Dos años con un pepino…

…entre las piernas. Porque si digo bajo el culo suena muy mal, por lo menos para mi gusto y lo otro suena poderoso y viril ;-) Pues sí, tropa, va a cumplirse dos años desde que compré mi afamada cbr1000rr sin abs ni chorradas modernas (bueno, sí incluye su inyección en lugar de los carburadores que ya casi nadie recuerda, grrrrrr, pero eso ya es normal, claro). Me dije que la tendría dos o tres años y que escribiría algo para recordar mis sensaciones antes de venderla por falta de presupuesto y volver a las 600. Por eso estoy dando la chapa en este momento.

Como dice el bueno de Santi, todo motero debería tener, por lo menos, una R de verdad en su vida. A mi me lo pedía el cuerpo, harto de probar la de los amigos y, además, notando cada día más que mi tiempo con la Fazer llegaba a su fin. Es una sensación que, supongo, nos ha pasado a la mayoría alguna vez. Llega un momento en que, aunque esa moto siga dándonos alegrías, aunque no se rompa ni pida mucho pan, la motivación ya no es la misma. Algo que surge del corazón te pide un cambio aunque la cabeza (esa que no sabe nada de la patata del pecho) no entienda tus argumentos. Y no solo la cabeza, claro. En mi caso para adquirir la Infinita tuve que luchar un poco más de lo previsto. Para empezar, el entorno familiar, incluyendo a mi padre, se mostró hostil. El, por ejemplo, no me veía con semejante cohete para ir a trabajar con ella casi cada día (no le falta razón en parte), luego mi hija estaba enamorada de la Yamaha y no entendia el cambio, y para terminar, el todopoderoso banco. Qué cabrones, así de claro. Después de tantos años como cliente, de tener la nómina domiciliada, de pagar mi hipoteca religiosamente, etc, etc, van los tíos y no se les ocurre otra cosa que decirme que me prestan la pasta si además me hago el seguro del nuevo vehículo con ellos. Y además en plan ultimátum. Mala cosa. Si estuviéramos hablando de otro “material” tal vez mi respuesta hubiera sido más diplomática pero tocaron en hueso y aunque esté mal decirlo “para chulo yo y para puta mi hermana” (no tengo, por eso lo digo). Así que les conteste en sus mismos términos destacando que no me gustaba nada su tono amenazante y que tal vez tendría que cambiar de banco ya mismo. Joder, como espabilamos cuando queremos. Fue decir aquello y todo volvió a su cauce habitual. No estoy exagerando, fue literalmente así. Dos días después me estaban dejando la pasta sin más condiciones que las habituales, sin sorpresas y con cierta dulzura renovada. Para rematar, puse el motivo que me salió de los güitos: “adquisición vehiculo Honda” y como la marca del ala dorada también vende coches, supongo que terminaron por pensar que iba a comprar un Honda de segunda mano. Me partía por dentro, cuanta menos información al enemigo, mejor.

Sinceramente si me metí en este entuerto fue porque, aparte de las ganas, tenía la oportunidad de conseguir la Fireblade al precio más o menos de su hermana pequeña de supersport, vamos, una ocasión estupenda para “subir” a stock-extreme aunque, una vez más, venia bien recordar aquello que la moto no hace al motorista. De hecho en mi mediocre historial motero considero que mis “años dorados” pasaron hace mucho cuando, mira tú por dónde, circulaba con auténticos hierros (para los estándares actuales). La verdad que tenia unas ganas enormes de probarme con una moto tan seria en todos los sentidos. Ahora o nunca. O te mueves o caducas a fin de cuentas. Era todo un desafío que veía con bueno ojos; quería ver si me hacia o no a una 1000 moderna (bueno, teniendo claro que a estas motos solo un grupo de talentosos sabe sacarle el 100% de sus posibilidades).

Por el uso polivalente que suelo hacer, la cabeza me insistia en seguir con una 600, naked o sport o una FZ1 (pena que gaste tanto) o la Z 750 (pena que pese tanto) pero... Además, miraba a mi moto de entonces, mi querida Fazer, ¡grandísima compañera!, adivinando que tendría más quebraderos de cabeza con la Honda, y me preguntaba por qué lo hacia. Pero nada de eso importó al final. ¿Y qué hacer con la fiel y fiable Yam?, sinceramente, no tenía valor ni ganas de venderla. Se me ponía un nudo en la garganta cuando lo pensaba detenidamente. Era como despedir a un gran amigo sin saber dónde podría terminar... supongo que consecuencia directa de haber vivido demasiadas cosas juntos, casi todas agradables. Saber a ciencia cierta que, además, me darían dos duros por ella me permitió argumentar “oficialmente” que no la vendía, que se la pasaba al abuelo (y vendíamos su GPZ, lo cual no resultó nada complicado ¿?). Así lo hicimos. Creo que la jugada nos salió redonda, los dos nos pusimos muy contentos y, por primera vez en más de dieciocho años, volvíamos a cabalgar con motos “nuevas”, nada de segunda o tercera mano. Como para quejarnos…


¿Qué sensaciones, qué pensamientos cruzaron por primera vez mi cabeza al meter primera, aquella soleada tarde con la Fireblade? La posición no era demasiado R pero sí muy distinta a la Fazer donde casi ibas en posición de enduro con ese manillar ancho y alto, demasiado alto… Las estriberas de la cbr, sin embargo, me parecían muy adelantadas. Tuve que echar gasolina inmediatamente, claro, pero me dió tiempo a “ubicarme” un poco, bueno, a intentarlo porque esta moto es muy pequeña para un tio de 1,80. Su estilo es minimalista, es practicamente la 600 vitaminizada y se nota inmediatamente en sus dimensiones, nada que ver con el anterior modelo, más largo y grandote.

Recuerdo que me puse muy contento y pasmado ante su poderoso motor y el salto que pegas cuando la aguja pasa de las 8500/9000 vueltas... ufff, harina de otro costal. Siempre con mucho respeto, pocas veces aceleraba a saco por miedo a salir catapultado saliendo de los virajes... aunque también es cierto que todos conocemos, aunque sea de oídas, que gracias a la inyección, a la curva de potencia y, en resumen, a la electrónica, estos motores de litro modernos ya no son los killers de hace apenas unos diez años (por ejemplo, las primeras R1) cuando no era difícil terminar besando el asfalto a la más mínima insensatez con el gas.

Los frenos no me impresionaron nada (a pesar de la novedad de su bomba radial, etc)… y de hecho estoy convencido que la mano que me rompi, meses después, no fue solo culpa mia y del canalla del Megane que se dió a la fuga. Luego me enteré que algunas motos de este modelo y año habian tenido problemas reconocidos con la bomba Nissin... ¡vaya, pues creo qe nos tocó la china! El caso es que nos hartamos de pulgar la bomba y las pinzas.... Al final, durante demasiado tiempo, circulé con un freno delantero que enseguida se agotaba. Aquello no era normal... luego os comentaré como terminó esta historia.

Durante las primeras semanas estuve con la mosca detrás de la oreja pensando que se me cargarian mucho las muñecas y los antebrazos en zona de curvas. Pues la verdad, salvo los primeros días, la cosa no fue para tanto. Recuerdo la primera “salida” con ella. Fue por la famosa carretera de los pantanos, cerca de Madrid, un día entre semana (para no encontrar demasiados enlatados), tramo lleno de curvas, iba pendiente de las revoluciones, de los pesos al cambiar de dirección, de su aceleración, de su inercia... y de mis muñecas. Sobre todo de la izquierda, la que tengo tocada con el escafoides destruido. Encima, luego terminé en Hoyo de Pinares con sus garrotes en bajada incesantes donde ya llegué algo fatigado pero no tanto quizá por la posición de sus semimanillares (nada radicales comparados con la competencia) sino a la posición novedosa en su conjunto. Fue el primer día de curvas y lo noté (era principios de agosto y el calor tampoco ayudaba). Ese día pensé algo así como "mola pero en vaya marrón me he metido, esto promete."

De todas formas, la pregunta habitual era todo un clásico: ¿para qué tanta potencia? Era y es una jodida delicia enroscar donde se puede pero, como suelo contar, si estiro en serio las marchas largas me salgo del mapa. Y eso es lo que más echo de menos de una 600... estirar todas las marchas hasta casi el pozo rojo del tacómetro porque con la Fireblade hacer eso en carretera abierta es muy peligroso, no hay espacio, no hay carreteras suficientemente despejabas por no recordar donde puedes terminar si te pillan, claro. Aunque es fácil y noble de conducir, con esta moto cuesta sentirse “gran piloto” porque notas enseguida que no te terminas el motor ni en autovía. Son conceptos distintos ser o sentirse "conductor" y "piloto". Con la 600 hasta el ruido te acompaña y tu cerebro pasa a “racing mode” enseguida. Obviamente es más asequible, más apta para "todos los públicos". Aquí el tema es distinto, tienes que tener la sangre más fría y pensarte muy bien cualquier alegría seria porque los metros se consumen más rápido, cosa que todos sabéis, por supuesto, perdonad si digo obviedades. Encima de la moto la sensación fue de “reconfiguración” personal. En resumen, con esta moto y quince años menos rodaría más rápido pero, posiblemente, estaría con más huesos rotos en el curriculum... o algo peor.


En paralelo a lo anterior, da gusto contar con tantos CVs a tu disposición, sí, claro, por supuesto, es como sentirte un poco "Dios". Adelantar varios camiones no es problema. Pasar a otras motos más pequeña no tiene ningún mérito, claro, un auténtico cohete que, aún así, se deja llevar y es noble, nada radical. En cuanto a tumbar… al principio cuesta creértelo, esa es la expresión. Pensaba equivocado que era una 1000 en todo los sentidos pero es falso, su chasis de aluminio y dimensiones son casi de 600 y se nota en cuanto te aprendes el “truco”. Porque si algo me gustó todavía más que el motor fue el chasis… ¡¡como se aguanta esta moto!! Nada que ver con mis chicas anteriores, claro, ni tampoco con algunas gloriosas R de marcas con fama de hacer buenos chasis (la Yamaha ThunderAce de mi antiguo, y hoy desaparecido, amigo Jorge) y muy lejos de la cabezona ZX9R de Julito. Repito, nada que ver. El tren delantero es la verdadera joya de esta moto. Qué aplomo, qué huella, da una confianza BRUTAL. Es lo que más me gusta de esta bike. Ni su gran chasis, ni su nobleza, ni su infinito motor amigable, nada, lo que más me gusta es ese fiel y preciso tren delantero. Esto unido a sus dimensiones y centrado de masas hace que la moto sea fácil de conducir e incluso pilotar, lo cual permite que casi cualquiera se sienta buen jinete… sin olvidar que no la estás aprovechando al máximo, eso lo hacen los cracks de SBK. En resumen, obviamente no es una 600, con esta sufres unas inercias que en zonas muy reviradas te hará imposible seguir a una SS en buenas manos (recuerdo el último "Gredos Trophy", grrr) pero no es una diferencia abismal, a pesar de su mayor peso.

Aparte de curvas o viajecitos cortos, de alguna tanda en nuestro querido Jarama, ya hemos disfrutado algún viaje largo por Francia (Le Mans en el 2010 y ahora Bol d'Or) por lo que la Fireblade suele vestir de cuero, en el depósito, con la funda y con la bolsa encima muchas veces. Llevo tanto la funda que hasta para tandear entro así al circuito (claro, ¡se meten conmigo y la estética!) 


Otro elemento agradable: su embrague antirrebote que (al margen de si dura realmente mucho o pocos kms siendo antirrebote) permite quitar marchas a saco sin miedo a bloquear la rueda trasera. En ese momento la pregunta es otra: ¿hace falta quitar tantas marchas? En esta moto, obviamente, no. Muchas veces da igual qué marcha lleves engranada, con acelerar solucionas casi todo.

Pero, obviamente, no todo son maravillas. He pasado momentos de angustia y de cabreo. Más de lo que imaginaba al principio. ¿Os imagináis una moto del siglo XXI chupando aceite como aquellas “aceiteras” de la marca de los tres diapasones? Pues aquí tenéis el mejor ejemplo del mercado que conozco. Tanto que ya no cambio el aceite, ¡¡solo relleno!! Se lo conté a Honda y me dijo con cara casi de pena que sí, que este modelo consumia aceite... su pregunta no fue si lo hacia sino CUANTO consumía... cuando le dije que más de medio litro cada 1000 kms (de media) ni me contestaron, solo pusieron mala cara. ¿El motivo? Llegué a leer que es culpa de un mal diseño parcial interior de los cárteres, toma ya... si alguno sabéis la razón, por favor, contadmela un día porque también he leído, y es más creíble, que es un problema de aros. Honda, oficialmente, todavia no me ha contestado. El caso que con este "pecado" puedes seguir rodando, solo hay que vigilar más su nivel... y gastarte unos euros extras que podías invertir en alguna otra cosa. Pero si algo me ha llevado mal fue el tema del freno delantero. Como os decía antes, se ha reconocido que algunas partidas de este modelo tuvieron problemas con la bomba Nissin y doy fe que a mi me tocó una de estas. No es normal que tengas que usar tres dedos de tu mano para notar la frenada que en cualquier otra japonesa percibes con dos o uno solo. Además, una fatiga previsible en cuanto hacias unas curvas no podia ser normal. En Honda, otra vez, me dijeron directamente que le pusiera latiguillos metálicos... y contesté si una moto de esta categoría y precio tenia que frenar mal de origen normalmente... El caso que me purgaron el circuito y encontraron, dijeron, aire en la bomba y en una pinza. Ok, la luna de miel duró unos cientos de kilómetros. Volviendo de Cheste el freno delantero volvió a hacer de las suyas. Resumen: tuve que poner una bomba Brembo RCS 19 y, ya de paso, unos latiguillos metálicos Galfer. Desde hace ya algunos meses, por fin, tengo una moto segura. La pregunta y el coscorrón que me merezco es... ¿por qué habré aguantado tanto tiempo? mal ejemplo, sin duda.


Otra cosa que no me gustó nada desde el principio: su voluminoso, soso y pesado tubo de escape. Madre mia, ¡¡qué monstruo de escape!! Será la hostia su doble salida a nivel tecnológico, todo lo que queráis contar, no lo voy a discutir pero sí puedo asegurar que con el Leo Vinci Gp pro que le metí gané en agilidad, ruido y... ¡baje un poco el consumo! No creo que haya ganado potencia (solo llevo la cola cambiada) pero desde luego el comportamiento del motor se nota un pelín más bravo y directo; además, como digo, gasta menos. Podría sonar mejor todavía pero no puede ser... el día que le quitamos el dbKiller nos paró la G. C. casi en el acto, fue alucinante.

Y ahora vamos al tema favorito de muchos moteros contemporáneos: los neumáticos. Venia con unos aceptables (en teoría) BT-015 de Bridgestone. El primero de atrás me duró exactamente tres meses, ¡¡alucinante!! Apenas 7096 kilómetros. Todo el mundo lo veía medio normal menos yo, novato en estas lides con motos grandes. Pues nada, nos pilló volviendo de la concentración de Perros de Ebro y madre mia qué viajecito de paquete me chupé desde la Armunia de Doña Godina hasta casa... probé tres motos y en la última casi me da algo, ya lo conté una vez.

Pues nada, luego le puse unos BT-016 para probar si daban más confianza y duaraban un poquito más mientras me mentalizaba que buena parte del problema era culpa mia. Algún amigo me lo decía: no tenia que acelerar tan a saco porque con esta potencia te fundes la goma a la mínima. Efectivamente, asi era, eso no ayudaba. Pero eso no era todo, ¡es que tardaban un huevo en calentarse y me patinaban en frio cosa mala, hasta yendo a por el pan! Al final, pasamos a los M3 de Metzeler y las cosas cambiaron. Tacto y duración mejoraron y asi seguimos aunque atrás lo combino desde hace un año largo con los Roadtec Z6, más rutero y durarero, basicamente por ahorrar un poco sin perder demasiadas cualidades (aunque con los "zapatos" jamás hay que ser miserable). Supongo que siendo también Metzeler tendrán las mismas carcasas y no es mala combinación. Ahora me dura, apurando más de lo recomendable, unos 11000 kms el trasero. Del delantero, del M3, más racing, tampoco me puedo quejar. Jamás me ha dado un susto y durán bastante más de lo que puedes imaginar de un neumático medio deportivo.

¿Con qué me quedo al final, haciendo balance? con la sensación que trasmite cuando vas en marcha. Ya he pasado muchos miles de kilómetros sobre ella y me siento cómodo, seguro y ágil, aún así ya veremos cuanto duramos con ella... no es la mejor moto para rutear como es lógico pero lo hacemos a menudo aunque su habitat natural es un circuito o una buena carretera de curvas rápidas con buen asfalto. Lo dicho, veremos cuanto duramos con la espada de fuego antes de volver a la marca verde que nos robó el corazón y los sentidos hace muchos siglos: ¡¡¡¡Kawasaki!!!! Esa futura moto sí será, en todos los sentidos, ¡¡un pepino!!

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...