Te echaremos de menos, papá...


Me ha costado mucho ponerme a escribir estas líneas de cariño, de deuda, de homenaje a mi padre.

Su último viaje arrancó el pasado cuatro de octubre después de pasar varias semanas en el hospital. Ingresamos un 31 de agosto porque algo no iba bien y aunque la primera quincena parecía que podíamos ganar también esta nueva batalla perdimos la guerra contra el cáncer. Estaba relativamente bien meses atrás aunque una rodilla maltrecha le tenía frito, impidiéndole rodar en moto, una pesadilla en ese sentido. En mayo le pusieron una prótesis y todo parecía razonablemente correcto. Dejó las muletas en casa apenas unos días después de la operación, algo increíble, no previsto, yo alucinaba. Parecía una nueva pirueta del más difícil todavía. Todos estábamos maravillados, una vez más sentíamos que usaba su magia, la que al final siempre le salvaba del desastre. Pero esta vez, durante el resto del verano, perdimos.

Querido maestro LF: Eras fumador eterno, tu única perdición insana; solo lo dejaste en el 2020 cuando empezaste con la quimio. Siempre viviste como quisiste, eso está claro. Eras un verso libre de los buenos. Desde ese año, el de la pandemia, seguimos montando en moto con cierta frecuencia, incluso algún viaje chulo hicimos juntos (con nuestro Julito), siendo el de Anzánigo el último al final. A pesar de tus problemas con el azúcar, del cáncer de pulmón, de todo lo demás, seguías con más ganas que yo por devorar kilómetros y planear escapadas en moto. Tenias a todo el mundo alucinado. "El Motorista" como te llamaron hace muchos años en Aragón seguía agrandando su leyenda particular. Sin aspavientos, sin presunciones extrañas, hacías lo que podías y querías por mandato natural, no había nada más que pasión. Sí, porque incluso en septiembre todavía tenias tus ganas, tu nuevo plan para tu Ossita, mirando accesorios de Triumph para adaptar a tu depósito.

Allí estaba nuestra querida Rosa, nuestro Alvarito y tantos otros. No tuvimos día sin visita ilustre. David y Tere, Juanki, Rosi y LuisKurtis, Joselito, JulitoMudo, entre otros, ¿qué puedo deciros?, que daros las gracias es poco. No sabéis qué hermoso y terapéutico fue para él (y para nosotros) contar con vuestra presencia durante aquellas tardes. Como te apreciaron las enfermeras, papi, durante esas semanas, una vez más... pero era lo más duro que he vivido aunque intentaba mostrar otra cara. Siempre Adelante, decía nuestro lema, el de tu viejo macuto, el que heredé de niño. Siempre hay que luchar, jamás rendirse... Y si nos ganan, que nos ganen, pero no vamos a entregar la cuchara, o apagar el motor, ponernos de rodillas o bajar los brazos rendidos. Así fue hasta el final. Tu última lección.

Te fuiste rodeado de amigos, todos los que pasaron por el hospital, los que llamaban, los que andaban preocupados desde la lejanía. El viejo guerrero, el otro Barry Sheene que encontramos en vida, mi motorista favorito, mi maestro y mi gran Amigo tenía todavía ganas de vivir, muchas, pero le fallaba el "chasis", cada vez más. Decías "si me libro de esta, tenemos que preparar...". Siempre con tus planes, tus ideas, y sobre todo, ante todo, tus ganas de seguir viajando, de seguir haciendo kilómetros en tu querida Fazer, sin preocupaciones, pasando de los radares en las autovías, pasando de preocupaciones sobre los puntos del carnet y todas esas bobadas que a veces nos preocupan a los motoristas más pequeñitos. 

Esa es la amargura que me devoraba un poco por dentro ya en esos días... y todavía. A mamá también porque te conocemos muy bien. La amargura de saber que te fuiste teniendo todavía muchas ganas de vivir, haciendo lo de siempre. Como viejo rockero, eras de gustos y deseos sencillos: estar con tu familia, pasarlo bien con ella y con los amigos, rodar siempre que se pudiera, trastear en el garaje con las motos innumerables tardes, seguir dibujando rutometros, diseñando carteles y viajes para ti, para amigos o para desconocidos.

No tengo palabras para describir todo lo que nos has regalado durante toda tu vida. Cuántas cosas me enseñaste, cuántas lecciones vitales, cuánto sentido del humor derramaste entre nosotros, cuánta generosidad y cuánta sabiduría calmada, por eso eras mi mejor consejero. Cuántos grandes momentos pasamos juntos desde principios de los ochenta, cuando arrancamos nuestros viajes juntos, cuando yo era un niño y un adolescente afortunado, sí, hasta hace unos años con mi Ossa de carreras, aventura que me apetecía mucho hacer contigo, y que te daba la vida, como me decía Eruzo. Qué años de vivencias de todo tipo, casi siempre divertidas y humanas, las mejores.


¡Cómo vuela el tiempo para los mortales, terrible, sin misericordia! Vive la vida, decías, no temas, no desees lo imposible pero sé fiel a tus principios y a tus pasiones, jamás te rindas. Nuestros viajes a Montjuic, a los Alpes, a Olorón, a doscientas docenas de lugares y concentraciones, con motos buenas al final o con hierros al principio, sin apenas dinero durante muchos años, luego ya con algo más de medios, incluso ropa de moto decente, con buenos cascos y robustas botas. Con tienda de campaña durante años, otras veces en hostales baratos, que las espaldas ya no son las mismas, decíamos. Desde áreas de descanso francesas o italianas hasta el coqueto hotelito Continental de Andorra, donde siempre nos acogían como a unos viejos amiguetes de Madrid.

Son tantas vivencias acumuladas que las memorias que escribiste para tu nieta, hace como veinte años, se quedan muy cortas, ahora más todavía. Solo querías dejar algunas anécdotas por escrito, decías, pero quizá deba ser yo quién cuente nuestras aventuras. Merecerá la pena. 

Jamás encontré alguien tan íntegro, tan grande, con tan poco ego, con sus claros y sus sombras. Aunque escribías mucho, tú no tendrías un blog ni subirías fotos a las redes sociales, eres de otra época, de otra pasta, de otro tipo de relaciones, cuando el chocar manos era más importante que pulsar botones en el ordenador. Jamás te preocupó ser protagonista de nada, aunque eras un líder natural, un referente para mucha gente. De hecho, ha sido totalmente increíble las numerosas muestras de cariño que hemos recibido desde que cambiaste de ruta. Era predecible quizá pero para mi no tanto, no lo había pensado durante ese duro mes de septiembre. El tanatorio parecía una concentración, casi una invernal, pero de las buenas, sin shows, sin cortes de encendido, solo buenos sentimientos, muchos encuentros y calurosos abrazos. Nos llenaron de emoción las preciosas palabras que, enseguida, escribieron grandes veteranos como las dedicadas por nuestro amigo Gregorio de los Tortugas (a toda esa panda, ¡un abrazo enorme!), las del gran Gustavo Cuervo, las de Mudo, las de Barry, las de las dos Rosas, las de los amigos del MTM, las de Peter  Blue, las de Manu Varea, las de Elena, las de Quim, etc.., impresionante, sin olvidar los mensajes que escribieron docenas y docenas de personas en las redes.

Y cuántos homenajes, sencillos, de corazón, se han generado desde entonces, papá. Espero que los hayas visto desde arriba. El pasado 26 de noviembre hicimos, nosotros, la panda, el nuestro particular, dar tu Vuelta a los Puertos, la ruta serrana que popularizaste en los años setenta y ochenta. Quién sabe, quizá todos los años celebremos este encuentro, hagamos esta ruta en tu honor, atravesando buena parte de los puertos de la sierra de Guadarrama. El próximo homenaje será el sábado que viene, en tu querida reunión de Estrella de Javalambre. En noviembre me llamó Peter para preguntarme si dábamos permiso para llevar acabo aquella vieja y loca idea tuya de subir a por la medalla, por la pista, durante algún momento de la noche, ¡el Búho de Javalambre lo llamaste! Si todo va bien, lo haremos en tu honor. También los amigos de Solo Moto han puesto su granito de arena avisando de este homenaje. A todos ellos, a los numerosos amigos, conocidos y desconocimos que nos dieron el pésame por mensaje, en Facebook, en persona, en tantos sitios... de corazón, ¡mil millones de gracias!

Quizá mis palabras se tomen como parciales, al ser juez y parte, es lógico que algunos penséis así si me estáis leyendo ahora. Soy su hijo, afortunado hijo, no puedo ser del todo imparcial. Sin embargo, sé que, más o menos, puedo hablar por muchos otros amigos: Gracias por ser nuestro héroe de carne y hueso, nuestro sabio de las motos y de la vida, un hombre generoso y afable. Nos diste mucho y en esta vida SOMOS LO QUE DAMOS.

Gracias por tantas lecciones y alegrías regaladas, papá, creo que, al menos, aprovechamos bien el tiempo que San Brembo nos concedió juntos. Solo deseo que ahora estés mejor. Va a ser duro adaptarme a los nuevos pero hay que seguir luchando. Te quiero, te queremos. Tal vez algún día volvamos a rodar juntos en otra dimensión, ojala. Los auténticos guerreros, al final, creo que nunca pierden, solo cambian de circuito... 

Moto Grup Tortugas: In Memoriam. Don Luis Fernandez, MOTARD (1944-2022) (mgtortugas.blogspot.com)


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...