Isla de Man, una vieja historia (parte 1)



Me atrevería a decir que todos tenemos alguna aventura, algún viaje pendiente guardado en el corazón, archivado ya desde niño o desde otra edad más madura. No hablo de esos grandes sueños relacionados con el mayor logro personal, esos sueños de llegar a SER… lo que sea, no, me refiero a esas otras metas más realistas y en ocasiones viables: viajes y aventuras en alguna parte del mundo. En mi caso, aparte de otras cuatro que tengo en mi listado dormidas aún, guardo desde mi adolescencia la idea de visitar, al menos una vez, la mágica isla del motor que todos conocemos, la isla mágica de los gatos sin cola, “La Meca” de todo motociclista de pro, sí, ¡la Isla de Man!

Después de dos intentos fallidos (el último en el 2008, cuando Steam Packet ¡me devolvió la mitad del importe de los billetes del ferry! al contarles el motivo de mi cancelación, ¡¡detallazo!!) la verdad que raro ha sido el año que no evaluaba, sin demasiadas esperanzas, las posibilidades de viajar a la isla al año siguiente. Hace dos veranos ya no lo pensé, concluí que quizá en unos pocos años las circunstancias familiares y económicas podrían volverse propicias y facilitarme la escapada... Pero mira tú que, en plenas navidades del año pasado, un poco también a la estela de lo que comentamos y vivimos en nuestra página de "Grillaos del TT" en el Facebook (ya somos más de 4200 miembros), mi amigo Juan Vegas y yo charlamos acerca de cuando podríamos viajar a la isla de una vez. Surgió una variante: si era dificil acudir al TT de mayo-junio podriamos optar por conformarnos con viajar a finales de agosto y vivir el Classic/Manx, de hecho, ¡no sonaba nada mal!, por mi parte lo seguia año tras año y veía que las motos que rugian me atraian más que las modernas. En cuanto a pilotos, aparte de los newcomers del Manx también salian muchos punteros y veteranos del TT. Tenia clavada la imagen de Michael Dunlop con una Suzuki con los colores de Heron-Texaco ganando el Classic del 2015..., sobran comentarios ¿verdad?


La ventaja de elegir este evento en lugar del TT es que a nivel de reservas y precios es mucho más factible hacerlo realidad (al menos para nosotros). Asi que nos líamos la manta a la cabeza y visto que no teniamos tanto tiempo libre como para poder subir en moto (¡como San Glas manda!) decidimos que podriamos ir en avión ahorrando así además varias jornadas. Seriamos dos parejas, sin niños, ¡la idea prometia bien! Realmente quién empujo el proyecto fue Juan, hasta el momento de hablarlo con él a mi no se me habia ocurrido en serio la oportunidad de intentarlo en el 2018. En todo caso, viajar hasta la isla sin moto me rompía el corazón, pero debía olvidar mis viejas ideas grabadas a fuego, la disyuntiva estaba clara: o elegiamos esta opción o nos quedábamos pasando calor en el barrio. En mi caso, al menos, pienso que fui práctico, olvidé mis preferencias y, después de decidirlo en casa, dimos el paso de reservar con Easy Jet dos billetes para agosto. Como era diciembre el precio de los vuelos era realmente asequible. Volariamos hasta Liverpool dónde cogeriamos el tipico ferry de los  colegas de Steam Packet, alojándonos en algún hotelito barato de la bahía de Douglas cuatro o cinco noches. Fácil...pero ¿llegariamos realmente? El contador se puso a cero y todas las semanas surgia esa pregunta agridulce... ¿lo lograriamos, seria capaz de llegar a la isla esta vez? Por si acaso, no me hacia demasiadas ilusiones... En el peor de los casos perderiamos los billetes de avión y parte de la salud por el disgusto, "nada"...

Tenia tan poca fe en llegar que durante todo el año apenas se lo dije a nadie, no porque fuera un secreto sino porque no terminaba de creermelo, así de simple. El alojamiento de Douglas también resultó barato y podía cancelarlo incluso pocos dias antes de la fecha elegida. Lo reservé en primavera, espoleado y algo nervioso porque el verano llegaba... Gracias a esta disparidad de reservas en el tiempo el palo económico fue muy suave. Además, sabiendo como se las gastan en los desayunos allí calculaba que poco ibamos a gastarnos en comida. Con oler la gasolina, ver muchas motos en marcha y disfrutar de algunos tramos míticos me conformaba... (miento, ¡también esperaba gastar algunas libras en los pubs!)


¿Por qué tan nervioso? Bueno, como muchos sabéis, era una vieja cuenta pendiente. De niño escuché en casa tantas veces las míticas gestas de Mike Hailwood y Santi Herrero que enseguida me llamo la atención lo que se cocía en aquella isla vikinga año tras año. Sin duda la magia que allí parecía que se respiraba daba la sensación que multiplicaba las sensaciones que había vivido como espectador en Montjuic y en otros trazados urbanos... añadiendo muchas millas de recorrido y mucha velocidad media en cada vuelta, ¡increíble!  (En Motjuic, en 1985, al menos habia visto correr y ganar a Joey en la carrera de F1 previa a las 24H, una carrera salpicada por un grave accidente múltiple en la recta del Estadio, accidente que dejó en coma al mítico también Tony Rutter. Aqui una foto de nuestro amigo Gregg capturando a Dunlop en el parque, camino de la victoria):


Mucho después, a mitad de la década de los 90, pude hacerme con algunos vídeos en VHS sobre el TT, editados por Duke. El impacto fue brutal. Siempre lo cuento, y así fue, verídico y exacto: compré el vídeo de la edición de 1994, aquella en que Robert Dunlop casi se mata al desintegrarse la llanta trasera de su Honda... Llegué a casa y meti la cinta en el video y al rato vi unas imágenes impactantes, on board, que no entendía del todo. Las veía sin sonido, en ese momento no estaba activado el volumen de la tele, y no entendía bien... ¿Qué pensé yo? que el video no estaba en Play. Por la velocidad de la moto, o mejor dicho, viendo la velocidad a la que pasaban las casas y los muros por cada lado, pensé honestamente que veia el metraje a cámara rápida, con el Play y el FF pulsados... ¡¡pero no!!.. cuando activé el volumen me di cuenta que estaba viendo "la realidad"... ¡pero cómo podía ser cierto aquello!, ¿qué velocidad era esa?, ¡cómo podían cruzar pueblos y campos a semejante trapo!.. no me lo podía creer. Tardé minutos en procesar aquellas imagenes, estaba claro que todo aquello iba más allá de mis expectativas. El corazón me había dado un vuelco notable.. y ojo la de carreras a pie de pista que ya habia visto en mi vida. No podía imaginar ni por asomo que 22 años más tarde el corazón volvería a golpearme con fuerza cuando descubrí la primera moto bajando Bray Hill como un cohete (era una ZXR)... Tenia que haber gritado de coña "Recalculando" en lugar de "¡hostia puta!"... sin exagerar, la carne de gallina y el "infarto" fue global en los cuatro, porque sabiamos que pasarian rápido pero una cosa es saberlo y otra muy distinta.. ¡verlo! (Aquí la foto que conseguí hacer una vuelta más tarde al "elemento", con el corazón un poco más calmado, ¡unas 2000 vueltas por debajo de la linea roja que habia alcanzando veinte minutos antes!)


Pero retrocedamos un poco para ir contando lo más reseñable en orden cronológico. Quizá la información que os de en estos post os facilite vuestro primer viaje a la isla, ¡quién sabe!

Volamos sin problemas, y puntuales, hasta la cuna de los Beatles, Liverpool. Si no vas a hacer turismo por la ciudad (¡menuda marcha tiene!) una opción muy cómoda es dormir en el hotel que hay justo frente al pequeño aeropuerto, ¡solo hay que cruzar una calle!, es el Hamptony Hilton Liverpool John Lennon Airport. En medio te puedes hacer una foto con un "Yellow Submarine" que aguarda a los turistas en la acera. Obviamente autobuses hay alli mismo, y muchas lineas. Estaba claro que hasta la zona de los ferrys montariamos en alguno de ellos a la mañana siguiente.




To Be Continued...

A day in the races (en el Jarama!)


Antes o después era lógico que usáramos en algún post ese titular, tan conocido por la famosa película cómica de los hermanos Marx y también, para algunos, por el quinto disco de los gloriosos Queen... La verdad que no fuimos de carreras pero el ambiente era parecido a finales del mes de junio en nuestro querido circuito del Jarama, todavía con su viejo asfalto, sus "escapatorias" y sus instalaciones algo ya remozadas, incluyendo su nueva torre. Se celebraba la tercera edición del festival del motor Racer Explosion, una bonita iniciativa para reunir y avivar el ambiente oldie que tan de moda saboreamos ultimamente por todas partes, ya sea en carreras, reuniones o exhibiciones. Una buena organización y un elenco de lujo fue lo que descubrimos con una sonrisa pintada en la cara. Sin demasiadas restricciones, encontramos muchas motos con solera, unas más antiguas, otras menos, pero auténticos tesoros con ruedas en la mayoría de los casos, ya fueran cafe racer, deportivas o nakeds, etc, con pilotos oriundos de todas partes, con ganas de dar gusto al público y a sus corazones que, imaginaba yo, latían por encima de relentí. Contábamos con dos categorias diferentes para que la gente pudiera elegir "ritmo", una categoría para los más tranquilos y otras para los más quemadillos.

El año pasado ya me quedé con ganas (como siempre, con tantos eventos que vemos) pero me “juré” intentarlo para esta edición. Solo pensar que llevo casi cuatro años sin rodar en nuestro templo me empezaba a dar vergüenza, ¡sacrilegio! Encima un buen amigo me dejaba una de sus monturas añejas, cosa que agredecía con vehemencia y cierta dosis de incredulidad. Me inscribi allá por febrero, con ganas y esperanza. Podias elegir número de tandas, entre 2, 3 y 5; elegí la de la rima. No, no pensaba meter mi clásica de 2T en el Jarama. Solo pensar en la distancia de su recta y en la subida Pegaso me quitaban las ganas adivinando cuánto tendría que forzar el motor de la HermOssa… aunque al final rodó un amigo gallego (Pi, sin suerte con la logística) con otra Ossa 250, ¡con un par!


Los meses fueron pasando y este "hilo" seguia vivo pero con poca actividad. La vieja idea de rodar con la moto de mi colega empezaba yo a no verla del todo clara, ¿y si se la planchaba?, tampoco habiamos vuelto a hablar del tema y yo no quería insistir aunque sé que era fiel a su palabra... Asi que, por si acaso, activé un plan "B". Relacionado con la idea de conseguir la GS1000 que os contaba en el post anterior, en ratos libres seguía mirando y encontrando cosas, hablaba y buscaba, hasta visité alguna joya increíblemente entera (por ejemplo, una FZR 600 de 1994 preciosa)... pero negativo, no habia manera de concretar nada, no salian los números.  Llegamos a mitad de mayo y la cosa parecía "parada". Como os conté, andábamos ocupados con la Ossa, aún así, un porcentaje de mi enfermo cerebro seguia procesando en modo "Search" (como Terminator en sus películas) con el objetivo de localizar un hierro que, luego, más adelante pudiera vender o reconvertir... como siempre, ¡por ideas que no falte! La opción de la GS1000 se desvaneció, como os conté, pero yo seguía "mirando"... pocas semanas antes del evento del Jarama,hasta probé una "horrible" ZX6R de 1995 que vendian a un precio de risa (al final, me la ofrecian por ¡400 euros!) ¿Y por qué digo horrible? pues no lo afirmo por su estado mecánico sino por la pintura y el estado de su carrocería. Tan fea y en mal estado que ni subo alguna foto aqui de cuerpo entero (solo la de sus relojes), ¡hasta el chasis estaba pintado con pintura azul de ascensores! (Sí, para matar a su anterior dueño). Una lástima, por lo demás, después de darme una buena vuelta, parecia aceptable, aunque estaba claro que requeria hacerla carburación. Este cartucho se apagó cuando pregunté a mi pintor (que tiene precios muy asequibles) cuanto costaria adecentarla y pintarla de verde. Empecé a sumar cifras y la alarma de "Flipado" se encendió en la cabeza. (Si no existieran las vacaciones familiares en verano posiblemente la hubiera comprado pero... hay prioridades que más vale respetar si valoras tu cuello...).


Casi rendido, descubrimos una FZR de finales de 1990 que parecia en más/menos buen estado. Por los videos que mandaba su dueño arrancaba sin esfuerzo y sonaba bastante bien.. y al acelerar fuerte no salía humo blanco... ¡Qué bonita moto era aquella primera FZR de 600!, ¿verdad?, en parte era la continuidad de la rabiosa RD 350 como moto "hooligan". Su estampa, sobra decirlo, todavía me cautiva aunque ya habia visto de cerca una del 94, el modelo siguiente, más grande y moderna, como os contaba más arriba. Tanto me llamo la atención esta unidad que, un día, se lo comenté a un buen amigo con gustos también oldies. ¡Oh, sorpresa!, le interesó la Yamahita. Obviamente fuimos a verla. La probados dos veces, y al final fuimos otra vez más para repasarla al milímetro. La moto estaba bastante entera, incluyendo su tornilleria, no parecía tener fugas, el escape estaba aceptable también... pero el estado de sus cubiertas y, sobre todo, su horquilla delantera eran un peligro andante. Como si fuera un guión bien planificado las "piezas" se fueron ensamblando. Aún contando con las gomas nuevas y un breve repaso en nuestro taller de confianza (al menos para tener un tren delantero fiable, líquidos cambiados y pastillas nuevas) su futuro dueño lo veía claro: sabedor de mis intenciones en el Jarama fue muy fácil adivinar qué me iba a decir (todavía queda gente realmente generosa). Más o menos me propuso lo siguiente: "me la quedo pero tu la pruebas en el Jarama y ya me dices si invierto en ella o no", acuerdo que fue como maná caido del cielo para mis oídos. Me lo pensé unos minutos frente a una cerveza con limón pero sabia que iba a contestar que sí. Solo me exigí un requisito básico: se la devolvería de una pieza, ergo no rodaría con ella a fuego, dejaria buen margen de seguridad, lo último seria terminar mal la jornada y darnos un revolcón (digo la FZR y yo, ja,ja)... Se la llevaron al taller rapidamente (gracias una vez má a GV Racing por su profesionalidad y rapidez) insistiendo en que si no teniamos el tren delantero a tiempo no podriamos salir a las tandas (el problema es que no habia hidraúlico, una barra estaba torcida y los muelles eran ya de risa). En paralelo, consegui gomas nuevas de sus medidas (atrás 140) a un precio interesante, de marca Bridgestone. A falta de tres días para irnos al Jarama, y con todos los papeles en regla, fui al taller en bus para traerme la FZR. La bauticé como "Mamba Negra", esperando que su vieja y noble agresividad todavía saliera a relucir en el trazado madrileño. Dejé Parla atrás y comprobé que la horquilla ya ofrecia la seguridad que cualquiera de nosotros espera de una moto, sea moderna o clásica. De frenos... una pasada, nada que ver con el tacto que habiamos descubierto dos semanas atrás (entre malo e insuficiente). La posición era cómoda, ni vibraba y, para mi, lucía guapa, a falta de pulir su cúpula y carenados con paciencia y repasar, en alguna ocasión, mil detalles más. Creo que llevaba 21 años sin montar en este modelo, ¡qué viejo empezamos a ser!


Y volvemos al Jarama, por fin. Me levanté muy temprano y hasta allí, por la carretera de Toledo primero y luego por la M30, empiezo a hacerla el "rodaje", no habia habido tiempo material antes de hacerla kms, una lástima, ¡nos faltó una semana para llegar pletóricos! La moto llevaba meses prácticamente parada, sí. Se nota perezosa, le cuesta subir de 6000 vueltas. Voy probando también los dos frenos, mientras compruebo la seguridad que me da el nuevo tren delantero. El viejo Yoshimura no suena nada mal tampoco... Después de recoger el dorsal y aparcarla en un box, aparece mi padre con las sillas, al tiempo que empieza a llegar mucha gente por todo el paddock, entre ellos, caras conocidas, como Tomás de Moriwoki.com y, ¡oh sorpresa!, el gran Iván Hinojo (y amigos de su afamado grupo Old School Al-Andalus) con una auténtica y pintona GSXR 1100 que quita el hipo. También Mudo y Juan Vegas nos localizan rápido. Antes de comenzar, paso a saludar a los "clásicos", en especial a Edu y su Katana... y a su bella Ducati 750 Laguna Seca también, ¡vaya dúpla! Más tarde aparecerian más colegas por nuestro box número 30 como Pedrito (que estaba realmente extasiado), Rosi y Luis, Racing Rose y Mar Loeches, Antuan y su amigo el veterano Farolas, Joselito, Miguel Angel Fernández, Fernando Mototurismo, Chemita, Victor Ortega, Tyto... y por supuesto Iñigo, el dueño de la flamante FZR. Aquí en la foto con Juan, sin duda el más madrugador de todos:



La jornada va a ser calurosa, está claro. Me apunté a las cinco tandas, ya veremos si aguantamos, conocemos el calor que se gasta el Jarama... Estamos metidos en la categoría más sport, la de los quemadillos. Hay de todo, bellas japos y alguna europea pintona, muchas motos de los 90, la mayoría, sin olvidar los "hierros" de los 80 bien rematados que descubro enseguida, ¡¡vaya ensalada!! Después de revisar los niveles, y apenas bajar las presiones de las ruedas, salgo a la primera tanda. Justo cuando salgo del pit lane me paran dos comisarios para avisarme que se me ha abierto la cremallera que une chaqueta y pantalón (no llevo el mono de carreras porque vamos a ir de tranquis). Tardamos tres minutos en arreglar el follón y salgo algo impaciente, con ganas, pero recordando que tengo prohibido hasta hacer un inocente recto. Me encanta la bravura del motor en las marchas cortas, se nota que sus genes son deportivos (aunque arriba no anda mucho). El "análisis" de la pequeña FZR comienza pronto aunque el ritmo es lento en general. La temperatura es ideal en ese momento, las gomas son de calle pero están nuevas, no agarran nada mal, y la moto gira tan bien como se podría esperar de un chasis Deltabox, sobran comentarios. En aceleración veo que adolece de respuesta, faltó hacerla la carburación, sí, ¡nos faltó una semana para algunas cosas! pero no va mal aunque podría ir mejor. Vuelta a vuelta, vamos quitándonos juntos las telarañas. Veo a lo lejos a Edu con su preciosa Ducati 750, espero poder picarme con él más tarde. Muy emotivo ver RDs, ZXRs, CBRs y demás históricas a mi alrededor, ¡otra vez viajando en el tiempo! Termina la tanda cuando empiezo a disfrutar.

De atrás vamos mal, sabemos que el amortiguador está para tirarlo directamente. Apretamos la precarga un par de puntos (casi al máximo) a ver si así puedo dejar de ir en el tio-vivo. De delante va de coña, aunque apures la noble Yamaha no subvira ni se mueve en las viejas curvas del trazado. Dejamos que se enfríe entre tanda y tanda logicamente mientras vemos el ambientazo que hay por doquier. Parece que todos los "viejos" nos hemos puesto de acuerdo. Se cuelan entre nuestras monturas algunas mucho más moderna... pero, bueno, nada que objetar mientras tengan claro que nosotros necesitamos más metros para frenar, por ejemplo, ya sabéis, ese tipo de cosas... En todo caso, el ambiente es fantástico y al menos yo no vi ningún problema entre participantes.

En las restantes tandas vamos apretando un poco  más sin llegar a ir rápido de verdad. Por fin en la tercera o cuarta tanda, bajo un calor de justicia, alcanzo a Edu, muy cerca, pero justo al verle se sale por la agricultura unos metros (saliendo de Varzi). Sigo a mi bola un par de giros mas, mezclado con varios compañeros de pista, conocidos y desconocidos. Tanda a tanda, la FZR empieza a despertar y va andando más, tanto en velocidad punta como en aceleración, por fin sube de revoluciones como debe, ¡bendita y noble máquina! Con Edu coincido por fin y tenemos un rato divertido juntos aunque tanto él como su bella italiana traccionan mejor y al final se nos van. Un fotógrafo capto el momento de mi intento amigable de interior, ja, ja, pero no era día para apuradas...


Justo antes de salir a la que sería mi última tanda, pruebo a bajar las presiones de las ruedas a lo habitual en circuito. Me resistía porque tal como está el amortiguador trasero las propias ruedas me están ayudando a hacer de amortiguador (solo había bajado unas decimas la presión aquella mañana). Salgo en mitad de un grupito divertido de japos pero no voy cómodo, de atras acelerando la goma se resiente ahora más que antes, saliendo de Bugatti y encarando Pegaso tengo que andar con cuidado al abrir con alegría. Pocos giros después veo por el espejo izquierdo (solo habíamos tapado la matrícula aquella mañana) que tengo muy cerca al amigo Iván con su preciosa Suzzi. Le reconozco enseguida porque van superconjuntados. Por si acaso le estorbo, le facilito el acceso a la primera de Le Mans con la mano para ponerme a su estela un rato y disfrutar viendo cómo van. Son casi las dos de la tarde y el calor es un tormento. Nuestra brava montura no se queja, ni huele a aceite (no, señores, no) pero quizá estamos castigando un poco el embrague. Entre esa sospecha y mi cansancio (pude beber fácil tres litros de agua en dos horas) decidimos no tentar más la suerte y terminar las tandas con un estado emocional óptimo y risueño... ¡y con la enorme satisfacción de devolver la moto entera!, gracias Iñigo, ¡si fueras tia te besaba!, sí, ¡ya te puedo decir cómo va tú Yamaha!

Nos faltó tiempo para saludar a más conocidos, de hablar más rato con los amigos, de revisar a fondo aquel parque motorizado de ensueño... pero fue imposible hacer más cosas en aquellas horas. Pasear fuera del box era un suplicio, llegar al bar del circuito toda una hazaña. Felicitar a la organización, al público y a todos los participantes que hicieron posible este bonito evento. Ojala para el año que viene cambien de fecha y lo celebren en primavera. Y, honestamente, ojala el año que viene pueda volver con una moto propia para poder apretar "sin conocimiento" y seguir divirtiéndonos sin presión... quién sabe, lo mismo estamos viviendo una segunda juventud y no me he enterado...


Escapada express... Rioja y Navarra (parte 2)


Amaneció pronto para mi gusto. La noche habia sido larga y divertida, llena de anécdotas y risas, cenando un poco de todo (mi padre hasta "ligó", un crack), recordando, inevitablemente, algunos viajes y algunas aventurillas. Los planes para ese sábado eran variados: los amigos del Foro tenian pensado hacer la "ruta del vino" de la zona (¡buen plan!), yo acercarme a Los Arcos a saludar a los amigos de las clásicas y ver alguna carrera, mi padre quedarse esa mañana en la aldea, disfrutando de la paz del lugar...  Me despedí de todos los amigos del Foro, ¡breve pero intenso y agradable!; con mi padre acordé que comeriamos juntos horas después, cuando yo regresara.

Miré el Google Maps de mi móvil para ubicarme. Volvería a salir dirección Arnedo para adentrarme ya en Navarra como si fuera a Logroño antes de girar hacia el circuito navarro. El bonito tramo hasta Arnedo ya lo conocía (la tarde anterior, cuando llegamos a Enciso, me tocó después del bebercio en el bar ir hasta allí a echar gasolina). Arranqué después de mirar la hora, calculaba que tardaría más o menos una hora en llegar a la pista navarra. Sali con ganas de disfrutar las curvas del camino, la mañana se prestaba con buena temperatura ambiente. Esta vez no se picó ningún coche y encontré practicamente pista libre hasta Arnedo donde tuve que orientarme un poco. Más o menos una hora después entraba al circuito y enseguida veía caras conocidas. Luego busqué a Edu y su panda y allí, en su box, estuvimos un rato mientras veía de nuevo su bella Katana. 

Me di una vuelta fuera de boxes, por las carpas, había muchas, también estaban los franceses para su carrera, ¡ambiente! Las nubes grises parecian que se acercaban pero todavía no llovía. De repente me vió Borja Serrano, el rápido piloto de la CBR600, que me saludó. Fuimos hablando un rato, caminando, mientras buscaba a otro amigo para darle un recado. En el paseo vimos a Roy y a Sergio Fuertes (no sabia que estaba allí). Roy iba a probar suerte con su GPZ en la carrera de MaxiClassic (si no recuerdo mal). No era la única valiente 500 bicilindrica inscrita. Sergio correría con su habitual Montesa. Nos hicieron una oportuna foto, ¡yo esperando que se me pegará algo de ellos!


Más tarde, antes de colarme hasta el murete del pit lane (esta vez tardaron como cinco minutos en detectarme), pude por fin conocer a Rafa Uranga y su famosa Gixxer con el dorsal de su vieja carretera de curvas, el 634. No había tenido suerte en el entreno, se había dado un arrastrón pero luego en carrera hizo un gran resultado. Fue muy divertido, también vi al bueno de Markos Metralla y los tres estuvimos hablando un buen rato. También nos sacaron una foto chula junto a la famosa Suzzi, la que publiqué en el anterior post. 

Sobra decir que en esas dos horas que pasé alli, aparte de saludar y charlar con más conocidos, pude babear a base de bien... motos teoricamente económicas (¿sabéis cuanto vale una CBR600 F1 o F2, verdad?, nada descabellado) pero algunas con buenas preparaciones..., alguna que otra bella RD 350, varias Ducatis estilizadas y brillantes, imponentes Suzukis, etc, más el añadido de los pilotos franceses que traian unos pepinos de cuidado (sí, muchas Kawas antiguas pero rapidisimas y con docenas de detalles). Pude apreciar como en pista las mecánicas japones tetracilindricas (Honda y Suzuki sobre todo) imponian su ley, varios de ellos bajando los dos minutos de tiempo por vuelta. Las bravas GPZ no desentonaban demasiado aunque, obviamente, adolecian de potencia máxima. 

Las nubes se pusieron grises cuando me despedí, queria llegar a la hora de la comida, más o menos, a Enciso. Comprobé mi goma trasera. Calculaba que me quedaba la justa para llegar a casa sin sobresaltos. Arranqué después de una última mirada al bello circuito navarro. Me prometí que algún dia, no muy lejano, tenia que probarlo. ¿Con qué moto?, esa es la gran pregunta.

La "Infinita" iba de fábula aquel sábado. Como bajó la temperatura unos grados el motor rendía a plenas facultades. En cuanto sali del tramo de autovía disfruté de lo lindo, era uno de esos días en que moto y jinete van compenetrados (¿"resaca" racing por haber estado en el circuito?, ja,ja) asi que aproveché y me lo pasé pipa, sobre todo, de nuevo, por el tramo que va de Arnedo a Enciso, LR-115, atronando con el 4 en 1 de la moto todavía sin dbKiller.

A eso de las dos de la tarde, aproximadamente, arrancamos los dos LFs, diciendo adiós con la mirada a aquel magnífico escondite en forma de pintoresca casa rural en mitad de esa vieja aldea (Poyales) abandonada en los años 60, ya  semiderruida pero plácida y llena de un extraño encanto (y ubicada, por cierto, dentro de la llamada "Ruta de los Dinosaurios" y dentro de un área clasificada como reserva de la biosfera de los valles Leza, Jubera y Cidacos).

Enseguida dejamos atrás la sinuosa carretera del pantano, ya en provincia de Soria, pasando otra vez por el bello pueblo de Yanguas. Enseguida llegamos al puerto de Oncala, como un día antes, de nuevo despejado, esta vez con asfalto seco, y vacio de tráfico practicamente. Ya ibamos casi en reserva pero imaginaba que llegaría sin problemas a la "civilización". Cada año me resulta más pesado parar en mitad de un tramo guapo para hacer fotos, es como cortar una comida agradable para ir al baño (te da gusto pero ojala fuera automático). Esta vez no fue una excepción, solo paré una vez. No logré una foto gloriosa pero sí me gustó la serenidad que se respiraba en aquel lugar (paré el motor). La foto, en la zona de Oncala, es esta:


Comimos algún tiempo después, y casi de rebote, en Almazán, en un restaurante con buena comida, digamos casera, y con uno de esos emblemas que tanto nos gusta en su fachada: "Torrezno de Soria". Desde alli el aburrido tramo hasta Medinaceli y en pocas horas en casa...  Nada reseñable que comentar ya salvo el susto en el último kilometro de mi viaje de vuelta, llegando a casa. Después de padecerlo (mejor no dar detalles) decidi volver a poner el dbKiller en la moto. Me rendí, sí. No puedo estar huyendo de la autoridad cada dos por tres.

En resumen, un gran finde (aunque el domingo fuera casero), agradecido de descubrir una región de la península que no conocía y a la que seguro volveremos en el futuro. Pero si la calidad geográfica disfrutada fue estupenda mucho mejor aún fue la compañía humana que tuvimos, ¡de diez!... otra noche para enmarcar. Hasta pronto, amigos.



Escapada express... Rioja y Navarra (parte 1)


Creo que todos preferimos rodar en moto que verlas rodar... pero a nadie le amarga un dulce si se tercia. Y si en el mismo espacio de tiempo hacemos las dos cosas, fantástico. En las contadas ocasiones que he podido visitar Navarra, a lo largo de los años, me ha encantado su geografía y, sin exagerar, es uno de mis lugares favoritos, no me importaria vivir allí de hecho. Tendría a mano Pirineos, el mar, Euskadi y Francia, todo a tiro de piedra, entre otras ventajas, como los paisajes, su cultura e historia. Otra deuda pendiente, hace años, era conocer su circuito de Los Arcos. Dos años queriendo visitarlo con motivo de las carreras norteñas de clásicas y dos años que, al final, no pudo ser. En el 2018 volvió a plantearse la idea. Había ganas y era una "excusa" perfecta para rutear todo un fin de semana. Cuando llegó la primavera, la fecha ya llevaba semanas rotulada con un circulo en el calendario de la cocina, el grandote de la UECA que me regala cada año mi padre. Esa fecha eran los dias 19 y 20 de mayo.

Tan "original" como siempre, semanas antes, comencé a ver posibles rutas y tramos para llegar hasta allí. Quería pasar por demasiados sitios guapos, conocidos o no, como la sierra de Cebollera, al norte de Soria, por ejemplo, etc. Y después de la rodada del FK1 que os comenté hace unos días, también surgió la genial idea de poder conseguir alguna japo y participar en alguna de las carreras programadas en Los Arcos, ¡total!, ¡poco tenía que perder salvo el dinero de la inscripción, el seguro y el hipotetico alquiler de la moto de turno!, casi "nada"... estas palpitaciones no suelen ser muy racionales pero tampoco son peligrosas, son ideas románticas que surgen de vez en cuando con cariño... Los astros no se alinearon al final aunque casi se materializa la opción de conseguir una GS1000 antigua para salir en la categoria de F1.. ¡imaginad!, al estilo Wes Cooley, ¡pedazo hierraco!, la verdad que la idea me ponía Pinocho, sentía una curiosidad tremenda por conocer las posibles sensaciones a bordo de semejante dinosaurio. (Soñar con una Katana seguia siendo eso, un sueño). Aqui una foto (desenfocada) pero llena de años con una réplica de la Suzuki de Wes, en la feria de Moto Madrid, edición 2017:


La moto en venta (a un precio muy interesante) ya estaba modificada para las carreras, incluyendo cambios de altura, etc, no solo con cambios en su carrocería. De haberlo consumado, obviamente era el cambio de categoría que llevo meses anidando por dentro, no solo sería la moto para participar en la carrera de Los Arcos. Varios términos desfilaban rápido por mi cabeza: motoraco grande de cinco marchas y ocho válvulas, moto ancha, pesada (en seco, por lo visto, unos 238 Kilos) y larga. Si habitualmente encima de la Ossa solo se ve a un aberroncho, intuia que con la Suzzi la cosa cambiaria bastante. La combinación de esos motores de aire legendarios y los clásicos chasis doble cuna de acero me llamaba poderosamente la atención. Las palpitaciones duraron pocos días porque, al final, mientras buscaba "patrocinador" para comprarla, un buen amigo de las clásicas me dijo que ya no estaba en venta, que ya había volado... puff...

Pero no lloremos mucho porque, en paralelo a esas sensaciones mentales y cardiacas, iba surgiendo nuevas posibilidades para ese finde marcado en el calendario. Resulta que nuestros amigos del MC El Foro (Rosi y Luis), junto a otros amigos, iban a pasar un finde turístico por La Rioja (incluyendo una "ruta del vino") descansando en una preciosa casa rural cerca de Enciso. Como nos invitaron a pasar por alli, tomamos la palabra y anulé la reserva que tenía en otro sitio para dormir. El finde se antojaba más sabroso por momentos.

Ese viernes 18 salí de la oficina motorizado en busca de mi padre, que aguardaba en la Galp cercana al Jarama, donde me vestí de romano de cintura para abajo y emprendimos ruta bajo un sol de justicia que nadie esperaba. Al llegar a Somosierra comenzaron a caer cuatro gotas y, sorprendentemente, ¡un poco de granizo! Como era tarde y las tripas rugian paramos en un restaurante cerca del puerto. Cuando salimos decidimos no ponernos los monos de agua, ¡total!, las cuatro gotas y el pequeño granizo inesperado ya habian pasado...

La ruta por la N-110 fue tranquila y casi solitaria, pero en el horizonte enseguida vi unas masas negras de nubes que, imaginé, escoltaban justamente el trazado de la carretera. Asi fue. Desde Ayllón comenzó a llover, primero moderadamente (bah, para que te vas a poner el mono de agua pa cuatro gotas, ya sabéis, ese tópico habitual), luego un poco más fuerte y minutos después a cubos. Justo en esas condiciones me pasó mi padre por la izquierda a una velocidad considerable, adelantando también a un camión que circulaba por allí, alejándose unos cientos de metros de mi vista. Por fin pude alcanzarle llegando a San Esteban de Gormaz, mientras buscada un techo dónde parar. Saliendo vi una gasolinera y nos metimos. Bajé de la moto empapado hasta los calzoncillos pero enseguida nos vestimos para la ocasión, mientras pasaban docenas de motoristas en BMW (había un rally famoso que pasaba por alli) perfectamente equipados con monos caros, baúles, GPSs, las pegatinas correspondientes y demás accesorios de "aventurero". Por supuesto, ninguno nos saludó (ja,ja). Repostamos y arrancamos las motos. Salimos de la gasolinera y... dejo de llover en menos de un minuto.


Saliendo de Soria, más allá de Garray, nos esperaba una grata sorpresa: un tramo sinuoso que no conocía en persona, ¡el puerto de Oncala!, ¡pasote total!... y ni un coche. Enormes prados y cumbres solitarias, solo algunas vacas a distancia, muchos kilómetros a la redonda de paz y serenidad... ganas me dieron de parar a hacer alguna foto pero me lo estaba pasando tan  bien... La humedad del asfalto parecía elevarse facilmente a nuestro paso enfriando el ambiente y mezclándose con los rayos de sol de la tarde... No me detuve hasta que vimos las obras del pantano, cerca de Yanguas (bonito pueblo). Un rato más tarde ya estabamos en Enciso, esperando al personal, sentados en la pequeña terraza de un bar tranquilo y apacible. El viajecito había sido corto pero intenso.

No tardamos en escuchar algunos motores que venian desde otra dirección, era una bonita Tracer roja y otras dos Yamahas, parte de la tropa prevista: Miguelón, Mayka, Antonio y Puli. Noche entretenida en una casa rural alucinantemente bonita y acojedora, llena de gente estupenda con la que nos dieron las tantas después de cenar entre risas y anecdotas para todos los gustos. Rosi y Luis llegaron muy de noche y bajo un tormentón considerable, mientras nuestras monturas pastaban y dormian plácidamente en un pequeño prado bajo árboles y junto a la casa escondida... Por varios motivos, finalmente seria el sábado, y no el domingo, cuando volveriamos a Madrid pero, para ello, todavía faltaban muchas horas...




A veces toca sufrir...

  

Llegó nuestro mes favorito, mayo, y se acercaba la rodada en el FK1 organizada por los amigos de motoclassicracing. Ganas teniamos, ¡por fin ibamos a arrancar nuestra Ossita! Una vez puesta la cúpula, como os conté hace un par de post, nos la prometiamos muy felices pero justo tres días antes de "embarcar" hacia el circuito castellano, en el garaje, cambiando los cables del gas y del freno delantero, se rompió una pieza del plato izquierdo del tambor, ¡shock!, justo la rosca del tensor del cable. Se cayó al suelo sola, quiza debilitada por los años. Su caída al suelo nos alarmó. No parecía facil soldarla, más que nada por el material, calamina o algo muy parecido. Consultamos a los que saben y no lo vieron claro. ¿Qué podía hacer?, ¿anular la rodada y el transporte? La rabia (por no decir otra expresión) me dijo que no, que aunque no pudieramos tensar el freno delantero deberiamos intentarlo, por lo menos hacer que girase el motor y las ruedas, era demasiado tiempo parada, desde Lordelo el verano anterior. Asi que decidimos no anular nada, el domingo hariamos lo que pudieramos.

 
Mi padre pensó una posible solución de emergencia: hacer un taladrito en el tambor para meter un alambre (ese viejo amigo) y abrazar el cable de freno y el tensor, más que nada para no llevarlo suelto en marcha y, a lo mejor, hasta poder frenar un poco (¡aunque sea algo propio de cobardes!). Ese sábado yo tenía una Comunión ineludible y aunque me lo pasé bien, vigilando no comer ni beber lo habitual en estos eventos, mi cabeza tenia un porcentaje de preocupación, pensando qué pasaría al día siguiente.

Madrugamos el domingo y llegamos a la pista del FK1 bien pronto (solo había estado una vez de espectador, viendo a Superpablo). Tan pronto que nos tuvó que abrir la puerta el organizador de la rodada, Pako. Tuvieron una noche "dura", sin duda, pero la mayoría volvería a rodar ese domingo. Enseguida nos instalamos en el primer box libre, el más cecano al bar (casualidades mal pensados). Sacamos la moto mientras saludábamos a los primeros conocidos. Pusimos la rueda delantera sobre las borriquetas que por fin había conseguido semanas antes y desmontamos la rueda y el tambor. Enchufamos la máquina de taladrar y, ante la mirada de algún sorprendido vecino de box, se realizó la ñapa prevista. No hacía mucho calor pero el tiempo, los minutos, volaban. Fui al brifing y poco después colocamos la rueda en su lugar. Enseguida probamos a arrancar la moto. No le costó mucho bramar de nuevo, ¡después de tantos meses!, una vez más no me soprendió pero valoré el mérito que tenia. No sonaba mal, nada mal. Enseguida llegaron más amigos, principalmente la tropa asturiana que sabía iban a rodar ese domingo: el amigo Dani y su escuderia, incluyendo a Alfredo "El Carni", toda una alegría, encima nos pidieron compartir "box" a lo que logicamente accedimos encantados. Traian su GS500 del 89 para hacerla debutar en pista. Con ella correran la carrera de Resistencia que se celebrará a mediados de julio en Kotarr.


¿Como fue la jornada para mi? pues algo frustrante, la verdad. La moto no andaba mal aunque no acertamos del todo con la carburación, iba un pelín grasa, pero no insistí en ello. Como era predecible, no pudimos tensar el freno y la maneta practicamente se convirtió en un objeto decorativo, asi que tuve que "reconfigurarme" mientras me aprendia la pista, intentando no estorbar mucho. Por lo demás, disfruté lo que pude, aprovechando su ligereza, reencontrandome con su sonido y su agilidad pasmosa... sin olvidarme de la cúpula, mi nueva compañera de marcha. A final de recta, no eché de menos tanto frenar a saco, quitaba dos marchas y me ayudaba con el de atrás, suficiente para entrar en la curva de izquierda, pero en algún otro ángulo se echo de menos clavar o rozar la leva delantera. Mi amigo Marco, días después, tan irónico como otras veces, me dijo que así mejoraría... 'mi paso por curva!, ja,ja ,y razón no le faltaba. El caso que me senti algo incómodo durante las primeras dos tandas. Creo que el mono me está un poco más pequeño (¡típico!) aunque yo me encontraba "ágil" y "en forma". Una alegría fue comprobar que el depósito ya no pierde por ningún sitio, ¡¡buen arreglo hizo Carlos66 el verano pasado!!, siempre le estaremos agradecido. Echamos de menos en esta rodada a Carlos, a Edu y a Champi, entre otros, pero es dificil cuadrar siempre. Fue un gustazo ver tan de primera mano cómo ruedan esas Japoclassic que tantas veces vimos en fotos y crónicas, las GPZs y las GS, principalmente... sin olvidar la preciosa Guzzi de nuestro amigo veterano Cuco. Me quiso dar rueda pero no estaba yo en condiciones ese domingo de seguirla...


Más caras conocidas, Conchi y Celes, imposible que se perdieran esta cita. Otra alegría fue contar con la visita de Joselito que venía directo de su casa, y no del pueblo, para vernos, ¡vaya tela!


Tuvimos tiempo para ver las evoluciones de Dani con la Suzuki (una gozada verle en las curvas) y a otros norteños, en especial a uno, con su CBR del 91 derrapando practicamente en cada curva de cada vuelta, ¡im-presionante! La jornada terminó con una pachanguita guapa, una carrera para todos. Obviamente, por motivos de seguridad, no sali en ella, ¡solo faltaba terminar el dia estorbando o haciendo algún strike! Asi que, apoyado en el muro del pit lane, mientras se configuraba la parrilla estilo Le Mans para la carrera, vi cómo nuestro viejo amiguete asturiano Roy (que había llevado para la ocasión su bonita Ossa y su nueva montura, una GPZ roja) me hacía señas desde su posición de salida para que fuera a ¿ayudarle? Efectivamente, no tenia quién le sujetara la Kawa. Allí me quedé, todavía con mi mono puesto, echando una mano, y nunca mejor dicho, pues ya habiamos metido primera y el embrague tenia que trincarlo con delicadeza para que cuando saltara sobre la moto el piloto su mano izquierda tuviera sitio donde agarrar la maneta. Con miedo a quemarlo (el embrague) por fin se dió la salida y los pilotones salieron corriendo hacia sus bellas monturas. Roy saltó ágil sobre su bicilindrica roja y salió como una exhalación. Alli habia de todo, incluyendo RDs 350, alguna Bandit, las 2T nacionales mezcladas con las Japos... una pasada para cualquier amante de las oldies. Felicitar a este grupo de auténticos clásicos que consiguen reunir a un buen puñado de veteranos de todas las edades, ¡que dure!

Y asi acabó aquel domingo agridulce. Esperemos que para la fiesta de Zamora no tengamos ninguna sorpresa y podamos rodar más alegres... Sí, podéis decirlo, con estas motos uno nunca se aburre...



Escapadilla a Motorland



Los mejores viajes suelen vivirse en invierno (al menos, para nuestros arcaicos gustos) cuando apenas hay domingueros, el tráfico se reduce y los motores van fresquitos. Pero como llevamos unos años donde falta tiempo y dinero para acometer viajes de verdad por el extranjero,  vamos planificando e improvisando lo que podemos por tierras más cercanas… ¡y mejor no quejarnos!

Este invierno, lleno de lluvias, al final nos aportó algunas novedades. Principalmente, volver a Motorland, a  Alcañiz, en abril, volver a rodar por nuestra querida Ruta del Tambor, con la excusa de asistir a la prueba mundialista de SBK. Cuantos buenos recuerdos atesorados en sus curvas, pueblos, paisajes y cruces... Si habéis seguido este blog hace tiempo sabréis que durante unos años no dejábamos de ir con ocasión de las carreras de SBK, y también para ver algún GP, aparte de aquella divertida rodada con varios amigos a la que fuimos en marcha. Ya el año pasado un amigo de las clásicas, el bueno de Quintial, me animó a acompañarles ese fin de semana con motivo de la prueba de SBK pero no pudo ser. Esta vez, comenzamos a hablarlo allá por marzo. Al parecer, un buen grupo de amigos y conocidos, de distintos puntos geográficos, nos veriamos en la ciudad racing de Alcañiz y/o en el hermoso y largo circuito aragonés (entre otros, Juanmi, Pedrito, Lydia, Quintial, algunos Tortugas (Joan, principalmente), Luis del MC El Foro, etc).

Logicamente, en cuanto lo tuve claro, avisé a mi padre, porque para viajes está dispuesto, para salir un rato los domingos, con múltiples paraditas, no. Como otros amigos de la capital al final no podían acompañarnos pensé que iriamos solos pero, afortunadamente, al final se apuntó el amigo Kirtesh con su preciosa S1000R. Ya habiamos compartido kilómetros semanas antes, en aquella escapa que organizamos hacia Hiendelaencina, para comer "un poco" (ruta que tuvimos que replanificar tres veces por culpa de los diluvios que azotaron por todas partes durante aquellas semanas). Aquí una foto del grupo después de la comilona (de izquierda a derecha, Juanki, Bettor, Dani, Javi, yo, la amiga de Javi, Kirt, ¡Tyto! y el pequeñín, Alvarito):



Volviendo al viaje de Motorland, quedamos el sábado no muy temprano en nuestro viejo punto de salida habitual de la A-2, la Repsol pasada el puente de San Fernando, la gasolinera "del avión". Llegué pronto pero ya estaba el patriarca echando un pitillo, junto a una impoluta Fazer ansiosa por rugir. Cargué combustible y miré los cielos azules con pocas nubes que nos observaban, parecía que durante aquel finde no caería mucha lluvia, mejor. A los pocos minutos escuchamos otra moto, era el bueno de Kirt y su teutona naked roja, preciosa estampa. Antes de arrancar, con su móvil, un voluntario nos hizo esta foto chula:


Después de pasar el trago de las rectas que llegan a Alcolea, el trazado comenzó a mejorar, como siempre, mientras acelerábamos el ritmo estrujando un poco el poderio de nuestras tetras gracias al escaso tráfico y a las buenas condiciones que nos acompañaron. Paradita clásica en Molina de Aragón, en su gasolinera, bajo las altas murallas que tantas veces inmortalizamos los que paramos justo alli. Unos pocos de cientos de metros más adelante fuimos nosotros los que tomamos algo para seguir en plenas facultades cardiacas. 

Desde alli a Monreal un suspiro y más adelante, oh sorpresa, en la N-211, descubrimos que sobre las llanuras que nos escoltaban un manto blanco cubria todo lo que la vista podía alcanzar. Sí, nieve, y mucha aunque la carretera estaba limpia y el clima era bastante neutro en el puerto de Bañón, ¡una gozada! Después de algunas fotos y de recrear la vista en medio del silencio que reinaba, seguimos un rato más hasta Montalbán dónde queriamos parar a comer (como otras veces, famosilla localidad que celebra una concentración en agosto).

Por la tarde seguimos ruta hacia nuestro destino: un albergue en el precioso y medio escondido pueblo medieval de Valderrobres (de la comarca de Matarraña). Para llegar hasta allí hay que encarar mi zona favorita de esa ruta, una sucesión de curvas y puertos realmente adrenalínicos con el aliciente de encontrar por esa zona siempre poco tráfico. Sé que Kirt se lo paso pipa, como yo, a dúo. Mi padre, a su ritmo, también iba disfrutando, ¡chapeau! Aunque el tacto de mis frenos no está en su mejor momento (largo de explicar aquí), disfruté de lo lindo de esas horitas, sobre todo gracias al Sportmax delantero sin flancos que casi estrenaba para el viaje, el Conti rutero trasero aguantó perfectamente las toneladas de par del motor de la Fire, ¡lo raro hubiera sido no pasarlo bien!

Muchas curvas más tarde, pasamos por el pueblo de Alex Rins, Valdealgorfa, por dónde te puedes encontrar algunos de esos carteles que había visto en las revistas que pone "Rutas Moteras". Nos internamos en la comarcal que va al pueblo casi sin querer y justo cuando ibamos a atravesar la calle principal nos detuvieron porque estaban en fiestas. Gigantes y cabezudos comenzaron a llegar mientras nuestras monturas permanecian mudas a un lado de la calle. Allí estuvimos media hora hablando con los "lugareños" al son de la música y los bailes regionales. Casi al final, ganas me daban de arrancar y salir entre medias de la "procesión" pero no parecia muy recomendable hacer algo así... 


Valderrobres nos dejó maravillados. No me extraña que sea uno de esos pueblos pintorescos, de los más guapos del país. Allí ya estaba Luis del MC El Foro con dos amigos. Unas birras y dejamos los trastos en la habitación comunitaria que nos tocó compartir con unos montañeros. Esa noche cenariamos con Quintial, sus amigos y Lydia en Alcañiz. Hasta allí habria unos 40 kms. Arrancamos justo antes de que comenzara  a anochecer y "los de Verde" nos pararon en una de las glorietas de acceso a la localidad. La cena fue estupenda y multitudinaria. Fue estupendo ver a tanta gente maja y encontrarnos con gente nueva como Markos Metralla. Lydia ya estaba allí con sus amigos, Quintial también. Algunos quisieron conocer en persona a "La Infinita" y allá que fuimos a verla antes de sentarnos a cenar... (buena excusa para posar para la posteridad):


Ya de vuelta, de madrugada, después de otra paradita de nuestros amigos "de Verde" (no hubo sanción ni nada) dormimos en el albergue lo que pudimos y el domingo en el circuito un solecito más o menos llevadero nos iluminó la mañana mientras disfrutábamos viendo algunas de las mangas programadas. Los paseos por el paddock y acceder practicamente al corralito de los pilotos después de cada carrera fue de lo mejor de la mañana... junto al encuentro de algunos de nuestros amigos polacos Tortugas. Allí estaban, Pablo, César, Manolo, Eric y Joan con su legendaria XS400 con los colores avispas que hizo famoso el jodio K. Roberts. Buen ratillo pasamos todos juntos en la tribuna. Breve pero intenso, como otras veces. Para el momento de las despedidas, reagrupamiento y buenos deseos... mientras arrancabamos con rumbos muy distantes. Justo antes de separarnos, foto histórica con Joan y su mítica montura de los diapasones, ¡vaya intercambio de motos con kilómetros a cuestas!


La vuelta fue también rapidilla y divertida, esta vez se unía al trío Luis y su flamante BMW LT. Comimos en Alcorisa y luego llegó la borrachera de curvas y desniveles sin apenas tráfico. El sol seguia luciendo fuerte, luego observaría que mi cabeza y mi cara estaban rojas (cosas que pasan cuando se te olvida la gorra en casa). Alguna hora más tarde, pasando Molina de Aragón, descubrimos en el cielo azul una nube negra inmensa que, Murphy me susurraba, estaba justo encima de la carretera que nos llevaría hasta Alcolea del Pinar. Así fue. Después de algunas escaramuzas junto a Kirt, a velocidades no confesables, empezaron a caer cuatro gotas, luego ocho, y enseguida veinticuatro o el doble... Por supuesto, no llevaba el mono de agua (basicamente, por aligerar mi equipaje ya de por si habitualmente ligero, risas por favor...) Pasaban los minutos y la nube negra nos hacia de techo y así, bajo palio, los kilómetros cundian todavia hasta que noté que el agua entraba por mi bota izquierda, indicándome que el pequeño diluvio era real. El amigo Kirt, acostumbrado a los climas británicos, seguia a todo trapo, más adelante. Pronto paramos en el único puente que descubrimos, llegando ya casi a Alcolea. No sabía si secar los guantes o cambiarme de camiseta interior, la cordura había aguantado lo suyo pero... Al final me decidi y durante unos segundos me quedé desnudo de cintura para arriba, mientras llegaba ya mi padre sin calarse, con su engrasado barbour Garibaldi impermeabilizando su figura, con una expresión casi cómica en su cara como diciendo "¿pero qué te pasa, niño?"...


Y así, sin mas curiosidades que contar, terminó un bonito fin de semana que se nos hizo corto. Ya veis que no era un gran viaje, ni nada especial, solo una salida para ver las SBKs y, sobre todo hacer kms, compartir horas con amigos, y quitarnos la "polilla". Pasar los dos días en tan buena compañía me hizo mucha ilusión y me recordó otras visitas a Alcañiz, cuando ibamos en grupos más grandes. Un placer rodar y escuchar a Kirt, todo un gentleman de la vida y del motociclismo, y por supuesto, una nueva alegría volver a rodar y compartir "aventuras" con mi padre, el abuelo racing, ¡volvió a casa nuevo!, ya no le dolía nada, as usual. Larga vida al rockandroll...



GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...