La hora del recreo...


¡Qué poquito queda para que arranque una nueva edición del TT!, nooooooo, mejor dicho, ¡ya ha comenzado la semana de entrenos!..no, también la primera carrera con la victoria insultante del "loco" de Michael Dunlop con una... ¡¡BMW!! Cuantos años deseando vivir en directo las carreras más grandes del mundo.... hasta en una ocasión saque los tickets del famoso y puñetero ferry, sí, el de allí, y luego incluso me devolvieron la mitad del importe cuando argumenté por qué, finalmente, no podía viajar a la isla de los gatos sin cola.

Antes de nada dar las gracias a nuestro estimado amigo Abelardo y al gran Juan Pedro de la Torre por el libro que han parido recientemente sobre los pilotos españoles que han participado en el TT. Todo con la excusa del centenario que este año se cumple de la participación del primer piloto español en acudir a la isla. Lo pasamos en grande hace unos días en el bar motero de moda de Madrid, Motor B, dónde presentaron la obra y dónde nos juntamos un buen puñado de frikis de las road races, escuchando testimonios y mucha información racing, destacando las palabras de Arturo Herrero (que nos honrró con su visita) y las del gran TT Rider Sergio Romero cuyas sabias palabras nos dejaron claro varias cosas. Sin duda, unas horas estupendas que, como no podía ser de otra manera, alargamos con varios amigos, hablando de motos y de la vida... aunque creo que casi es lo mismo para algunos, ja,ja.. en fin, un martes redondo que vivimos a tope. ¡Suerte con el libro!, realmente es una pasada. Es el típico texto escrito por auténticos apasionados, no un libro de consulta al uso. Por fin alguien le dedica bastante tiempo a grandes héroes casi anónimos como Toni "Bayeta" y Carlos Kotnik, dos ilustres valientes que participaron hace unos años y que no son conocidos por la mayoria de los aficionados. De nuestra Federación y su "apoyo" al TT mejor no hablar. Lo dicho, a todos los "enfermos" que podáis leer esto una recomendación: no dejéis pasar la oportunidad de conseguir un ejemplar de "El reto de Ellan Vannin"... ¡imprescicible!

http://centenariopilotosespanoleseneltt.wordpress.com/2014/04/23/presentacion-libro-el-reto-de-ellan-vannin/


En estas fechas siempre nos ponemos nostálgicos con el TT. Media vida añorando el viaje, disfrutar del ambiente mítico que allí se respira, notar en el cuerpo el feeling de lo diferente pero antiguo, del lugar dónde apenas cambian las cosas aunque las décadas sigan trotando, donde la flema anglosajona en versión racing reina sin apenas inmutarse... y todo se basa en nuestro viejo amor a las competiciones que llamamos road races, ese amor que muchos descubrimos cuando aprendimos a montar en moto por calles y carreteras después de, muchas veces, haber empezado en el campo. Esa preferencia, ese hábito, sigue ahi en muchos de nosotros, a diferencia de varias generaciones de pilotos profesionales que solo conocen rodar en circuito. De hecho, la mayoría de ellos no tienen carnet de conducir, ni lo echan de menos. En el caso de los que terminan participando en las road races, ¡qué oportunidad disponer de una buena carretera sin coches ni stops por delante!, ¡a cuantos pilotos en proyecto les llamo la atención esa visión cuando arrancaron su vida deportiva! En nuestro caso, es agradable comprobar que ese mismo amor adolescente (pero algo más cimentado y vertebrado) es el que nos hace conquistar una y otra vez esas rutas adrenalínicas que tenemos a nuestro alcance, escapando del mundanal ruido, de lo mediocre, del planeta latas y del flujo atascado de la rutina de los primeros cinco días de la semana... Y así, se crean al paso de los años algunos de nuestros particulares "TT tracks", casi todos en tramos de montaña, donde en ocasiones, también, celebramos con mayor o menor tino nuestras propias "TT races", salvando las distancias, claro, por supuesto... (por si acaso, este párrafo se autodestruirá rapidamente).
Y a veces te preguntan o te preguntas (bueno, estas menos veces) como es posible que pasen tantos años y sigas igual, o casi igual, basicamente esperando ansioso la hora del recreo para salir a jugar con tus amigos, demostrando las mismas ganas de hacer el gamberro y destripar que tenias ya cuando el pelo se interponía entre tu casco y tu piel. Curioso, quizá admirable. Y alguno suelta en la gasolinera de turno: "¿Has visto que bonita era esa garganta, fulano?" y contesta fulano: "pues no, canalla, ¡a este ritmo no veo nada más que el asfalto!" El juego ha cambiado poco, los juguetes sí, ahora son mil veces más caros. También los golpes afectan más, aunque son menos numerosos. PEro hay un detalle cojonudo: la experiencia acumulada ayuda a pasartelo mejor. Los años ayudan a minimizar riesgos, a ser más selectivo, a conocer más el entorno, las compañías, las opciones disponibles... es lo bueno de cumplir años aunque también restan segundos "por vuelta". Ley de vida, aunque siempre hay excepciones... como la de muchos pilotazos del TT, claro, pero esos jinetes son de otro planeta. Sin ir más lejos, destacar que hace dos días el gran Bruce Anstey batió el record de vuelta rápida en la ultima vuelta de la carrera de SBK, ¡casi ná! Mejor no digo que edad tiene el tipo, el kiwi volador, un pilotazo del que otros pilotos siempre comentan que si se levanta con ganas ese día es practicamente imbatible. Fenómenos de la naturaleza, ¡grandiosos guerreros del asfalto!


Y vuelvo a los simples mortales, nosotros. Cuando te acusan de no haber crecido...mmmm... te puedes reír, puedes pensarlo un poco y te puedes hasta rayar incluso si le das demasiadas vueltas (no es mi caso). Cierto, saber por qué seria descubrir la clave de nuestros actos. La verdad que hay preguntas que tienen dificil respuesta, quizá porque algunos somos muy simples, tan simples que cualquier "investigación" sobra. El caso es sentir lo que haces, hacer lo que sientes, disfrutar y sentirte integro y coherente con lo que eres y con lo que sientes. Durante años no pudimos jugar tanto como quisimos. Fue esa época en que estábamos más ocupados trabajando o buscándolo, aprendiendo, estudiando..., formando, en el mejor de los casos, cierta estabilidad laboral y familiar. Una vez superado ese importante mojón del camino, los privilegiados podemos seguir rodando, incluso con más frecuencia que en aquellos años vitales. Antes corriamos más y teniamos más fondo físico pero supongo que era lo que tocaba.
Y no descubro nada nuevo si digo que una de las cosas más bonitas de este mundillo es la de gente diez que puedes llegar a conocer. Creo que seguimos formando una buena hermandad. Siempre hay gambas, algún payaso o quemaruedas pero, en general, no es raro que cada año descubramos gente nueva cojonuda. Y entre ellos, a nivel deportivo, te preguntas a veces: "¡otro fiera!, a lo largo de mi vida, ¿cuantos auténticos pilotazos casi anónimos he conocido?" ¿Cuantas veces paseamos al filo de la navaja en compañía de alguno de ellos, cerca o lejos de su neumático trasero? mejor no contarlas, no pensar mucho en ello, tampoco hay que dramatizar. Se eligen ciertos hábitos y hay que ser consecuentes, fácil en concepto.
Saliendo del pueblo de El Barraco (Ávila) hay un cruce que te lleva hasta las cuatro casas que forman  Venta del Obispo (ya en Gredos, los  que conocéis la zona sabréis perfectamente a qué tramo me refiero). Para algunos amigos y para mi, ese tramo es un circuito road race puro y duro. Atractivo, sin apenas tráfico, con pocos guardarrailes, con pocos virajes ciegos... pero con muchas curvas de todo tipo, y algunos desniveles muy agradables, todo escoltado por un asfalto, en muchas zonas, mejorable, ¿qué más se puede pedir?, ¿algun perro cruzando?, ¿un garrote a derechas jodido entrando a Navalosa..? también, también lo incluye (cuantos se han hecho un recto justo alli). Si paras en algún rincón del camino percibirás como reina esa paz silenciosa que inunda tu espíritu, y casi te convencerás de que estás en un lugar especial, casi aislado, un escenario puesto para ti por una mano generosa que diseño el mundo... o tu mundo. (Por fortuna tenemos más tramos así los que vivimos por el centro de la península pero este post no es una guía road race... aunque estaría muy bien hacer una otro día).

Tú y la carretera por delante, poco más... esa es la esencia, la visión de nuestra vida, me temo... No trato de hacer ninguna apología de la velocidad, no es eso. Que cada uno disfrute la moto como su corazón le pida y sus reflejos le dejen, ok, ningún problema. La brisa azotando fuerte tu rostro o no, el caso es cabalgar a ras del suelo, unos volando bajo, otros navegando con ritmo moderado pero constante. Desde luego, la vida no es siempre una carrera pero cuando tiendes al veneno de la velocidad, ay amigo, cuantas cosas pasan rápido... si te acostumbras a esa dimensión ¡que lentas te parecen tantas cosas de la vida doméstica! Sigue dentro de nosotros la adición a ese poder de la mano derecha sobre una moto de mil, por ejemplo, motos llenas de potencia y de par, o sobre una seiscientos moderna, molinillos diabólicos que tumban y se encolerizan lo que no está escrito. Ese poder de la satisfacción en marcha, la salvaje sensación de bailar con la gravedad, de notar esas sacudidas de dirección impertinentes pero viscerales, de ese agarre casi infinito e impensable hace años, de acariciar con mayor o menor pericia esos frenos poderosos y fundirnos con esos chasis de carreras (bueno, no tanto).... ese poder sigue vivo cada vez que cabalgamos, al menos mientras la mala suerte o la falta de medios no se crucen en nuestro camino. Mientras tanto, ¿como no va a subir la temperatura, como no seguir siendo un adicto? Salvando las distancias (otra vez) es parecido a lo que algunos admirados TT Riders nos han contando varias veces... después de correr en la isla, no hay nada comparable, y hasta se apaga un poco la llama de la velocidad extrema, se reducen las ganas de hacerlo en otros escenarios como un circuito permanente al uso. Habrá que tener en cuenta todo eso para nuestro puzzle mental.

Y sigo con la reflexión que cruza mi cabeza desde hace algunas semanas cuando salgo con los amigos de curvas. Veo que no se cansan de quedar, de salir, de correr, de reír... casi que cada año van a "peor", pocas veces de paseo, casi siempre afilando las uñas, redescubriéndonos en parte, aprendiendo o recordando gestos, parando solo unas cuantas veces a lo largo del día, priorizando los kilómetros a los bares, buena señal. Y me alegro por todo ello, la verdad. O ese amigo veterano que no corre vuela, con la espalda ya muy tocada, tanto que vendió su RR de litro por otra bike más cómoda, por culpa de los achaques, y que te dice tranquilo y discreto que seguirá en sus treces hasta el final, sea cual sea, ¡olé!  El elixir de la eterna juventud todavía funciona, aunque a veces presenta factura... Y por todo esto, me pregunto en silencio, ¿cuantos años nos quedan por delante jugando así, cuantos años de recreo tenemos todavía a la vista...? Recuerdo algunas respuestas recientes, nada nuevas, pero que da gusto oír otra vez: "Mientras el cuerpo aguante", "hasta el final, mientras pueda tenerme en pie", "hasta que rompa"... Pues sí, con las botas puestas, como hemos comentado otras veces en este blog.


Cuando miro a amigos veteranos como nuestro querido Emilio Eruzo (y su "Berta" boxer de litro) y veo "on line" al ritmo que todavía rueda (complicado seguirle en zonas sinuosas con nuestras Rs, ¡con eso digo todo!) tengo esperanza de seguir "vivo" muchos años más, y no me refiero a respirar, comer y dormir. Quizá sea verdad, quizá sea dificil dejar de ser quién eres, personalmente espero que no me suceda nunca. Y no porque me considere alguien especial pero sí porque tengo cierta cuota de libertad. Y que no queden dudas, algunos de los peores accidentes los he visto a baja velocidad, por ciudad, en tu calle, ¡hasta parado en un semáforo!,en cualquier momento teoricamente "seguro". Nunca se sabe, el peligro está dónde está el cuerpo, gran lema. La tragedia puede llegar pero mientras tanto viviremos pequeños momentos de satisfacción y gloria personal o colectiva. No buscamos ser temerarios pero tampoco queremos ser pasto de un raciocinio excesivo. La justa medida, esa tan dificil de conseguir, el exquisito equilibrio entre la locura y la mediocridad espiritual.
También llevo semanas pensando otra cosa... Mucha gente va y viene en nuestras vidas, en este mundo de la moto logicamente también. Estrellas que brillan unos pocos años y luego desaparecen del panorama. Algunos casos son memorables, pero no quiero hacer sangre. Amigos, enemigos, y medio autistas que nunca dejaron claro que eran... por su propio interés, claro. Al final, como es lógico, terminas con los que funcionas, con los que hablan y actúan claro. El poderoso don de la elección, por supuesto. Y eso es un plus cojonudo, porque, como decía antes, terminas conociendo gente alucinante. No resultaría complicado escribir un librito sobre moteras de raza que hemos descubierto, por ejemplo, u otro sobre auténticos héroes anónimos (o casi anónimos) que hemos conocido desde niño. Auténticos jinetes de cuero y gasolina, libros vivientes de esta afición casi irracional y paradójica. De varios de ellos ya he hablado en otros posts. Siempre recuerdas con admiración y cariño esas figuras de comic que tienes alrededor, al alcance de la mano, sí, personajes de carne y hueso del Joe Bar... porque, como las meigas, haberlos haylos!!!

Todo esto me hacer recordar otra etapa de nuestra vida motera, de cuando eramos invencibles o inmortales, o casi. El próximo post creo que irá sobre ello... hasta entonces, ¡feliz ruta!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno! Nos vemos en la carretera!


V'sss

Anónimo dijo...

Me pones muchísmo, nos vemos a dos ruedas.

Bmwero dijo...

El motero no se hace,se nace.O eso dicen jajaja. Un abrazo amigo mío, nos vemos en la carretera.


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...