A day in the races (en el Jarama!)


Antes o después era lógico que usáramos en algún post ese titular, tan conocido por la famosa película cómica de los hermanos Marx y también, para algunos, por el quinto disco de los gloriosos Queen... La verdad que no fuimos de carreras pero el ambiente era parecido a finales del mes de junio en nuestro querido circuito del Jarama, todavía con su viejo asfalto, sus "escapatorias" y sus instalaciones algo ya remozadas, incluyendo su nueva torre. Se celebraba la tercera edición del festival del motor Racer Explosion, una bonita iniciativa para reunir y avivar el ambiente oldie que tan de moda saboreamos ultimamente por todas partes, ya sea en carreras, reuniones o exhibiciones. Una buena organización y un elenco de lujo fue lo que descubrimos con una sonrisa pintada en la cara. Sin demasiadas restricciones, encontramos muchas motos con solera, unas más antiguas, otras menos, pero auténticos tesoros con ruedas en la mayoría de los casos, ya fueran cafe racer, deportivas o nakeds, etc, con pilotos oriundos de todas partes, con ganas de dar gusto al público y a sus corazones que, imaginaba yo, latían por encima de relentí. Contábamos con dos categorias diferentes para que la gente pudiera elegir "ritmo", una categoría para los más tranquilos y otras para los más quemadillos.

El año pasado ya me quedé con ganas (como siempre, con tantos eventos que vemos) pero me “juré” intentarlo para esta edición. Solo pensar que llevo casi cuatro años sin rodar en nuestro templo me empezaba a dar vergüenza, ¡sacrilegio! Encima un buen amigo me dejaba una de sus monturas añejas, cosa que agredecía con vehemencia y cierta dosis de incredulidad. Me inscribi allá por febrero, con ganas y esperanza. Podias elegir número de tandas, entre 2, 3 y 5; elegí la de la rima. No, no pensaba meter mi clásica de 2T en el Jarama. Solo pensar en la distancia de su recta y en la subida Pegaso me quitaban las ganas adivinando cuánto tendría que forzar el motor de la HermOssa… aunque al final rodó un amigo gallego (Pi, sin suerte con la logística) con otra Ossa 250, ¡con un par!


Los meses fueron pasando y este "hilo" seguia vivo pero con poca actividad. La vieja idea de rodar con la moto de mi colega empezaba yo a no verla del todo clara, ¿y si se la planchaba?, tampoco habiamos vuelto a hablar del tema y yo no quería insistir aunque sé que era fiel a su palabra... Asi que, por si acaso, activé un plan "B". Relacionado con la idea de conseguir la GS1000 que os contaba en el post anterior, en ratos libres seguía mirando y encontrando cosas, hablaba y buscaba, hasta visité alguna joya increíblemente entera (por ejemplo, una FZR 600 de 1994 preciosa)... pero negativo, no habia manera de concretar nada, no salian los números.  Llegamos a mitad de mayo y la cosa parecía "parada". Como os conté, andábamos ocupados con la Ossa, aún así, un porcentaje de mi enfermo cerebro seguia procesando en modo "Search" (como Terminator en sus películas) con el objetivo de localizar un hierro que, luego, más adelante pudiera vender o reconvertir... como siempre, ¡por ideas que no falte! La opción de la GS1000 se desvaneció, como os conté, pero yo seguía "mirando"... pocas semanas antes del evento del Jarama,hasta probé una "horrible" ZX6R de 1995 que vendian a un precio de risa (al final, me la ofrecian por ¡400 euros!) ¿Y por qué digo horrible? pues no lo afirmo por su estado mecánico sino por la pintura y el estado de su carrocería. Tan fea y en mal estado que ni subo alguna foto aqui de cuerpo entero (solo la de sus relojes), ¡hasta el chasis estaba pintado con pintura azul de ascensores! (Sí, para matar a su anterior dueño). Una lástima, por lo demás, después de darme una buena vuelta, parecia aceptable, aunque estaba claro que requeria hacerla carburación. Este cartucho se apagó cuando pregunté a mi pintor (que tiene precios muy asequibles) cuanto costaria adecentarla y pintarla de verde. Empecé a sumar cifras y la alarma de "Flipado" se encendió en la cabeza. (Si no existieran las vacaciones familiares en verano posiblemente la hubiera comprado pero... hay prioridades que más vale respetar si valoras tu cuello...).


Casi rendido, descubrimos una FZR de finales de 1990 que parecia en más/menos buen estado. Por los videos que mandaba su dueño arrancaba sin esfuerzo y sonaba bastante bien.. y al acelerar fuerte no salía humo blanco... ¡Qué bonita moto era aquella primera FZR de 600!, ¿verdad?, en parte era la continuidad de la rabiosa RD 350 como moto "hooligan". Su estampa, sobra decirlo, todavía me cautiva aunque ya habia visto de cerca una del 94, el modelo siguiente, más grande y moderna, como os contaba más arriba. Tanto me llamo la atención esta unidad que, un día, se lo comenté a un buen amigo con gustos también oldies. ¡Oh, sorpresa!, le interesó la Yamahita. Obviamente fuimos a verla. La probados dos veces, y al final fuimos otra vez más para repasarla al milímetro. La moto estaba bastante entera, incluyendo su tornilleria, no parecía tener fugas, el escape estaba aceptable también... pero el estado de sus cubiertas y, sobre todo, su horquilla delantera eran un peligro andante. Como si fuera un guión bien planificado las "piezas" se fueron ensamblando. Aún contando con las gomas nuevas y un breve repaso en nuestro taller de confianza (al menos para tener un tren delantero fiable, líquidos cambiados y pastillas nuevas) su futuro dueño lo veía claro: sabedor de mis intenciones en el Jarama fue muy fácil adivinar qué me iba a decir (todavía queda gente realmente generosa). Más o menos me propuso lo siguiente: "me la quedo pero tu la pruebas en el Jarama y ya me dices si invierto en ella o no", acuerdo que fue como maná caido del cielo para mis oídos. Me lo pensé unos minutos frente a una cerveza con limón pero sabia que iba a contestar que sí. Solo me exigí un requisito básico: se la devolvería de una pieza, ergo no rodaría con ella a fuego, dejaria buen margen de seguridad, lo último seria terminar mal la jornada y darnos un revolcón (digo la FZR y yo, ja,ja)... Se la llevaron al taller rapidamente (gracias una vez má a GV Racing por su profesionalidad y rapidez) insistiendo en que si no teniamos el tren delantero a tiempo no podriamos salir a las tandas (el problema es que no habia hidraúlico, una barra estaba torcida y los muelles eran ya de risa). En paralelo, consegui gomas nuevas de sus medidas (atrás 140) a un precio interesante, de marca Bridgestone. A falta de tres días para irnos al Jarama, y con todos los papeles en regla, fui al taller en bus para traerme la FZR. La bauticé como "Mamba Negra", esperando que su vieja y noble agresividad todavía saliera a relucir en el trazado madrileño. Dejé Parla atrás y comprobé que la horquilla ya ofrecia la seguridad que cualquiera de nosotros espera de una moto, sea moderna o clásica. De frenos... una pasada, nada que ver con el tacto que habiamos descubierto dos semanas atrás (entre malo e insuficiente). La posición era cómoda, ni vibraba y, para mi, lucía guapa, a falta de pulir su cúpula y carenados con paciencia y repasar, en alguna ocasión, mil detalles más. Creo que llevaba 21 años sin montar en este modelo, ¡qué viejo empezamos a ser!


Y volvemos al Jarama, por fin. Me levanté muy temprano y hasta allí, por la carretera de Toledo primero y luego por la M30, empiezo a hacerla el "rodaje", no habia habido tiempo material antes de hacerla kms, una lástima, ¡nos faltó una semana para llegar pletóricos! La moto llevaba meses prácticamente parada, sí. Se nota perezosa, le cuesta subir de 6000 vueltas. Voy probando también los dos frenos, mientras compruebo la seguridad que me da el nuevo tren delantero. El viejo Yoshimura no suena nada mal tampoco... Después de recoger el dorsal y aparcarla en un box, aparece mi padre con las sillas, al tiempo que empieza a llegar mucha gente por todo el paddock, entre ellos, caras conocidas, como Tomás de Moriwoki.com y, ¡oh sorpresa!, el gran Iván Hinojo (y amigos de su afamado grupo Old School Al-Andalus) con una auténtica y pintona GSXR 1100 que quita el hipo. También Mudo y Juan Vegas nos localizan rápido. Antes de comenzar, paso a saludar a los "clásicos", en especial a Edu y su Katana... y a su bella Ducati 750 Laguna Seca también, ¡vaya dúpla! Más tarde aparecerian más colegas por nuestro box número 30 como Pedrito (que estaba realmente extasiado), Rosi y Luis, Racing Rose y Mar Loeches, Antuan y su amigo el veterano Farolas, Joselito, Miguel Angel Fernández, Fernando Mototurismo, Chemita, Victor Ortega, Tyto... y por supuesto Iñigo, el dueño de la flamante FZR. Aquí en la foto con Juan, sin duda el más madrugador de todos:



La jornada va a ser calurosa, está claro. Me apunté a las cinco tandas, ya veremos si aguantamos, conocemos el calor que se gasta el Jarama... Estamos metidos en la categoría más sport, la de los quemadillos. Hay de todo, bellas japos y alguna europea pintona, muchas motos de los 90, la mayoría, sin olvidar los "hierros" de los 80 bien rematados que descubro enseguida, ¡¡vaya ensalada!! Después de revisar los niveles, y apenas bajar las presiones de las ruedas, salgo a la primera tanda. Justo cuando salgo del pit lane me paran dos comisarios para avisarme que se me ha abierto la cremallera que une chaqueta y pantalón (no llevo el mono de carreras porque vamos a ir de tranquis). Tardamos tres minutos en arreglar el follón y salgo algo impaciente, con ganas, pero recordando que tengo prohibido hasta hacer un inocente recto. Me encanta la bravura del motor en las marchas cortas, se nota que sus genes son deportivos (aunque arriba no anda mucho). El "análisis" de la pequeña FZR comienza pronto aunque el ritmo es lento en general. La temperatura es ideal en ese momento, las gomas son de calle pero están nuevas, no agarran nada mal, y la moto gira tan bien como se podría esperar de un chasis Deltabox, sobran comentarios. En aceleración veo que adolece de respuesta, faltó hacerla la carburación, sí, ¡nos faltó una semana para algunas cosas! pero no va mal aunque podría ir mejor. Vuelta a vuelta, vamos quitándonos juntos las telarañas. Veo a lo lejos a Edu con su preciosa Ducati 750, espero poder picarme con él más tarde. Muy emotivo ver RDs, ZXRs, CBRs y demás históricas a mi alrededor, ¡otra vez viajando en el tiempo! Termina la tanda cuando empiezo a disfrutar.

De atrás vamos mal, sabemos que el amortiguador está para tirarlo directamente. Apretamos la precarga un par de puntos (casi al máximo) a ver si así puedo dejar de ir en el tio-vivo. De delante va de coña, aunque apures la noble Yamaha no subvira ni se mueve en las viejas curvas del trazado. Dejamos que se enfríe entre tanda y tanda logicamente mientras vemos el ambientazo que hay por doquier. Parece que todos los "viejos" nos hemos puesto de acuerdo. Se cuelan entre nuestras monturas algunas mucho más moderna... pero, bueno, nada que objetar mientras tengan claro que nosotros necesitamos más metros para frenar, por ejemplo, ya sabéis, ese tipo de cosas... En todo caso, el ambiente es fantástico y al menos yo no vi ningún problema entre participantes.

En las restantes tandas vamos apretando un poco  más sin llegar a ir rápido de verdad. Por fin en la tercera o cuarta tanda, bajo un calor de justicia, alcanzo a Edu, muy cerca, pero justo al verle se sale por la agricultura unos metros (saliendo de Varzi). Sigo a mi bola un par de giros mas, mezclado con varios compañeros de pista, conocidos y desconocidos. Tanda a tanda, la FZR empieza a despertar y va andando más, tanto en velocidad punta como en aceleración, por fin sube de revoluciones como debe, ¡bendita y noble máquina! Con Edu coincido por fin y tenemos un rato divertido juntos aunque tanto él como su bella italiana traccionan mejor y al final se nos van. Un fotógrafo capto el momento de mi intento amigable de interior, ja, ja, pero no era día para apuradas...


Justo antes de salir a la que sería mi última tanda, pruebo a bajar las presiones de las ruedas a lo habitual en circuito. Me resistía porque tal como está el amortiguador trasero las propias ruedas me están ayudando a hacer de amortiguador (solo había bajado unas decimas la presión aquella mañana). Salgo en mitad de un grupito divertido de japos pero no voy cómodo, de atras acelerando la goma se resiente ahora más que antes, saliendo de Bugatti y encarando Pegaso tengo que andar con cuidado al abrir con alegría. Pocos giros después veo por el espejo izquierdo (solo habíamos tapado la matrícula aquella mañana) que tengo muy cerca al amigo Iván con su preciosa Suzzi. Le reconozco enseguida porque van superconjuntados. Por si acaso le estorbo, le facilito el acceso a la primera de Le Mans con la mano para ponerme a su estela un rato y disfrutar viendo cómo van. Son casi las dos de la tarde y el calor es un tormento. Nuestra brava montura no se queja, ni huele a aceite (no, señores, no) pero quizá estamos castigando un poco el embrague. Entre esa sospecha y mi cansancio (pude beber fácil tres litros de agua en dos horas) decidimos no tentar más la suerte y terminar las tandas con un estado emocional óptimo y risueño... ¡y con la enorme satisfacción de devolver la moto entera!, gracias Iñigo, ¡si fueras tia te besaba!, sí, ¡ya te puedo decir cómo va tú Yamaha!

Nos faltó tiempo para saludar a más conocidos, de hablar más rato con los amigos, de revisar a fondo aquel parque motorizado de ensueño... pero fue imposible hacer más cosas en aquellas horas. Pasear fuera del box era un suplicio, llegar al bar del circuito toda una hazaña. Felicitar a la organización, al público y a todos los participantes que hicieron posible este bonito evento. Ojala para el año que viene cambien de fecha y lo celebren en primavera. Y, honestamente, ojala el año que viene pueda volver con una moto propia para poder apretar "sin conocimiento" y seguir divirtiéndonos sin presión... quién sabe, lo mismo estamos viviendo una segunda juventud y no me he enterado...



GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...