Trazando fino (parte 1)


Tenia ganas de contar esta pequeña gran historia, renglones inesperados en nuestro diario motociclista, agradables sabores picantes que ayudan a ejercitar el paladar de vez en cuando, casi como un "ligue" de verano, ahi va...

No sé vosotros pero opino que Yamaha lleva unos años lanzando unos modelos realmente magníficos, por calidad y originalidad, incluyendo algunas remodelaciones espectaculares como la última XJR 1300. Cuando surgió la insólita MT09 me llamo mucho la atención, sobre todo por el concepto de su motor y su escasa carrocería. Un día los amigos de Yamaha nos dejaron probarla por la sierra y el vigoroso nervio de su tricilindrico me dejó anonadado. Meses después descubrimos otra versión, una moto más completa basada en aquella, la Tracer. Me dije, ¡tengo que probarla algún dia!

La oportunidad surgió hace pocos meses. La idea era volver a la mítica Stella Alpina, en los Alpes, después de 19 años de ausencia. Por falta de tiempo y de equipamiento en la Tracer 900 prestada gentilmente por Yamaha tuve que cambiar de planes casi sobre la marcha, pero el viaje resultante dió bastante de si, más de 2000 kms en tres días por todo tipo de vías (aparte de la experencia semi-urbana de rodar dos días con ella por la Comunidad de Madrid). Comenzaré por el principio...

El bueno de Pedro me llevo en su Kawa a Motos Cortés (ilustre familia motociclista, cuyo taller, como sabréis muchos, está en Vallecas). Yo esperaba ver a Pedrito al volante del coche pero al ver su preciosa ER6 no pude más que pedirle otro favor: que me dejara conducirla hasta allí pues me aterra ir de paquete. Como en otra ocasión, con su antigua Fazer, accedió y tuvo que fiarse de mi. Llegamos pronto y, aunque ya había hablado de ello con el taller, comprobé decepcionado que la Tracer de pruebas, como me habian avisado, no llevaba ni siquiera parrilla para el baúl, mmm...... Comprobamos cadena, papeles, ruedas y algunos detalles más recordando que algo la habian mirado... aunque de una moto de pruebas tampoco te puedes fiar del todo. No tardamos demasiado en salir a la calle empujando la japonesa y hacernos un par de fotos gracias a una "voluntaria" que cruzaba por alli...


Al subirme en la unidad de pruebas (con escasos 1070 kms en su contador) pude descubrir de inmediato que gozaba de una altura considerable, perfecta para mi talla (1,81). Como sabréis, se puede regular tanto su asiento como su manillar pero no me hizo falta cambiar nada, todo lo dejé al final como me lo habia encontrado. La posición del cuerpo sobre la moto me pareció una posición nada forzada, erguida incluso pero más deportiva que en otras "trails"... ¿Por qué pongo trail entre comillas? pues porque, como descubriria enseguida, esta magnífica 900 de tres cilindros que tanto rememora a las legendarias TDMs de la fábrica de Iwata, puede ser varias cosas pero de trail tiene poco. No lo digo porque asi la quiera vender Yamaha (para nada) sino por algunos comentarios "de pasillo" escuchados estos meses y lo que podemos llegar a leer en alguna web especializada... La estética de esta moto no debe confundirnos. Claro que es una sport-touring, como bien dice el fabricante, pero con traje de trail asfáltica, correcto. Sobre el asiento, después de todos esos días, puedo afirmar que es más deportivo de lo que imaginaba, o sea, algo durillo, sobre todo cuando pasas varias horas encima aunque para tramos de duración media no hay nada que objetar. La posición semi-racing me encantó desde el primer momento y pega con el caracter del motor.

Los primeros kilómetros fueron interesantes, descubriendo un poco su electrónica. Sobre los mapas, el modo elegido casi siempre fue el STD (parecido al A; distinto al B, el más soso de los tres), esperando con ello saborear desde el minuto uno todo el potencial del motor. Como esos primeros kms fueron por ciudad solo pude comprobar el brío del tricilindrico saliendo de los semáforos, y que, sí, tenia bajos y medios, la esperada mezcla de un bi con un tetra más o menos. En general, me recordaba al motor de su hermana gamberra, la MT09, pero, efectivamente, un poco más dulcificado. Iba en reserva y llegue a casa un poco seco...

Al día siguiente por fin sali con ella para hacer unos cien kms interurbanos y, ¡mira tú que torpe!, confie tanto en el marcador de gasolina que me tocó empujar cerca de un kilómetro hasta la gasolinera. Sí, el marcador una vez llega a mitad de contador, y en los ultimos tramos, es algo impreciso. Fue culpa mia pero el amiguete no ayudó mucho. No pasa nada, este imprevisto me ayudo a valorar su peso en movimiento. Recordando la última SuperTenere me di cuenta que esta era más fácil de empujar. Una vez en marcha volvi a descubrir que su sonido es feo, feo, algunos dicen que por culpa de su pantalla. Ese escape no la hace justicia, debería estar prohibido por insulto acústico.., sin duda seria la primera cosa que cambiaria si tuviera una en mi poder. El tubo no trasmite nada, casi me recordaba a las malditas motos eléctricas...

Aquella jornada interurbana me permitio comenzar a valorar en serio su parte ciclo. Sí, muy ágil y aparentemente estable, aunque todavia no habia tomado curvas rápidas con ella. La agilidad entre coches en las circunvalaciones era notable y la frenada era consistente y progresiva. El ABS parecia poco intrusivo, un detalle que agradecí... Encima, para rematar, esta unidad calza unos efectivos y pegajosos Dunlop SportSmart, lo cual me parece muy acertado y facilita tanto la seguridad como la deportividad de esta moto. Por la tarde ya tenia pintado una sonrisa en la face. Para rematar, casi a última hora, mientras preparaba mi mochilla, mi hija de 14 años, Laura, se animó y me pregunto si podía venirse a la escapada. ¡La sonrisa de la jornada anterior creció!

 Al dia siguiente, por fin, salimos de viaje. Marchamos prontito, Laura con cierta incertidumbre, yo con bastante emoción. Puse el parcial a cero y pensé que suertudo era aunque, como esta unidad no llevaba ni baul, ni maletas, ni siquiera parrilla, fui realista y acorté la ruta inicialmente prevista. Hariamos parte de Pirineos orientales (Andorra basicamente) y visitariamos a los amigos de Barcelona, evitando autovías, aparte de enfrentarnos a lo que surgiera... ¡y surgió!

Comenzamos por autovía hasta Alcolea del Pinar. Con dos encima me dió la sensación que la Tracer va todavía mejor, se mueve menos y tiene más aplomo. Sus suspensiones, sin ser lo último en tecnología, me parecen de lo más acertado (sobre todo la delantera). Confort y firmeza, sin tocar regulaciones. Un primer tramo cómodo, que absorbe casi todo, un segundo tramo que ofrece dureza y confianza ante frenadas fuertes o ritmos alegres, ¡correcto! Por el momento, de atrás ni un rebote antipático, de delante una nobleza que ayuda a encarar curvas enlazadas a ritmo alegre. Quizá echemos en falta un amortiguador de dirección, un elemento que siempre ayuda y que ya tenemos asumido en motos modernas. Apenas percibo shimmies pero mejoraria el aplomo y los cambios de dirección, sí, seguramente... Estamos hablando de una moto "trail" (suspensiones largas, centro de gravedad y "vestido", poco más de trail) pero con geometrías deportivas, una moto ligera que tumba en las curvas una barbaridad y que incita, antes o después, a sacar medio culo para abordar con alegría esas curvas. Asi que, si fuera mia esta moto, quizá estudiaria instalarle un amortiguador de dirección...


Paramos pronto a beber agua, no queria fatigar en exceso a mi joven copiloto. Me confesó que iba super cómoda y que no me preocupara. ¡Nuestro primer viaje juntos, tenia que salir bien! Dejamos por fin la autovía y nos metimos por las tierras que conducen a Molina de Aragón. Poco a poco fuimos congiendo más confianza y la Yamahita se dejo querer. Un crucero aceptable de 150-160 km/h es perfectamente asumible por su generoso motor que, aunque no suena, si miras el cuadro digital verás que todo pasa rápido (los kilómetros y los litros de gasolina, sí, se echa de menos pronto un depósito de combustible más generoso). En zona de curvas comencé a disfrutar de lo lindo.


Después de comer nos adentramos en la zona que nos llevaria a la afamada Ruta del Tambor, mis tramos favoritos para subir al noreste peninsular. Por Montalbán y luego Alcañiz disfrutamos como niños. La estabilidad es más que aceptable y en curvas rapidas apenas percibo movimientos desagradables. No, insisto, no es una R por supuesto.. pero tampoco una trail asfáltica al uso, esta moto es casi una deportiva, eso sí, disfrazada y convertida en moto rutera con vestido "trail", ¡interesante! Y si abres con ganas el puño de gas ya puedes agarrarte un poco porque su motor tira con bemoles desde 7000 vueltas, casi como si fuera una moto con semi manillares. Pequeñas sorpresa de la vida...al menos para mi.

Al dia siguiente, por las carreteras pirenáicas catalanas, seguimos disfrutando de su agilidad, los cambios de dirección son intuitivos y nada imprecisos. Hace honor a su nombre, es facil "tracear". Apenas percibimos vibraciones ni cansanciones en el culo salvo cuando hicimos alguna etapa larga. Según mi joven pasajera, la comodida y la relación asiento/estriberas está bastante lograda para el copiloto. Dejamos atrás las curvas y los desniveles y, llegando a Barcelona, me di cuenta que, cosas de la vida, mi primer viaje largo fue con mi padre y su Vespa 160 hacia las 24H de Montjuic de 1982 y que el primer viaje largo de Laura tenia como primer destino la ciudad condal.. ¡en el fin de semana que se celebreaban las 24H de Montmelo! ¿Casualidades o guiños del destino?


No hay comentarios:


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...