Los últimos dinosaurios

Nunca viene mal rebobinar y notar en la cara cómo el tiempo y algunos de sus protagonistas pasan por delante de tus narices recordándote que muchas de las maravillas que ahora disfrutas son debidas, en gran parte, a que otros se lo curraron a base de bien antes de que tú nacieras y supieras decir "mo-to". Ultimamente, sobre todo, merece la pena no perder la perspectiva porque estamos viviendo una avalancha de modelos de ¿motos? con más artilugios que el inspector Gadget. Avalancha que, supongo, no es más que la vanguardia de todo lo que nos espera durante los próximos años (por no hablar de esas motos eléctricas, ¡arghh!).

Y de esas sensaciones y pensamientos nos inundamos el pasado sábado 17 de septiembre, cuando acudimos a la reunión de clásicas que se celebró, una vez más, en Barajas. Organizada por el Club Sanglas Madrid, allí, en ese pueblo donde tantas aventuras y desventuras sobre dos ruedas hemos vivido, estuvimos rodeados de viejos amigos y de un ambiente añejo dificil de encontrar si no lo buscas. Motos de todas las épocas, basicamente de las décadas de los 50, 60, 70 y 80, algunas más antiguas, otras más modernas, salvo excepciones todas engalanadas, en suma, un bonito cóctel donde los años de los humanos tampoco importa mucho ya que se masca una pasión común y atemporal que une por igual a jovenes y no tan jovenes. Habrá que cuidar estos encuentros y este mundillo, es tan poco habitual ver motos antiguas circulando por nuestro país... Vale que el mundo de las clásicas también tiene su lado oscuro: me refiero a ese mercantilismo desenfrenado que provoca precios desorbitados (esté la moto como esté), a algunas tarifas para correr las carreras que... no son muy clásicas, etc, incluso esa "tonteria" que también se percibe entre algunos coleccionistas o propietarios, parecido a la "tonteria" que tienen algunos miembros apasionados a una sola marca, a un solo estilo de montura... ya me entendéis. No estoy generalizando pero haberla hayla.

En el mundo de las clásicas hay cosas que habria que cambiar... pero, como todo, es dificil. En todo caso es un mundo maravilloso que siempre nos sorprende. Asi que, como os podéis imaginar, el sábado, para empezar, no vimos la nueva BMW 6 cilindros, ni la VFR1200 ni "artefactos" así... lo siento, somos muy simples, unos cromagnones, todo tiene un límite en la vida y algunas motos empiezan a parecerse a naves especiales... ¿dóde tiene el alma? ya ni en el ruido... pero tranquilos, que no voy a dar el tostón con esto, prefiero enumerar otras cosas.

¿Modelos que vimos rodar? Impalas, Ossas de los años 60, Bultacos off road en perfecto estado de revista, Sanglas 400 (¡uff!), Guzzi Le Mans III (my God, otro amor de juventud), una espectacular Kawa Z1000 verde ¡¡¡de las más bonitas de la plaza!!!, muchas BMWs de todas las épocas, alguna DKW auténticamente añeja, dos Bimotas (no, nada de clásicas, de dos conocidos), una espectacular Triumph comando 750, Vespas... y la Ossita 160 de mi padre, que estaba de estreno pues nunca habia participado en ningún sarao. A falta de tener los papeles históricos en regla, todavía no podemos preparar el viaje a París que harán por carreteras comarcales algún día... Ese viaje retrospectivo estaba previsto para este mes de septiembre pero, al final, no ha sido posible. Habrá que esperar a la próxima primavera. Yo llevaré el coche escoba porque, siendo realistas, a saber si la mecánica, aunque mimada una y mil veces, aguantará tanto trote... y es que no estamos acostumbrados a ciertas cosas ya. Lo dicho, las fantásticas motos modernas no hubieran jamás existido de no ser por pilotos, ingenieros, visionarios, mecánicos, locos y motoristas que, durante décadas, han pagado, de muchas maneras, el "peaje" que la innovación, el progreso y las ganas han cobrado a cambio... Emprendedores y visionarios como Michio Suzuki, Soichiro Honda, Genichi Kawakami, Bultó, Permanyer, Giró, Cobas, la familia Otto, Carlo Guzzi (¡90 años ya!), Max Friz, Martin Stolle... el último grande que se ha ido fue Castiglioni. Cuantas sensaciones, cuantos buenos ratos les debemos a todos ellos. Sin un pasado nunca hay un presente y menos un futuro...

Volviendo a lo vivido en Barajas, aparte de los momentos "foto" (prensa, amigos, curiosos, etc) y de la vueltecita que nos pegamos con nuestra Ossita (¡¡como suena!!) destacar, obviamente, a toda la vieja guardia que encontramos reunida en la fiesta. Para empezar, como no podía ser de otra manera, el Mudo de Alcalá. Su Guzzi debió ser de las primeras en aparcar, consecuencias de no dormir mucho y vivir más horas al día que casi cualquiera. Su histórica italiana nos recibía inmaculada, como siempre, como una dama blanca en espera de alagos y miradas. Con Luisito el cachondeo está asegurado... pero no era el único cachondo por alli presente. Mi padre, Julito, el gran Emilio (que no pudo traer su famosa Berta, ¡cachis!), nuestro admirado Choncho (cuyo taller, Le Mans 3, está junto a la plaza), Aurelio (el hermano del Mudo; todavía recuerdo su XJ600 con la que ganó un rally que montamos en Almorox), Jaime y su nueva moto, la preciosa Honda Four que fue de Andrés, Alberto el joyero con su BMW, Juan y su bonita Impala, Paco de Miguel (autor de la foto de arriba), etc, etc, incluyendo algunas viejas caras conocidas de mil historias o del taller... Y así, a las 11 y pico, nubes de humo y sonidos de otra época tomaron la salida, inciando un bonito rally que los llevaría hasta el pueblo de Torrelaguna. Este año nos quedamos con las ganas de rodar con ellos (otros años hemos ido de "escolta" o participantes). Ya tocará en el 2012, supongo.

Y recordando fechas, recordamos que a principios de octubre se vuelve a celebrar la famosa concentración de Andorra. Mi padre suele decir que los que motoristas que vimos en Barajas, él mismo y algunos más son los "últimos dinosaurios", motoristas y tipos de otra época, de una edad ya lejana; costumbres, actitudes y especímenes que, poco a poco, se van extinguiendo... creo que razón no le falta. Hablando de Andorra me comentó que habia escrito una carta recordando su primera experiencia alli, en 1974, cuando las cosas, obviamente, eran muy distintas. La razón de su carta ha sido otra misiva que escribió un lector de Solo Moto, participante, también, de aquella mítica reunión. Aqui os dejo la carta de mi padre, con el título que comentó. Espero que os guste, yo ya conocía la historia, claro, pero me ha encantado redescubrirla.

"Los últimos dinosaurios":
La carta de Carlos Montagut sobre la Concentración Internacional de Andorra me hizo exclamar el otro día un ¡yo también estuve allí!
Fue en 1974 cuando acudía, por primera vez, a una reunión motociclista. Esperaba llegar al pequeño principado con mi Ossa, la misma con la que el año anterior había viajado en solitario a París. Por tal motivo publiqué un pequeño anuncio en una revista en el que invitaba a cuantos motoristas desearan acompañarme a la mencionada concentración. Entre nosotros, dije, se encontraba algún mecánico, algún ats, etc, etc...La semana anterior al viaje la dediqué a revisar la moto, bujía, platinos, carburador, cadena, aceite y la imprescindible bolsa sobre depósito con más de veinte kilos de herramientas y repuestos. Cualquier viaje en aquella época se convertía en una arriesgada aventura, era necesario ir preparado.Por fin llegó el día de hacer realidad aquel sueño. Al llegar al punto de encuentro mi sorpresa fue enorme al encontrar a casi una veintena de participantes deseosos, como yo, de emprender el viaje. Tras las presentaciones y, a punto de partir, llegó un belga afincado en Sevilla que se unió al grupo. La salida hizo detenerse al poco tráfico de aquella calle, debido, principalmente, a la enorme humareda producida por las motos, en su mayoría motores de 2T.En Calatayud, primera parada para repostar y estirar las piernas. Poco después de emprender la marcha, la guardia civil de carretera detenía a Petrus –el belga- por pisar la raya continua en una curva. Un agente trataba de explicarle la infracción pero el belga hablaba solo en flamenco y hacia ademanes de no entenderle. La última tentativa del agente fue descargar un par de pisotones sobre la raya de la carretera. El belga con un sutil sentido del humor indicó al agente la palanca de cambios de su boxer y con la mano extendida le dijo “¡cinco!”

Como no podía ser de otra manera, aquel rifi-rafe terminó en sanción. Continuamos alegres hacia Zaragoza y, en Alfajarín, paramos de nuevo a repostar donde ¡un grupo de motoristas nos estaban esperando! Habían leído la convocatoria y habían decidido unirse al grupo y continuar con nosotros hacia Andorra. Comenzaba a anochecer cuando divisamos las primeras luces de la Seu de Urgel. Poco después se producía una estrepitosa explosión del motor de una de las motos. Una rápida revisión ocular nos hizo intuir que la avería podía ser grave. Con la ayuda de varios cinturones de nuestros Barbours remolcamos la moto hasta el camping Borda-Mateu, lugar de la reunión. Mientras descargábamos las motos e instalábamos las tiendas de campaña en aquel mal llamado camping, localizamos el motivo de la avería: rotura de un diente del piñón del pie de rey de la distribución. Comunicamos nuestro problema a los chicos del moto club y, poco tiempo después, llegaba al camping una furgoneta del servicio oficial Ducati. Los mecánicos confirmaron nuestras sospechas y, tras cargar la moto, partieron hacia el taller. Montado el campamento, mientras alimentábamos la hoguera, decidimos por unanimidad costear el importe de la reparación entre todos.Y así junto a la hoguera, compartiendo viandas y vino de Somontano, pasamos parte de aquella inolvidable noche.

Ya de madrugada, muy tarde, y acompañados de la música que emitían aquellos nuevos colectores de escape cuatro-en-uno instalados en las motos de los franceses, atronando calle arriba calle abajo por la pacífica Andorra, nos retiramos a descansar. A la mañana siguiente, y aún con resaca de la noche anterior, llegaba la furgoneta con la moto averiada, la Ducati. Tras preguntar por el importe de la factura, los mecánicos nos dijeron que aquella reparación había sido ¡regalo del concesionario! Invitamos a los mecánicos a almorzar con nosotros y nos contaron que, efectivamente, la avería había sido la que habíamos pronosticado, pero que habían aprovechado para esmerilar válvulas, hacer reglaje y el cambio de aceite. Aquel trabajo les había llevado parte de la noche pero al fin la moto estaba operativa. Nos despedimos de aquellos buenos samaritanos y el resto de la mañana la dedicamos, principalmente, a visitar el concesionario Ducati y agradecer a su gerente la atención que había tenido con nuestro compañero. Después, visitamos las restantes tiendas de motos descubriendo un mundo desconocido hasta entonces para nosotros. Estábamos tan cerca pero tan alejados de Europa…
Al mediodía desfile hasta la sede del Gobierno donde, tras un pequeño refrigerio, discursos de agradecimiento en nombre de la Corporación. Luego, el Presidente del Moto Club de Andorra reiteraba las gracias a los participantes de la concentración y, ante mi asombro, me hacia entrega de la medalla de Plata del Club, galardón concedido, según sus palabras, por mi iniciativa y colaboración hacia el moto club y la concentración. Regresamos al camping y, tras recoger nuestros pertrechos y despedirnos de cuantos amigos habíamos hecho en aquellas horas compartiendo el calor de la hoguera, emprendimos el viaje de regreso. Todavía nos aguardaba una agradable sorpresa: los maños nos tenían preparado un tentempié en un bodegón típico de Zaragoza. Mientras corría el vino de Cariñena, devoramos la panceta, la morcilla y los chorizos. En la tertulia que siguió empezamos por hablar de fundar un moto club rutero. De aquellas conversaciones se gestó el futuro Moto Club Turismo (M.C.T.) de Zaragoza que, junto al Pole Position de Barcelona, fueron pioneros en España de las reuniones motociclistas.

Así, en un ambiente distendido, se acercaba la hora de partir y de despedirnos de aquellos buenos amigos junto a los cuales habíamos pasado un inolvidable fin de semana.
En el año 2003, junto a mi hijo, regresamos a la concentración de Andorra. Llegamos al principado muy tarde, de madrugada, después de una brutal tormenta que nos acompañó sin piedad desde Lérida. Por fin estábamos de nuevo en esa tierra tan querida, habían pasado 29 años desde aquella inolvidable reunión del 74 pero... ya nada era igual. Hoteles de cuatro y cinco estrellas para alojar a los participantes, motocicletas que parecen apartamentos rodantes, iluminación por xenón, calefacción central, hilo musical, armarios empotrados y demás sutilezas electrónicas; vestuario motero de lo más fashion, casi más propio de un desfile por la alfombra roja que de una reunión de aguerridos motoristas… Como hemos cambiado en estos años, quizá seamos los últimos dinosaurios.


Luis Fernández.

1 comentario:

jop dijo...

Luiyi mándame algunas fotillos al correo!!!
A mi me gustan las motos de antes pero siendo realistas las motos de ahora son más "fiables" y tienes razón; las motos son cada vez más futuristas y más feas.

48V´sss


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...