Querido Jarama...

Ha sido inevitable admirarte una vez más, querido amigo. Hace unos días fuimos a verte un buen número de devotos feligreses, habidos por reencontrarnos contigo, monumento y símbolo de nuestra pasión. Yo me llevé a mi hija para que, por fin, te conociera. Una vez más, cruzamos tus boxes emocionados antes de mirar, con una sonrisa en la cara, esa bella rampa de Pegaso y esas curvas tan emblemáticas como Le Mans o "la ciega".

De nuevo, las mismas sensaciones y las mismas preguntas: ¿cuantas gestas, cuanta historia, cuantas batallas se libraron en tu trazado? Hace ya mucho tiempo, mi padre vio, en una misma jornada, perder y ganar un título en tus curvas a nuestro Angel Nieto. También contempló al gran Santi Herrero ganar en tu pista el Gran Premio de España, en un lluvioso día de 1969. Yo vi, y todavía recuerdo un poco, diez años después, a Barry, Roberts y Hartog disputarse la victoria de 500. Luego llegaron otras carreras, muchas, nacionales o internacionales, grandes premios, pruebas del Europeo, carreras de las Motociclismo Series, las 12 Horas Cibie, etc, etc. Recuerdo al bueno de Harada y al inimitable Schwantz celebrar, frente al Supersiete, sus títulos en 1993. Años después, vimos el último G.P. disputado en tu pista, amigo: ¡el Gran Premio de Madrid! Fue en 1998, cuando ganó Checa su última victoria en 500. A Doohan le sacaron pronto de pista. Gibernau hizo una memorable carrera con la Honda bicilindra mientras el bueno de Crivillé se complicaba la vida. Cómo pegaba el sol aquel día, una vez más, ¡cuantas veces volviamos a casa quemados en todos los sentidos! Ahora no me olvido de la gorra y es raro que me quede en manga corta. Eso ha cambiado pero también otras cosas mucho más graves. Ahora estás casi olvidado y defenestrado, viejo amigo, eclipsado por esos circuitos inhumanos diseñados por ordenador, planos o aburridos, donde priman los motores más que otra cosa que rima con esa palabra.

Querido Jarama, sabes bien que no hay año en que no nos vuelvan a asustar con malas noticias. ¡Que ganas tienen algunos de acabar contigo y con los de tu especie! ¡Cómo se nota que lo único que interesa a algunos poderes es el valor económico que está en juego!

¿Qué te has quedado pequeño para las grandes divisiones del motor? ¡Pues que te utilicen para la cantera, para los aficionados y para los campeonatos nacionales! De cajón de madera de pino. Ah, no, que es otra cosa... ¿qué molestan mucho nuestros ruidos a los señoritos que viven en su urbanización? ¡Cómo exageramos, señores! Además, ¿quién llegó antes?, ¿o es qué los "pobres" que viven allí fueron obligados, "realojados"?


Ah, no, que es mejor tener otro circuito más moderno... entonces ¿sobras tú?, ¿por qué? ¿qué tonteria es esa?, ¿será que no hay afición en la zona centro? ¡mira que hay que leer o escuchar bobadas cada año! Tú, la pista que más Grandes Premios de España ha albergado no mereces ese destino cruel que algunos desean y planean desde hace años. Casi a partes iguales, qué tremenda ignorancia y malicia demuestran los poderes y las voces que permiten y exclaman esas barbaridades.

Querido Jarama, el pasado fin de semana asistimos a la segunda edición de tu Classic Moto. Gran evento que no pensamos perdernos en los próximos años. Muy bien organizado y con una participación alta, tanto en calidad como en cantidad. 

Fue, como era previsible, un auténtico viaje en el tiempo. Una vez más, tu legendaria pista, el circuito permanente en activo más antiguo que tenemos, sirvió de catalizador perfecto para ver, escuchar y disfrutar de unos hombres y unas máquinas que, terriblemente, antes o después, desaparecerán para siempre. No de nuestros corazones o de nuestra memoria pero sí de la realidad. Eso es lo triste. Durante dos días pudimos ver mecánicos de verdad (no solo cambiadores de piezas) que mantenían con mimo y sabiduría motocicletas de competición tan bellas como rudas y peligrosas. También contemplamos carpas y pequeñas roulotes accesibles y amigables, y esos puestecillos de camisetas, ésta vez, liderados por diversos campeones de antaño. En suma, ese ambiente festivo que ya apenas se puede disfrutar en casi ninguna competición moderna. Un ambiente parecido al que vivieron los mejores pilotos del mundo durante varias décadas... qué envidia. 


También fue glorioso comprobar que solo tú, viejo compañero de aventuras, fuiste capaz de reunirnos a un montón de viejos amigos. La mañana fue larga e intensa y el bullicio de saludos, apretones y risas también. Por la manaña, con Tomás y Gregorio, que ya volvian a su tierra. Luego con Julito, Santi, Raquel, Paloma, Oscar, Edu, Luisito, "Choncho"... etc, etc, etc, perdimos la cuenta. Eso sí, faltaron algunos, una pena, hubiera sido una buena excusa para disfrutar de lo lindo. Echamos en falta no ver a Tono de Barcelona, a Luis Dios (la segunda vez que no coincidimos en un evento programado) y, también, eché en falta encontrar por allí a Toroloko y a Kevin del Club2T.

Fue fantástico, querido Jarama, ver en tu paddock y en tus boxes docenas de viejas motos de 2T, sí, esas motos que parece que hemos enterrado entre todos, medio malditas, esas auténticas motos de carreras que solo podian manejar con talento una minoria de pilotos de élite. Desde la carrera de La Bañeza creo que no oíamos tantos tubarros juntos. Apoteósico. Tenia ganas de contemplar una 750 de verdad, de las que ganaban carreras y campeonatos. No fue nada dificil encontrarlas en los boxes. Por supuesto, aparte de algunas viejas glorias nacionales estaba claro que marca japonesa nos alegraría la vista y el oído. Y ninguna marca nipona podia ser salvo la que más se identificó con los motores de 2T: YAMAHA. Allí, "esperándonos", estaban varias motos de los tres diapasones. La perfecta TZ500 de Agostini, varias 250 (para, por ejemplo, Eric Saul, Carlos Lavado o la de C. Sarron) pero, sobre todo, la más grande y brutal, la Yamaha 750 del americano Steve Baker, sí, ese gran piloto que viste siempre de Furygan, el amable piloto que fue campeón del mundo de esa cilindrada, el primero americano.


Pudimos también encontrarnos con un afable y simpático Carlos Lavado, más moreno y bajito de lo que imaginaba. Fue divertido recordarle que ganó aqui en el 86 después de caerse en la primera vuelta. El no le dió mucha importancia. Grande. También pudimos reirnos y hablar un buen rato con amigos como Luis El Mudo (que, por supuesto, ya se habia fotografiado de nuevo con su amigo Agostini y demás viejas glorias), el gran César Gracia que nos enseñó su bella Lube (la primera marca de Santi Herrero) y, al final de la jornada, con la panda de Barajas. No conseguimos localizar a Champi Herreros y nos fastidió saber que no habia venido Joan Garriga aunque sí teniamos muy cerca una preciosa Cagiva roja... la número siete de 1991 que, por aquel entonces, pilotó el gran Eddie Lawson. Qué belleza italiana, qué silueta más estilizada... y qué pequeñita. Me dejó impresionado. Un viejo "amigo" y jefe de Lawson, Agostini, estaba por allí cerca. A por él que nos fuimos con la cámara y el rotulador en ristre. Disfrutamos de su compañia, la del más divo, por supuesto. De repente, mientras esperábamos, me mira y me señala mi camiseta mientras me pregunta por La Bañeza. ¡Me cuesta creer que no conociera esa vieja carrera!, solo puedo contestarle que se celebra cerca de León. Asiste con la cabeza y cambia el "foco". Llegó un momento que, supongo, cansado de tanto fan, dijo en perfecto italiano que ya no se levantaba más de la silla para hacerse fotos. Quién si se levantó de su silla una y diez veces, sin pedirselo, fue el caballero de la orden británica que sí conoce la carrera de La Bañeza. Hablo del gran Phil Read, el Príncipe de la Velocidad. El estaba en uno de mis primeros posters, cuando era nano, en mi alcoba racing. Jamás imaginé que pudiera, algún día, verle rodar y mucho menos intercambiar con él algunas palabras. Sin decirle nada, subió a mi hija a su moto y enseguida nos vimos rodeados de amigos y demás aficionados que buscaban lo mismo que nosotros: tener la suerte de inmortalizarnos con él en una fotografía que guardaremos con cariño en nuestros discos duros y en nuestros albumnes. Le compré un poster que me firmó y que pienso colgar en mi habitación actual (será el tercer británico que me acompaña en esa pared, junto a Mike y Barry) pero, con la "tonteria" y la emoción, se me olvidó pagarle los diez euros que costaba la lámina. Ahi me veis, intentando "tangar" a toda una gloria que he admirado desde crio. ¡Tuvo que recordarmelo mientras ya me despedia de él en mi patético inglés!

Entre otros muchos grandes pilotos nacionales, quiero destacar también la presencia de José Maria Mallol, Paco Rico, Juan Bultó y la de Ricardo Quintanilla... junto a una vieja conocida suya: la Bultaco cazarecords que pudimos contemplar en los boxes, eso sí que es historia. 


La misma moto que el equipo oficial de la marca del dedo rampante llevó, en 1960, al circuito galo de Monthlery (cerca de Paris). Una vez, hace unos años, nos quedamos en la puerta de esa antigua pista pero no nos dejaron pasar dentro. Y hablando de franceses... tuvimos la suerte de ver, entre tanta multitud, o mejor dicho, de que nos viera, otro buen amigo, el veterano pero activo piloto Gerard Rolland. Llevaba alguna foto suya y me firmó una en blanco y negro dónde aparecia con su Ossa de carreras. Ojala nos veamos pronto en algún rally francés. Que inigualable es su preciosa RD350 amarilla con la que todavía da gas en multitud de pruebas francesas. Nos quedamos con ganas de escucharla en marcha pero sé que, antes o después, más allá de los Pirineos, tendremos la suerte de verla de nuevo.

Qué sensación ver tantas motos antiguas aparcadas no solo en los boxes sino bajo pequeñas carpas escoltadas por la correspondiente furgoneta o antigua caravana, casi siempre familiar. La máquina del tiempo estaba todavía en marcha. Vimos esos locos de los sidecares. Qué valor. Qué sensación de estar viviendo la jornada de un Gran Premio de los años setenta. Bajo un sol de justicia (en el Jarama o te quemas o te ahogas) las horas pasaban volando.


Es cierto, nos faltaron mil visitas, cien fotos más para, algún día, poder recordar todo esto con detalle. Mi hija tal vez recuerde esa jornada, no lo sé, ahora solo sabe que se hizo varias fotos con un antiguo campeón inglés que siempre enamoró a los aficionados y a las mujeres. Tal vez esas fotos algún día la recuerden aquel soleado domingo de abril, ese día que su padre, su abuelo y varios amigos parecian tontos de remate

Hasta siempre, amigo Pierrot

Mediados de julio del 2003. Moto nueva, en todos los sentidos. Llegamos anoche, me siento satisfecho. ¡Menuda motaza tengo ahora! Estamos sentados en una larga mesa, en el patio, junto a varios viejos amigos motards de Oloron Ste. Marie. Miro hacia un lado y veo mi flamante Fazer roja alli aparcada, dentro de la casa, qué maravilla. Uno de mis sueños, casa y garaje todo junto. Ella no ha comido nada y nos mira casi inmaculada, desde su bendita perfección. Cerca, la BMW nos mira oscura, desde su altura, subida en un banco, pero yo apenas la observo, solo tengo ojos para mi nueva novia. Comprendedme y disculpadme por igual. Después de sufrir durante los dos últimos años todo tipo de penalidades mecánicas en mi querida Kawa tener ahora una moto nueva me parece algo alucinante, cercano a la perfección. Durante la última semana, en Madrid, me ocupé de hacerla kilómetros para llegar a los 1000 y cambiar filtro y aceite antes de salir de viaje. Una noche, entre semana, me fui hasta Colmenar Viejo para apurar el cuentakilómetros pero, ni aún así, llegue a los 1000. Solo me valió para comprobar que mis faros alumbraban el cielo nocturno y los carteles. Sin embargo, al final, fuimos al taller del "Choncho" para la "revisión" aunque nos equivocamos de filtro y solo pudimos cambiar el aceite, vaya chapuza.

El caso es que salimos y podía ya pasar las 6000 rpm. Mi padre iba en su negra R100RS... negra, no podia lucir otro color, ahora lo veo claro. La premisa del viaje era visitar algunos castillos y pueblos del llamado "País Cátaro", empezando por Montsegur. En lugar de entrar desde Andorra, la idea era entrar desde Navarra para, primero, visitar a los viejos amigos de Oloron. Al final no hubo castillos, nos atrincheramos en Oloron.

Ya hemos comido y reido, hablando en una mezcla de español-francés digna de estudio académico, como siempre. Inevitable que Jean Paul, el dueño de la "casa-comuna" dónde estamos, saque dos botellas de Ricard, esa bebida tan francesa y que tan poco me gusta. El sol pega bien en aquel patio. Sudamos un poco con la BMW... Ya la desmontaron el alternador y la placa de diodos antes de comer. Vaya viajecito tuvimos el día anterior. Estamos sentados "Pierre" (realmente es Pierrot), Charles, Jean Paul, mi padre y yo. Nos reimos un huevo. Les hago una bonita foto brindando. Pocas veces nos reunimos, una o dos al año. Luego vuelven a preguntarse qué le pasará a la vieja rutera de negro. Mucha mecánica alemana pero lleva unos meses... la vieja Guzzi, aún siendo italiana, era más fiable, más valiente.


Ya cerca de Soria la teutona se negó a arrancar. Vaya carita que puse, otra vez a empujar. Llegamos a Tafalla y se para. Vete a buscar un taller abierto. Nos cargan la bateria, puede ser eso... Comemos fugazmente y pasado Pamplona se vuelve a parar en plena recta. Justo enfrente de la carretera hay un taller y almacen. Broma pesada, solo de coches y camiones. En eso que aparecen dos motoristas de la policia foral con sus PanEuropa granates. Enseguida se interesan y, uno de ellos, nos comenta que tiene un taller en la ciudad, ¡y hasta un motoclub! Arranco y me voy escoltado por ellos hacia su taller. El del taller va delante y aprieta..., qué bien, total, si lo hace la autoridad... Luego me llevo la jodida bateria en mi macuto y me despido de estos tios tan majos. Horas después, la muebleuve vuelve a fallar. Otro empujón más, no era la batería...

La tarde va cayendo. Estamos haciendo unas medias de 40 km por hora, qué alucine. Al llegar a Ascain parece que la moto explota definitivamente. Eso creemos y casi deseamos. Paramos mientras sale una nube por el escape que amenaza con incendiarla. Dejamos que se enfrie. Después de más anecdotas, empujones y ya convencidos de que no llegariamos a Oloron, dispuestos a dormir al raso, vuelve a arrancar la hija de... aunque casi nos quedamos sin gasolina. Llegamos a Oloron en reserva, tal vez a 30 o 40 km/h. Son las once y pico de la noche. A las dos y pico estabamos en Pamplona, echad cuentas.

Pero no quiero hablar más de motos sino de los amigos que vimos de nuevo en aquella ocasión. Eso es siempre lo importante. Jean Paul, Charles y Pierre..., grandes amigos, buenas personas, viejos motards de pura cepa, mucha vida a cuestas. Charles sigue jodido con su enfermedad pero tan afable y bromista como siempre, a Jean Paul le faltó tiempo para llevarnos a su "casa-comuna", quedarse en bermudas y desmontar media BMW, recordando su época de mecánico. Luego nos presentó a otros amigos galos que han venido a visitarle. Pierre, el viejo cerebro del Moto Club Oloron, el "alma mater" de aquellos motards, el organizador de docenas de reuniones y eventos, el más irónico, un amigo genial, se interesa por mi Fazer. Sí, esta como sale en las fotos del catálogo, a ver si la personalizamos un poco... para empezar colocarla unos buenos tacos anticaida, de esos que ahorran dinero de vez en cuando. Me dice que me vaya con él a una tienda Yamaha que hay en Pau. Nos subimos en su pequeño Citroen y media hora después compramos unos tacos anticaida enormes, de esos que no habia visto nunca en nuestras tiendas. Nos tomamos un café y volvemos a casa de Jean Paul. Al dia siguiente veremos a más amigos galos y españoles, "Les Petochons" organizan una reunión de clásicas y ya empiezan a llegar los primeros conocidos y desconocidos a la bella localidad de Oloron.


Llega Josón y su gente del MC Pistón. También un señor muy majete con su Burgman que ya no se nos despega. En el bar "Los Amigos" que hay junto a la vieja iglesia de Oloron pasamos la velada. Muchas risas y algún improvisado streap-tease del amigo "belga" de Jean Paul. Qué pandilla.

Aquella ocasión fue, quizá, la más entrañable que pasamos con estos amigos. Theo, otro gran motard de Oloron, nos dejó hace unos años. Luego Charles, el bueno de Carlos. Ahora tú, Pierre, en marzo. Mi padre ya se siente el "último mohicano" de esa banda que asaltó Andorra en aquella concentración salvaje del 74. Atrás quedan muchos recuerdos, amigo, muchas anecdotas, de Arguis, Issor, Meritein, Sarrance, Alquezar, Anzanigo, Oloron, Colombres... Bonitos días aquellos, Pierre, los Luises y muchos otros amigos te echaremos de menos. Gente con tu humanidad, afición y altruismo es dificil de encontrar. Bonitos días aquellos, Pierre, te echaremos de menos porque nunca te olvidaremos. Nunca muere lo que no se olvida.

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...