Aventuras en Vila Real...



Se termina el año y no podemos afirmar esta vez que hemos quemado mucha gasolina o que hemos disfrutado de demasiadas aventuras. Tampoco nos podemos quejar, ¡eso también es cierto!, pero... Resumiendo, pocas rutas de entidad y una única carrera de clásicas en Lordelo-Vila Real que fue un desastre al final por culpa de un depósito meón que no hubo manera de arreglar.¡Como echo de menos esos viajes a Francia o Pirineos que hacíamos antes! Detenerte en algún puerto silencioso y contemplar los bosques, la nieve o los colores del otoño, todas las épocas del año tienen su encanto, aunque la del verano no nos guste demasiado... Eso sí, unas cuantas vueltecitas por la sierra los domingos sí han caído, cortas pero intensas muchas veces... En verano saliendo pronto y volviendo a casa antes del mediodía, evitando hordas, señores de verde (que no son de Kawasaki) mientras el termómetro sube hasta niveles que no son nada benignos con los motores o con ciertos riders como moi. Ahora, ya en otoño, esas vueltecitas de domingo se inician más tarde, evitando en lo posible el frío asfalto del amanecer. A veces, mientras salgo con la moto del garaje, me acuerdo de varias carreras que no hemos podido participar por "tonterias", o mejor dicho, por problemas de salud o logisticos. La penúltima fue la de Zamora, la última fue la de Zuera, ¡como dolió!, con la ilusión que teníamos por volver a aquella pista amiga y rodearnos de conocidos, bellas clásicas y competidores... pero tampoco pudo ser.

No hay que dramatizar, es cierto que hay años mejores y otros peores, es lo que ahí. Durante el 17 nos ha tocado "rodar" con los médicos y las operaciones, temas familiares a veces inevitables, sí... El "jefe", mi padre, andaba tocado a principios de año y tuvo que pasar por el quirófano. Todo salio bien, por fortuna, pero la recuperación, desde finales de enero, fue más o menos larga. Le prohibieron montar en moto (claro) hasta finales de año como mínimo pero ya en abril y mayo quiso probarse y hacer dos rutas cortas. La primera fue hasta Cogolludo (en abril, con motivo de nuestro encuentro de "Grillaos del TT") y luego en mayo participamos en el bonito rally de los amigos del M.C. El Foro por la sierra norte y zonas cercanas. Escasos kms pero los puntos internos todavía tiraban mucho y, pasando los 200 kms de ruta, el protagonista se resentía. Demasiado pronto para rodar libre. Se aparcó la Fazer, prácticamente, en espera de mejores condiciones...

Justo entonces, allá por primavera, me animaron algunos veteranos norteños (Champi Aneiros y Dr. Boom en concreto) para participar en una carrera de clásicas en la mítica localidad lusa de Vila Real. Estaba un poco lejos pero, visto quién me aconsejaba la prueba, me decidí enseguida (trazado urbano, organizadores con muchas ganas, buena parrilla) y empezamos a trabajar para poder acudir con la Ossa. Puse la bola al coche (una vieja idea) y alquilé para esa fecha un carro (toda una novedad para mi). Julito y mi padre me acompañaban, ¡la aventurilla pintaba bien!

Era viernes y recogimos la moto del taller de Juan Martin en San Martin de Valdeiglesias. Allí llevaba unos meses dormida, después de que el citado maestro arreglara su cadena primaria y echara un vistazo general al motor, que falta le hacia. Llegamos por la tarde a Lordelo (junto a Vila Real) y enseguida la organización nos trató con mucha simpática y consideración. El ambiente, los pilotos y las joyas allí reunidas no eran moco de pavo. Por mi parte, llevaba casi un año sin montar en la Ossa pero tenia ganas y mucha curiosidad para chequear como rendía ahora el motor recién revisado.

Lo mejor sin duda fue la compañía y los reencuentros (Xose, Carlos66 y su simpática familia, Conchi y Celes, Champi, Santi BotellaRoy, etc) y también los nuevos encuentros (el maestro Dr Boom y J C Figueiredo -organizador de la prueba, todo un gentleman-, principalmente). La cena llego pronto a cargo de los amigos portugueses, después de dejar la moto y los pertrechos en la carpa de Champi. El circuito parecía trazado sobre las calles y los desniveles de una zona del pueblo, llena de casas bajas y chalecitos. Apenas había visto algún vídeo en youtube pero me daba la sensación de que era un circuito realmente interesante, incluso había zonas que me recordarían luego a la mítica cuerda de La Bañeza, ¡y eso es decir mucho!


Llego el sábado sin apenas pegar ojo (¡mala idea meternos cuatro bufadores en la misma habitación!) y a base de café fui despertándome mientras revisábamos la Ossa de arriba a abajo, preparando la mezcla, cambiando la bujía y engrasando la cadena... En aquel momento no podía imaginar que la cosa terminaria en desastre total. Ganas y risas habia, también un poquito de concentración. La moto arrancó perfectamente, el sonido fue brutal, el paisaje prometía. Ajustamos los frenos, la parte débil de la niña, mientras por mi parte revisaba el juego de chiclés que teniamos de reserva. Me fui al coche a dormir una hora justo antes del entreno libre. Ese sueño reparador fue lo que me salvó, jamás me había pasado algo así. Juré que en la próxima carrera llevaría unos tapones para los oídos... no por el sonido de los tubarros, sino para evitar los soplidos nocturnos...


Me puse de nuevo mi viejo AGV réplica Sheene (algo deteriorado está el pobre), lo echaba de menos, pero fue un pequeño error. O bien me había crecido la cabeza o había cambiado la forma (seguramente es la espuma interior lo que me modificaba los "parámetros"), el caso es que me di cuenta enseguida que, encima de la moto, no podría agacharme mucho si quería ver bien. Aún así comencé con ganas. Salimos con cierta cautela al primer entreno, bajo un sol conciliador (nada tórrido) y un asfalto decentillo con algunos muros de piedra en la bajada que nos decían "hola"... Había escapatorias, mucho público y suficientes comisarios y colaboradores por todas partes... Una vez terminabas la trepidante bajada girabas a izquierda entre un cruceiro y una esquina (¡si te pasabas de frenada, la escapatoria te llevaba a las puertas de un hospital, verídico!). La subida llegaba enseguida, con buen desnivel y muchas curvas enlazadas. Allí fue dónde descubrí que el motor de la Ossita rugía con ganas y redondo, ¡qué alegría! Aún así, un poco más tarde, cambiamos de chiclé y el rendimiento mejoró. La tarde proseguía con un ritmo incesante. El trazado me encantó definitivamente, mientras intentaba quitarme mis numerosas telarañas. Aquí os dejo la imagen de la "chicane" con Virgen incorporada (muy apropiado) que había en la parte de arriba del circuito, justo antes de la adrenalínica bajada entre muros dónde, sin exagerar, estaba completamente prohibido caerse...

 

Arrancamos el cronometrado y, aunque ya habíamos detectado que el depósito volvía a rezumar por la panza, salí confiado. La alegría duró poco. En la tercer vuelta del entreno cronometrado, bajando, noté que la bota derecha se deslizaba de la estribera, no le di demasiada importancia pero un rato después volvió a sucederme, intenté mirar en marcha pero era complicado, pensé en aceite pero entendi que era imposible o muy raro... al final en una curva lenta pude mirar y vi como ¡caía gasolina por la panza derecha del tanque!, y no, no eran unas gotas...

No podía creerlo pero no dudé en entrar a "boxes", paso por mi mente la imagen de la moto incendiada, la sopa caía muy cerca del cilindro... Enseguida vimos que las fugas eran serias. Lo levantamos y descubrimos algunos "piquetes" que no teníamos antes, ¡qué había pasado!, ¿quizá se apretó demasiado fuerte el depósito? el caso que por la zona de la bobina teníamos una buena fuga, más otra  localizada más atrás.  A mi se me cayó el mundo. Llegar hasta allí para no poder completar ni los entrenos sonaba a fiasco mayúsculo... Un poco cabreados vaciamos el tanque y pensamos en soluciones. No había tenido tiempo de marcar tiempos pero, imaginaba, que si solucionábamos el problema el domingo podría salir a carrera, aunque fuera desde atrás del todo.


Después de secar la zona de las "goteras" dimos Nural, ya casi de noche. Teniamos que dejar secar todo el invento. El domingo llego pronto, con más sueño, pero aquello no funcionó, después de meter un par de litros, vimos que seguía perdiendo. Fin de la historia. No podía salir así. El amigo Carlos, de Avilés, se llevó el depósito a su casa. Días más tarde me dijo que jamás habia visto una reparación tan chapuza (el tanque, en el pasado, habia sido reparado dos veces, al menos, en teoría, por los mismos motivos: fugas). En su inspección meticulosa Carlos descubrió hasta una capa de ¡¡hormigón!!, lo cual justificaba que pesara tanto. Daba igual, ni eso evitaba que la juguetona gasolina no se ecapara. Un mes más tarde, en La Bañeza, ya reparado con resina y sabiduria, me lo devolvería en buen estado. Gracias es decir poco... Aqui os dejo una estupenda foto donde salen Carlos y Champi en acción:


La vuelta a casa fue algo amarga por lo sucedido aunque, como siempre, hay que quedarse con las partes positivas, que las hubo, por supuesto. Agradecer a los organizadores su simpatía y buen hacer,  ¡buenos ratos en la carpa del bar con las chicas!, felicitar a los vencedores (a Adrían Hermida en particular por su espectacular y efectivo pilotaje) y dar las gracias a los amigos que, como siempre en estos saraos, nos echaron una mano, esta vez a los sabios Champi, Carlos y Dr Boom. Me hizo mucha ilusión coincidir de nuevo con Santi Botella y su preciosa Crono 350, y con Xose, aunque con tantas emociones seguidas poco pudimos hablar esta vez con ambos.


No sé si volveremos el año que viene, ojala, supongo que peor no podremos hacerlo. Si durante el próximo verano podéis reservar algunas fechas para carreras o turísmo "vintage", es una buena opción. El ambiente relajado y la simpatía de nuestros vecinos me encandilo. Portugal ahora me da la sensación que es como España hace diez o quince años... ¡lo comentábamos cuando descubrimos el viernes que se podía fumar en los bares!...

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GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...