Invierno suave... (parte 1)


Llevamos unos años cerrando la temporada con un par de "eventos" sociales fijos. Uno lo solemos celebrar a mediados de diciembre. Se trata de la cena de nuestra dispersa pero inmortal Peña Motorista Los Cariñosos. Gente se aleja, otros se acercan, como la vida misma... y más en un grupo, moto club o asociación, no falla. En el pasado año volvimos a celebrar una velada estupenda, esta vez por Villaverde, y luego con baile y buena música en un garito de Getafe. Lo pasamos en grande. Agradecer a Antonio la organización del evento. Lástima de algunos amigos que no pudieron acudir a la cena, por motivos laborales o de salud. Echamos de menos a Julito, especialmente. 


Apenas dos semanas más tarde, aproximadamente, volvimos a reunirnos un nutrido grupo en nuestra querida (sobre todo entre semana) Cruz Verde, para despedir el año viéndonos y descorchando una botella de cava. No soy muy amigo de parar allí en fin de semana pero siempre hay excepciones. Conseguimos juntar un par de mesas y nos reunimos un montón de gente, aunque nos faltaron algunos amigos más. ¿Por qué allí me preguntan a veces? pues porque es un cruce de caminos estupendo, que a casi todo el mundo le viene bien. Cuando hay sitio es un lugar agradable aunque, por desgracia, casa Guillermo lleva ya unos años subiéndose a la parra en cuanto a precios. La fama ya se sabe... Pero esta vez nos apetecía, de nuevo, juntarnos con alegría y picar algo. La foto del encabezado corresponde a esa mañana soleada y divertida. Mucha gente diez. Iñigo y Andrea, Alvarito, Dani, Toroloko y Koral, Pedro, Juan Vegas, Joselito, Angel y Noemi, Javi y Susana, Curro, Inma y yo... Como cada año, nos vimos gente que nos vemos con cierta frecuencia y otros amigos a los que apenas vemos una o dos veces al año. En todo caso, decíamos adiós con cachondeo y burbujas a un año interesante, esperando que el 2020 fuera una continuación, como poco, de lo vivido durante esa temporada. Nadie se imaginaba que muchas cosas cambiarían en nuestro día a día, por supuesto. 


El día 24, horas antes de Nochebuena, me di una vuelta con mi fiel Infinita. Necesitaba unas horas de paz y reflexión. Era una fecha algo triste para mi pues no cenaríamos juntos toda la familia, un año más. Cogí aire y miré hacia los cielos azules... y hasta conocí al dueño de una preciosa Z 900 que se puso a hablar conmigo preguntándome por su moto. Estábamos en el precioso valle de Iruelas, junto a El Tiemblo, apenas a una hora de mi casa. Estuvo muy bien tener ese día libre. Esos ratos de calma son impagables, sé que me entendéis...



Y después de la fiestas navideñas llegó el enero motero (como yo lo llamo). Comenzamos haciendo otra prueba dinámica para la sección de motos históricas de la revista SOLO MOTO. Esta vez contábamos con una auténtica joya, una impecable Zephyr 750 edición especial. Quedamos los tres en Quijorna, Iñigo, su propietario Rubén y yo. Después de tomar un café y charlar un buen rato me puse a sus mandos casi una hora. Una delicia volver a montar en una Zephyr (aunque la mía era la juguetona 550). 


Y el calendario seguía avanzando... Esta vez casi me acerco a Cantalejo para descubrir su ambiente y saludar a los amigos que suelen reunirse en esa cita. Al final no pudo ser y terminamos, días después, cabalgando hacia el conocido pueblo de Sacedón para otro motoalmuerzo "de los huevos fritos". Era el último finde de enero y este año no íbamos a Estrella de Javalambre (increíble, sí) por diversos motivos. La alternativa era muy placentera. Iríamos a Sacedón con varios amigos y el sol débil de invierno lucía bien en lo alto. Antes de llegar paramos en otro de nuestras "metas volantes" favoritas: Tendilla. En el bar de siempre se juntó nuestro amigo Jose y su famosa Himalayan. Llegó tarde al mundo de la moto pero ahora.. ¡¡no para!! Grande Joselito, en un año le veo con otra moto más gorda, ja,ja...


Lo bueno de parar en Tendilla es que, aparte de desayunar o almorzar como marqueses, saliendo del pueblo hay un trozo de carretera vieja delicioso, lleno de curvas interesantes. 

Al final llegamos a Sacedón y descubrimos muchísima más gente de la que yo recordaba de otras ediciones. Por supuesto, era casi imposible conseguir los famosos huevos fritos, la cola era gigantesca. Sabiamente nos desviamos hasta la zona de la iglesia y nos sentamos en una terraza. Aquí inmortalizados Alvarito y su amigo Josito...


Con Rosi, Luis, Iñigo y demás "asociados" departimos un buen rato, pero en especial me hizo ilusión volver a ver a Cristina Espada (y a su chico, Sergi) la gran rutera experta en Fazers y Yamahas en general, un auténtico placer conocer gente tan maja y con tantas millas acumuladas. La foto es un cuadro, ella tan mona, yo fatal, encima con la chupa que me está grande y que vendo hace más de un año sin éxito, ja,ja...


Después de unas buenas raciones y algún caldito (¡apetecía!) nos fuimos regresando hacia Guadalajara donde hicimos una última parada para tomar un café y despedirnos. Un placer, como siempre, pasar unas horas en tan grata compañía. 


Mientras tanto otros regresaban de Javalambre donde Mudo volvió a celebrar, la noche del sábado, un nuevo cumpleaños, ¡felicidades again!


La próxima para mi sería especial, sería el encuentro en Juarros de Voltoya... aunque antes había otro "clásico" de febrero, la escapada a Hiendelaencina, el pequeño y medio escondido pueblecito con historia minera que descubrimos hace ya unos años. Como siempre, buenos tramos y buenos platos van casi siempre asociados... en el próximo post os lo contaré...

No hay comentarios:


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...