Cullera, olor a carreras...


Hacía meses, quizá demasiados, que no organizábamos un encuentro de "Grillaos del TT" en algún lugar de la península. Habíamos comentado varias veces en el grupo que la próxima kedada se celebraría a orillas del Mediterráneo. Por otra parte, hacía tiempo que tenía ganas de conocer el "Moto Tapas", el emblemático bar lleno de motos, cascos, monos y recuerdos de grandes pilotos, ubicado en la histórica localidad motera de Cullera, junto a la playa. Sinceramente, ¡no se nos ocurría mejor escenario! Así que fuimos hablando del evento y ya por mayo hicimos la reserva. Eramos unos quince en principio, con la asistencia especial de Victor Ortega, el amigo que iba a participar por primera vez este verano en el Manx TT de la Isla de Man, ¡¡casi ná!!


Fijamos la fecha del encuentro para el último sábado de Junio, no había muchas más opciones.  La idea era, para nosotros, salir el sábado por la mañana, pasar una noche por allí y volver a casa el domingo. Los precios para alojarse en Cullera eran abusivos, así que terminé reservando una habitación triple en Alzira, el pueblo de "Aspar", mucho más barato y a corta distancia de la playa y del local donde habíamos quedado los "Grillaos". Digo triple porque de Madrid iríamos mi padre, Julito y yo. De Barna, al final, no bajaban ninguno de nuestros amigos "Tortugas", una lástima, tampoco Quim, y de los Moclava no estaba claro si vendrían a la cena aunque ya habíamos quedado con Paco Motos para comer con él ese sábado en Requena. Con Manu Varea también habíamos quedado pero le salió un trabajo eventual para esos días y, sintiéndolo mucho, me lo confirmó aquel mismo sábado: no podía escaparse. Tampoco pudieron venir Toni Escuder y Rafa Arnal.

Sería el primer viajecito con mi FZR. Después de las tandas del Jarama ya sabía como respiraba y ahora solo quedaba probarla durante unos cientos de kilómetros (de aburrida autovía, eso sí) junto a la Fazer y la CBR de Julito; vaya, todos con motos de 600. Por desgracia, no hubo tiempo material para levantar la culata y hacerle el reglaje de válvulas por lo que su aceleración seguía siendo pobre aunque, una vez lanzada, la moto cogía sin problemas muy buena velocidad de crucero. Por lo demás, la moto iba cañón. Agil, noble y hasta estable a gran velocidad, poco que objetar. 

Esa semana escuché por la tele que se acercaba una ola de calor para el weekend, ¡"fantástico"! Si ya lo paso mal en verano con un plus de ese estilo sobrevivo realmente mal. Resignado salimos sin madrugar tomando la carretera de Valencia aquel sábado soleado, como tantas veces. Mi padre se puso delante, marcando el ritmo. Y como siempre, pasando olímpicamente de restricciones legales, con nosotros detrás acojonados cuando vemos como pasaba sin aflojar por debajo de esos arcos que vemos por las autovías que, en ocasiones, llevan cámara incorporada... Nos detuvimos más tarde para repostar. O mejor dicho, para beber todo lo que encontramos en la gasolinera. Sudaba como un pollo en el horno. El calor era sofocante, al menos para mi, solo quería beber agua y pasar de los ciento veinte por hora una vez en marcha para que el aire, aunque fuera cálido, me pudiera "refrigerar" un poco. Menos mal que no iba con la Infinita aquel día...


Julito y yo intercambiamos monturas unos kilómetros y aluciné con el estado de su neumático delantero (sic), menos mal que le convencí de que lo cambiara en breve a la vuelta. Estaba sin dibujo y ya cuadrado, de traca. Cuando llegamos a Requena el calor parecía que fundía literalmente el asfalto. La flema era horrible. Eran las dos de la tarde, más o menos, y ni un nube en el cielo, claro. Pero no nos quejamos demasiado, para qué... Paco vino a buscarnos a la calle donde habíamos parado, en algún lugar del pueblo. Y de su coche sacó una bolsa isotérmica con botellas de agua fría, ¡qué detalle! Alucinaba mientras sonreía, diciendo que estábamos mal de la cabeza para viajar con aquellas temperaturas... Enseguida, guiados por Paco, comimos opíparamente en un bar del pueblo donde, mira tú, en otro salón, celebraba un grupo bien avenido de mozas jóvenes una despedida de soltera bastante sonora. No hace falta insistir que no tardamos en visitarlas educadamente, después de tomar nuestro postre. Hasta hicimos alguna foto divertida. Ni nos echaron de su fiesta ni nos invitaron a sentarnos, fue un termino medio, pero estuvo bien. Mi padre fue el que mejor se lo paso ese rato y el que más interactuó con el grupo. Por un momento pensé, si nos dan cancha la cena racing la dejamos para otro día, ja,ja...

Era ya algo tarde cuando salimos del bar de Requena y pusimos rumbo a Alzira y luego a Cullera. Mi idea de pasar por los pueblos, huir de la autovía y hacer menos millas fue un error, nos comimos muchos semáforos. La temperatura de los motores subía y subía... yo iba sufriendo lo indecible, temeroso de que alguna moto se parara por "aburrimiento". Al llegar a Cullera tuvimos que preguntar para orientarnos... y un tipo con custom nos indicó mal. Después de algunas vueltas conseguimos ver unas palmeras y la playa, y allí estaba por fin el famoso establecimiento racing. Fuimos de los últimos en llegar. Todos estaban en la acera, hablando, cuando aparcamos las motos sobre ella. Nos presentamos y pasamos todo el grupo de comensales a la terraza del establecimiento. Por fin había caído el sol un poco y se podía respirar. Paco consiguió por fin aparcar su coche y se unió, brevemente, a la velada. Lamentablemente tenía compromisos que atender y, muy a su pesar, no pudo quedarse a la cena, ¡cachis!


Fue un auténtico placer conocer por fin en persona a tanta gente maja, sin exagerar. Victor venía acompañado de algún amigo y de nuestro conocido "Efe", que no se pierde una. Por fin pusimos cara a amigos del grupo muy activos como Ferran Pistola, Juan Segarra, Antonio Sala Grau, Arantxa Moncho, Joer Bar, etc, sin olvidar a los ya conocidos Manuel Alvarez y su pareja, con los que volvimos a las tantas para Alzira, ya que también se alojaban en el mismo hotelito que nosotros. Mención especial merece nuestro amigo Pepe Molto (amigo de Kerker, y al que conocimos en la Cruz Verde seis meses antes) que venia de Alicante. Tuvo un percance a media ruta con su flamante KTM, llamo a la grúa, volvió a su casa, cogió su scooter y tiró para Cullera, ¡¡llegó tarde a la cena pero llegó!! ¡Aplauso!


Antes de cenar  (la carta del local es digna de cualquier motociclista y la figura, afortunadamente, de Ricardo Tormo está muy presente en las mesas) repartí entre los asistentes los pines del grupo que todavía me quedan. Creo que a todos les gustó. Empezamos a pedir cervezas y los curiosos platos racing que íbamos a devorar. 


Victor nos contó muchos detalles sobre su cercana aventura en el Manx como debutante, o mejor dicho, como Newcomer. Con la cabeza fría pero con el corazón rebosante de gasolina sabe evaluar el desafío al que se enfrenta, al menos esa fue la sensación que nos trasmitió. Después de haber estado varias veces como mecánico este año la visita cambiaba de enfoque y se enfundaría el mono de cuero para debutar en el Montain Course a los mandos de su Kawa 600 preparada por el equipo KS Performance Team. Habitual participante en carreras de clásicas con una hermosa GSXR (aparte de carreras urbanas de 80, de Vespas, etc), obviamente, todos le deseamos lo mejor, firmándole de paso la bandera que se llevo a la cena. Hay que ser muy valiente y tener muy claro todo para meterse en semejante "fregao", what a dream!, ¡gas y cabeza!


Pasaron las horas volando en alegre compañía y al final cerramos el local. Fue una pena, todo sucedió muy rápido, demasiado. Cuando uno está a gusto suele ocurrir. A algunos nos daba la tentación de dormir aquella noche en la hermosa playa que nos escoltaba. No le faltaba detalle y la temperatura era ideal a esas horas. Me acordé que habíamos pagado ya el hotel y que no había viajado solo y desistí pero... Además me hubiera gustado ver un poco más Cullera. Solo había estado otra vez, y tampoco pude dedicarle tiempo para averiguar en qué calles y avenidas se celebraban su famosas carreras urbanas, las mismas que yo veía en las revistas durante los años 80. Malditas prisas...


La vuelta nocturna al hotel fue agradable por la temperatura y el escaso tráfico (solo esperaba que no nos parara ningún control). Seguimos la estela de la Kawa ZRX 1200 de Manuel y enseguida llegamos a Alzira. Dejamos los trastos y nos fuimos a una terraza a tomar la penúltima, nadie tenía sueño. Más tarde todo se acabó, también cerramos la heladería-bar por lo que no quedaba otra que concluir oficialmente la jornada. 

El domingo desayunamos estupendamente y nos volvimos para la capital del reino, con un poco de menos calor, parando luego en Taracón para otra comida digna de los aberronchos motorizados que parece que somos. El balance de las monturas, estupendo, positivo, con medias veloces que hacen que estos "viajes" no sean más que anécdotas. Otro día más curvas, eso sí. 

 
En resumen, me pareció una escapada muy interesante. Conocimos a un montón de gente estupenda, dimos un paseo motorizado y conocimos los planes de un futuro TT Rider. ¡Emocionante misión! Lo dicho, ¡gas y cabeza, amigo!


2 comentarios:

moclava dijo...

Cuando os encontre en aquella pequeña sombra pensé,no puede ser si estamos a mas de 40º y tu padre un campeón, por cierto una lastima no poder quedarme en la velada. tener en cuenta que cuando estéis por la zona de Requena siempre hay un amigo que esta esperando

Luigi (LF) dijo...

Muchas gracias Paco!! Es un placer siempre compartir horas y charlas contigo! Un abrazo


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...