Musas, teatro, CaVallos y realidad…(1)



Qué fácil es caer en el pecado de agigantar el pasado con el paso del tiempo, de transformar incluso algunos recuerdos, de sacar conclusiones erróneas cuando los momentos se alejan… Ya tenía ganas (pero escaso tiempo) de dejar plasmado lo vivido este verano antes de que los meses cambien las neuronas, las pocas que me quedan. Año complicado pero lleno de experiencias, no imaginaba que fuéramos a vivirlo tan a fuego… ¡¡y eso que no hemos conseguido gran cosa!! El fuego calienta en invierno pero también puede quemar, está claro, sobre todo si te gusta danzar alrededor de una buena hoguera. En todo caso, como nos gustan las carreras, las historietas, el olor a gasolina y la lectura racing de nuestros semejantes descerebrados hoy es un buen momento para hacer repaso. De las musas al teatro, más o menos...


Arrancamos la herm-Ossa una tarde de marzo, después de mucho tiempo sin hacerlo, en buena compañía (Yoli, Tyto, Julito y mi padre, casi todos en la foto de arriba) para probar un freno de tambor "nuevo" (por 80 euros, después de dos meses mirando anuncios en revistas de clásicas y preguntar a todo bicho viviente) que no pudimos montar al final (por poco, ¡pero el diámetro no valia!, según mi padre tampoco hubiera frenado un carajo, era de un modelo de Yamaha del año de la tana). Cualquier tambor decente o medio decente vale una pasta y seguimos sin ayudas, claro. Dimos una vuelta con la moto, alargamos la leva del viejo tambor (para hacer más palanca) y poco más… costó arrancarla, Tyto y yo sudamos tinta china, sintoma de que algo no estaba en su sitio. Al final no sonaba mal pero estaba claro que teniamos muchos "deberes" por delante. Los neumáticos ya estaban pidiendo pista, no tanto por los kilómetros acumulados (hasta tienen dibujo) sino por los años que ya cumplieron. Me dije que este verano sería el último del Avon delantero y el Bridgestone trasero, es decir, que no vamos a seguir jugando a la ruleta con unas gomas nobles pero que empiezan a estar más duras que la picha de un novio.

En abril volvimos con más ganas… y con otro tambor: un Grimeca de 180, con una leva por cada lado… rezando a San Brembo (el santo dorado del cielo de las frenadas) para que el cambio se notara… y se notó, no tanto como imaginaba pero sí algo, aunque no podiamos probarlo a muerte por culpa del entorno, ya veriamos más adelante en condiciones reales... Este asunto parecía más o menos zanjado, al menos hasta conseguir arrancar más CVs al motor, claro, algo que tampoco parecía inmediato precisamente (por desgracia). Levantamos la culata y todo parecía en orden (no, no levantamos cilindro pero el pistón, desde arriba, parecía todavía utilizable) y luego, como siempre, luchamos con la carburación de viejo Bing: a veces parecía que acertábamos, otras no. Ya en parado estuvieron entretenidos mi padre y Julito primero centrando la rueda delantera con el tambor nuevo después de pasar por el tornero para acoplar los casquillos del eje y luego, reparando de improviso el soporte que sujeta el tubarro por detrás (una tarde pillé ligeramente un bache en el polígono y adiós muy buenas, casi llego sin tubarro al taller...).
A pocos días de la primera carrera prevista (Cintruénigo, mitad de junio) en mi mente solo había una idea, el objetivo de tenerla tan fina como en algunos momentos del 2013 y, claro, sin perder potencia, revisando además el tanque de gasolina (ya apenas pierde, el tapón ha sido rediseñado, gracias al tornero debería ser tan impermeable como un submarino).  Ese día de junio se vino el gran Emilio Eruzo al polígono y fue testigo de que alguien había confundido una garrafa y la Ossa, pobrecita mía, casi arranca con una mezcla de ¡agua+aceite+unas gotas de gasolina!, tal como suena, el empujón duró dos intentos, del carburador salió algo “raaaro... raaro”, por fortuna no metimos más la pata… Eligo el dorsal que quiero lucir en la primera de la temporada, el 21, un dorsal que le daba buena  suerte a mi padre en sus carreras de regularidad.
 

Como siempre, montar la logística (llevar la moto y los bultos) es una pesadilla. Todavía no tenemos bola en el coche, ni carro, ni furgoneta claro.. asi que otra vez que dependíamos de pacientes amigos o de alquileres requeterevisados… esto impide hacer “pretemporadas”, asi que durante esta primavera hemos seguido dando vueltas en el polígono de Seseña, jodido porque tiene mucha actividad y hay muchas bocacalles. Imposible estirar tercera siquiera. Para pocas gaitas, vamos... Después de dar muchas vueltas y preguntar en mil sitios conseguimos una furgo muy guapa a un precio razonable, cargamos la Ossa de mi padre y la mía, y con él y junto a mi compi Tyto y mi compadre Julito nos pusimos un viernes por la tarde rumbo al pueblo del nombre impronunciable, ¡¡comenzaba la  aventura!! Ya solo el camino nocturno hacia allí con la furgoneta y el coche de Tyto fue gracioso… paradita para comer algo y luego la propia de los Civiles en la salida de Medinaceli, con soplos incluidos. Sin novedad. Luego mi padre que se aburre agarra con ganas el volante del Ibiza del socio y casi le provoca un infarto con sus aceleraciones racing, todo ello bajo la esquiva luna que escoltaba el camino. Equivocación de carretera en los últimos kilómetros y marcha atrás para llegar al paddock cerca de la una y media de la noche. Sacamos las dos Ossas y luego nos vamos a tomar algo al pueblo caminando. Resultado: volvimos alegres al "campamento base" y no teníamos sueño. Nos obligamos a dormir alrededor de las cuatro pero el gran Julito me lo impidió, atrapó el sueño rápido y encendió en “estéreo”, ¡¡vaya tela!! ¿Cuánto dormí? Muy poco. Cuando salí de la furgoneta, sobre las siete y media, ya estaba mi padre liado con los precintos de la Ossa… y cien cosas más, como siempre. Mucha calma, demasiada, menos pilotos y menos motos que los dos años anteriores, el precio de la inscripción, esta vez, principal motivo.
Pasan las horas, vamos saludando a los amigos que aparecen poco a poco… y llega de verdad el sábado, hacemos la mezcla al 3% y arrancamos para empezar a calentar motor y gomas. Tengo ganas pero me noto con algo de sueño. Salimos pronto al entreno libre. Como mínimo, espero arrancar los tiempos del último año. Tengo ganas pero noto que la moto anda menos que una edición antes. Pista bastante despejada, poca gente, damos vueltas, vueltas, voy saludando a las alcantarillas y a los parches que voy redescubriendo, mientras de reojo hago un guiño, con respeto, a las balas de paja, ¡¡hola amigas!! La moto va más o menos bien en alta pero al cortar hace "la gallina", o sea, vacila, tose, y tose mucho en algunas curvas, creo que va pobre, le falta caldo… 


Desmontamos el carburador y jugamos con la aguja y los chiclés. Bueno, no tengo mucho dónde elegir... o ninguno.. vaya tela... sí, para pegarme pero ha sido imposible encontrar chiclés para este modelo de carburador. Pido a Comandante un chiclé de baja fiable, reconocible, un 50 (no nos fiamos del que tenemos montado, no se ve bien el número), me lo busca en sus bolsas de recambios (qué envidia, lleva medio taller encima) y lo encuentra rápido, ¡gracias! Mi padre revisa el carburador y afina el tornillo (lo cierras y vuelta y 1/4), etc, por mi parte preparo una mezcla más "explosiva", al 2,5%. Volvemos a ver con disgusto que por el codo del turbarro se escapan un poco los gases, la aleta manchada lo demuestra, ¡¡seguimos sin amianto para taponarlo!!, por ahi se piran unos CVs, quizá.... lo sabiamos pero no ha dado tiempo a encontrar una solución...este año la "pretemporada" ha sido desastrosa, sin tiempo para nada por todo tipo de temas, también familiares. En fin, continúo... Luego miro los tiempos y se me cae el mundo: ¡más lento que el primer año!, a pesar de los problemillas me sorprende, no lo entiendo… me bebo una Coca-Cola junto a Tyto en el bar de la estación para espabilarme… veo el novedoso segundo entreno libre un pelín más animado, vamos a ver.  Hago de tripas corazón y salgo con ganas, enseguida veo que en baja la moto ya va por fin redonda, OK!!!!!!!... ¡POR FIN deja de cacarear al cortar! Asi que puedo simular ser piloto y estudiar el circuito un año más. Esta vez cambio alguna trazada y pretendo hacer en tercera dos curvas que son de segunda a tope o tercera (según desarrollos). En el primer viraje candidato lo consigo pero en el de entrada a meta tengo problemillas si entro en tercero, pierdo más que si vuelvo a segunda a tope, al menos sale con cojones en segunda, en tercera aunque tire de embrague noto que salgo más despacio. En la recta aguanto a la Derbi 125 que solemos ver en La Bañeza, el tio tiene manos, quién lo duda, y la bala roja va fina, picamos tiempos parecidos pero las Ossas de Edu, Rodrigo y las blanca con carenado de los que no conozco me pasan como quieren, sigo desconcertado pero es lo que hay. Estrujo lo que puedo y dejo ya poco margen.

Pasan los minutos de la tarde del sábado, la función sigue su curso. Llegamos al cronometrado e imagino que no puedo rebañar mucho más del "puchero" (entiendase cilindro, ganas, "talento" o todo junto).Salimos como antes, con ganas, empezamos a girar con toda la artillería que tenemos. El bueno de Edu, el navarro, me pasa y me señala en plena recta su colín con la mano, lo intento, pero imposible seguir su estela. Sigo dando vueltas sin quejarme, eso llegará luego. Los frenos más o menos van bien pero la moto no corre demasiado…  de repente se termina la tanda, tengo la boca seca y aunque este año, por fortuna, apenas hace calor, me tengo que secar la frente un poco cuando me quito el casco. Ando con la mosca tras la oreja… me acerco luego a la hoja de tiempos que ha colgado el moto club. Mi cara debe ser un cuadro, apenas he mejorado segundo y medio mi mejor vuelta, casi el último, el 16, ¡¡y lo que es peor!!, cuatro segundo más lento que la primera vez, cuando ni conocía la moto, ni el circuito ni nada,  y seis segundos más lento que el tiempo del 2013, vamos, ¡para llorar o hacerme el arakiri! En un circuito tan corto el dato es terrible.
Me comentan que la gente está en forma, no como yo, que apenas he hecho kilómetros durante el invierno, que algunas motos son cohetes y bla, bla, bla, sé que hay mucha gente buena, pilotos de verdad, quién lo duda, pero tengo claro dónde me adelantan... me callo cuanto puedo pero a veces es inevitable enfadarse un poco o desinflarse… Llega la cena y cambiamos el chip, aunque en un rinconcito sigo con el rum-rum de todo lo que ha pasado. Un diez para el moto club Cirbón que vuelve a invitarnos a la cena, ¡chapeau! Mucho calor humano, como no podía ser de otra forma, gente estupenda. Este año además contamos con novedades agradables, principalmente la de Eli Varea, la sonrisa más bonita del paddock,  que viene con su alucinante supermotard, todo un lujo contar con ella por estos lares. Cenamos todos juntos y nos reímos a base de bien… luego más sobremesas nocturnas con los valencianos locos, bajo un clima apacible y un paddock medio lleno o medio vacío, según se mire… con Angel, Paco y Comandante es imposible aburrirse, vaya tres veteranos, vaya tela, qué dolor de estómago de tanto reír... Lamento de nuevo que nuestro amigo Paco de Team Moclava este año no participe, ¡cachis! Seguimos hablando y riéndonos sin parar. Los más flojos nos vamos a dormir a eso de las dos, ellos siguen y siguen, como el conejito que todos sabéis…


Domingo de carrera. En el “warm up” pruebo a cambiar sin tocar el embrague y sin cerrar el gas, como me dijo la noche anterior Angel, que no me preocupe, que no cuide tanto la mecánica… Lo hago y gano un poquito de tiempo aunque me siguen pasando como locos… El pulgar de la mano izquierda y la muñeca (me tiró un coche con la moto el 6 de junio camino al curro) me empieza a doler pero “no tengo tiempo para eso”, me pongo la muñequera otra vez y volvemos a llenar el depósito afinando un poco más la mezcla... y limpiando otra vez el carburador y todo lo que se nos ocurre. Este año el embrague no da problemas, punto a nuestro favor, y la bujía sale con buen color... la moto creo que va a todo lo que puede, yo no tanto imagino una y otra vez… me bulle la puta sangre, si es que tengo, o en su defecto la puta horchata que llevo este finde en las venas.. aunque no lo tengo del todo claro, no va a ser solo eso. Miro los tiempos, por el estilo. Necesitaría un milagro y sé que son caros…



2 comentarios:

Rosa Arrate dijo...

Los sueños los cumplen los luchadores así que recuerda que quien algo quiere algo le cuesta y que si se quiere mucho, mucho hay que focalizarlo y no desviarse y sobretodo no perder de vista el objetivo final que creo debe de ser la diversión. Como siempre, divertida lectura y encantada de leerte.

Luigi (LF) dijo...

Que razón tienes, descuida, mi objetivo sigue visible y claro, antes reventar que dejar las cosas a medias, volveremos! Besos


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...