Cada oveja con su pareja...


Desde antes de Navidad, por un motivo u otro, ha vuelto a surgir un pequeño debate entorno a las concentraciones, sobre las de ahora y sobre las de antes. Tenemos algunos amigos muy ruteros y, por fortuna, hay de todo: jóvenes, veteranos, normales, anormales, frecuentes, esporádicos..., hasta desaparecidos, por tanto, no es raro que aparezca el tema cuando, a la vista, se distinguen algunas invernales en el calendario. Y, como cualquiera, tenemos nuestra propia opinión aunque muchas veces se agrupan en "corrientes". No es un secreto que algunos echamos de menos ciertos sabores de antaño, más de una vez lo hemos comentado aquí mismo, sin olvidar que el presente es lo único real y a lo que más debemos prestar atención. Todo lo demás o se fue y no existe salvo en nuestra memoria, o todavía está por configurar... Pero si te preguntan o sale el tema... activamos el interruptor de la nostalgia comedida mezclado (no agitado) con una postura racional, basada en nuestras preferencias y en lo que vemos actualmente a nuestro alrededor...
 
Asi que en Diciembre nos tocó hablar de Arguis, la decana de nuestras reuniones, aquella que siempre se celebra (al margen del organizador, que a veces cambia) un fin de semana antes de Nochebuena. Esta vez no pudimos acudir a esta fiesta de "aberronchos" (dicho con cariño, ¡que yo soy uno más!) pero nos quedamos, como siempre, con las ganas. Algunos amigos ruteros sí acudieron y dejaron testimonio que alli, por fortuna, las cosas cambian poco. O dicho de otro modo: no hay lujos, ni niñ@s guap@s, ni quemarruedas, ni cortes de encendido, ni conciertos, ni postureo mediático, ni masificaciones incómodas, ni colas interminables para tomar un pincho... una vez más, la "selección natural" (como decía mi padre en un viejo articulo) se pone de manifiesto en los meses de invierno y aunque el "amariconamiento global" (como diría El Mudo) está haciendo que cada vez suframos temperaturas más templadas en los meses supuestamente fríos, a pesar de ello, de octubre a abril las carreteras se vacian notablemente y es más fácil evitar a esos elementos indeseados que en ocasiones empañan el buen clima humano de gente sana con sus salidas de tono, acelerones hasta el corte, ruedas quemadas (sin haber ganado ninguna carrera) y obsesión por el alcohol, esa subespecie mental de "espantaviejas" que tantos disgustos nos dan al mostrar algunas malas praxis por las que, al final, nos juzgan a todos.

Pocas semanas después de Arguis llegan dos de nuestras invernales favoritas (las que forman mi "trilogia" personal): Estrella de Javalambre y Riberas de Voltoya. De la primera hemos hablado muchas veces, durante años hemos vivido grandes momentos alli. La Estrella conserva intacto su esencia y aumenta, año tras año, su poder de convocatoria porque, casi sin querer, su fama la precede y atrae a un colectivo reposado que aprecia este tipo de reuniones "a la vieja usanza" y más con el atractivo de conseguir la medalla de recuerdo solo después de subir el domingo a por ella por la pista que conduce a Javalambre.

Aparte de los veteranos y los habituales, cada año me doy cuenta que también incluye entre sus inscritos algunos moteros más jovenes un poco hartos de los belenes modernos (no porque yo lo diga, sino porque te lo comentan). Sin duda es de los mejores lugares para volver a encontrarnos a esos grandes amigos que vemos al año pocas veces, o sea, los Tortugas de Barna y los Moclava de Valencia y Utiel, o dicho, de otro modo, de disfrutar de la compañía de Paco MotosGregg, Tomás, Alberto, Toni y los que se presenten con ellos...  ¿Y qué programa ofrece la organización de la Estrella? pues el suficiente para no aburrir ni para convertirse en un circo. Modesto, sin shows, sin grandes aspavientos pero lleno de moteros de primera, mires por dónde mires. Encima, desde hace algunos años los sábados por la tarde presentan a un artista invitado, un rutero o grupo de aventureros, y nos cuentan su experiencia. Este año vinieron los ruteros que han recorrido medio mundo en sus Montesa Impala, famosos sobre todo por su viaje en Impala2 hasta Japón (entre ellos el viejo campeón de España, Edu Cots). ¡Una reunión de motoristas hablando de motos y viajes! Pardiez, a veces se echa de menos algo tan básico...¿me explico?, ¡pues en la Estrella lo encuentras! Y no, no me llevo comisión por alabarles...


Con Riberas de Voltoya, de nuestros queridos amigos del M.C. El Foro, pasa algo parecido: es otro reducto irreductible (al estilo de la famosa aldea gala) donde puedes saborear, respirar y beber efluvios de otras décadas, donde puedes dejar las llaves de la moto puestas sin miedo a que te la roben, o el casco sobre el asiento sin miedo a perderlo... Detalles así son parte de lo que diferencia una reunión donde los motoristas son los protagonistas o una reunión donde los shows están por encima de los reunidos. Siempre es de agradecer a estos madrileños, en especial a Rosa y Luis, su dedicación y buen hacer, nos hacen sentir como en casa... su fogata nocturna es ahora mismo mi fogata motera favorita (¡quedan tan pocas...!)... ¿Y qué mejor reunión de moteros sin brillantina que esta para reunir a muchos amigos de los buenos y dar un pequeño homenaje a mi padre ese domingo? pues alli fueron desde Madrid varios colegas entrañables solo por ese motivo. Tengo que agradecer una vez más su presencia a Yoli, a Antuan, a Juanki, a mi brother Carmelito, a super Nei (nuestra reina del Norte cada día más madrileña), a Racing Rose y Alvarito por su calidez, al Hondita, a Miguel Angel Fernández, a los Tortugas... fue estupendo pasar esas horas con todos ellos y emocionar al "abu" que no se esperaba aquel detalle.

Tomás, de Super7moto.com, me pidió hace semanas hablar sobre la invernal de Voltoya en su programa de radio y fue imposible no mencionar brevemente también la reunión de Arguis y la pasada edición de la Estrella. Estoy de acuerdo que la palabra "auténtico" (y quizá también el término "esencia") se usa demasiado a la ligera en estos días, perdiendo por ello su verdadero valor de distinción, pero en estos tres casos sin duda es de justicia aplicarlo. Pero para comprender el presente hay que echar un vistazo al pasado, rememorar el principio, el origen, aunque sea brevemente...

En nuestra piel de toro, allá por los años 70, al margen de los eventos que organizaba la federación, se comenzaron a celebraron las primeras concentraciones de motos organizadas por pequeños moto clubs y amigos, mirando de soslayo lo que se cocía en el país vecino más intenso en esas lides: Francia. Por supuesto, se celebraban en muchos otros sitios pero los "motards" nos pillaban cerca y eran unos especímenes atronadores en todos los sentidos. En ocasiones se hermandaron rapidamente con los de aquí, entre ellos mi padre (con camisa a cuadros en la foto de abajo) y otros veteranos ilustres como Rafa Lombard (también en la foto, con casco puesto). Quién vivió aquellas reuniones de Andorra (a mediados de los 70) por ejemplo da fe que, a los españolitos de aquella época de monocilindricas nacionales y sufridores de carreteras & mecánicas precarias, descubrir a aquellos gabachos con sus japos tetracilindricas  y su sentido de la libertad, impresionaba mucho y calaba hondo... no era para menos. Ya sabemos todos que, por entonces (no sé si ahora también), Los Pirineos marcaban la frontera entre Europa y nuestro país...


¿Para que se inventaron las reuniones de motoristas? Basicamente para que amigos que pocas veces podian verse pudieran reunirse alguna vez al año, para que desconocidos motoristas pudieran conocerse y ampliar fronteras, para disfrutar y padecer los viajes (aquellos viajes que por cortos que fueran a veces podian ser toda una pequeña odisea por los medios de la época), para charlar al fuego de una hoguera de motos y de viajes, de carreras y de personas, para divertirse también por supuesto, y para mantener, entre todos, aquella famosa camaraderia y hermandad que siempre unió y distinguió a nuestra "tribu". No se buscaban hoteles de cinco estrellas, ni se pensaba a qué artista famoso contratar para tener más eco en los medios... y más taquilla. La logística era mínima y nadie la echaba de menos. Los organizadores se desvivían por montar un fin de semana inolvidable, año tras año,  pero no pensaban en enormes montantes económicos, ni en intereses partidistas, ni en aparecer en cientos de fotos, ni en atesorar fama...No, nada de eso, todo era muy básico. Un fuego, unos caldos y una cena espartana, muchas risas, alguna avería que solucionar entre todos y un clima, muchas veces, aspero que aseguraba por fortuna que el que llegaba hasta allí era un rider de verdad. Y también, aunque suene tierno, otra cosa: el amor a la moto, a la tuya y a las demás. No se concebían las burradas que ahora vemos en cada evento, como si nuestras damas no tuvieran alma o no costaran una pasta... Pensemos pues cuantas reuniones actuales cumplen ahora estos "requisitos". Te gusten o no, si eres objetivo, sumarás muy pocas. Muchas lo dicen pero pocas cumplen lo de "una reunión como las de antes".

Todo cambió cuando el dinero hizo acto de presencia y empezó a ser una de las prioridades. Cuando aquellas reuniones de amigos se convirtieron en reclamos para hacer negocio. Y dónde manda el dinero se pudre la famosa esencia... en cualquier aspecto de la vida. Por supuesto, casi nadie reconoce que las cosas funcionen así pero, por desgracia, algunos lo vivimos de cerca y aunque siempre hay gente buena en todas partes, la "tendencia" se inclinó hacia la vertiente comercial del asunto, hacia lo que algunos llamamos el show-business, aderezado encima por los macrobotellones llenos de desconocidos, "campeones" del acelerón en parado, donde a veces tropiezas en cada esquina como si estuvieras en un atestado centro comercial un sábado por la tarde... por no hablar de las hordas de borrachos y payasos que parece que solo tienen una idea entre ceja y ceja, ponerse ciegos hasta las trancas de cubatas de garrafón y pasarse ocho pueblos aprovechando la cobertura del anonimato que ofrecen estas ocasiones... No nos extrañe que, tantas veces, desde fuera tengamos mala prensa. Aunque solo haya "cuatro" macarras en ocasiones, "cuatro" asi hacen más ruido que "cuatrocientos" sensatos. Y los medios  se cebaran en la parte gamberra del evento en cuestión, como en aquel famoso reportaje de Canal+, hace muchos años, sobre una de las ediciones de Pingüinos (quizá alguno lo recuerde) y esa parte, esa "foto" será la que recuerde la gente, perjudicándonos a todos al final...


Ni mis amigos ni yo pretendemos adoctrinar a nadie. No se trata de ser purista sino de intentar conservar las buenas costumbres que todavía agradan a una inmensa mayoria de moteros, veteranos y jóvenes, que ambicionan la calidez de las cosas pequeñas bien hechas, que disfrutan y entienden que no necesitan nada más que buena compañía... en suma, intentar que algo tan hermoso no sea destruido por las modernas luces de neón que convierten algunas "concentraciones" en discotecas rurales. Que cada uno vaya donde le de la gana, por supuesto, pero por favor que nadie, a estas alturas, nos intente convencer de que las actuales y famosas reuniones de miles y miles de inscritos conservan la "esencia", que son "auténticas", "genuinas" y encima "humanas". Asi que, por qué no, cada oveja con su pareja... total, aqui paz y después gloria. Salud y gasolina.

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P.D.: En la Estrella, cenando con toda la banda, pudimos cantarle el cumpleaños feliz (orquestado por Racing Rose) a Luis "El Mudo", ¡aunque parezca mentira cumple años como todos los mortales! Desde aqui volvemos a felicitarle cariñosamente, que para algo es nuestro niño-rutero favorito :-)


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