Siempre llega la primavera... que la sangre...

Aunque cada año parece más corta, mi estación favorita al final llega, se posa y nos regala algunas semanas de tiempo apacible, paisajes hermosos y "sangre alterada", como indicaba aquel viejo dicho basado en la ciencia (en esa estación, debido al aumento de horas de luz, nuestro cuerpo cambia y estimula la producción de la hormona de la felicidad, la serotonina, entre otras). Lástima que la gasolina esté por las nubes, ¡ladrones!

En febrero pensamos en alguna escapada cercana. Recordé rápido una cita inusual: suelo perderme cada año el festival del motor Legends que celebran en el circuito Ricardo Tormo a principios de marzo. Esta vez me propuse acudir como fuera. Enseguida pensé en alguien importante, un gran amigo que como yo, siente muy dentro las viejas competiciones, incluyendo el viejo Mundial, sus máquinas y sus pilotos: Juan. Así que planeamos y acordamos vernos el viernes previo al evento en Albacete para el sábado por la mañana ir juntos a esa fiesta donde veríamos viejos grandes pilotos y míticas joyas, incluyendo las bellas Cagiva 500 y la legendaria Ossa (la auténtica) monocasco de Santiago Herrero. En esta ocasión (bueno, como en otras) asistida con maestría por el gran Freddy Sanjuan. La arrancarían y el fundador de Solo Moto (ya sabéis quién, verdad) incluso daría alguna vuelta al circuito con ella, ¡cómo para perderse la ocasión! Vale, todavía no era primavera pero casi, casi, y la sangre lo sabía (risas).

Después de una preciosa velada en la capital manchega, con Juan y su mágica hermana Carmen, de escuchar buena música con aquella excelente compañía, todo aderezado por buenas risas (fundamental para estar vivo), arrancamos con ganas por la mañana, después de un sabrosón desayuno, directos a la localidad de Cheste y su fabuloso circuito. Mencionar que el tramo Albacete-Requena es magnífico, ideal para rodar en moto por él, ¡¡menudas curvas!!, tomé nota y me lo dejé en "asuntos pendientes". Sí, en aquel sábado circulábamos en coches por motivos que no vienen al caso. Aparte de las motocicletas míticas que seriamos testigos de ver sabía que habia más alicientes: estarían varios amigos nuestros como Paco Motos o Gregg, por no hablar de Manu Varea y su familia, ¡el sábado se presentaba de diez! 

Empezamos fuertes, viendo varias motos míticas de la época del Criterium, pues esa era una de las partes más apetecibles del evento: recordar y escuchar los pequeños pero rabiosos motores de agujeros de aquellas Honda MBX, Derbi o Rieju, ¿os acordáis? En esos primeros minutos las vimos dentro de los boxes, en perfecto orden de revista, incluyendo las famosas de Checa y Crivillé.


Poco más tarde, tocó salir al pit lane aunque estaba medio prohibido. No importaba, era un día especial, teníamos que ver, escuchar y tocar las legendarias Cagiva 500 de la etapa de los años 90, las de Kocinski y Chandler para ser más exactos. Juan y yo las vimos rodar en su día en varios GPs (como el del Jarama 93, por ejemplo) pero verlas tan cercas, tocarlas, admirar sus angulosas líneas, sus preciosas proporciones y, más tarde, escuchar su rugido es difícil de describir. En tamaño no parecen muy grandes, pero rezuman belleza, potencia y competición por todos sus poros. Ganas nos daban de montarnos... Si me lo hubieran propuesto no hubiera dicho "no"...


Al final a alguna unidad le costó arrancar. Gracias a Sergio Fuertes (otro grande), delante de nuestras narices pudieron solucionar el problema y el motor bramó poderoso, regalando viejos efluvios de otros tiempos, para admiración y emoción de los presentes, antes de deleitarnos con varias vueltas a la pista valenciana. Pero, obviamente, no estaban solas, buscamos rapidamente la Ossa de Santi y Esteban Oliveras, esta vez sin carenado, decisión que fue criticada por algunos. Su actual propietario contestó más tarde que quería que se viera su fabuloso y adelantando (para su época) chasis monocasco de magnesio y que pudiéramos ver todos, también, su compacto y poderoso motor monocilíndrico con admisión por válvula rotativa, el corazón con el que se enfrentó nuestro bravo campeón a monturas mucho más potentes (Yamahas y Benellis, principalmente). No seré yo quién discutiera la decisión. Cierto que con carenado queda más armónica y compacta, más bella en mi opinión, pero poder ver tan hermosas tripas tampoco se consigue habitualmente. Aqui Juan con ella, demostrando que las leyendas terminan juntándose en ocasiones...


Cuando Jaime Alguersuari se puso su casco y arrancaron la Ossa la expectación llegó al máximo. Algunos corazones bombeaban fuertes, delicados pero llenos de emoción. ¡No todos los días se podía ser testigo de algo así! Suerte la que tuvimos los allí presentes, en pleno pit lane, algo casi inédito para los tiempos modernos. Antes de subirse a ella, Jaime nos señaló durante un momento con su dedo y nos dijo que éramos los "Ultimos de Filipinas", como el grupo de seguidores que tiene en Instagram. Quizá sea así, o quizá no, me han llamado tantas cosas en mi vida que no lo tengo claro pero sí tengo claro el sentimiento y la identidad que quería trasmitir con aquel comentario. Así es, maestro, ¡los últimos de los 2T, de la grasa, del empujón para arrancar, de los que ayudaban al rival en alguna ocasión, de las motos sin electrónica, cosas así, anacrónicas, pasadas de moda! Somos ya de otro mundo... una especie de zombies inteligentes que se niegan a morir en el mundo moderno. Bien.

Y si algo le tocaba cercano a Juan fue que su gran amigo Enrique Molina, viejo y gran piloto del Criterium, también iba a rodar con su antigua y preciosa Derbi. Había sido convocado junto a los Crivillé, Alzamora, Toni Vega o Carlos Checa, ¡casi nada! Estuvimos con él y su encantadora mujer casi toda la mañana, disfrutando del momento. Bonita foto la que les tomé:


Mis breves palabras con Carlos Lavado y su bella Yamaha (con ella se podía hablar un poco también, sí) en pleno Pit también fueron dignas de destacar. Le pregunté, algo guasón, si tenía ganas de salir a rodar (no hacía mucho calor precisamente) y me contestó divertido que no mucho, pero que... ¡no se lo contara a nadie! (Upsssss, perdón, Pana, ya lo saben algunos, no creo que te importe a estas alturas, je, je...)


Más tarde nos vimos con Paco Motos que me presentó al hermano de mi ídolo Ricardo Tomo, Pascual. Que buen rato pasamos, qué gran sorpresa. ¡Qué enorme es Paco, el hombre-moto que siempre está ahí, bombeando pasión e historia motociclista! Si no existiera... ¡habría que inventarlo! Realmente, no me daba tiempo a asimilar tantas sensaciones en tan corto espacio de tiempo. Luego también nos vimos con Gregg que venía con el equipo de oldies, ¡otro gran encuentro! 

También fue muy agradable encontrarme con Toni Vega, todo un caballero y un pilotazo. Y para rematar, frente al escenario donde, más tarde, se reunió a aquella generación del Criterium (incluyendo a Alzamora, Crivi, Sete, Checa, etc, más el gran héroe de Mazarrón, Pedro Acosta y su rival madrileño, Alonso López) nos vimos, por fin, con Manu Varea y familia, ¡cuánto tiempo! Manu y yo teníamos ganas de vernos. Nos fundimos en un abrazo sincero y prometimos vernos un poco más a menudo en adelante. Cómo nos hubiera gustado verle rodar dentro de la pista aquel día, ¡hubiera sido de justicia que se enfundara el mono! Algunos ya sabéis que por palmarés, trayectoria y ganas es una figura de nuestra historia, poco conocido sin duda comparado con lo que merece pero parte fundamental del legado del Criterium y de los Campeonatos de España de la época.


Ya casi era la hora de comer pero eso era lo de menos. Aun así, para aguantar, compré una porción de pizza y me coloqué en una silla frente al escenario. Imaginaba que estaría de lujo escuchar a sus protagonistas. Sabia que también me estaría perdiendo más acción en la pista pero no podía dividirme... 

Y así fue. Muy bonitas y acertadas las palabras que, enseguida, desgranó con sentimiento y su habitual épica, el fundador de Solo Moto. Recordó (¡falta hace!) la figura de Santiago Herrero y alguna de sus gestas encima de la Ossa. La emoción le inundaba y a algunos puretas también se nos quedó la garganta un poco seca. Sin épica no hay vida real, así creo yo, cuando encuentras a gente que lo vive parecido o más que tú la vibración sube y se deja notar, ¡normal! Así somos para bien o para mal...


También me encantó escuchar a Alex Crivillé, ¡cómo no!, si fue y es uno de los pocos ídolos que me quedan en el mundo del noble arte del motociclismo. Comentó, aparte de recordar los comienzos,  cómo todavía se sorprende al sentirse tan querido y admirado por la gente, ¡han pasado tantos años desde su último título! Eres muy grande Alex, yo también me emocioné al escucharte, nuestros aplausos fueron sinceros y merecidos. ¡Y era tu cumpleaños!

Y ahora, como en otras ocasiones, quizá será mejor dejar de escribir y publicar algunas fotos de aquel magnífico día. Añadir solo que me faltó ver a Edu Ferralla y Victor Ortega (que andaban por allí, lástima) pero las prisas que tenía para volver a casa me impidieron permanecer más horas. 

Al final, hasta Aspar se montó en la Ossa de Santi. ¡Pocas veces se ven tantas leyendas juntas! ¡Vaya evento realmente interesante! Recomendable... ¡mucho! Al fin y al cabo, ver y recordar el pasado de estos figuras es rememorar y recordar nuestros viejos descubrimientos, nuestras emociones, el mundo que saboreamos de adolescentes y un poco más allá... cuando todo estaba un poco más claro y el factor humano era el predominante, sin lugar a dudas, ¡gracias campeones!








NO OLVIDEMOS NUESTRO PASADO, ¡SIN EL NO SE ENTIENDE NADA!

De nuevo en Javalambre... edición especial.


Llegó el 2023 y con el nuestra primera cita habitual, Estrella de Javalambre, como tantas veces he contado en este espacio. Y como relaté en otro post más antiguo, su mítico organizador, Peter Blue, me había llamado meses atrás para darme el pésame y comentarme su idea de homenajear en su invernal a mi padre reviviendo una vieja idea del maestro: hacer una subida nocturna por la pista el sábado por la noche. Ya en el año 2000 lo propuso mi padre allí, micro en mano, cuando precisamente se celebró la invernal en el pueblo de Camarena. Nadie levantó la mano aquella noche para salir con las motos después de la cena pero esa propuesta, y algún documento gráfico posterior explicando la idea, quedó en la memoria del bueno de Peter que me lo relataba por teléfono con pasión y respeto. Quería saber si me parecía bien hacerlo. Obviamente, sabiendo quién lo proponía, le dije que sí, que sin problema. De hecho, agradecía el gesto y más que llevara el nombre de mi ancestro. Así surgió este primer "Búho de Javalambre: Memorial Luis Fernández".  Y hasta la versión digital de la revista Solo Moto se hizo eco (sin que yo tuviera nada que ver) del evento. Mi madre y yo estábamos abrumados.



Lo mejor de esta cita anual es que allí nos reunimos un montón de amigos que vivimos un poco separados por la distancia. Alberto de Utiel , Paco Motos de Valencia (que este año, por temas familiares, no pudo venir), los Tortugas, algunos Cariñosos (estos vivimos cerca pero nos vemos poco) incluyendo por supuesto a nuestra querida Rosa y nuestro entrañable Mudo que, una vez más, celebraría su nuevo cumpleaños en la cena del sábado. Solo nos faltaban Julito Paco, como poco, para tener el elenco de amigos completo pero no pudo ser... De todas formas, ¡sería otra cita preciosa que con muchas, muchas ganas queríamos alcanzar en el calendario!


Llegué en solitario el sábado por la tarde al camping de Manzanera, con un poco de frío en el cuerpo (pero no glacial), después de haber parado en Fuentes (Cuenca) para dar cuenta de un atractivo bocadillo y un correspondiente café caliente. Enseguida dejé los trastos y nos fuimos a saludar a los amigos que llevaban horas por el pueblo. Este año, además, contaría con el extra de compartir bungalow con dos colegas de Mudo y con mis estimados Teresa y Angel de la editorial Interfolio, la editorial que cualquier aventurero y motero debe seguir sí o sí pues publica libros geniales de grandes aventureros como Ted Simon o la experta montañera Liv Arnesen (la primera mujer en alcanzar el polo Sur en solitario). 


También vería, por fin, a mi estimado Quim que no había dudado semanas atrás en venir desde Seva con su preciosa montura, a mi team-mate, Luismi TT, que con su preciosa Tenere 700 no podría andar lejos. Y muy agradable volver a encontrarme con otro tocayo, con Luis Pinto, ya era hora. Solo me faltó encontrarme con el gran Mike Cerdán (antiguo miembro del equipo de MCZE) pero por más que miré nos fue imposible saludarnos al final. 


Cuando ya cayó la oscuridad, casi al final de la tarde, arrancamos el "
Búho de Javalambre". A la hora señalada, sin retrasos, emprendimos el camino hacia la fuente de la Teja que aguarda como a mitad de la subida (la habitual que se hace el domingo por la mañana). Fue realmente emotivo comprobar el gran número de motos que nos acompañaron. Afortunadamente, no hacía demasiado frío ni tampoco rastro de viento, condiciones que agradecimos. Estuvimos allí un buen rato y la organización tuvo el detallazo de repartir pegatinas con el emblema del búho como recuerdo. Algunos elegidos, entre los que estaba yo, también fuimos obsequiados con un parche de tela del mismo dibujo. ¡Gracias, amigos!




A la vuelta del Memorial, ya en el pueblo, llegó la hora de otra cena divertida.. y esta vez muy emotiva. Para empezar, porque celebrábamos el 70 cumpleaños de Luisito (Mudo para el universo motero) y su concentración número 500, ¡¡cifras de escándalo!! Digno de admiración es decir poco...


Siempre a bordo de su Dama Blanca, su mítica Guzzi California, qué os voy a contar de este gran amigo y excepcional ser humano, ¡¡ojala fuera inmortal!! Me siento afortunado, muy afortunado de haberle acompaño en multitud de eventos y viajes a lo largo de las últimas cuatro décadas. Sus palabras y su emoción palpitante nos cautivaron una vez más y poco faltó para que se nos saltaran las lágrimas cuando además, en ese rato, nuestra querida Rosa tomó la palabra delante de todos y habló de Mudo y de mi padre, conmigo al lado, fundiéndonos en un bonito abrazo al final de su precioso discurso. Siempre emotiva, lo bonito de sus palabras es que siempre salen del corazón. Delante de tantos amigos ese caudal de sentimientos fue el colofón a una velada totalmente inolvidable para mí. 


Pero ahí no terminó la cosa, pues el bueno de Alberto Verduras me tenía una mega sorpresa reservada que me dejó, literalmente, ¡¡sin palabras!! Resulta que en homenaje a mi padre había preparado y construido un trofeo precioso de madera de la Estrella, aludiendo además al memorial. ¡¡No tenía yo esto agendado, me pudo la emoción y me quedé, por una vez, sin palabras!! Eternamente agradecido es decir poco... Cuánto se apreciaban mi padre y él... 


Voy a dejar de escribir, prefiero publicar varias fotos preciosas de aquella velada que no olvidaré jamás. Seguro que mi padre disfrutó viendo todo lo que se preparó en su memoria.  

GRACIAS A TODOS LOS AMIGOS QUE ESTAIS AHI CONMIGO Y QUE SEGUIS RECORDANDOLE, SE OS QUIERE. Nunca muere del todo a quién no se olvida. El papi era un tipo espectacular y su carisma siempre le granjeó buenos amigos por todas partes. Qué menos que reunirnos alguna vez y recordar su presencia. Ad eternum!






Vuelta a los Puertos LF (primera edición)...

 

La Vuelta a los Puertos LF de la región de Madrid fue una ruta que se inventó y popularizó mi padre a finales de los años setenta y durante los ochenta. No digo que ningún otro motorista no hubiera trazado la misma ruta pero, desde luego, nunca conocimos a ninguno que lo hiciera en su extensión y le pusiera además ese nombre. Con los años, mi padre la dibujó y la explicó muchas veces entre amigos y desconocidos. Yo de chaval fui testigo de esas explicaciones y fui de paquete con él en numerosas ocasiones en sus motos, junto a sus amigos en cualquier estación del año (a veces me cuesta explicarme cómo fue posible que nunca pasara nada).

Basicamente, saliendo de la ciudad, la ruta "circular", arrancaba en Las Rozas para poner rumbo hacia Torrelodones, Hoyo de Manzanares y Colmenar Viejo, como primera "etapa", por aquella carretera tan peculiar, estrecha y plagada de curvas. Hace algunos lustros la arreglaron, ensanchando la calzada como un metro. Aún a día de hoy es un tramo técnico, bello y delicado. Desde Colmenar se dirige nuestra ruta hacia Soto del Real y la hermosa localidad de Miraflores de la Sierra. Desde allí, como sabréis muchos, tenemos dos magníficas opciones, dos puertos estupendos y míticos: Morcuera y Canencia. En la Vuelta diseñada por el máster hacemos el puerto de Morcuera para luego bajar hacia el pueblo de Rascafría, en pleno valle del Lozoya, para subir a Cotos y llegar hasta el mítico puerto de Navacerrada. Para terminar la última parte de la Vuelta seguíamos hacia el pueblo de Guadarrama para subir al Alto del León (puerto de Guadarrama) y meternos por la vieja pista que une el puerto con Peguerinos (ahora totalmente impracticable para motos de carretera), llegar a esa localidad y luego al mítico puerto de la Cruz Verde, de sobra conocido, donde se hacía una nueva parada. Desde allí empezaríamos a bajar hacia El Escorial y el puerto de Galapar para volver a llegar a Las Rozas, localización donde solíamos despedirnos los integrantes del recorrido. 


Pues bien, después del óbito de mi padre en octubre algunos amigos pensaron que, en el futuro, tendríamos que hacer alguna jornada de homenaje. Mi amigo Juan Vegas y Rosa pensaron por separado varias opciones pero fue Juan quién incidió en rememorar la Vuelta a los Puertos que alguna vez nos había escuchado hablar. A mi me pareció una idea fantástica y enseguida pusimos fecha, ligeramente lejana para dar margen de maniobra. Al final lo fijamos para el sábado 26 de noviembre, de ese triste 2022. Lo comentamos en los círculos más cercanos y enseguida se apuntaron como una docena de amigos, incluyendo a Antonio, Julito y Montse, Juan, Mudo, Alvarito, Hondita y Rafa del MTM (aunque no podían quedarse a la comida), José, las dos Rosas (que irián en coche)...


El trayecto fue muy agradable y la primera parada fue en Miraflores donde desayunamos con Rafa y el Hondita que nos esperaban allí puntualmente. Luego subimos todos juntos hasta el aparcamiento de La Morcuera, donde disfrutamos de las vistas y de la relativa tranquilidad que reinaba a pesar de ser sábado y hacer buen tiempo. ¡Cómo le gustaba este puerto a mi padre!

Después de las fotos pertinentes y de varias charlas y alguna despedida, la mayoría pusimos rumbo a Rascafría para llegar como una hora después al pueblo de Navacerrada, concretamente, más abajo, dónde ya teníamos mesa para comer con las chicas que faltaban, Rosa y Rosi, que llegaron enseguida. También agradecer la presencia de Luisito ("Mudo") que haciendo un esfuerzo digno del titán que es, busco un hueco en su agenda para venir desde el museo de la moto de Alcalá para acompañarnos las horas de la comida antes de tener que regresar a su ciudad.


Ciertamente, no llegamos a concluir la Vuelta original pero sí su mayor parte. La esencia del encuentro era vernos y rendir homenaje, pasarlo bien y disfrutar de algo que todos amamos: la camarería de nuestra tribu, junto a nuestras compañeras de vida de dos ruedas. A todos los implicados, a todos los que recordaron a mi padre y dedicaron tiempo aquel sábado para acompañarme unas horas, ¡gracias de corazón...! Volveremos a celebrar este encuentro cada año, en otoño, eso pensamos y eso prometimos.


Días antes, el gran Gregorio, amigo y presi de "Moto Grup Tortugas" de Barna, también presentó sus respetos en un hermoso post que publicó en su blog, para deleite de todos nosotros:

Viajar y vivir... (parte II)

Cuando llegó el calor del verano pasado, a mitad de junio aproximadamente, las ganas de salir de ruta disminuyeron, como cada año. O tocaba madrugar mucho o salir tarde, cualquier cosa menos sufrir, jinete y motor, las más tórridas horas del día. Sin embargo, siempre hay excepciones. Una de ellas es la célebre y tradicional salida "El Día Más Largo" que organizan los amigos veteranos del MTM. Se trata de coger el sábado más cercano al día con más horas de luz del año y recorrernos un par de decenas de puertos, más o menos, alrededor de Madrid, comenzando por el norte de la provincia de Toledo o sur de Madrid hacia el norte y luego hacia el este, terminando en la provincia de Guadalajara. Casi nunca he podido participar pero el año pasado reservé la fecha que nos había mandado Jesús "Hondita" por correo, como cada temporada, para ponernos en antecedentes. 

Ha llovido mucho desde que, siendo niño y luego adolescente, iba con mi padre y sus amigos a las simpáticas invernales del MTM en las Dehesas de Cercedilla. Allí, donde conseguí mi primer trofeo, por ser el pilotillo más joven que llegó en marcha en el 84 (ilegal, con 12 años) se respiraba el auténtico ambiente rutero de la época, el de los aguerridos motoristas de la zona centro, con mecánicas de esa época, máquinas europeas la mayoría, claro, barbours y chaquetas de cuero, tiendas de campaña canadienses y sana camaradería. Algunos amigos del MTM, como Jesús y Rafa, siguen rodando y "El Día Más Largo" quizá sea su evento estrella pues reúne a muchos amigos y siempre apetece.

El año pasado, como digo, me propuse acudir como fuera. Madrugué bastante el sábado indicado, pero no tanto como ellos. Enlazamos en Aranjuez donde me recogieron y pusimos rumbo a algunos tramos muy divertidos (Villa del Prado, Rozas del Puerto Real, etc) sin apenas tráfico y una temperatura mañanera más que agradable. Luego, según iban pasando las horas y los kilómetros el calor empezó a llamar a nuestra puerta. Paramos en el bar de siempre en Robledo de Chavela, frente a la gasolinera, para descansar y disfrutar de algunas bebidas. También contábamos con Marco y Meli que habíamos añadido a la pequeña comitiva en el pueblo de Rozas, pareja a la que hacía tiempo no veíamos. En Robledo se nos unió Joselito y su Himalayan. Estuvimos de charla un buen rato y decidimos parar después en Guadarrama para comer. Así sucedió.

Después de comer nos pusimos rumbo a Navacerrada y, poco después, hasta el parking de Cotos. Lo alucinante no fue que viéramos varias vacas en medio de varios tramos de la calzada, incluyendo algunas curvas (¡vacas que espantó Jesús con su elocuencia, al parar junto a ellas!) sino que el móvil de Marco se había quedado olvidado en el asiento de la Royal Enfield de otro amigo... y ¡llegó intacto entre el asiento y el asa para el pasajero hasta Cotos! Por ello la foto que pongo justo arriba: Jesús enseñando el pasajero digital inesperado que en ningún momento había rozado el asfalto, ¡impresionante!

La jornada terminó a la caída de la tarde. Algunos en Rascafría ya nos volvimos a casa, cruzando el puerto de CanenciaJesús y algún otro participante continuaron el rutometro previsto, hasta bien entrada la zona mas agreste de Guadalajara. Un abrazo y un hasta pronto fueron la despedida de un día muy intenso y lleno de gratos momentos.

Luego llegó el mes de julio y la imposibilidad, por tercer año consecutivo de viajar hasta la mítica Stella Alpina, en los Alpes. Esta vez no fue culpa de la pandemia o de las vacunas, fue un tema laboral totalmente imposible de gestionar y evitar. La rabia fue generosa pero me prometí que en el 2023 acudiría a nuestra Stella "como fuera" sin tener muy claro que sería capaz de sacrificar para conseguirlo...

Empezamos ese mes visitando, por fin, el aclamado y super interesante museo de la moto de Alcalá de Henares donde nos esperaba nuestro Luisito "Mudo", quién fue tan elocuente como siempre, incluso más, describiéndonos cada modelo de la exposición, repito, cada modelo expuesto, o sea, brutal memoria y conocimiento... Uff, os podéis imaginar, más de dos horas de charla... Estuvimos Julito, su hermano, Dani y yo... al final unas tres horas muy recomendable. 

Y como era imposible acudir a Bardonecchia, como os contaba antes, me guardé ese fin de semana de julio para escaparme un par de días con mi XSR hacia el Norte, hacia Asturias pasando la primera noche cerca de Riaño. En el famoso pueblo del embalse se celebraba una reunión motero musical de clásicas con mucha presencia de Guzzi y marcas nacionales (el "Motor & Mountain Fest"). Había algún conocido pero el Destino no quiso que en aquellas horas pudiéramos coincidir. Los paisajes de la zona, una vez más, me dejaron en silencio durante minutos.

Al día siguiente penetré en Asturias por el emblemático y técnico puerto del Pontón (1280 ms), de tantos recuerdos para los LFs. Esta vez, obviamente, no había nieve. Salí del hostal después de hablar con una pareja de ingleses que viajaban con su flamante VFR cargada hasta los topes. "Very heavy, no?" les dije antes de despedirnos. Lo curioso fue que, media hora más tarde, cuando paré en lo alto del puerto para disfrutar de lugar unos minutos en calma escuché de repente el inconfundible sonido de esos motores..., eran ellos y pasaron a toda pastilla. En menos de un minuto ya estaba yo en marcha pero fue imposible alcanzarlos bajando el puerto, ¡memorable!


Seguí mi camino y paré de nuevo dónde veis justo arriba. Allí tengo la misma foto con la Infinita, años atrás. Luego me desvié un pelín para conocer el que llaman algunos el "Stelvio asturiano"... bueno, una rutilla curiosa llena de curvas, desniveles y montañas angulosas que ni siquiera terminé, no me gustó demasiado, quizá podían ponerle otro nombre, además tenía algo de prisa por llegar a Cangas de Onis y tomarme un buen café. Me hacia mucha ilusión volver a allí. 

Llegué enseguida y antes de tomarme el café mencionado entré en una de las tiendas de regalos más a huevo que hay en su calle principal. Pregunté en el mostrador si me podía hacer un agujero más a mi cinturón. Sorprendentemente, tenían la máquina de agujeros allí mismo, la dependienta me la entregó inmediatamente, sin decir nada. Como había adelgazado un poco iba incómodo con el pantalón. Apreté con fuerza varias veces y salí de la tienda con un cinturón más ajustado, ¡gracias!

Esa tarde me la pasé recorriendo varios puntos emblemáticos de la zona, incluyendo el famoso mirador de El Fitu. El calor apretaba, cuando dejé el mirador arranqué y seguí por esa carretera hacia la costa, pasando por Lastres, etc, y me detuvo en un garito playero de Colunga, para saborear una sidra especial y quizá picar algo. Justo en esa zona está el bonito museo del Jurásico de Asturias. 

Pasé la tarde por la zona de Llanes y me eché una mini siesta a la sombra de su muralla, como en otras ocasiones, frente a la playa de El Sablón, calita que tantos recuerdos me trae. Por cierto, en asturiano arena se conoce por "sable", del latín "sabulum", de ahí viene el nombre de esta playa urbana. Intentamos vernos Dani "el asturiano"  y yo pero al final no fue posible, una lástima. Yo ya estaba poniendo rumbo a Panes y otras localizaciones de interés cuando se cerraba la tarde, aun con luz, y llegaba a ese pueblo con nombre curioso. Pregunté en uno de los hotelitos de su calle principal y tenían disponibilidad. Avise a una amiga motera (Naza) por si nos veíamos para cenar, sabiendo que a ella le pillaba cerca desde Cabezón de la Sal. Afortunadamente, esta vez sí pudimos vernos, muchos años desde la última vez, ¡todo un placer! Cayeron algunas sidras y cuando nos despedimos pasé a ver a mi fiel compañera en el parking descubierto del hotel, allí estaba descansando la fiable y cañera Yamaha 900. A la mañana siguiente la recogí algo mojada, ¡el relente de la noche había sido brutal! 

Desayunamos bien y nos pusimos ya camino a casa, al calor, al hogar... La ruta de vuelta estaba clara: desfiladero de La Hermida, Potes y hacia el puerto de Piedrasluengas con la intención de detenernos un buen rato en su fantástico mirador. Así fue. Subiendo el puerto hasta pasé frío, me había confiado demasiado, ¡estábamos en Asturias y eran apenas las nueve y pico de la mañana!

Cuando dejé el famoso puerto y me fui adentrando más en la provincia de Palencia, hacia Cervera de Pisuerga, la temperatura ambiente empezó a subir. Los tramos todavía eran apetitosos, eso sí. Para la hora de comer, el calor ya era un tanto insoportable. Tomé un sandwich de gasolinera cerca de Valladolid haciendo balance de los dos días de escapada. Luego tiré hacia la zona de Segovia para llegar a casa cruzando el Alto del León. Hasta allí, había puesto el "piloto automático" por la autovía odiando el calor del asfalto que brota en verano. Por todo eso, cada vez que podemos durante estos meses, mejor poner rumbo al Norte, al Norte, a disfrutar de paisajes y climas benignos para el alma y el cuerpo! I'll Be Back!

Viajar y vivir... (parte I)

Los que no disponemos de los recursos necesarios (un mínimo de tiempo y dinero, vamos) para poder viajar todo lo que deseamos, por todo el planeta, a menudo solemos evolucionar y pulir con los años un pequeño talento que valoro mucho, el talento de elegir cada vez mejor. Es raro arrepentirse de alguna escapada planificada, por lo menos en mi caso. El año pasado después del rally por Extremadura el listón estaba muy alto pero, por otra parte, no era muy dificil concebir nuevos planes que auguraban,  ya de por sí, buen sabor de boca. Como siempre, los viajes se disfrutan antes, durante y después de hacerlos. Es la riqueza humana y sensorial que disfrutamos los que amamos hacer kilómetros y ver amigos, aparte de la incertidumbre o simple curiosidad de conocer sitios y situaciones nuevas. ¡Quién pudiera tener capital y tiempo para atravesar Africa o Sudamérica!, quién pudiera poder TRAVIAJAR habitualmente... Pero no escribo este post para quejarme, cada palo aguanta su vela al final, sino para rememorar alguna escapadita agradable que tuvimos el año pasado. 

Algo importante es que también valoramos ver a los amigos que, por culpa normalmente de la distancia, no vemos tanto como quisiéramos. Vale que con la pandemia han cambiado cosas en el mundo, que algunos hemos apreciado que incluso se ha perdido ganas de socializar por parte de algunos... pero, aún así, cuando hay ganas de verdad las distancias  practicamente no son obstáculo. Y más si vas en moto y adoras devorar kilómetros. En abril lo hablamos mi amigo Tomás y yo, buscamos en el calendario un finde que pudiéramos cuadrar los dos y en mayo nos vimos casi a medio camino, en una zona agreste que amamos: la comarca de la Serranía Baja de Cuenca y río Cabriel. Fueron casi dos días de curvas y risas, qué decir. 

Hasta nuestro punto de encuentro (él vendría desde Barcelona), puse rumbo por una ruta bien conocido, siempre agradable, que pasa por las zonas de Priego y Beteta. Imposible no parar en "la curva" de las hoces, donde en ocasiones se puede disfrutar del vuelo de algún buitre. Allí me detuve un ratillo mientras una pareja de escaladores se alzaba por la pared de roca que tenía a mi derecha, según veis esta foto:

Arranqué pronto y seguí disfrutando del tramo. Pronto sería la hora prevista para vernos. El lugar sera en el "mítico" pueblo de Cañete, ese "milestone" que tantas veces hemos mencionado en este blog camino a la invernal de Estrella de Javalambre. Allí habíamos quedado, después unos dos años sin vernos, ¡casi nada! Como los encargados del restaurante no tenían muchas ganas de darnos de comer, arrancamos las motos y nos fuimos hasta Salvacañete, concretamente al restaurante ubicado junto a la carretera, en una punta del pueblo, junto al cruce que luego tomaríamos. Fue todo un acierto. Por fin pudimos ponernos al día. Afuera, a la sombra, aguardaba la flamante GS 1250 de Tomás y mi XSR 900. Dos nuevas amigas que por fin se conocían. La GS tiene un depósito que casi duplica al mío en capacidad, solo con ese dato podemos etiquetar qué moto era la más rutera...

Salvacañete es una población pequeña, no creo que supere los trescientos habitantes. Esta en unos de esos tramos divertidos que conocemos bien. De hecho toda la zona invita a llevar gomas blanditas y acudir sin prisas, con tiempo, para disfrutar como enanos de los paisajes y de nuestras monturas, sean las que sean. Nuestra idea era tomar varios tramos del antiguo marquesado de Moya, incluyendo su castillo, el que, tiempo atrás había visto a lo lejos, en otra escapada que ya conté en el blog. Pues nada, después de comer salimos de Salvacañete hacia el castillo. Todos estos parajes, había visto, tuvieron cierta relevancia en la antigua Guerra de la Independencia, cuando sus habitantes hicieron frente a los franceses, realizando incluso numerosos ataques sorpresa. Luego algunos de ellos, como en tantas otras lugares, se convirtieron en bandoleros. Y casi como ellos arrancamos las motos sin tener una ruta predefinida ni mucho menos idea de donde podríamos hacer noche. Pequeños detalles como esos hacen que disfrutes más el concepto tan manido de "libertad". 

Ciertamente el asfalto era muy mejorable pero disfrutamos lo que pudimos hasta Moya, afortunadamente sin tráfico. Luego subimos por la pista que hay hasta el castillo. Vistas espectaculares y primera parada para disfrutar el momento. Lo mejor estaba por llegar: aunque no pasamos por las curvas de Ademuz recorrimos multitud de tramos recomendables y varias localidades, casi siempre por las carreteras CM-215 y CM-2200. Esa ruta incluyó pasar por pueblos como Landete, Talayuelas, Garaballa, Henarejos, Fuentelespino, Boniches, etc, hasta llegar a Cañete otra vez (como si hubiéramos planeado una ruta circular), parar allí un instante y decidir subir hacia el Norte, hacia Albarracín... tramo que yo no recordaba o no conocía directamente (por la CM-2106). Fue una decisión muy acertada pues era un tramo alucinante que disfrutamos felices sin apenas tráfico y con una temperatura ideal, ¡no se podía pedir más!

Llegamos luego a la provincia de Teruel y enseguida a la bella Albarracín donde queríamos parar y refrescarnos. Nada más pasar el túnel de la localidad vi un hotel pétreo con buena pinta a mi izquierda y una terraza sugerente que parecía llamarnos sin dilación. Obedecimos y nos detuvimos allí, enseguida nos sentamos junto a una mesa. Advertimos que había un grupo de motos también descansando allí. No lo teníamos previsto pero preguntamos y tenían alojamiento de sobra disponible, y a buen precio. Decidimos que pasaríamos allí la noche, decisión acertada. Luego nos fuimos de bares (pocos) y la cena fue espectacular... y la velada posterior en cierto pub (o algo así) mejor no comentarla en detalle (encima nos salió gratis, im-presionante). A cierta hora intempestiva regresamos para descansar unas horas dentro del hotel de piedra...

Al día siguiente, después de un opíparo desayuno, echamos caldo y casi gastamos otro depósito (de los míos, no de los de la GS) en curvas por zonas preciosas dirección Teruel City (que, dicen, sigue existiendo). Pasado el mediodía, tomamos la aburrida A-23 para rodar los últimos kilómetros juntos, él ya casi dirección Barna, yo dirección Monreal del Campo para tomar luego la N-211 y volver a casa por Molina de Aragón. Nos despedimos con intención de vernos de nuevo en un periodo de tiempo más corto, ¡cosa que veo ahora hemos cumplido! Pensado en este día y medio que pasamos por allí juntos no puedo más que sonreír, ¡escapadas así animan a cualquiera!

A la vuelta, después de repostar en una de las Cepsa de toda la vida de Molina decidí no llegar hasta Alcolea y evitar así las largas rectas que luego aguardan. Miré en el google maps y descubrí de nuevo un tramo que no conocía, uno que si lo continuas puedes terminar por la zona de Trillo y Sacedón. Ese tramo arranca pasado Molina y trascurre por la solitaria CM-2015, hacia Zaraorejas, atravesando luego el río Tajo. Esta ruta regala unos páramos de una belleza deslumbrante, salvaje, incluyendo algunos desfiladeros magníficos, aunque pensé que más vale no te quedaras tirado una noche por allí. Por supuesto, en una mini parada que hice comprobé que tampoco había cobertura. Cuando arranqué aceleré en la única recta que descubrí durante minutos y, justo unos cuantos segundos después, me libré de un buen percance: un "bamby" en el último momento, llegando veloz por mi izquierda, cambio de trayectoria y no me impactó, brutal. No vi coches hasta llegar al famoso río, por cierto.

A llegar a Trillo paré unos instantes en el puentecito desde el cual se ven, a lo lejos, las torres de la planta nuclear. Hice la foto de rigor y continúe camino a Sacedón sufriendo ya un calor importante, una temperatura que no buscaba. De repente recordé el bar motero que está de moda, a unos doce kilómetros del pueblo. Efectivamente, allí estaba y había ambiente. No pude resistirme a "merendar" un buen bocata mientras contemplaba el animado panorama y la multitud de "ofertas" de dos ruedas que había aparcadas por doquier. Una vez alimentado y refrescado, arranqué confiado mi querida Yamaha y no recordé, culpa mía, que normalmente en la última hora de mis viajes es cuando me multan o suceden cosas imprevistas. Así fue...

Llegando a Sacedón alcancé a dos customs y un Megane antiguo, afortunadamente iban muy legales y tuve que reducir dos marchas al comprobar que había línea continua. Y digo afortunadamente porque justo en esa recta en bajada había un radar oculto que no vimos ninguno. Resultado: poco después nos pararon a los aguerridos customs y a mi, para la preceptiva receta. No me lo podía creer pero así fue... Realmente, gracias al viejo Megane no íbamos más rápidos, sino la cosa hubiera pintado mucho peor... Le di las gracias en silencio. Arrancamos prudentes y llegamos a casa. Balance positivo, por supuesto. Viajar y vivir... 

Por cierto, durante ese mes de mayo del año pasado se celebraron los Premios Mototurismo, organizados por el amigo Gustavo Cuervo (¿quién mejor lo haría?). Me pidió que fuera jurado junto otros ruteros y acepté. Posteriormente, un sábado lluvioso fuimos un nutrido grupo de ruta hacia Navacerrada (dónde se celebraría el evento) parando previamente en la Cruz Verde. Se agradeció la fina lluvia esporádica que nos cayó, aunque modificó un poco la ruta prevista. 

Era mayo pero habitualmente sufríamos un calor de verano, ¿dónde estaba la primavera? Esa es la pregunta que nos hacemos algunos ultimamente, porque el clima y su radicalidad afecta a monturas y jinetes... y yo ya estoy temiendo los meses que se acercan... 

Seguiremos en unos días recordando escapadas del año pasado...


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...