Isla de Man, una vieja historia (parte 2)


Con "ansia viva" buscamos el ferry en Liverpool, o dicho de otra manera, los rótulos de Steam Packet, pasando minutos antes cerca del edificio de la naviera que construyó el famoso Titanic. No tardamos en encontrar la pasarela y bajar al "local" dónde nos acreditamos y dónde, por fin, nos juntamos con Juan y Mónica, nuestros compis de viaje. Palpitaron los nervios, ¡ahora sí que empezaba en serio nuestro viaje a Man! Al rato de acomodarnos dentro del ferry, nada como unas buenas birras para celebrar el inicio de la "aventura". (Prefiero no mencionar la envidia de ver gente entrando al ferry en moto y nosotros como domingueros a pata...)


Travesia tranquila pero con poco sol, subimos varias veces a cubierta para intentar otear nuestra isla favorita pero un viento fuerte y una neblina gris que parecía no tener fin nos lo pusieron dificil. Nada, no habia manera de gritar "¡tierra a la vista!"

Podría contar miles de cosas y esta crónica seria interminable, asi que vamos a resumir a partir de aqui...Lo primero que hicimos después de emocionarnos al bajar del ferry fue visitar la oficina de turismo que te espera allí mismo, consiguiendo información, mapas, horarios, etc... al tiempo que veíamos en ella un montón de souvenirs molones, incluyendo camisetas, sudaderas, gorras, llaveros, de todo... Acto seguido, en Douglas, a pocas calles, fuimos a cambiar moneda (ojo, alli gastan sus propias libras, que incluyen el triskel, ¡muy chulas!, aunque se admiten euros), y descubrir que no se come tan mal como en Inglaterra... 

En esas primeras horas descubrimos también que los paisanos maneses son, en general, más simpáticos que los ingleses. Por ejemplo, nos ayudaron en todo momento para ubicarnos, en el hotelito a instalarnos, etc. Importante, para moverte por la isla, si no llevas vehiculo, resulta más fácil de lo previsto: te sacas unas tarjetas de transporte (a un precio razonable) en la oficina que mencioné atrás y, eligiendo cuanto días necesitas, puedes usarlas para montar en cualquier medio de transporte de la isla (trenes, autobuses, el famoso "carro" tirado por caballos de la bahía de Douglas, etc...). Buscamos nuestro humilde alojamiento en la zona de la bahía, por detras de la calle principal, pensando que los desayunos (como así fue) serian potentes, lo suficiente como para aguantar largas jornadas sin desfallecer. Sí, ibamos a andar muy ocupados como para parar a comer decentemente todos los días, y tampoco ibamos a dormir mucho, imaginaba.

Después de pasar por los hotelitos a dejar nuestros escasos pertrechos, iniciamos la subida, buscando la zona del Granstand. Habia buenas empinadas pero estábamos ansiosos por llegar. La tarde era gris y apenas vimos público, faltaban dias para las carreras, estábamos en entrenos y el tiempo pintaba mal. Me sorprendio todo, la calma, la aparente inactividad, la gran tribuna vacia, los muretes a los lados de la "pista", ¡la estrechura de la pista! y el poco bullicio que reinaba en las carpas y en los prados. Eso sí, empezamos a descubrir auténticas joyas con dos ruedas, tanto clásicas de hace más de cincuenta años como motos oldies de los 90, esas que todos vimos correr alguna vez, en pista o en vídeos. Aqui una unidad de Joey, ¡¡qué puedo decir para describir aquella sensación!! Ojala me la hubieran regalado, ja,ja.. ¡¡o prestado para darme una vuelta a mi ritmo de tortuga al circuito!!



Esa tarde pacífica nos regaló al final unas pequeñas dosis de shock cuando descubrimos a varias leyendas vivientes de la talla de Dave Madsen-Mygdal, ya sabéis, el veterano y afable recordman en participaciones en carrera, toda una institución. Estaba ocupado y no fuimos capaces de hablar con él, observando a cierta distancia lo que hacian. Luego, para rematar, entre otros, descubrimos al mismismo McGuinness que estaba de charla con sus mecánicos apoyado en su Paton. Había otros chicos afuera, como nosotros, y ninguno nos atreviamos a cruzar la puerta y mucho menos interrumpirlos. A la siguiente vuelta por el paddock, vimos que McPintas andaba fuera de la carpa, charlando, y nos acercamos un poco dudando qué hacer... asi que mi chica, Inma, visto lo "tonto" que estábamos nos preguntó si de verdad queriamos inmortalizarlos con nuestro héroe. Decidida avanzó hacia él con una sonrisa y se hizo entender lo suficiente como para que el gran TT Rider dejara su tranquilidad durante un minuto y aguantara varias fotos y nuestros mejores deseos, ¡en fin, momentazo!


También fuimos buscando la carpa de Martimotos para saludarles, sobre todo a él y a Raül Torras, pero aunque la encontramos pronto no habia nadie por alli. Sí pudimos descubrir, algo alarmados, el hierro con el que iba a salir Torras, solución de última hora ante los problemas que tenian con la oldie prevista, una GSXR. La sustituta era una Suzuki GS750 ES ligeramente tuneada... ahi os dejo una foto. Días después valoramos que era poca moto para su potencial, pero, como dijo, al menos daria más vueltas al Mountain Course, ¡cosa que nunca viene mal!, aunque se le veía "raro" encima de ella, como si fuera un poco "crucificado" en cuanto a postura, el manillar no ayudaba...
  


Esa tarde la terminamos paseando hasta el famoso punto lento de Governor's Bridge, y su tramo antiguo que está cerrado al tráfico y que parece un túnel húmedo y peligroso pues la vegetación de los árboles lo tapa también por arriba, ¡un lugar increible que parece sacado de otro siglo y casi de otro planeta! Justo antes, está la glorieta que limita el circuito por esa zona, a donde se llega después de una bajada interesante, justo donde me hicieron esta foto:



Por cierto, a la salida del tramo antiguo, acelerando, antes de encarar la recta del Grandstand hay esperando una típica cabina de teléfono, vestida para la ocasión, como podéis apreciar aqui:
  

Costó empezar a ver motos de carreras circular por el mítico trazado, todas las sesiones comenzaban a las 18h00, y parecía que las nubes y el viento se ponian de acuerdo para empeorar el tiempo un par de horas antes.. resultado, durante dos días se cancelaron las sesiones previstas de entrenamientos, sobre todo por culpa de la niebla en la montaña. Aclarar que el evento de finales de agosto en la isla agrupa el conocido Classic TT con el Manx TT, este último, como sabréis, prueba obligada para que los pilotos newcomers puedan comenzar a rodar en la isla. Para nosotros "la gracia" era sobre todo ver volar por el trazado todo tipo de motos de leyenda, desde las Paton de McGuiness o la gentil Maria Costello hasta las brutalmente bellas ZXRs de los años 90 o las salvajes y míticas RG de 500, como la que llevo Danny Webb, ¡¡sin palabras!! (En comparación a este "arsenal" ver las R6s de los newcomers, entre otras, no nos llamaba la atención mucho, la verdad..., sé que me entendéis.)


Aprovechamos logicamente las mañanas y las tardes para descubrir más rincones del circuito, ver a los marshall dar vueltas en sus Fireblades justo antes de cancelar sesiones, montar en buses para conocer otras poblaciones de la zona sur de la isla, etc. La segunda tarde en la isla la dedicamos, Juan y yo, a bajar hacia la famosa curva a derechas que hay a una milla del Granstand, la glorieta conocida como Quarter Bridge. Después de lanzarse a velocidad increibles es el primer punto donde los pilotos tienen que frenar fuerte. Allí, ilusionados, aguardamos más de una hora pero solo vimos pasar al final a  las Fireblade de los Marshall, nos quedamos con la miel en los labios, se suspendian los entrenos por culpa de la niebla que cubria la montaña. Para consolarnos, fuimos andado hasta la siguiente curva, donde está la fundación Joey Dunlop y el árbol que hay protegido con balas de paja en esa pequeña glorieta que hace de curva (dejando el árbol a la derecha) inicio de la famosa ese de Braddan Bridge, donde te aguardan las lápidas y la famosa tribuna... fue acojonante recorrer a pata durante muchos minutos aquellos lugares emblemáticos que habiamos visto cientos de veces en videos y fotos. Eso sí, en moto no nos hubieramos quejado... aunque eso de conducir por la izquierda me temo requiere cierta asimilación. Por cierto, por las tarde hacia un frio del carajo, sí, ¡bastante apreciable!.. pero todos los autóctonos iban en manga corta o sin abrigo, era increíble, nosotros pelados y los marshall como tú o yo vestiriamos en verano, sin exagerar, ¡si que son duros estos vikingos!

Luego subimos a pata la cuesta de Bray Hill hacia la linea de meta. Tenia ganas de conocer el famoso "Salto de Ago"... pero antes de llegar ya iba completamente alucinado de la estrechura del trazado. Nada que ver con lo que algunos percibimos por la tele. Sin ancernes es increíble que puedan circular a ese trapo por aquellas carreterillas de dos carriles modestos rodeadas de muros, casas y farolas. De verdad que hay que verlo para comprenderlo en toda su extensión, ¡no hubo nada que me alarmara tanto del trazado! Si ya admiraba a esos pilotos, ahora mi admiración crecía. El pequeño cambio de rasante que lleva el nombre del campeonisimo piloto italiano no sería gran cosa a velocidades normales pero, claro, cuando días después vimos cómo hostias pasan por alli se entiende bien que la rueda delantera busque la Luna, ¡totalmente sorprendente!.. Eso hay que verlo, al menos una vez en la vida...


Es de ley mencionar que la isla ofrece un montón de tesoros paisajisticos y culturales, muchos lugares dignos de visitar, incluyendo museos, algunos castillos, bahías y pueblos con encanto. ¡Mira que pedí hace años a mi empresa me mandaran unos meses a trabajar aqui pero no me hicieron caso! Eso sí, si a todas las visitas culturales le añades que cada dos por tres podias ver venerables motos aparcadas o en marcha y que lo raro era que fueran motos modernas, ¡miel sobre hojuelas! (o "sweet as honey" como creo se dice en inglés). Tampoco hay que olvidar los pubs nocturnos, ¡dónde no es dificil ver algún piloto tomarse una pinta! Por ejemplo, tuvimos a un palmo a Johnson, el rápido piloto de Suzuki, con su equipo o parte de el, casi ná, y no, en esos momentos no ibamos a molestar...


Pudimos pasar un rato en el paddock con el amigo Victor Ortega, mecánico, piloto y futuro newcomer de la isla, ¡estaremos muy pendientes de su progresos para que consiga su sueño! Y también fue estupendo ver a un recuperado Bruce Anstey encima de una de las Honda de MotoGP. Dió algunas vueltas de honor al circuito a ritmo alegre mientras saludaba al público, del que recibió por todas partes un merecido y caluroso homenaje, ¡¡grande el Kiwi!!


Y más celebraciones... ¡¡los 30 años de Honda en la isla con la victorioso RC30!!, vaya "jartá" de ver Hondas de carreras, ¡fue increíble!, pero todavía más ver la réplica ¿o auténtica restaurada? Ducati con la que volvió a ganar en la isla Mike The Bike, la misma con el dorsal 12 con la que McGuinness días después daría alguna vuelta de homenaje.


Entre tantas sensaciones, en mi mente seguia bulliendo el momento histórico (para mi) en que pudiera visitar y tocar con mis manos Ballaugh Bridge o la tristemente famosa Milla 13... Paseamos sin cesar durante todos esos días (visitando pueblos y la cima de la montaña, muy recomendable probar todos los trenes de la isla) pero todo llegó a su fin, como casi este relato. Hay tres cosas que tengo clarisimas sobre mi vida. Una es que un día moriré (¿verdad?), otra es muy personal y no viene a cuento... pero la tercera es sobre la isla: ¡volveré...!, pero en moto porque, por ejemplo, en Ballaugh Bridge, los dientes nos llegaban al suelo de envidia. Estuvimos una hora parados, disfrutando, y viendo como se lo pasaban de bien unos cuantos, incluyendo una pareja que no paraban de ir y volver con su germana para probar el saltito. Ojo que por alli hay emplazado un radar para no emocionarse demasiado.


Y por fin llegó el día en que no cancelaron ni entrenos ni carreras y ese día estábamos en el patio o jardin de una de las casas que hay en la bajada mítica de Bray Hill, unos cien metros antes de donde tocan con la quilla, cambian de dirección y aceleran hacia el salto de Ago, ¡vamos!, un sitio por dónde bajan a muerte... y yo, que he visto carreras desde niño, que he visto vídeos del TT hasta quedarme casi sin ojos tenia, pensaba, una ligera idea de lo que ibamos a presenciar.. pero también me equivoqué.. porque cuando pasaron los Marshall en mi Fireblade a paso tortuga entendi que podría bajarse por alli un poco más rápido, claro, sin matarte quizá a 130 por hora o poco más (¡con ganas me quedé de probarlo en la práctica!) pero cuando comenzó el primer entreno y escuchamos como un bramido se acercaba desde el lejano Grand Stand  y todos los ojos aumentaban su concentración... y "algo paso" a la puta velocidad del rayo.. solo pudimos soltar visceralmente un "¡hostia puta!"... porque el corazón me dió un vuelco que no tenía previsto entre otros espasmos orgánicos.. ¿y qué moto era, quién era? solo acerté a ver que era una hermosa y rápida ZXR.. ¡¡una Kawa tenía que ser!!.. no paso rápido, no, paso a TODA HOSTIA. Increíble sensación, difícil de procesar. No se puede contar, hay que vivirlo. Buscad a qué velocidades pasan por alli, bajando Bray Hill antes de rozar la quilla, aunque sean con "lentas motos clásicas".. porque la piel y el alma te da un vuelco luchando contra la realidad. Fue la media hora más alucinante de aquella semana. Algo pudimos grabar con los móviles... pero poco, pasaban demasiado volaos...


Lo dicho, ¡hay que vivirlo!, no queda otra si amas el mundo de la moto. Además, me gustaria terminar insitiendo, casi melancolicamente, en que me inundó una paz increíble durante aquellas jornadas, ¿sería la magia de la isla? No lo sé a ciencia cierta pero, por fin entendí, en parte, qué hechizó a nuestro querido Santiago Herrero.


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...