militarizado", siempre, no recuerdo año que no nos parasen. Esta vez fueron dos veces sin novedad pero la tercera fue desde el cielo y no la vimos venir hasta muy tarde. Aun así, obviamente, disfrutamos de lo lindo. Teníamos entradas de tribuna (entrando a recta de meta) gracias a que el amigo Héctor (del M.C. Foro) me las regaló días antes, ¡gracias de nuevo! Pero si disfrutamos de Moto2 y MotoGP, lo que más nos hizo vibrar y aplaudir fue escuchar y ver a Crivillé varias vueltas a lomos de su fantástica  y poderosa NSR 500. ¡Casi fue como viajar en el tiempo! ¡Qué grande Alex! Sobra decir que los "vintages" disfrutamos como enanos, ja, ja... Y la vuelta a casa también fue divertida, pero sin multas, mejor.

La siguiente escapada con la Fazer estaba planeada para principios de Noviembre, cuando iniciara su periplo de "vuelta a España" el amigo Juanjo (el Doc) con su BMW, con motivo de su incipiente jubilación laboral, que no motera. La idea era comenzar su vuelta al país por su vieja tierra de Almería, una zona que apenas conozco yo pero que prometía buenas visiones e interesantes tramos, sobre todo porque además enlazaríamos con la Alpujarra granaína, ¡casi ná! Lo habíamos hablado meses atrás, durante ese fin de semana lo acompañaríamos en sus primeras etapas.

Los integrantes de este viaje éramos, aparte del DocDavid y Julito de Móstoles, Antonio Triumph y el primo de David, Juan, que venía de Holanda a disfrutar de su veterano BMW GS (que le esperaba por nuestra zona) más el que esto escribe. Un buen pack de "figuras" que se prometía interesante, sobre todo también por la ruta elegida para esos casi tres días de marcha, comenzando viaje hacía Almería en esa primera etapa, durmiendo concretamente en la localidad de Vícar

Por supuesto, antes de llegar allí, y una vez pasada la aburrida zona manchega (salvo por el encuentro con mi querida Marián y Oscar, en Manzanares, ¡a ver qué día compartimos viaje!), disfrutamos de los tramos de Gádor, Calahorra y, por supuesto, de las curvas estupendas de Sierra Nevada, ¡un auténtico pasote! Fauna y flora nos dejaron casi sin habla, hasta se nos cruzó un zorrillo. Qué sinuoso tramo montañoso, un regalo para todos los sentidos, muy recomendable. Daban ganas de parar continuamente pero tampoco se trataba de hacer eso, estábamos disfrutando en marcha, devorando aquellos virajes y desniveles. Al final nos detuvimos casi todos en un mirador muy bonito, el del pueblo de Picena. Huelga decir que yo jamás había pasado por allí ni en cuatro ni en dos ruedas.


Al día siguiente acometimos el famoso Alto de Velefique (1820 ms) con bastante niebla según íbamos ascendiendo a trote tranquilo. Lo hicimos en compañía de mi amigo Aurelio (y su hermano), autóctonos de Almería, previamente avisados, claro, y después de un fenomenal desayuno comunitario con porras y churros. ¡Lástima que no vivamos más cerca!


Nos detuvimos en algunos parajes que me dejaron casi extasiado, incluyendo el observatorio de Calar Alto, una pasada de localización y un gran lugar para los amantes de la astronomía, por supuesto.


Y así continuamos todo el santo día, quemando "algo" de gasolina y masticando buenos paisajes, hasta llegar a la zona de Las Alpujarras, otra zona que me dejó muy satisfecho. Intentamos visitar el pueblo de las brujas (Soportújar) pero como coincidía con Halloween había tal follón de gente que nada más llegar, parar y mirar, nos dimos la vuelta, ¡insólito!

Ya el domingo tocó volver para casa mientras Juanjo iniciaba su viaje en solitario, una vuelta por media España que le llevaría a multitud de localidades durante unos cuantos días (qué envidia, amigo). De esa jornada final nos encantó el tramo desde Andújar hacia la comarca de Los Pedroches, por la localidad de Marmolejo, norte de la provincia de Córdoba, ¡vaya marcha metimos a los motores, sin comentarios! Comimos cerca del pueblo de mi suegra, Malagón, y doy fe que nadie pasó hambre. ¿Los moteros pasamos hambre alguna vez? me temo que no.


A la vuelta del periplo sureño, un domingo quedamos unos cuantos trastornaos para visitar Trillo y sus bonitas cascadas. Los tramos de La Alcarria forman otro rincón de nuestra geografía que gusta visitar de vez en cuando. Ese día decidimos viajar con la Fazer, junto a una buena tropa:  Javi y Mónica, Paloma y David, Julito, Joselito, Raquel (la hermana de Javi) y su chico... yo iba con Inma que, aunque en su día aguantó muchos kilómetros encima de la Fazer, los años no perdonan y ya prefiere motos más cómodas...¡como yo! La ida y la comida fueron, simplemente, espectaculares. El paisaje rural, entre numerosas hojas caídas también. 

La vuelta no fue tan agradable, me fie de mi compadre que decía sabía volver por la zona que habíamos hablado previamente (hacia Tielmes) y, detrás de él, percibí, pasado Valdeconcha, mientras anochecía por el llamado "Barranco Oscuro", que subíamos y bajábamos por la comarca sin mucho sentido. Gasolina quedaba en los depósitos de la Versys de David y en mi Yamaha pero ya andaba mosca. Justo cuando iba a increpar a Julito, que seguía liderando la marcha, en un cruce perdido, el jinete de la Honda se detuvo súbitamente, en medio de la noche cerrada, ¡su CBR fallaba, no mantenía la tensión! 

Esos fallos le habían confundido, por decirlo de alguna manera, cuando reconoció que se había perdido. Paramos en un cruce de esos solitarios donde no había vida inteligente (risas por favor) y solo los faros alumbraban una zona desangelada en mitad de la nada. Miramos la CBR, tenía pinta que era el regulador, quizá. Al empujón se la arranqué y le pedí que tirará a su bola, visto que llevábamos como 80 kilómetro de más y una hora extra de recorrido, ¡parecía que no volveríamos a casa nunca a ese paso! Por fin, mucho después, llegamos a la zona de Mejorada del Campo, flipando de las millas que habíamos consumido de sobra sin mucho sentido... Cosas que pasan, pero lo sentí por Paloma e Inma, nuestras sufridas pasajeras, ¡los demás llegaron bien, por otras rutas directos a sus casas! Vaya tela...


Para diciembre nos quedaba un "reto" que muchos años no cumplimos por un motivo u otro: volver a Arguis. Esta vez las ganas por reencontrarnos con el veterano Kiko de Barna, viejo colega de mi padre, y compañero de alguna Stella Alpina, me hizo replantearme la misión de llegar como fuera. Al final hasta nos colaron en su alojamiento por lo que no había excusa para no ir. También había ganas de volver a Arguis para ver a Gregg que acudía en compañía del bueno de Pablo

Para esta excursión rodaría con mi estimada Tiger y con mi querido compadre Julito; por fin volveríamos a viajar juntos. El vendría esta vez con la Aprilia Caponord (de hace unos añitos) que había adquirido recientemente, una moto rutera bella, rápida y algo pesada, una montura con mucha personalidad.


Quedé con el bueno de Kiko en un asador de Huesca donde habían reservado mesa, allí comeríamos junto a sus colegas. Llevábamos sin vernos... ¡desde 1989! Pero hay cosas que no cambian entre almas parecidas y gente de buen corazón: nos daba la sensación que solo habían pasado unos pocos años a lo más. Solo nuestros cuerpos vislumbraban el inexorable paso del tiempo. Los dos más mayores, yo sin pelo y más lastre a cuestas, él más mayor y veterano si cabe. 


Después de una super comida brutalmente exagerada en calidad y cantidad (juro que hacia años que no comíamos tan bien, combinando con tanta elegancia la exquisita cocina del lugar con una enorme cantidad de viandas y aperitivos), no sé cómo, los cinco o seis participantes (no recuerdo bien por culpa del buen Somontano paladeado), conseguimos subirnos en nuestras respectivas monturas, ya casi de noche, y llegar al hotelito de El Capricho, en Arguis, donde aparcamos y dejamos los bultos en las habitaciones comunitarias. Enseguida nos encontramos con nuestros admirados Gregg y Pablo; buenas horas de charla cayeron luego


Antes, la visita a la zona del fuego y acampada no fue excesivamente larga pero me encantó ver ese ambiente de "fuego de campamento" tan anacrónico, lleno de camaradería, parrillas al fuego, vinos, orujos y buen rollo entre los "vikingos" allí reunidos. Junto al pantano inmutable la mente siempre se escapa un poco al pasado y rememora noches gélidas que, yo creo, apenas existen ya por estos lares. Es curioso que la decana de nuestras concentraciones siga con buena salud sin apenas modificaciones. Es curioso y gratificante, por supuesto, pues espero que jamás se convierta en un circo mediático o festival musical como tantas otras que, al final, monetizaron nuestros viejos sentimientos en pos, claramente, de un famoseo y de unos beneficios mercantiles que, a algunos, nos producen rechazo visceral.

El pasado año terminó para nosotros con, además de lo contado, dos "clásicas" habituales. En Octubre celebramos la tercera edición de la Vuelta a los Puertos/Memorial Luis Fernández en homenaje a mi padre, con meta y comida en Zarzalejo, una bella jornada de puertos y amistad que culminó con esas horas en el comentado pueblo. 



Nos reunimos al final unos veinte amigos, incluyendo a PalomaLaura y mi Inma que acudieron en coche, lo mismo que mi estimado Juanki, mi mami y nuestra Racing Rosa que, sin moto disponible, no se quisieron perder este pequeño gran homenaje y acudieron enlatados. A todos los asistentes, ¡qué deciros!, que a los dos Luises nos encanta veros juntos, uno mirando desde el cielo y el otro desde el manillar de su moto, o desde su silla en el mesón. Qué dure mucho años esta oportunidad de compartir horas y de  recordar al viejo libertario LF...


Y para terminar el año, y este largo post, comentar brevemente que volvimos a reunirnos el 31 de diciembre en nuestra querida Cruz Verde para despedir el año y desearnos un gran nueva temporada. Esta vez, como siempre, corrió la sidra que algunos llevábamos y alguna otra bebida popular. Este año no hizo casi nada de frío y lo pasamos en grande a lo largo de la mañana. Todos deseábamos una 2025 lleno de felicidad, salud y gasolina... ¡amén, que así sea para todos!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fue un año de buenas salidas con buenos amigos y buenos recuerdos, no hace falta recordar que a 120 se va muy bien a más velocidad te cae la papeleta, para el homenaje de tu padre lo tenía programado pero me salieron problemas familiares, en Arguis esta vez ya nos encontramos me alegre mucho de verte y como han pasado los años, muy buena tu explicación del Hostal El Capricho, bueno haber si nos vemos este año en Arguis pues para mi serán 40 años axistiendo

Anónimo dijo...

Alli nos veremos! Hay ganas!


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...