...y el retorno del Rey


Siguiendo con estos últimos posts de despedida de la "temporada", faltaba contar (para quién le interese) cómo, por fin, hemos vuelto a recuperar al abuelo volador, a mi padre, después de varios meses de sequía motera ocasionados por motivos de salud, como algunos sabéis. Entre las tribulaciones habituales que nos brinda el incesante paso del tiempo siempre hay momentos luminosos que alumbran los corazones y dan brillo al "metal" del que estamos hechos. Esta modesta historia corta y mesurada va de eso, de una vuelta esperada y agradable.

El parón llego a finales de enero. Operación y rehabilitación. Desde entonces, había salido a rodar en un par de ocasiones, muy a mi pesar. La primera vez con motivo de nuestro encuentro de "Grillaos" de abril en el acogedor pueblo de Cogolludo y, la segunda, cuando los amigos del MC El Foro celebraron su rally turístico en mayo. No volvió a casa bien, todo era muy reciente, los puntos tiraban mucho todavía. Por fin acudió de nuevo al médico y éste, asustado, le echo la bronca (con razón) por haber montado en moto. Pactaron que hasta noviembre no volvería a probar. El abuelo se lo tomó en serio y espero el plazo acordado.

Por fin quedó el verano atrás y, entre otras ideas, teníamos ganas de volver a juntarnos con Paco Motos antes de que pasara más tiempo... Durante el domingo de carreras en La Bañeza apenas le vi yo unos minutos, ¡allí hay demasiada acción y demasiados conocidos y pilotos como para hacer mucha vida social reposada! Pensamos en varias fechas y lugares candidatos pero, al final, ya que no podía ser para el fin de semana del GP valenciano, acordamos la fecha del sábado 18 de noviembre, en Motilla de Palancar, dónde ya quedamos hace años unos cuantos con él. Y allá que fuimos, ¡y bien acompañados! Por una vez Julito sacó su moto, puso cara de velocidad y se apunto a la fiesta, mientras que Antuan y Yoli venian en la lujosa K1600, ¡buen grupo de Cariñosos!

Ilusionados por volver a rodar todos juntos, quedamos en una gasolinera de la carretera de Valencia, cerca de Uclés. Previamente quedé con mi padre en otra cerca de Rivas Vaciamadrid. Aunque no madrugamos, el sol despertaba lentamente mientras yo esperaba allí, tranquilo pero expectante. Puntual, vi llegar la moto roja que tantas alegrías nos ha dado desde hace ya muchos años, ¡la Fazer LF!

Pensé, cuanto meses sin rodar juntos... Las dos "niñas" tenían ganas de verse. Pronto la Infinita y la Fazer volvieron a lucir guapas frente a la cámara de mi móvil. El piloto de la Yamaha venia tranquilo y confiado. Yo también lo estaba. Pronto arrancamos a la par y cedí el paso al maestro, camino a la siguiente gasolinera donde habíamos quedado con el trio danger que nos aguardaba.



Hasta allí el ritmillo fue comedido pero, una vez todos juntos, el abuelo empezó a adelantarnos y tirar con ganas. Yo no me lo esperaba, pero recordé su ultimo viaje largo, a Arguis, en diciembre del 16, y cómo nos llevo durante horas camino a nuestro destino invernal. Y es que, a pesar de su edad, LF Senior todavía se defiende bien en autovía. Y de su moto, mi exmoto, qué decir, funciona como un reloj. Julito, que imaginaba tenia ganas de enroscar el mango, pronto se puso a su rebufo, y ambos fueron marcando el ritmo y nuestro camino, omitiendo un poco la ley pero con precaución y sabiduría, ese sabio término medio que solemos buscar. De todas formas, sonriendo, desde detrás, yo iba algo "acojonado". Siempre que veía un arco con paneles en la carretera o una "cosa" en el arcén de la autovía, temía que fuera un radar.. y, espiritualmente, les lanzaba un mensaje telepático de "repeled, frenad, sosegaos!!"...pero creo que no les llego... El día, además, se prestaba a rodar: una temperatura comedida y sin viento, perfecto para trazar y acelerar con ganas y sin problemas. Obviamente, pues, llegamos pronto y contentos a Motilla. 


Justo cuando íbamos a aparcar nuestras monturas en el restaurante que recordábamos de años atrás, el gran Paco hizo acto de presencia y nos aviso que no parasemos allí, que comeríamos en otro sitio. Continuamos por la calle/carretera principal y aparcamos por fin a unos cientos de metros. ¡Seguro que no era mala elección!, ya se sabe, los kilómetros y los amigos dan ganas de comer (bueno, algo así), aunque lo principal era la compañía, claro está.


¡Qué decir de estos encuentros! Lo lógico y habitual: que son memorables. Después de una original y generosa comida nos salimos a la terraza del mesón para proseguir con la sobremesa, paladeando algunos licores y disfrutando de una tranquilidad que no tenía precio. Esas horas de charla son un compendio de noticias, recuerdos y proyectos. La historia de siempre. El sol incluso picaba a esas horas, para redondear la jornada. Yo guardé silencio muchas veces escuchando a los veteranos contar sus batallitas y algunas novedades. Ver a Paco, después de tanto tiempo, fue estupendo. Como siempre, no para y nos contó docenas de historias. En paralelo, disfrutar de nuestra motera rubia, Yoli, fue otro regalo dorado. Como siempre, su sonrisa y su sentido el humor nos encandiló, ¡qué haríamos sin ella! Julito con sus crónicas y su fabulosa manera de contarlas nos causó, una vez más, sensación... ¡escucharle recordar viejas aventuras medio subrealistas tampoco tiene precio!...


Y así pasaron unas horas y llegaron las despedidas y la vuelta, a buen ritmo...  primero por la vieja carretera de Valencia, luego, una vez más la autovía, ¡qué remedio! Un poco antes de la hora de cenar, o del Telediario, cada mochuelo colgaba ya de su olivo. Entré en la ducha contento y satisfecho, habíamos pasado un día realmente agradable. Entre ver a los amigos, rodar con ellos y recuperar a mi padre, no imaginaba mejor balance para aquel sábado de otoño. Sobre "El Motorista" de 73 años y su famosa mala salud de hierro, qué decir... Le vi contento, ágil, no le dolía nada, volvió con las pilas cargadas, realmente rejuvenecido. Su cara, comedida pero nada ambigua, lo decía todo, ¡había probado su mejor medicina!, como tantas otras veces, por tanto, ¡chapeau! A la "peli" fue fácil ponerla "titulo": "el retorno del Rey". Que nos dure, todavía, muchos años...


¡Feliz y racing 2018! Salud y gasolina para todos...

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