Levántate y... ¡ruge! (primer acelerón)



Hoy toca crónica vintage con olor a Castrol y sonido de tubarros. Volvimos a participar en las clásicas de Zamora, ¡la que enamora! ¡qué buena jugada, acertamos de pleno! Pero comencemos por el principio...

Después de un triste invierno y una primavera complicadilla llego el verano y, como algunos amigos sabéis, seguiamos sin meter mano a nuestra querida Herm-Ossa. Diversos e inesperados motivos personales impedian dedicar horas y energías a la pequeña 250 que seguia durmiendo un sueño injusto desde mediados de octubre pasado, cuando participamos en las carreras de Zuera, pufff, ¡demasiado tiempo sin quemar gasolina, sin escuchar su música, sin vibrar con su rabia! Y rabia guardaba yo dentro por no haberla arrancado alguna vez durante esos meses pero, al final, siempre ibamos retrasando su resurrección. Primero teníamos que solucionar el tema de la horquilla, estaba de pena. Meses atrás, se la llevamos a Rafa KS, todo un experto y pilotazo, para que hiciera algo con ella. La simple Betor no tiene mucho misterio ni demasiadas posibilidades pero pedimos varias cosas, por un lado recortar 6 cms las barras por arriba (sobresalían mucho de la tija superior, todo un peligro en caso de caída) y por otro, basicamente endurecerla (no era raro ya hacer tope en alguna frenada fuerte), recortando muelles, cambio de aceite, ajuste de pasos y cambiar el retén reventado en La Bañeza,  poco más... Y lo hicimos porque todo salió por un precio super razonable. En abril nos acercamos a Albacete, donde corrían los pilotos del Campeonato de España y allí la recogimos. Ya teniamos el primer "hito" cumplido, mientras en mi cabeza seguía la idea de pintar el chasis antes de montar la moto. A finales de mayo teníamos el evento/negocio de Gijón pero empezaron a caer las semanas y por un motivo u otro los problemas personales nos seguían apartando del buen camino... Y llego junio pero como no se celebró, por desgracia, la carrera de Cintruénigo tampoco nos metimos más presión. A La Bañeza no sabíamos todavía si podríamos subir. Al final, entre unos y otros, entre el ayuntamiento y el moto club, me quitaron las ganas de intentarlo. Llegaron las vacaciones y la cosa quedó parada hasta que, durante un par de días, al principio de agosto, mi padre se acercó al taller inesperadamente y desmonto la moto en solitario. Era la primera parte de la misión prevista, imprescindible para pintarla y comenzar a recomponer el puzzle. Yo, mientras, en el trabajo buscaba la manera de encajar en el calendario de agosto las horas que necesitábamos para terminar los deberes pendientes. Teniamos un nuevo objetivo: se iba a celebrar por tercera vez la fiesta de clásicas de Zamora capital, en el polígono de La Hiniesta, organizado por los amigos de la A.M.Z. El caramelo era muy dulce como para olvidarlo...


El taller de nuestra amiga Yoli cerró por vacaciones, merecidas vacaciones, un par de semanas y nos quedamos con un calendario de agosto muy mermado. Abriría el lunes 29 y la exhibición comenzaba el sábado 3 de septiembre. Días antes volvimos a pasar por alli para hacer algunas cosas necesarias antes de pintar la moto. Una era soldar las dos roturas que presentaba el chasis en la parte psoterior, justo donde apoyamos las posadoras. Otra era soldar una nueva pretina "made in LF" para sujetar el bote del sobrante. En Zuera, el año pasado, se nos rajó la antigua. La nueva quedó perfecta, en forma y funcionalidad, parece sin exagerar parte original del chasis. Esa mañana nos escapamos hasta Parla a ver a los amigos de GV Racing, los expertos en deportivas japonesas (tienen dos pilotos corriendo el Campeonato de España con éxito), para solucionar otra pega que arrastrábamos de antaño. Necesitábamos sus útiles y su compañía para arreglar las roscas pasadas de la tapa derecha del motor de nuestra niña. Llevamos los helicoil y en apenas una hora, con la guía de Alvaro, el asunto estaba solucionado. Aprovechamos para mejorar los precintos del motor. Otro pasito dado. Durante esos días, seguía trazando en mi cabeza un pequeño "plan" para aprovechar el tiempo disponible.


Llegó el día 29 y, con ayuda de nuestra rubia favorita, ese mismo lunes se pintó el chasis en un verde pistacho que había elegido yo previamente. Un color que a casi nadie gusta pero que hace contraste con el verde Ossa y que, personalmente, me anima la vista (me recuerda al de las bellas Ninjas, ¡lo confieso!). Eso sucedió aquel lunes por la tarde. Secando el chasis casi a soplidos esperamos los minutos justos para montar horquilla, ruedas, estriberas, amortiguadores y semi-manillares. No daba tiempo a más. La noche se acercaba y el taller, logicamente, cerró. Terminamos la jornada tomando unas cañas en compañía también de Antonio, el ferretero, que se paso por allí inesperadamente. El martes volvimos por la tarde, después de salir del curro. Montamos el motor, la cadena, cables, bobina (con problemas, no encontramos un tramo de los cables), etc... 


La Ossa ya tenia mejor pinta. Esa pinta racing, "broncas", desnudo sexy y macarra que tienen las motos medio acabadas, a punto de despertar y rugir como en sus mejores días. La cuenta atrás continuaba impasible... El miércoles y el jueves, por viajes y temas laborales, no podiamos avanzar en la resurrección de la Herm-Ossa. Llego el viernes 2 de septiembre y el abuelo LF se paso toda la mañana trajinando en la moto. Yo llegue después de la hora de comer, directo desde la oficina, ya con la furgoneta que había pillado para viajar hasta Zamora (dos plazas + moto).


Descubrí una Ossa más "entera", ya estaba puesto la silleta, el carburador y mil detalles más... Tuvimos la suerte de contar con la presencia de Sergio, el "indio", que queria ver la Ossa y echarnos una mano. Y vaya si la echo... entre los tres montamos el tubarro y apretamos sus tornillos y esos muelles antipáticos del codo. Dimos aire a los neumáticos, montamos el depósito y ajusté, subido en la moto, el ángulo y la altura de los semi-manillares. Como me dejaban rodar en Zamora con mi dorsal número 7 no tuvimos que trabajar en ese apartado. Eran casi las siete de la tarde y queriamos arrancarla... Esos momentos siempre son viscerales, casi mágicos, después de una reparación se cruzan los dedos pero no era la ocasión... En todo caso, esta vez no tuvimos suerte. No hubo manera de escuchar rugir el tubarro... por muchos paseos que dimos. Miramos la bujía mil veces y mil veces vimos que tenía una chispa muy pobre. Por desgracia, fallo mio, no me acordé de llevarme ese dia algunas de repuesto... subimos la moto a la furgo a ultima hora sin haber conseguido arrancarla. Una pena. También lo senti por Sergio, se merecia una vuelta con ella. Nos lavamos las manos y nos tomamos unas merecidas cervezas. Al dia siguiente yo sabia que arrancaría en Zamora sin problemas, estaba totalmente seguro. Esta moto tiene tanta alma que a veces una mirada nos dice todo. Con los años he aprendido a conocer cuan noble es. Habla y susurra agradecida por poco que te portes bien con ella. Es una auténtica princesa con clase. Y aquella tarde de viernes me dijo que estaba preparada para un poco de rock and roll... ¿Lo estaria yo después de 11 meses en dique seco? Bendita seas, pequeña dama... sinceramente, ¡a veces pienso que no te merezco!


2 comentarios:

MOCLAVA (moclavateam@hotmail.com) dijo...

Que suerte tienes amigo de poder disfrutar de unas buenas compañías, esa ossa, los amigos y como no el profesor de tu padre.
Espero poder pronto volver a disfrutar de vosotros,desenfundar la ossa60 y volver a encontrarnos dentro de un circuito.

Suerte y castrol que no falte

Paco motos

Luigi (LF) dijo...

Sabes bien que deseamos ansioso tu retorno,Paquito! Venga,para la de Almansa!


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...