Arguis 2016... ¡el regreso!



Abiertos a novedades, sí, pero también animales de costumbres, asi somos unos cuantos becerros me parece, para qué negarlo, ser así tiene sus ventajas también, fallas menos... La decana de las concentraciones de motos en nuestro país volvía a celebrarse, of course, un fin de semana antes de Nochebuena y recordando que desde la edición del 2012 no habiamos podido acudir, nos dispusimos a prepararnos para regresar, en principio mi padre y yo, aunque enseguida hablamos con los amigos ruteros de cierto calado, habituales de este tipo de reuniones. Ya lo comenté hace meses, "cada oveja con su pareja", no falla. Mudo también subiría, otra gran noticia, eso sí, a su ritmo, por libre. La vieja "dinosauria", que ya llega a su edición número 52, es como un junco, se dobla pero no se rompe, parece que muere pero resucita antes del velatorio, cambiando incluso de organizadores por el camino, y a pesar de las leyes medioambientales, de su planteamiento "desfasado", de la fecha, de la falta de "artistas invitados", de conciertos, de sorteos, etc... y realmente lo bueno consiste en casi todas sus "pegas", y en que apenas modifica su visión, ofreciendo un menú espartano y simple: una gran fogata, un mucho o un poco de frio, pocas comodidas, gente conocida o desconocida que aunque beba no monta belenes, ningún acelerón sin sentido... y mucho calor humano, es decir, un apetecible paisaje agreste de hermanamiento motero, ¡perfecto! 

Desde que la P.M.Z. no organiza la invernal no hay carpa gigante, de hecho, quizá, ese detalle fue el desencadenante que provocó que ya no estén en el ajo (no lo sé a ciencia cierta, aunque algo se rumorea). Ahora es la gente de Monrepós quién lidera su organización. Me apunté por la web y pague los 10 euros de rigor. Consulté días después algunas cuestiones con ellos y resulta que a mi padre le invitaban por ser un histórico de la reunión, ¡detallazo! Igualito que en otras conces donde te cobran hasta por pasear tres horas antes de acabar el evento el domingo... No nos cansaremos de decirlo, muchos todavía apreciamos las verdaderas reuniones de motoristas, las que congregan a los que cuidan sus monturas, sin acelerar hasta el corte ni quemar rueda, los que buscan el contacto y el ambiente añejo sin buscar la foto (perdón, los millones de fotos por evento) o el habitual postureo que vemos con tanta frecuencia a lo largo del territorio nacional, por no hablar de los espantaviejas como bien describía Miguel Angel Fernández en un genial articulo que publicó el año pasado.

Y con ese preámbulo, y a pesar de que el viaje a priori no es nada emocionante (¡demasiada autovía!) este año nos hacia mucha ilusión contemplar el pantano porque, para empezar, ibamos a viajar hasta alli en compañia de Juanki y, quizá, del mítico Germán... y los que se apuntaran. ¡Y así fue, reunión de viejos pastores! Nos encontrarmos no muy temprano a orillas de nuestra mítica autovía A2 y al final la suma arrojó cinco motos... ¡y un precioso Mini!, Germán andaba tocado de salud pero no quería perderse la escapada. De repente descubrimos que tendriamos coche-escoba o "mochilero", ja,ja... Así que, todos juntos, emprendimos marcha hacia tierras aragonesas. Previamente, avisé a Juanki y a los demás que mi padre, por cuestiones de salud y edad (72 palos ya), no creo que fuera a rodar muy alegre, que tirasen ellos, sobre todo si querian mantener cruceros superiores a 130/140. Por fortuna, al final mi padre nos sorprendió gratamente. En pocos kms comenzó a tirar del pelotón y sobrepasar esa velocidad crucero que yo había previsto equivocadamente... una sonrisa iluminaba mi rostro, no era para menos, ¡volviamos a rodar juntos!, y  encima él con unas ganas tremendas, como reconoció luego. Habían pasado muchos meses sin viajar, se nota cuando coges la moto con ganas. A ese trapo, enseguida paramos en un lugar que es todo un clásico, típica y casi obligada parada para los depósitos humanos y no-humanos: El Espolón (km 202 de la A2).


¡Cuantas veces hemos parado aqui! Cuantos cafés, bocadillos y cortezas hemos podido degustar después de echar "caldo" en nuestras monturas. Lo que os decía antes, ¡animales de costumbres!, cuando tienes un buen elenco de ellas, aprovechas mejor tu tiempo... una bonita lección que de joven no siempre acertábamos a aprender, ley de vida... Siempre es agradable desayunar entre amigos. Sobre todo si algunos no se ven hace tiempo. Ultimamente el chascarrillo con mi padre es recordar la "capita" de Sintasol que lleva en el pecho, bajo el barbour y sobre la sudadera, ¡mira que quita frio!, normalmente la gente alucina, claro, ja,ja... Y yo alucino del "numeroso" grupo de féminas que nos acompañan ulitmamente..., ¿será el frio?, ¿será que cada año somos mas feos?, ¿ambas cosas tal vez?, como veis en la foto, pintaban bastos. Cierto que nuestra valiente Gusiluz viajaba a esas horas también hacia Arguis con su Tiger llena de pertrechos... pero con su pandilla esta vez.


Las nubes y la temperatura nos respetaban en exceso. Al margen del ligero cierzo y el "freskete" de diciembre, estaba claro que los monos de agua no los ibamos a usar. Gracias a la autovía y al ritmo de los veteranos antes de darnos cuenta estábamos llegando a Huesca y comprando la cena en un supermercado de las afueras. Yo miré mis ruedas varias veces, ¡qué miedo me da dejarlas cuadradas con tanta autovía!, el "truco" es no correr mucho en recta y sí en curvas, pero aún así... De alli nos fuimos a comer a un asador conocido en Igriés, donde nos aguardaban más amigos de Juanki y Germán, un grupito de norteños y aragoneses, la mayoría con Goldwings, unos tipos grandotes y simpáticos. La comida fue larga y "espesa", como era de esperar. Por mi parte estaba deseando llegar al pantano pero no habia manera de "huir" de aquella mesa... al final los chupitos y el orujo provocaron que salieramos del asador bajo la luz de las farolas y de algunas estrellas del firmamento. Ya habia caido la noche pero eran solo las siete menos algo... quedaban muchas horas por delante. Arrancamos y más o menos en orden llegamos a nuestro querido pantano de Arguis no sin antes entrar, para nada, en un pueblecito que encontramos en una rotonda (simplemente se equivocó el que iba primero). En apenas unos minutos empezamos a ascender un poco por la vieja carretera nacional, llegando a nuestro destino sin más novedades. Apenas nieve, apenas frío, el paseo finalizaba sin sentir esa sensación de "viaje duro de invierno", you know...

Descubrímos enseguida la gigantesca y habitual fogata. Dejamos la motos bien aparcadas y nos dirigimos hacia la única carpa (roja y pequeña) que apreciamos. En compañia de dos famosos Luises (el presi del M.C. Foro, y el Mudito, que ya estaban por alli charlando "un poco") recogimos los escasos obsequios que te otorgan con la inscripción aunque lo que más agradecimos fue el calor humano de la gente del Moto Club Monrepós y el calor de los calditos que nos ofrecieron enseguida.


Siempre es agradable descubrir y rodear la hoguera, si es posible sentado en alguna silla, mejor que mejor, mientras observas como algunos echan la leña, otros vigilan sus parrillas, o cualquier desconocido educadamente te ofrece algún licor o te pide hacerle una foto. No fue dificil descubrir enseguida a los amigos "polacos" que solemos ver alli, a Xavi, a Elena, a Jordi y también a Edu (él sí venia desde Madrid, donde vive ahora). Recordamos nuestro último encuentro, en la edición del 2012, cuando bebimos y degustamos jamón a base de bien, aquella noche del 2012 fue algo "heavy". Eché de menos a Lobo, aunque espero verle de nuevo en la invernal de Javalambre. Gusiluz y Mudo fueron la compañia perfecta para seguir disfrutando de unas horas muy agradables, sin preocupaciones aunque es cierto que, por mi parte, tuve esa semana previa un bonito debate con unos amigos sobre llevar o no tienda en mi deportiva. Aunque fisicamente es posible siempre me cuesta un montón hacerme a la idea, si al menos llevara alforjas... como mucho suelo llevar el saco y a veces ni eso, la aventura es la aventura, aunque no llega ni a eso este matiz. Eso sí, esta vez contaba con ayuda, confieso, y hasta pude llevar el saco y más cosas... Ya encontraria tienda o suelo donde me acojieran. Los veteranos, afortunadamente, sí tenian ya reservado y resuelto el alojamiento. Alli, junto al campamento "base", en el edificio "del otro bar" (más arriba del famoso merendero y bar Lafoz). Gracias a la amabilidad de nuestros amigos pudimos "jugar al Tetris" y colocar en dos habitaciones diseñadas para cinco durmientes un total de nueve aberronchos (nuestro grupo de viaje y los "Goldwings", como los bauticé). En la habitación más grande, que era para tres, durmieron cinco al final. En la pequeña con dos literas dormimos al final cuatro (incluyendo un amigo que necesitaba una respirador para luchar contra la apnea). Después de varias horas de humor, fogata y algunos tragos en Lafoz (centro "barítimo" del evento, lo que fue el antiguo molino del pueblo) me retiré a mis aposentos intentando acomodarme sobre la plancheta que pude meter entre las literas y el muro de la pared. Confieso que no hacia frio y que deje el saco de dormir sin abrir, me sirvió de magnífica almohada. También calculé que podria dormir un par de horas o tres y acerté... hasta las cinco y pico no llegaron los "elementos" que faltaban. Alguno tropezó y se cayó nada mas entrar y el resto bufó luego tanto que supongo moverian las mantas como si fueran olas del mar... No pude evitar reirme cuando uno de ellos, al ver la "distribución" que habiamos fabricado para dormir gritó "¡Sois los putos amos del Tetris!"... Aunque en estas ocasiones piensas en el lujo que supone poder domir tranquilito en tu tienda o en una habitación individual, la verdad, hay momentos impagables como ese, y más si hay literas y el ocupante de arriba no coordina bien a ciertas horas....

La mañana se desperto soleada aunque la escarcha y el color blanco inundaba el paisaje. No habia nieve pero casi, casi. Algunos desayunaron a la vieja usanza: chorizos y huevos fritos con patatas. Yo me quedé con el café y el bollo tan solo, ¡como he cambiado! Después de saludar a mas conocidos como El Escocés (de Gredos) o Luis Pinto me acordé que no pude tapar la moto (¡se me olvidó la funda!) y fui a echar un vistazo de cerca. Tanto la Fazer como la Fireblade estaban aguardando vestidas casi de blanco, esperando alguna caricia... Dudé pero la Infinita arrancó a la primera sin "toser" ni siquiera un segundo, ¡qué noblota es la pobre! Jugué a escribir con los dedos en su asiento y en su cúpula. Lamenté de nuevo mi olvido imperdonable de la funda (más que olvido fue que no la localicé en mi trastero) y luego tuvimos la grata sopresa de descubrir y charlar con Jean Paul de Olorón Ste. Marie, el único histórico que nos queda de más allá de los Pirineos. Gracias a nuestro "propio idioma" volvimos a comunicarnos como antaño y nos anunció que para principios de verano organizaran una nueva reunión por invitación. Alli estaremos, sin duda, por poco que podamos viajaremos hasta aquellas bellas tierras verdes.

La vuelta fue rápida y en distintos grupos. Marché con mi padre a media mañana (algunos tenian sueño, claro) despiéndonos con cierta tristeza del pantano (me faltó fotografiarlo como otros años). Al llegar a Zuera recordé su pista y nuestras aventuras alli con la Ossa al tiempo que comenzaba a caer una niebla espesa que me sorprendió. Ya no nos dejó hasta la zona de La Muela. Tuvimos que bajar el ritmo pero llegamos enseguida  a Medinaceli donde habiamos quedado para comer y reagruparnos, como otros años, en el restaurante Carlos Mary (junto a la antigua carretera nacional). Finalmente fuimos menos de los previstos porque algunos amigos no llegaron o cambiaron de ruta sin querer pero, como siempre, la sopa del menú nos calentó (¡hacia bastante más frio que en Arguis!) a los tres Luises que compartimos mesa (Mudo, mi padre y yo). Poco más que contar... un finde divertido y grato, rodeado de viejos amigos y viejas sensaciones. Volví contento por todo ello pero, sobre todo, volvi feliz al ver como mi padre disfrutó de lo lindo durante los dos días. Sin exagerar, en ocasiones me parecia que habia rejuvenecido diez años, admirable, ¡que no le falte moto nunca!


Espero que dure la invernal de Arguis muchos años, que no se popularice, que no cambie. No busca records de asistencia, ni los necesita para ser apreciada. Cualquier viejo veterano sabe quererla y es raro encontrar quién no sonría al hablar de ella. Además, el frío, como siempre, o el supuesto frío, hace una buena selección natural, algo que ayuda al hemanamiento casi navideño con el que nos despedimos muchos de cada temporada motera. Eso sí, si algún año nos prohiben la fogata, la única e irrepetible fogata reina, ese día, si llega, creo que será el final de la gran invernal del pantano. Long Live Arguis! Gracias a todos los que la hacen posible.


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...