Visitas que ya tocaban...

Si algo hemos lamentado la mayoría durante la pandemia, al margen de sucesos más graves, claro, ha sido la falta de contacto humano, nuestra faceta tete a tete con los demás, ya fuera con amigos, familiares, conocidos o compañeros de trabajo... Dicen que el ser humano es un animal social. No lo sé, cada década me gusta más la soledad en más ocasiones que antaño. O soy un animal raro o un humano ligeramente trascendido o, simplemente, un tipo algo más solitario por elección... En todo caso, está claro que muchos echábamos de menos volver a una situación más normal, poder relacionarnos con familia y amigos de manera más estrecha, más "analógica"..., también me alegraba por los bares humildes donde tantas veces socializamos aunque no tenía ninguna obsesión "líquida", desde luego. 

Tenía muchas ganas de volver a rodar con mi padre. Sigue de médicos pero hace vida casi normal y, si la rodilla mala se lo permite y se levanta bien, vuelve a montar siempre que surge la oportunidad. A principios de julio nos fuimos a comer juntos por ahí, rumbo a Gredos. A la vuelta paramos en Robledo a tomar los preceptivos cafetitos. Me encanta verle en acción. Siempre, siempre tiene más ganas que yo de montar en moto, ¡admirable a su edad! Lástima que su mala salud de hierro no sea la de siempre... pero...seguiremos rodando mientras el cuerpo aguante.

Días después madrugamos de lo lindo, Pedro y yo, para acercarnos a la comarca de Las Vegas, en el Este de nuestra comunidad, cerca de nuestra zona. Quería enseñarme el monumento a las Brigadas Internacionales, cerca de Morata de Tajuña, donde también hay varias trincheras que están, actualmente, bajo estudio arqueológico, ¡muy bien! Fue un rato estupendo, algo de off-road, pero lleno de calma. Luego visitamos varios lugares misteriosos de la comarca, incluido un supuesto pueblo "radiactivo" (que daba mucho yúyu, la verdad) y, para rematar, la entrada a la base militar de La Marañosa (ITM), dónde se producían armas químicas..., Un asunto muy silenciado oficialmente. ¡Gracias por tu propuesta de aquella mañana, tío!

En fin, en estas estábamos, saliendo un poco del túnel sanitario, cuando pensé en hacer alguna escapada y ver a viejos amigos por el camino. Solo teníamos a la vista, para el domingo 18 de julio, otra edición del "Cordero Racing" en Hiendelaencina. Lo propuso Javi y allí acudimos unos cuantos, bajo un sol de justicia, alineándonos en Patones de Abajo. También se apuntó Dani con su Z1000SX aunque al final tuvo que dar la vuelta por una emergencia familiar un poco antes de llegar a meta, lástima. Al final, un día estupendo pero donde sobró calor e ingestión de calorías (eso era fácil de adivinar).

Volviendo al asunto principal, para julio y agosto, tenía en mente varias opciones ruteras de buen ver y mejor sabor. Como tantas veces, regresar a la Stella Alpina era la prioridad número uno, casi imperativo vital, sí, por demasiados motivos... Este año, encima, había uno más: resulta que podría ver por el camino a Angel y Teresa, los editores de Interfolio, y de "propina" a Alvarito y Racing Rose, que estarían por allí de merecidas vacaciones. El plan era estupendo, apenas me tenía que desviar de la ruta para Bardonecchia y encima pasaría un día o dos con todos ellos en un entorno magnífico. Como podéis imaginar, el plan era... como esos famosos espárragos de Navarra (ojo, que de China y Perú venían unos con el mismo nombre para timarnos). Por desgracia para mí, cada año es un poco más dificil que pueda volver a la Stella junto con mi padre, que sería, realmente, la opción que más me apetecería...

Como siempre, el hombre propone y San Brembo dispone, o algo similar. De repente un día, en casa, nos dimos cuenta que el segundo domingo de julio (eterna efeméride de la Stella Alpina), fecha sobre la  que pivotaba todo el plan de "ataque" coincidía día arriba, día abajo, con el segundo pinchazo de la vacuna... o lo que sea que nos hayan inyectado. Si por mi fuera, sé con certeza que nada hubiera cambiado, o quizá me la hubiera puesto dos o tres días más tarde... pero el viaje hubiera sido consumido totalmente... pero al estar incluida parte de la family mi faceta más "responsable" exclamó en mi mente... "¡Pero, batracio, cómo te vas a ir a los Alpes!, y si hay alguna reacción fuerte y tú estás a dos mil kilómetros de casa...¿qué?". La respuesta fue obvia. Cancelaba ese plan. También pensé en un plan B que ya había medio diseñado... Bueno, para ocupar menos días fuera de casa me acercaría a la zona de Montpellier (bueno, más al norte, en zonas rurales de pinta estupenda) donde viven los amigos antes citado para la visita ya planificada... Pero a la hora de la verdad, por culpa de la maldita fecha de vacunación estaba en las mismas..., demasiado lejos de casa. Subir a Barna me atraía mucho, lo echo de menos, pero tener al final solo dos días disponibles no me permitía esa posibilidad, sería llegar y venirme, absurdo, así que la opción de volver a ver a los colegas Tortugas tendría que retrasarse un poco...

Me centré en otras visitas/escapadas que tenia también medio diseñadas tiempo atrás. Una de las más prioritarias se encaminaría hacia la Serranía de Cuenca, esa zona mágica, para ver a viejos amigos a los que tenía un poco-bastante "desatendidos" demasiado tiempo: al amigo Alberto de Utiel, al gran motoviajero Vitín y a su inseparable amigo Ricardo... ¡buenos argumentos para una escapada corta pero intensa de dos días! Grandes ruteros y grandes personas, qué decir de todos ellos. Con Alberto era ya costumbre nuestro encuentro en Javalambre todos los meses de enero y en algunas prueba de clásicas, sobre todo en La Bañeza, en nuestros buenos años. A Vitín llevaba sin verle mucho tiempo. Entre unas cosas y otra no habíamos podido reanudar el contacto de antaño, por desgracia. Sus viajes son siempre una inspiración para nosotros. Su último libro me lo había devorado tiempo atrás pero se me olvidó llevármelo para que me lo firmara, fallo mío. A Ricardo no le veía desde una edición de Morillo de Tou, si no recuerdo mal, también demasiado tiempo atrás. Así que, a finales de julio, con una rueda trasera algo delicada ya, una mañana de viernes puse rumbo a la zona que abordamos tantas veces camino de la Estrella de Javalambre: Cuenca y su serranía, como si fuéramos hacia Cañete... 

Habíamos quedado en la gasolinera de Carboneras de Guardazaón, lugar emblemático para los "LF", pues he perdido la cuenta de las veces que hemos parado ahí a lo largo de la vida para echar sopa, fumar o desayunar en el restaurante de enfrente. Vitín ya me había ofrecido su actual hogar para pasar esa noche, en el tranquilo pueblo de Aliaguilla (Cuenca). Mientras los esperaba, Alberto me facilitó el número de móvil de un taller de Utiel, para ver si podían montarme aquella tarde o al día siguiente alguna goma nueva. Tuve suerte porque tenían una magnífica Conti SportAttack esperándome (mis anteriores llamadas a talleres de Cuenca habían sido estériles).

Pensé que vendría Vitín por la carretera de Carboneras y decidí adentrarme en el pueblo por la calle principal para ahorrarle unos pocos kilómetros. Enseguida me llamó, ya estaba en la gasolinera, había llegado por otra ruta, ¡vaya! En escasos minutos vi llegar dos BMW, una GS 1200 y una GS 800. Eran él y Ricardo, ¡yeah! Tomamos algo y enseguida fuimos por bonitos parajes hacia la "Cuenca profunda" como la llamo yo a veces a toda esa extensión agreste y llena de curvas. En esta ocasión no conocía los tramos por los que nos llevó Vitín con su admirable ritmo encima de su famosa moto viajera Camel. Llegando a Aliaguilla entramos por una zona revirada muy interesante que me gustó mucho, mientras seguía la rueda de nuestro líder, admirando como movía su gran moto por esas curvas tan cerradas. 

Enseguida fuimos a comer al restaurante-piscina del municipio. Se nos unió también allí Alberto Verduras, que no venía con su Impala esta vez. Sí, me habían avisado que me llevara el bañador, y me lo llevé pero al final no me apetecía bañarme, preferí charlar con todos ellos mientras degustábamos unas sabrosas raciones. Ese día invité yo por mi cercano cumpleaños, y usé el famoso Bizum para hacerlo, por primera vez en mi vida (no tenían datáfono). 

Después de comer fui hacia Utiel para cambiar la goma trasera, siguiendo el coche de Alberto, que me presentó a su amigo Jorge del taller de neumáticos Campillo. Mientras esperábamos en un restaurante de la carretera (viejo conocido de una famosa comida de Los Cariñosos), en la terraza, dio la casualidad que nos vio ¡Paco Motos!, ¡vaya buena vista!... así que paró y por fin disfrutamos de su compañía, había pasado demasiado tiempo por culpa de la maldita pandemia. Al día siguiente tenía sarao de clásicas en el Jarama, por cierto. Luego fuimos al taller y recogí la XSR. Nos despedimos todos con la intención de volver a vernos otro día sin tantas prisas. Arranqué con mi goma nueva (una estupenda ContiAttack 4) y volví en solitario al pueblo "base" donde Ricardo y Vitín me esperaban.


Una duchita agradable y de terraceo mientras la luz del sol empezaba a esconderse, preparando una velada estupenda, incluyendo cenita sana y racing en el garaje de la casa de Vitín. ¡Como presta comer o cenar en un garaje apañado, rodeado de máquinas y amigos! También contamos esas horas con la presencia de otro buen amigo de Vitín, Jose de Oasisand, y de la simpática chica de Ricardo, Loli, ¡buen elenco!

Al día siguiente, por mi parte, tenía que volver a casa pero primero tendríamos que degustar una buena ruta de curvas by Vitín & Ricardo por tramos muy interesantes de la Serranía de Cuenca. Después del desayuno llegaron dos amigos más, de la zona de Valencia, Toni con una agresiva KTM negra y otro colega, Kata, con una lujuriosa Ténéré 700 blanca y roja, de V-Ferrer Valencia. La ruta pasaría por Landete, Moya y luego hasta Cañete y más allá incluso, aunque yo me despediría de todos ellos en el conocido pueblo de la muralla, donde tantas veces hemos parado para comer camino a Manzanera.

Vitín se puso delante con su fiel Camel y enseguida comenzamos a disfrutar de lo lindo. Yo iba de maravilla con mi mochilita a la espalda y mi goma trasera nuevecita traccionando de lujo. Nos internamos por zonas agrestes con escaso tráfico y me quedé felizmente alucinado cuando llegamos a las inmediaciones de la localidad de Moya (Cuenca), una zona con encanto, de postal, donde, de haber rodado solo, hubiera parado para hacer varias fotografías, sobre todo viendo su vieja fortaleza a lo lejos, sobre el horizonte, en lo alto...pero no me quejo, llevábamos un ritmo muy interesante y Vitín hacia de anfitrión perfecto. Un gustazo ir a su rueda. Nos adentramos por unos desfiladeros que yo desconocía y terminamos por la zona de Salvacañete.

Pasado el mediodía paramos en el conocido bar "La Muralla" de Cañete para tomar el "aperitivo" y yo, luego, despedirme de todos ellos. Con un clima tan estupendo y tan buena compañía no me daban ganas de poner rumbo a Madrid pero no me quedaba otra. La escapada era "exprés" y eso ya lo sabia un día antes. Así que después de unos tragos y unas raciones ligeritas me despedí esperando, de corazón, volver a ver a esta banda en alguna otra ocasión cercana. 

Por último, agradecer a Ricardo, Loli y Vitín su inmensa hospitalidad y cercanía, me sentí como en mi casa las horas que estuve en las suyas, allá en Aliaguilla, ¡un millón de gracias, amigos! Hasta pronto... Salud y Gasolina.

2 comentarios:

MOCLAVA (moclavateam@hotmail.com) dijo...

Muy buena crónica espero poder estar pronto con vosotros y pasar unos disfrutando de esa buena cpmpañia

Luigi (LF) dijo...

Gracias Paco! Venga, a ver si nos vemos para el GP de Valencia en algun restaurante de MOTILLA, como aquellos años, y me llevo al sheriff y a los buenos amigos. Un abrazote!


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...