La idea... como peregrinos prestos a rezar en La Catedral... ¡allí nos dirigimos en este memorable junio del 2009!
Sí, La Catedral, porque lo sigue siendo, nos guste o no a los españoles-jerezanos, y no porque hayamos acudido nosotros este año sino porque lo hemos visto en primera persona y ha superado nuestras previsiones más racings. Ambiente, gente, motos, historia, caña, bellezas, paisajes, fiesta, música, público (qué gran público, ya contaremos) y ejemplar organización... todo se percibe como auténtico o, como poco, distinto a lo habitual. Cierta solera, mucha tradición, algo así como una foto de la "hermandad de los moteros de toda Europa": cientos de motos de las décadas de los 80 y 90 (qué maravilloso paisaje atípico), motos con matrícula alemana, inglesa, francesa, polaca, holandesa, española, suiza, belga, italiana... y, además, apenas vimos gamberretes quemando rueda (bueno, yo no vi ni a uno). Aquí hasta los borrachos son majos. Ya hablaremos de gente pintoresca… El caso es que, aunque suene a tópico, a medida que llegas y ves largos ríos de viejos y jovenes motards algo en tu cabeza te dice "este no es otro Gran Premio más". Y en efecto, es el Dutch TT, el G.P. más viejo que todavía queda en el calendario del Mundial. Como mínimo, una vez en la vida hay que subir a Assen para que no te lo cuenten, para que lo vivas.
Las semanas previas fueron muy bonitas. Por ejemplo, Elenita nos recordaba, día tras día, sin falta, de cuantas mañanas quedaban para arrancar el viaje. Cada día nos enviaba un correo electrónico con una foto de un piloto. Su dorsal indicaba el número de días que faltaban. Cuando faltaban 19 días mando a Bautista y a Ben Spies... Cuando faltaban siete días... pues mando una foto de Barry Sheene, claro, algún fanático se lo sugirio días antes, seguro ;-)
Antes de comenzar a desglosar cada jornada os haré las presentaciones. Después de alguna baja y alta en el grupo salimos hacia Holanda los siguientes "participantes":
De Madrid y sus alrededores: mi viejo compi Oscar (GSXR750), mi vecino racing Santi (CBR900RR), Raquel y Angel (que durmieron en Barna ya el martes, Fazer 1000) y yo (Fazer 600)... también salieron el martes pero a su "bola" y por otra ruta (por Irún) mi otro vecino motero: Antonio (ZX10R) y Carlos con su BMW 1200 rutera. De Barcelona... las cañeras Piper y Ana (CBR600RR), la baby Elena (CBR600RR limitada) y también Sam (Fazer600 moderna), buena panda. Solo faltaba Marta que al final no pudo apuntarse al viaje y también Ichy, la otra princesa de Barna... pero trabajo, dinero y viajes no siempre son compatibles. De edades, pues de todo un poco. Los veteranos que ya andamos más cerca de los 40 que de los 30, las niñas que rozan o superan los 30 añitos... salvo Elena que tiene 18 cándidos años pero unas manos para las motos que cuantos quisieran. De manera de ser, pues todos muy buena gente, unos hablamos más, otros menos, unos son más simpáticos, otros más serios, unos buscábamos más fiesta (copas, charlas) por la noche, otros no, pero todos gente de primera y sana, muy sana, ¡somos la caña! También mencionar a un buen tipo, Sam, que no sé que edad tendrá. Simpático, gallito pero buen rutero, solo le conocía de unos minutos en Javalambre.
¿Qué es un viaje a Assen o a cualquier otro destino sin buena compañía? pues practicamente nada. Nosotros podemos presumir de las dos cosas. Piper, como siempre, al tanto de todo, cuando hay que tomar la iniciativa allí está ella de voluntaria, sacando tickets, metiéndose a saco en un parking para averiguar si podemos guardar las motos o entrando la primera en los hoteles para confirmar las reservas. Para Angel, Raquel, Oscar y Santi su primer viaje largo (bueno, ¡para Elena también!). Para Ana, una curtida motera, un nuevo viaje en moto, esta vez en el "palomar" de la CBR de Piper. Oscar venía de pasar unas semanas muy jodidas en el curro, Santi venía de rodar a saco en Jerez, Raquel estrenaba unas más que merecidas vacaciones. Angel algo por el estilo... Sam nos evitó muchas lecturas de mapas gracias a su GPS, genial. Como véis, aquí cada uno tiene su historia particular... Para mi, muy posiblemente mi último viaje con la Fazer aunque casi nada es seguro en esta vida.
Bueno, por lo hablado, casi nadie pego ojo la noche anterior. Llegaba el dia "D". Como no podía ser de otra manera, todavía haciendo "recados" o buscando trastos durante los últimos días, ¡incluso durante las horas previas! Mi Fazer estaba sin velocímetro pero un aviso de Luis "El Mudo" la tarde anterior me hizo acercarme a Motos Cano, en Alcalá, a por la pieza de marrás (la que va en el eje de la rueda). El martes por la tarde la cambiamos con algún que otro susto (¡el eje no asomaba por el otro lado!, ¿habria encogido misteriosamente?) . Ruedas nuevas, cambio de líquidos y filtro de aceite... la moto estaba inmaculada como casi siempre. Bajé el baúl y uno de los macutos, dormirian en el coche (no hay cosa que más odie por las mañanas que bajar al garaje con mil bultos en cada extremidad estándar, ya me entendéis).
A las cuatro y pico ya estaba con los ojos como platos aunque la verdad que estaba tranquilo. Con ganas pero tranquilo, con esa sensación que solo tienes cuando sabes que vas a estar unos días en tu auténtico "habitat natural"... A las cinco y algo ya me levanté. Me afeité y esas cosas que hacemos por la mañana, repasé los papeles y los últimos detalles. Di un beso a la family y bajé casi en silencio al solitario garaje. Nunca he estado tantos días fuera de casa y una parte se quedó allí.
La idea era salir con Oscar y Santi hacia Clermont-Ferrand a las 6h30. El "comando" Barna saldría de su feudo a una hora menos dura ya que tenian bastante menos kilómetros a la vista. Pues nada, salgo del garaje y Santi ya está con su Fireblade en la calle. Oscar venía del pueblo de al lado (Alcorcón) pero pasan los minutos y no aparece. Con el follón que tiene en su trabajo y la incertidumbre de las últimas semanas yo ya me imaginaba cualquier cosa. Miro el móvil y no hay mensajes ni nada, buena señal. Comienza a a amanecer, revisamos los bultos de nuevo, parece que están bien atados, también las alforjas de la CBR. De repente se oye una moto y vemos una figura negra que se acerca, es Oscar, por fin. Nos comenta su particular susto matutino: cuando bajó a su garaje e intentó arrancar su flamante GSXR 750 está enmudecio. ¿Comorrr?? ... ¿Sudor frío o leve taquicardía? pues tal vez las dos cosas. Mira y remira y descubré que el botón del cortacorriente estaba en off... ¡vaya tela! bueno, sin duda, la broma sirvió para despertarle. Casi son las 7h00 y salimos por fin... nos aguarda una jornada llena de kilómetros, hay que aprovechar la mañana.
Cuarenta minutos después conseguimos dejar atrás la circunvalación de Madrid y el atasco matinal habitual. Cuando llegas a Guardalaraja (digo, Guadalajara) siempre me pasa lo mismo, es el momento en que me creo que estamos de viaje. La idea parar poco, de depósito a depósito, aunque en el km 202, en El Espolón, pararemos a eso y a llenar nuestras vacías tripas. El día se presenta estupendo, sol y ausencia de viento. El tráfico muy contenido, es miércoles, será por eso. Desayunamos bien y, luego, continuamos por la autovía dirección Huesca. Antes de llegar a esta ciudad volvemos a parar para llenar depósitos. La media es buena, se nota que teniamos ganas de enroscar y que vamos alegres. El tramo Zaragoza-Huesca, como siempre, invita a pasarse dos pueblos con el gas. La verdad, prefiero no dar datos ni cifras pero eran las 11h15 y ya estabamos a unos ocho kms de la ciudad. Las motos perfectas. Hacemos algunas fotos y las primeras llamadas. Da gusto ir con estos quemaos... ¡y con sus motos, aunque tenga que ir apretando de lo lindo a la pobre Fazer! Cuando me pongo detrás les observo con una sonrisa de oreja a oreja. Qué buena compañía, así da gusto rodar. Y qué motos, como digo, no se mueven las jodias ni aunque pasen de 200 en tramos revirados. La Fazer empieza a moverse un poco antes de llegar a ese umbral, sobre todo en curvas largas y rápidas, (no debieron diseñarla para eso). En todo caso, hoy no vamos en plan de curvas aunque a veces se nos olvida el chip rutero. Nunca hemos hecho tantos kilómetros juntos pero vamos como los tres mosqueteros. Eso sí, reconozco que el que va más cómodo soy yo. En cuanto a trastos, el baúl no me gusta pero hay que reconocer que es muy útil. Cuando vas acompañado es ideal pero viajando solo a veces, con viento, molesta. La moto va suave y en las primeras horas se nota que el calor no aprieta, el motor va redondo. El ruido del Leo Vince imagino que va a cambiar en los próximos miles de kilómetros... El consumo razonable también. Unos siete de media, las Rss algo más, todos contentos.
Por fin llegamos al revirado puerto de Monrepos, ese de las bajadas de infarto cuando vas hacia Francia. Sigo delante marcando la ruta y el ritmo, pendiente ya del desvio que nos tiene que conducir a la zona de Bielsa y su famoso túnel. Ya hemos pasado unos cuantos radares camuflados. Tenemos que andar con mil ojos por culpa de estos delicuentes legales recauda cuartos. Apostar un radar en un tramo lento de obras es tener muy mala leche. Allí vimos uno, no sé que velocidad pondrían las señales amarillas de las obras. Total, esas señales las ponen los operarios más o menos bajo su propio criterio subjetivo... pero pueden valer para multar a saco.De pronto, a la derecha, descubro la carretera que nos llevará a Boltaña, ok, nos metemos. Como ví en el mapa días antes, este tramo es revirado y comarcal, o sea, perfecto para cambiar el ritmo y "despertarnos". Enseguida descubrimos que la carretera no está del todo mal pero que es muy sinuosa, incluso con muchos desniveles y algún viraje ciego, claro. El paraje es precioso: casi todo el trazado escoltado por arboles, detrás pequeños bosques y suaves laderas, entre medias, algún perdido pueblo o aldea donde parece que el silencio reina todo el día. Van a ser unos 60 kilómetros más o menos, o sea, "una vuelta" al T.T. de la isla de Man, pienso, mientras me cobró mi pequeña "venganza" y dejo a las Rss atrás. Entre botes, un poquito de gravilla y magníficas vistas, los kilómetros pasan rápidos aunque la media cae en picado. Casi me dan ganas de parar a hacer fotos en sitios perdidos donde parece que no hay civilización. Se nos cruzan dos o tres coches en casi una hora de trayecto. En los últimos kilómetros la carretera se pone peor y bajo el ritmo para seguir juntos hasta Ainsa. Sabia lo que me iban a decir cuando parásemos, es un clásico cuando salimos de curvas. "Cabrón, por menudas carreteras nos metes siempre" (!) Esta no era mala mala, ninguna alforja se aflojó, ni los empastes de las muelas, no os quejéis. Solo era una vieja carretera de montaña con trozos buenos y trozos malos. Creo que en el fondo disfrutaron del "T.T.". El caso es que nunca habiamos pasado por allí y a mi me gusta incluir tramos desconocidos en los viajes. Subir por Irún hubiera sido lo rápido y cómodo, incluso si dormiamos en Clermont pero, primero por un motivo, luego por otro, la ruta planeada inicialmente en nuestro garaje fue mutando hasta pasar por Barcelona para, finalmente, volver un poco al oeste, por dónde estábamos, cerca de Ainsa y el túnel de Bielsa.
Justo antes del túnel, en el pueblo, paramos a respotar y hacer alguna foto. También llamamos a casa y activé el roaming de Santi (no funcionó, es Vodafone). No teniamos que llenar mucho los depósitos pero el recuerdo de los precios franceses nos animó a apurar los tanques. El calor era ya terrible. Cada vez que me quito el casco en esa condiciones entiendo por qué con veinte años ya empecé a perder la carrocería (el calor me achicarraba el pelo de la cabeza.. ¡pero ya no!). El túnel, de unos 3 kms. y pico, frío y feo, lo pasamos tranquilamente. Al salir comenzamos a adentrarnos en un precioso valle, rodeado de montañas (claro, por eso es un valle, ¿no?) distinguiendo ya los primeros carteles en la lengua de Rousseau. Paramos en un cruce esperando encontrar una fuente a un lado del camino. Desgraciadamente, no era una fuente sino otra de las típicas lápidas conmemorativas de la guerra (esta hablaba de los miembros de la Resistencia de la segunda guerra mundial). Pronto comenzamos a cruzar pequeño pueblos. Incluso un tramo de obras. Estaban asfaltando y el calor que se elevaba del suelo era cruel. Como siempre, no hace falta decir que los automovilistas franceses no hicieron más que facilitarnos el camino, "igualito" que en nuestra piel de toro. Pasó la tarde a buen ritmo y al entrar en Toulouse, en plena autovía, noto un bandazo atrás, acto seguido me pasa Santi y me señala con la mano. Paro y comprendo que he pinchado de atrás. Rapidamente sacamos el gusanillo y las bombonas (las que pensaba tirar, llevaban unos diez años guardadas en su estuche). Metemos dos bombonas pero apenas dan presión. Buscamos una gasolinera pero veo por el camino una área de descanso que en su entrada tiene un "michelin" de tamaño ¿real? Es Bibendum, el simpático muñequico de la marca francesa que siempre me ha acompañado (esta vez me hago una foto con él, que todos los años me quedo con las ganas). Pienso en el destino de la etapa, su ciudad, Clermont-Ferrand, mientras revisamos las presiones. La mía, atrás, apenas un kilo y pico. Bebemos agua y nos preguntamos "oye, ¿y cuando vamos a comer?" eran ya las cinco y pico pero hambre, lo que se dice hambre, no teniamos. Hambre de moto sí, ¡y en eso estábamos!
Una horita más tarde paramos en otra gasolinera que tenia tienda. Nos metimos unos bocatas de jamón de infarto y mucha agua. Hablamos con un camionero portugues que era motero. Salimos y vuelven a pasar los kilometros y las horas como si nada... pero parece que cuanto más corremos más lejos está nuestro Formule1 y los amigos de Barna. Hubo un rato, un par de horas, increiblemente rapidas pero... no nos cundía. Mira que queríamos llegar de día. Mira que dijimos, "Bah, en 12 horas llegamos", pero nada, desde el túnel hasta Toulouse habiamos perdido mucho tiempo. En esas estábamos cuando, en una carretera nacional, cerca de Rodez, nos damos el susto del día. Vamos detrás de dos coches, un Audi y otro que no recuerdo, observando los típicos muñecos negros que "decoran" ciertas carreteras galas para avisarte que en ella se han producido muchas víctimas mortales en accidentes... vamos tranquilos cuando, de repente, a unos 400 metros, vemos como un camión grande blanco se dispone a adelantar. Hasta ahi ningún problema. El sustillo llega cuando vemos que no le da tiempo y el del Audi que va delante nuestro empieza a necesitar pañales (¡con razón!). Frenamos todos, yo me echo un poco hacia la derecha, como pase algo nos va a salpicar, no hay escapatorias. El camión se acerca rápido, no se corta y sigue a su paso, por nuestro carril. Al final, cuando estaba muy, muy cerca, entra a saco en el suyo, a escasos dos metros del Audi que aunque se ha echado a la derecha no puede evitar verlo en primer plano. Imagino su cara y el susto. Hacía años que no veía una situación tan comprometida. Oscar se acuerda visiblemente de la familia del camionero, yo miro por el retrovisor para hacer algo parecido... y seguimos.
Cae la noche y empiezo a rodar pisando huevos (se me olvidaron las gafas en casa, veo menos que un gato de escayola por la noche) y, de remate, a eso de las diez menos algo, comienza a llover un poco. Llevaba la indicación del hotel y la salida para encontrarlo pero dimos un pequeño rodeo. Al final, sobre las 10h35, llegamos al polígono y al Formule1. Allí nos esperaban los amigos para cenar, ¡qué detalle! Qué alegría reencontrarte con ellos, siempre apetece. ¡Espero que el sentimiento fuera mutuo!
Por fin habiamos llegado. Más que por dejar descansar las posaderas (que también) teniamos ganas de llegar para unirnos al "comando polaco". Después de los saludos, duchita y nos quitamos la ropa de "romano". Otra vez cogemos las motos para ir a cenar a un lugar cercano que estaba abierto a medianoche (increíble). En resumen, etapa rápida y divertida. Buenas carreteras, magníficas en ocasiones, buen asfalto, poco tráfico y varios radares (en Francia) que enchufan por delante, ok. Me quedo con tres frases del trio de sureños que hicimos aquella etapa fantástica y cañera:
Santi: "De sol a sol... y más allá" ("joder, en mi vida me he tirado tantas horas encima de la moto")
Oscar: "Luis, 14 horas en una R, 14 horas en una R..." (fueron más horas pero no se lo dijimos)
Luigi: "Como coño se puede tardar tanto en llegar aqui viajando tan follaos tantas horas, no lo entiendo" (y era verdad, no lo entendía del todo).
Mañana esperaba más... y mejor (¡con compañía!)
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