La discreta hermandad de "los viudos"

 
¿Otra bonita historia de motos y moteros? No exactamente, esta vez se trata de una tribulación agridulce. Con su cara desagradable y con su lado hermoso. Aquí el que no se consuela es porque no quiere, ja, ja. Empezaré con un buen ejemplo que nos sucedió hace muchos inviernos.

Era muy tarde, casi medianoche en Arguis, cuando, entre ligeros escalofríos, sorbos de carajillo y cálidas risas, escuchamos sorprendidos el ruido inconfundible de un viejo bicilindrico italiano. “¡No puede ser!” dijimos unos cuantos. “¡Es... fulano!” Salimos casi corriendo hacia la carretera, justo frente al bar del pantano. Pues sí, amigos, allí estaba “fulano”, con un par, llegando justo antes de que el reloj anunciara las doce. Su moto no creo que se fuera a convertir en calabaza pero supongo que quería llegar el sábado, aunque fuera en sus últimos minutos. Qué alegría, qué alboroto, compre un perrito piloto… bueno, no era una feria precisamente pero sí hubo alboroto. Apenas puso los pies en el suelo le abrazamos mientras nos saludaba con su habitual sonrisa ancha y sincera. Qué tío más grande. Mira que días antes, en su taller, le pregunté “¿Vas a venir este año a Arguis?” y me contestó algo así como “que va, imposible, con la bruja así, no hay nada que hacer, me tiene frito ultimamente”. Queda claro que “la bruja” era su señora esposa, la misma que le engatuso con una mentira XXL para cambiar de estado civil y, de paso, cortarle las alas mucho más de lo que habitualmente sucede. Su misión en la vida, según ella, era ya solo ganar dinero y mantenerse sano muchos años. De estar en todos los ajos nuestro amigo “fulano” apenas salía ya con su moto, con sus amigos… se limitaba a ser “macho proveedor”, traer “alimento” al nido y volar enlatado de casa al trabajo y del trabajo a casa prácticamente los 365 días del año. Nada de términos medios como recomendaba Aristóteles, aquí los “sabios humanos” pasamos de un puto extremo a otro, dantesco.

Pues nada, fue inevitable preguntarle cómo lo había conseguido, cómo era posible que estuviera allí con nosotros. El mal carácter de su señora esposa era ya legendario, podía arder Troya a la vuelta... Con su habitual desparpajo nuestro protagonista nos contó que le había dicho que iba a pasar la ITV a... ¡Guadalajara!, ¡¡toma ya!!, joder, ¡pues te habías pasado unos cientos de kilómetros, ¿no?! El caso que se ¿había hecho de noche en la ITV? ¡Da igual, algo así diría!, el caso es que nuestro amigo estaba allí, en su salsa, daba igual las horas de viaje en solitario, el frío y hasta el hielo de los últimos kilómetros. Iba a saludar y pasar unas horas con viejos colegas que no veía en años. Había merecido la pena, claro, eso nadie lo dudaba. Fue una bonita noche. Yo algo más joven e idealista pensé qué era triste tener que llegar a esa situación: la de contar ese tipo de milongas para dar una vuelta de vez en cuando. Aún así, desde luego, aplaudí su decisión, se le veía feliz, necesitaba una escapadilla para seguir viviendo (que sobrevivir ya lo hacia a menudo).

Desde entonces me fijé un poco en ese “colectivo”, en esa auténtica hermandad casi anónima que campa a lo largo del mundo, esa panda de moteros sin pareja, o mejor dicho, con "pareja" enemiga. Afortunadamente, hay cientos de casos que son todo lo contrario (¡menos mal!) pero también hay muchos que, por un motivo u otro, cogen la moto en solitario, como si fueran viudos o solteros. La cogen casi en silencio o a gritos, da igual, el caso es que cada viaje (comprobado que da igual el intervalo entre uno y otro) supone una pequeña o gran bronca, una mala cara o un pequeño chantaje (por no hablar de otros desenlaces más sangrantes y dolorosos como divorcios peleados, un auténtico drama para una familia si hay hijos de por medio). Sí, hay tanta variedad que no se puede generalizar pero os aseguro que la hermandad existe, solo hace falta relacionarte, hacer kilómetros, conocer gente… Quedan excluidos de la hermandad aquellos moteros que van solos porque sus parejas no tienen la misma afición pero que no ponen palitos en la rueda cuando deciden salir con la moto. Quedan incluidos aquellos moteros que ya hemos citado, los que luchan para volar un poco y también aquellos que, al margen de coger la moto para rutear o rodar, se sienten más solos que la una cuando tienen algún reto, alguna propuesta, alguna inquietud y esperan algún tipo de apoyo (no digamos ya complicidad) y solo reciben insultos o zancadillas.

Aunque tal vez no lo parezca, esta tribulación no es un ataque o una crítica hacia nadie pero sí un lamento. Es un pequeño aullido de rabia y un triste reconocimiento hacia esta hermandad que merece todos nuestros respetos. Si ya en las carreras ocurre, en la vida “civil” hay “parejas” que no es que te quiten segundos por vuelta sino que te quitan parte de la alegría de vivir, centímetros de sonrisa. Ayer mismo volvió a salir el tema, después de la comida, con amigos y moteros, unos doce o trece. Uno de ellos, un viejo rockero le dijo a otro más joven pero igual de pasional, delante de mis narices: "Ya verás, terminarás divorciado como yo". ¿Y por qué? Acaso el aludido del comentario es un descerebrado, un tío que solo piensa en su moto, que se gasta los euros en chuches todos los días, que no se centra en su trabajo o que no cuida a su familia... ¡pues no, todo lo contrario! Pero casi todos los domingos sale un par de horas con su moto y una o dos veces al año se hace un viaje de fin de semana. ¡Menudo “crimen”! Qué suerte tuvo Rocky Balboa con su mujer...

Da igual tus méritos en otras facetas de la vida o tu habitual día a día, me he dado cuenta de una cosa curiosa: si tienes pasión y lo manifiestas con ahínco, con corazón… ¡zas! te calan, ellas y los viejos rockeros que te encuentres por tu camino. Ayer, el que dijo el comentario se vio reflejado enseguida y, por experiencia, le dijo, de buen rollo, aquel comentario a mi colega. Quizá piense alguien que uno exagera, que yo exagero, pero son tantos ejemplos… Pasan los años y si había “doce” parejas felices o normales ahora solo quedan “ocho”… y si esperas unos años lo mismo “cuatro” (los números expuestos son simplemente simbólicos). ¿Qué cambia con los años? ¿nos hacemos peores, más canallas? Pues no, amigos, habrá de todo, por supuesto, pero uno se harta de escuchar testimonios de amigos, conocidos o desconocidos que comentan que seguían disfrutando de su única válvula de escape (la moto) con la misma frecuencia de siempre o incluso menos… pero, aún así, no era suficiente. Con los años la actitud de su pareja se hacia más hostil..., más movidas, más comentarios, ¿más envidia?, en todo caso, con esa actitud demostraban el gran “respeto” que fulano o fulana profesaba por el motero o motera de turno. Para conseguir ver un Gran Premio al año tenia que aguantar muchas cosas, muchos comentarios desagradable, reprochándole, años después, aquel viaje a Jerez que hizo ¡dos años antes! Algunos, los más sensibles, pierden hasta la sonrisa, sintiéndose culpables de un delito que no han cometido. Para colmo, en ciertos casos extremos, venden la moto para gastarse el dinero en estúpidos objetos innecesarios que ni les gustan ni valoran esenciales para la educación o la felicidad de su familia. Si a veces son caprichos, otras es simplemente dinero que se guarda en el banco para cambiar de casa en dos años y poder resplandecer por encima de nuestras posibilidades. Uy, que me voy del tema...
Otros, más fuertes, analizan qué hacen y qué no hacen y no encuentran motivos para ser victimas de ninguna “caza de brujas familiar”. Aún así, muchos terminan cediendo o se rompen, y algunos otros (quizá los menos) mantienen cierto equilibrio: no sacrifican su pasión, lo entienda o no la otra parte, y siguen rodando. Se convierten en un miembro de pleno derecho de la hermandad. En todo caso, casi siempre, el resultado es el mismo. Van por la vida y por la carretera casi solo (¡menos mal que están los amigos!) como si fueran desahuciados, o jodidos locos, viciosos y adictos al veneno de la gasolina como si en la vida no hubiera más cosas hermosas... No voy a poner más ejemplos, basta el que he descrito al principio, un tío trabajador, padre razonable y obediente esposo que ya ni siquiera hacia 2000 kms al año a la moto...

Especial mención para un subgrupo de la hermandad. Resulta que hay tipos que, de no tener hijos, darian un sonado portazo, volverian a volar un poco y, muchos de ellos, estarían, además, emparejados con el tiempo con alguna chavala (motera o no) algo más semejante... pero como nuestro protagonista ya tiene descendencia y no quiero que sus niños sufran su ausencia, tira pa’lanté y aguante el tipo. Cuando, cada equis años, da de bruces con una mujer que le busca y con la que haría buenas migas se tiene que aguantar las ganas, contar hasta diez y pensar por qué criaturas tiene que hacer ese sacrificio del corazón. A ellos, que existen, mi más sonado aplauso. Hay gente que no entiende a qué me refiero o qué sacrificio hace ese personaje pero hacerlo lo hace. De vez en cuando te encuentras algún miembro de la hermandad con este plus.

No quiero dar a entender que todos somos unos santos del diez. Sí, por supuesto, claro que hay casos justificados, sí, sí… claro que hay fichajes que se merecen palos y que los aten corto y todo eso, efectivamente, pero esta tribulación no va dedicada a los que se pasan ocho pueblos sino a los que solo quieren seguir disfrutando de su pasión, de manera sopesada, y aún así se encuentran con movidas difíciles de digerir. Si durante años brindamos diciendo “por nuestras mujeres, ¡que no enviuden!” quizá habría que inventar otro brindis que diga algo así como “por los ‘viudos’ de la carretera, que no desfallezcan”.


No todo lo que devora nuestra pasión es agradable... tal vez solo nos quede la vida del guerrero (vale, ya estamos dramatizando pero sé que me entendéis). Moto y carretera, moto y “guerras” dónde disfrutar, saltando vallas y evitando baches. Va por ustedes, miembros de la “hermandad de los viudos”. Que nadie os baje de la moto en contra de vuestra voluntad, ni la DGT ni la crisis, ni las amenazas, ni nadie, que ya llegará el tío Paco con las rebajas cuando el parkinsón no nos deje frenar. Hasta entonces volemos de vez en cuando, para eso nos crearon con alas.

No hay comentarios:


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...