Escapada express... Rioja y Navarra (parte 2)


Amaneció pronto para mi gusto. La noche habia sido larga y divertida, llena de anécdotas y risas, cenando un poco de todo (mi padre hasta "ligó", un crack), recordando, inevitablemente, algunos viajes y algunas aventurillas. Los planes para ese sábado eran variados: los amigos del Foro tenian pensado hacer la "ruta del vino" de la zona (¡buen plan!), yo acercarme a Los Arcos a saludar a los amigos de las clásicas y ver alguna carrera, mi padre quedarse esa mañana en la aldea, disfrutando de la paz del lugar...  Me despedí de todos los amigos del Foro, ¡breve pero intenso y agradable!; con mi padre acordé que comeriamos juntos horas después, cuando yo regresara.

Miré el Google Maps de mi móvil para ubicarme. Volvería a salir dirección Arnedo para adentrarme ya en Navarra como si fuera a Logroño antes de girar hacia el circuito navarro. El bonito tramo hasta Arnedo ya lo conocía (la tarde anterior, cuando llegamos a Enciso, me tocó después del bebercio en el bar ir hasta allí a echar gasolina). Arranqué después de mirar la hora, calculaba que tardaría más o menos una hora en llegar a la pista navarra. Sali con ganas de disfrutar las curvas del camino, la mañana se prestaba con buena temperatura ambiente. Esta vez no se picó ningún coche y encontré practicamente pista libre hasta Arnedo donde tuve que orientarme un poco. Más o menos una hora después entraba al circuito y enseguida veía caras conocidas. Luego busqué a Edu y su panda y allí, en su box, estuvimos un rato mientras veía de nuevo su bella Katana. 

Me di una vuelta fuera de boxes, por las carpas, había muchas, también estaban los franceses para su carrera, ¡ambiente! Las nubes grises parecian que se acercaban pero todavía no llovía. De repente me vió Borja Serrano, el rápido piloto de la CBR600, que me saludó. Fuimos hablando un rato, caminando, mientras buscaba a otro amigo para darle un recado. En el paseo vimos a Roy y a Sergio Fuertes (no sabia que estaba allí). Roy iba a probar suerte con su GPZ en la carrera de MaxiClassic (si no recuerdo mal). No era la única valiente 500 bicilindrica inscrita. Sergio correría con su habitual Montesa. Nos hicieron una oportuna foto, ¡yo esperando que se me pegará algo de ellos!


Más tarde, antes de colarme hasta el murete del pit lane (esta vez tardaron como cinco minutos en detectarme), pude por fin conocer a Rafa Uranga y su famosa Gixxer con el dorsal de su vieja carretera de curvas, el 634. No había tenido suerte en el entreno, se había dado un arrastrón pero luego en carrera hizo un gran resultado. Fue muy divertido, también vi al bueno de Markos Metralla y los tres estuvimos hablando un buen rato. También nos sacaron una foto chula junto a la famosa Suzzi, la que publiqué en el anterior post. 

Sobra decir que en esas dos horas que pasé alli, aparte de saludar y charlar con más conocidos, pude babear a base de bien... motos teoricamente económicas (¿sabéis cuanto vale una CBR600 F1 o F2, verdad?, nada descabellado) pero algunas con buenas preparaciones..., alguna que otra bella RD 350, varias Ducatis estilizadas y brillantes, imponentes Suzukis, etc, más el añadido de los pilotos franceses que traian unos pepinos de cuidado (sí, muchas Kawas antiguas pero rapidisimas y con docenas de detalles). Pude apreciar como en pista las mecánicas japones tetracilindricas (Honda y Suzuki sobre todo) imponian su ley, varios de ellos bajando los dos minutos de tiempo por vuelta. Las bravas GPZ no desentonaban demasiado aunque, obviamente, adolecian de potencia máxima. 

Las nubes se pusieron grises cuando me despedí, queria llegar a la hora de la comida, más o menos, a Enciso. Comprobé mi goma trasera. Calculaba que me quedaba la justa para llegar a casa sin sobresaltos. Arranqué después de una última mirada al bello circuito navarro. Me prometí que algún dia, no muy lejano, tenia que probarlo. ¿Con qué moto?, esa es la gran pregunta.

La "Infinita" iba de fábula aquel sábado. Como bajó la temperatura unos grados el motor rendía a plenas facultades. En cuanto sali del tramo de autovía disfruté de lo lindo, era uno de esos días en que moto y jinete van compenetrados (¿"resaca" racing por haber estado en el circuito?, ja,ja) asi que aproveché y me lo pasé pipa, sobre todo, de nuevo, por el tramo que va de Arnedo a Enciso, LR-115, atronando con el 4 en 1 de la moto todavía sin dbKiller.

A eso de las dos de la tarde, aproximadamente, arrancamos los dos LFs, diciendo adiós con la mirada a aquel magnífico escondite en forma de pintoresca casa rural en mitad de esa vieja aldea (Poyales) abandonada en los años 60, ya  semiderruida pero plácida y llena de un extraño encanto (y ubicada, por cierto, dentro de la llamada "Ruta de los Dinosaurios" y dentro de un área clasificada como reserva de la biosfera de los valles Leza, Jubera y Cidacos).

Enseguida dejamos atrás la sinuosa carretera del pantano, ya en provincia de Soria, pasando otra vez por el bello pueblo de Yanguas. Enseguida llegamos al puerto de Oncala, como un día antes, de nuevo despejado, esta vez con asfalto seco, y vacio de tráfico practicamente. Ya ibamos casi en reserva pero imaginaba que llegaría sin problemas a la "civilización". Cada año me resulta más pesado parar en mitad de un tramo guapo para hacer fotos, es como cortar una comida agradable para ir al baño (te da gusto pero ojala fuera automático). Esta vez no fue una excepción, solo paré una vez. No logré una foto gloriosa pero sí me gustó la serenidad que se respiraba en aquel lugar (paré el motor). La foto, en la zona de Oncala, es esta:


Comimos algún tiempo después, y casi de rebote, en Almazán, en un restaurante con buena comida, digamos casera, y con uno de esos emblemas que tanto nos gusta en su fachada: "Torrezno de Soria". Desde alli el aburrido tramo hasta Medinaceli y en pocas horas en casa...  Nada reseñable que comentar ya salvo el susto en el último kilometro de mi viaje de vuelta, llegando a casa. Después de padecerlo (mejor no dar detalles) decidi volver a poner el dbKiller en la moto. Me rendí, sí. No puedo estar huyendo de la autoridad cada dos por tres.

En resumen, un gran finde (aunque el domingo fuera casero), agradecido de descubrir una región de la península que no conocía y a la que seguro volveremos en el futuro. Pero si la calidad geográfica disfrutada fue estupenda mucho mejor aún fue la compañía humana que tuvimos, ¡de diez!... otra noche para enmarcar. Hasta pronto, amigos.



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GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...