Invierno suave... (parte 2)


Y llegó febrero, otro tradicional mes motero. Después de organizar una nueva escapada hacia el pintoresco pueblo, al norte de la provincia de Guadalajara, de Hiendelaencina (con una población aproximada de solo cien habitantes) para disfrutar de sus bellos tramos y de su rico cordero, resulta que me levanté fatal aquel domingo, incapaz casi de mantenerme en pie. Avisé que no podría coger la moto. Fui el único que fallo a la cita. Por las fotos... se pusieron finos, claro. En pocos días me recuperé sin saber qué me había pasado. Meses más tarde evalué si me había contagiado del "bicho" de moda pero eso es algo que nunca sabremos. Esta pequeña localidad es digna de visitar. A mediados del siglo XIX se descubrió plata por la zona iniciándose una pequeña fiebre minera por la región. Actualmente se encuentran abandonadas sus minas pero la zona ofrece un notable patrimonio cultura y geológico, digno de ver. Eso sí, no nos engañemos, nosotros vamos por las curvas, el paisaje y su gastronomía. Aquí una foto "resumen" de los delincuentes de ese 9 de febrero, aunque falta Kurtis me parece (de izquierda a derecha, Antonio, Juanki, Tyto, Monika, Alvarito, Curro, Iñigo y Luis):


Afortunadamente, un par de semanas más tarde sí pudimos viajar hasta Juarros de Voltoya un año más para disfrutar de otra memorable cita entre buenos amigos. Ya no celebran su mítica invernal allí pero llevamos dos años que, en petit comité, nos volvemos a reunir en algún local del pueblo y degustamos sus tradiciones cochinillos (¡y torreznos!), todo ello organizado por el núcleo duro del viejo moto club El Foro, Rosi y Luis, los cuales siempre se desviven por ofrecernos lo mejor de lo mejor. 


Este año éramos cerca de 80 privilegiados. El día se presentó soleado y era perfecto para hacer unas curvas por el Alto del León y luego echarnos unas risas en tierras segovianas. Salimos tres motos con cuatro encima, Julito y Montse, Antonio y yo. Un montón de gente increíble se reunió en el pequeño pueblecito que visitamos cada año. Para empezar, aperitivos de lujo en el bar de La Abuela. Mis padres llegaron en su coche. Nos juntamos enseguida un montón de locos, incluido Alfredo, el Escocés de Gredos, Kurtis (sin barba), Andrea, Iñigo, su amigo Juanma, Mudo e hijo, Rosa y Alvarito, Maika y Miguelón, Juan Vegas y Mónica, Dino y Laura del MTM, Dani, etc, etc, vamos, un pedazo elenco de primera. 


Después del potente aperitivo (¡incluido torreznos racings!) nos fuimos hacia el local de fiesta donde nos aguardaban largas mesas y muchas bandejas con los pobres cochinillos reposando (del primer plato ni me acuerdo, creo que fue ensalada, para disimular). Antonio "el primo" me dejó su preciosa y exótica XSR 900 para llevarla hasta allí. Fueron apenas 300 o 400 metros de distancia, suficiente, qué maravilla de moto. Nos gusta a unos cuantos, incluido a Andrea:


¿Qué decir de aquellas horas agradables? pues nada, mejor dejar algunas fotos chulas de aquella jornada memorable. 


Productos de la tierra, ja,ja.. hasta el postre era de diez...



Rosa con los Luises, ¡lujazo para nosotros!


Vaya día de besos, ¡no me pude quejar!:


Con mi querida Rosi en nuestro bar favorito del pueblo, ¡y junto a la inmortal foto con Rosendo!:


Más gente maja, Cristina y Sergi, junto al Puli...


La vuelta llegó pronto, demasiado. Otro año nos quedamos a dormir, como hicieron unos cuantos. Fue un error tremendo para no aprovechar más la tarde. Se nos hizo corto. Volviendo hacia la zona sur, por la M50, un Audi gordo se picó. Pobre diablo. La Kawa "turbo" de Antonio tomó la delantera y le seguimos enseguida a velocidades inconfesables. Pocos minutos después, copa y despedida en el Daytona de Fuenlabrada. Un auténtico día motero de primera, ¡hasta pronto!... dijimos...



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GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...