Rally de los 1000 kilómetros y una Ossa 250 de dos tiempos...


Después de tantas aventuras y kilómetros bajo el culo, en ocasiones parece que acabamos de llegar, que comenzamos de cero. Esta maravillosa sensación se da pocas veces (por lo menos en mi caso) pero creo que es buena señal, tal vez significa que queda mucha carretera todavía por delante. El pasado 2 de mayo volví a partir de un kilómetro cero invisible a la vista pero real en mi cabeza de chorlito.

Salimos de Madrid con ganas de reencontrarnos con la divertida ruta de la Alcarria y la serranía de Cuenca. Una rutilla que nos “inventamos” hace años junto a los moteros de la oficina y que pasa por localidades como Sacedón, Cañaveras o Priego y por bellos parajes como la hoz de Beteta. Muchas curvas, buen asfalto, paisajes de infarto y relativo poco tráfico, ¡qué más se puede pedir! Si, se debe pedir siempre buena compañía pero de eso tenemos de sobra: Julito, Antonio de Pinto y mi padre en esta ocasión. Los “cuatro fantásticos” arrancamos prontito para que el día cundiera y volviéramos a casa hartos de kilómetros y curvas, evitando esa sensación que a veces te dice que faltaron curvas o sobraron coches. Julito estrenaba su nueva CBRF (qué maravilla de moto), Antonio venía con su habitual pepino BlackBird y nosotros, como siempre, con la inmortal GPZ 500 y la renacida Fazer.

Eran casi las 9 y media cuando salimos de la gasolinera de San Fernando, en la A-2, dirección “Guardalaraja”. El objetivo era dar un tirón y encontrarnos en Beteta con los amigos del Team Moclava de Valencia a eso de las 11 o 11h30. Paco Motos y sus amigos, apasionados de las motos clásicas, viejos rockeros con infinitas historias y motos a sus espaldas, celebraban ese día su mítico rally de los '1000 kilómetros en un día con moto clásica’, ¡tela!

Así trascurrió la mañana: curvas, mucho sol, buen ritmo y pocos coches. También algo de viento que luego desapareció por fortuna. Pasado el pueblo de Priego paramos en un camping muy chulo donde nos metimos un almuerzo de infarto. Bueno, esta frase va especialmente dedicada a Antonio por sus, nunca suficientemente bien valorados, infinito estómago y valiente hígado (dignos de donarse a la ciencia, algún lejano día). “Poco después”, junto a la gasolinera de Beteta, nos esperaba Paco de Moclava con su Zephyr 750 (¡una Zephyr, qué recuerdos!). Sus amigos se nos habían cruzado instantes antes en dirección contraria. Echamos caldo y dimos la vuelta. Cerca del nacimiento del río Cuervo paramos y nos saludamos, desenfundando rápidamente la cámara digital que suelo llevar cuando salimos.

Podría contaros hoy muchas cosas de aquel sábado, tonterías como que mi neumático trasero no iba bien, pero me centraré en las que más me impactaron. La primera fue, sin duda, la cálida acogida que nos brindaron todos ellos. Parecía una “alianza de civilizaciones”, los levantinos y los madrileños todos juntos casi a mitad de la geografía que nos separa, ¡bonita estampa! Y preciosas máquinas… Guzzis Monza, Mille, alguna VFR de las primeras, BMWs boxers, algunas Custom, alguna R moderna, una VStrom, la preciosa Impala2 que vimos ya en Javalambre, con su auténtico roadbook artesanal… ¡Buena panda de quemaos! No recuerdo los nombres de todos sus dueños, claro, pero sabéis que eso es lo de menos. Los moteros recordamos mejor otras cosas.

Otro gran momento fue cuando llegamos a Bronchales, en plena sierra de Albarracín, dónde nos sentamos a comer a eso de las 14h20 de la tarde. Rápidamente descubro (debe ser genético) una ninja verde aparcada a un lado de la calle que me rodea por la derecha. Me paro a mirarla con detalle. No es una Kawa moderna, no, ¡coño, es una ZXR antigua de verdad! Una “telefónica” de esas que cada vez menos se ven. Minutos después, podíais ver a varios madrileños conteniendo la baba frente a una preciosísima y cuidada Stinger de 1989. Pronto llega su dueño, un señor con muchas batallas a sus espaldas, otro Antonio, que me lanza sus llaves para que me de una vuelta, así tal cual. ¡Gracias caballero! La Kawa preciosa, verde, blanca y roja, con sus pegatinas de Castrol, su escape ‘Thunder’, limpia, inmaculada, señorona vamos. Como dijo mi padre, parecía que venía directamente de un Bol d’Or de hace 20 años. Su dueño nos comenta varias anécdotas en un momento, anécdotas que a la DGT o a la mayoría de personas “razonables” les supondría fibrilar sin remedio. Como cuando, hace muchos años, con otros amigos, cerca de Utiel, por la pista, despegaron en un salto y su hijo, después de levantarse del suelo, le pregunta a su padre, el dueño de la Stinger, “oye, ¿podemos repetirlo otra vez?” (o algo por el estilo), ¡sin comentarios!

Nuestro protagonista de la Kawa creo que ya cumplió hace tiempo los sesenta pero, afortunadamente, se nota que su juventud de espíritu permanece tan radiante como su moto refleja a simple vista. Otro gran ejemplo de esos que descubres de vez en cuando en este mundillo. No pude evitar pensar “yo quiero llegar así a sus años”.


Por la tele, vimos la pole de Lorenzo en Jerez pero, de verdad, no nos dio envidia aquel ambientazo. Solo echamos en falta alguna fémina en el evento. Eramos cerca de treinta y tantos y pintaban bastos por todas partes. Destacar la simpatía y la buena cocina de las señoras del mesón “Los Arcos”. Nos pusimos ciegos por cuatro duros. ¡Así se gana uno a los clientes!

Como todos andamos más o menos ocupados en nuestras vidas cotidianas pero no por ello desperdiciamos buenas oportunidades, mi vecino Antonio y su ZX10R, junto a otro amigo con su BMW, llegaron justo a tiempo para comer con nosotros. Venían también desde Madrid pero habían salido a una hora prohibitiva. No dábamos un duro por ellos pero consiguieron llegar a la “parrilla de salida” antes de que se apagase el semáforo rojo, genial.

Por supuesto, nuestro Antonio “roscachapa” volvió a dar muestra de su enorme “cilindrada” y repitió postres y cubata… Muchas risas y muchas viejas historias de carreras y viajes. Paco Motos nos contó mil detalles y curiosidades. Hablamos de Moclava, del rally de los 1000 kms, de las carreras en las que participan, concretamente de la de La Bañeza (¡alli nos veremos!) y, visto que era una reunión casi del “imserso”, era inevitable que mi padre contara alguna batallita sobre viejas carreras y antiguas motos de dos tiempos, curiosidades de antaño. Paco descubrió que a un buen amigo suyo, famoso piloto de los años sesenta, le llamaban entonces “El hojalatas”. Mi padre le vio correr muchas veces en el parque de El Retiro y otros viejos trazados. También se lo dijo al aludido, ¡cosas del móvil y del directo! A mí, Paco me confirmo que Phil Read en La Bañeza llevaba unas AJS preciosas, toda de magnesio, y que era el terror de las cantinas (¿a quién me recordará?) lástima que no volvamos a verle correr por allí, me temo.


Hablar de carreras de clásicas es hablar de La Bañeza, sí, pero también de Colombres, Denia, Cartagena o de las tandas de Albacete que organiza Moclava. Hablar de esas carreras es hablar de motos de 2T también. De esos tubarros y ese olor a dos tiempos que ya pocas veces podemos "ingerir". De esos frenos doble leva o esos carburadores Bing de toda la vida. Y hablando así, de viejas motos, surgió sin querer el tema de la Ossa que queremos conseguir algún día… bueno, en principio, una Ossita de carretera, normal y corriente, para que el abuelo la restaure con sabiduría y paciencia, como hizo con aquella Ducati con la que participamos en Colombres en el 2002. La marca del trébol de cuatro hojas nos sigue atrayendo de manera sutil… quizá por el recuerdo de Santi Herrero, por nuestra vieja 230 Sport (la primera moto en la que monte de paquete siendo un crío y con la que su dueño llego a París en 1973) o por otros motivos, no lo sé. El caso que con Ossa nos pasa como con "las ranas", es algo medio genético. El caso es que yo fui más lejos y el cerebro se me calentó con esas “grandes ideas” que, raramente, cruzan las neuronas. Esas ideas chulas con las que sonríes hasta que te das cuenta que no hay euros suficientes para materializarlas. La idea es conseguir una 250 de 2T, aunque sea solo el motor y el chasis, apañarla con cariño y en el 2010 (¡o este mismo año!) participar en la carrera de Colombres o dónde nos dejen. ¿No seria bonito? Suena a proyecto romántico, y lo es, pero tampoco es tan complicado, “solo” hace falta un poco de leña. Talento el abuelo tiene de sobra para apañar otra moto del milenio pasado.

Eran cerca de las seis de la tarde cuando levantamos el vuelo y cada grupo tomo dirección opuesta. Nosotros hacia Madrid, por Molina de Aragón y luego Alcolea, esta vez en compañía también de mi vecino y su amigo, en total seis motos. El cielo seguía azul y el sol brillaba todavía con fuerza. Miraba a veces hacia arriba pensando en esas últimas horas tan… ¿puedo decir auténticas o sonará cursi? El caso que ese sábado encontré un nuevo kilómetro cero en mi camino y ahora es cuestión de dar pasos cortos pero seguros para conseguir “formalizar” este nuevo sueño, el de restaurar una Ossa 250 de 2T y volver a correr una carrera. Tal vez no lo consigamos pero cosas más raras se han logrado con paciencia y dosis de buena suerte. Si esta historia tiene segunda parte os la contaré, por supuesto. Las carreras siempre serán la esencia y todavía somos unos niños pequeños con muchos días por delante. Como si fuera un “avisador” de estribera, el dueño de la Stinger me lo demostró el pasado sábado dos de mayo. ¿Dos de mayo?, ¡bonita fecha para iniciar una nueva batalla!

P.D.: Y un día dos de mayo, precisamente, nació el mejor piloto que tuviera la casa Ossa: Santi Herrero. Para muchos, el mejor piloto español de todos los tiempos, tristemente fallecido antes de alcanzar la corona mundial de dos y medio en 1970.


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