Campeones de la carretera...



Hace como treinta años, en una de sus fantásticas Cintas Americanas, el gran Dennis Noyes rememoraba sus viejos tiempos en Inglaterra, entorno a finales de los años sesenta, cuando sus temerarios amigos competian en circuito y por carretera abierta con sus monturas británicas, llenas de personalidad, averías y singularidades. Se hacia una bonita reflexión sobre las prestaciones de aquellas máquinas (y las heroicidades de sus valerosos jinetes) y las prestaciones que él comenzaba a disfrutar en los años 80 probando poderosas japonesas como la Yamaha FJ1100 o alguna Ninja gorda, con sus cifras y tecnología casi galácticas, nada que ver unas con otras (por mucho que en ocasiones se empeñara en pensar que eran una "continuidad" de los modelos británicos pero mejoradas). Titulaba aquella fantástica Cinta con la lacónica frase "No es época de héroes".

El cambio de prestaciones que existía entre las motos de ambas épocas marcaba la diferencia. Con las primeras, basicamente modelos de marcas inglesas, auténticas monturas con alma, con prestaciones limitadas y mantenimiento by owners, la idea de exprimir todo el potencia del motor era algo habitual y hasta "lógico" dentro de la cabeza de aquellos aguerridos motoristas de cuero negro y casco Cromwell (o sin casco directamente). Sí, aquellos héroes del famoso Ace Cafe de Londres por ejemplo. Daba a entender Dennis que, al fin y al cabo, aquellas velocidades, aunque muy meritorias pues el resto de la moto apenas acompañaban (frenos, chasis, suspensiones) eran más o menos asumibles y disfrutables por el común de los mortales con pocas neuronas, lo cual no resta ni un ápice de mérito a conseguirlo... porque habia que tener valor para exprimirlas en aquellas carreterillas con suelo húmedo y tráfico algo caótico. Personajes reales de los comics de Joe Bar. Sé que me entendéis. Esa esencia era magnífica; luego, ahora también, legendaria.
 
¿Tenía Dennis razón?, ¿con las motos modernas que tenemos podemos emular de alguna manera a aquellos valientes de cuero negro y mirada temerosa? La respuesta que me surge es rápida y tajante: no. Y no hablo solo por nuestros actuales pepinos, hace diez y veinte años contestaría lo mismo. ¿Dónde puedes exprimir tu japonesa de cuatro cilindros de casi 200 CVs? obviamente, creo que en un único paisaje; un circuito. ¡Y a veces ni alli!, dudo que puedas alcanzar el límite, en circuitos como Cartagena o Albacete, de alguna SBK de litro actual. Asi que imagínate estrujar de verdad tu Fireblade, tu Ninja, tu Panigale o tu S1000RR en carrete abierta... como hacian con sus motos aquellos británicos tan auténticos. Da igual que existan rectas largas por ahi y que te juegues ir al a cárcel, es fácil subir unos instantes a, por ejemplo, 240, pero es que las motos grandes de ahora corren bastante más... Serán tan pocas las ocasiones y tan peligrosas que hasta el más tonto se dará cuenta que no compensa. Además, ya sabemos el dicho que rima (el pareado de motores y cojones), por lo que nuestra atención, sabiamente, esta casi siempre enfocada en las curvas, ¡como debe ser!



Y ahora vamos a seguir jugando a las adivinanzas o suposiciones. ¿Podemos estrujar a tope nuestra moto en carretera abierta con cierta frecuencia? Viajamos en el tiempo y retrocedemos casi veinte años. Tomamos entre las piernas la primera y salvaje R1 (la de carburadores y nerviosa dirección) e intentamos exprimirla a tope en carretera abierta.. ¿cuantos segundos lo consigues? (Si es que lo consigues).. está claro, también terminarás en la cárcel, en el hospital o en la morgue. Prueba con una ligera CBR 900, o una Ducati 916... el resultado será calcado... con tanta tecnología y tantos avances y seguimos sin poder gozar de ese privilegio que tuvieron aquellos tipos de cuero negro...

Volvemos a dar al botón del pasado y viajamos a los primeros años noventa o finales de los ochenta. La Tomcat o las primeras ZZR1100, las queridas EXUP, la venerable CBR1000F, la salvaje GSXR1100 por poner modelos conocidos... vale que alguna de ellas se picó con un tren de Alta Velocidad al que ganó... o con algún Porsche.. pero hay lo que contaba sobre todo eran las medias de velocidad mantenidas, no tanto la velocidad punta de cada vehiculo... además, en mi opinión, fue el canto de cisne, la última ocasión publicable en que vimos que las locuras (en gotas mesurables y asumiendo algunos riesgos)todavía eran posibles. Pocos años después, aquella prueba hubiera sido simplemente imposible de realizar, casi de concebir... Está claro, salvo algún profesional muy cualificado, pocos exprimiamos aquellas motos habitualmente.. normal, ¡no habia sitio!, no habia tantas autopistas o autovías, ¿te imaginas a 260 por las carreteras de la sierra?, ufff... ¡a mi al menos me cuesta mucho de imaginar!, y eso que en aquellos días mirábamos a lo negro y no tanto a las cunetas como ahora...

No hace falta insitir... como decía al principio, Dennis comparaba las viejas glorias británicas con novedosas japonesas de alto postín, auntenticas motos rápidas para la época y casi para las restantes... intentó engañarse pensando que eran la mismas motos pero mejoradas pero no, eran algo más diferentes, era penetrar en otro dimensión.. en la dimension de prestaciones realmente altas, de película, de carreras, de pilotos y mecánicas de altura... y el sueño, el viejo sueño de ser campeón en la carretera (esta es expresión mia), de volver a casa y soltar sin mentir "¡he puesto la moto a tope un buen rato!" se iba diluyendo porque era, basicamente, inviable...



Relacionado con todo esto, terminaré este post contando dos anécdotas personales, dos 'SMCG'  ('sucesos motociclistas cercanos a la guadaña') vividos hace unos pocos años que pueden ilustrar estas reflexiones.

El primer 'SMCG' (que no lo fue tanto, pues no hubo perdida de control) sucedió en la recta de atrás del bello circuito de Motorland, la recta más larga del trazado. Estábamos rodando varios amigos bajo los cielos tranquilos de una mañana de otoño. En un momento dado, después de una tanda de calentamiento, quise ver por fin el limite de mi moto, la Infinita (para quién no la conozca, una Fireblade del 2009), ¿qué mejor lugar que un circuito rápido? Pues nada, esta vez apuré la sexta mientras me agarraba con fuerza a los semimanillares (Carlos Morante odia que se piense en eso de "agarrarte al manillar", no son asas, dice siempre en sus cursillos pero, creo yo, que a veces hay excepciones). La pista despejada, pocas motos en aquella recta, comienzo a acelerar a saco. Mientras observaba como subian rapidamente los números digitales del marcador sentí por primera vez lo que era volar a ras del suelo. Conste que nunca había tenido una moto tan rápida. Y sí, por fin vi el número límite de mi marcador digital, los "299"... ¡¡pardiez!!.. Lo curioso fue el epílogo de esta pequeña prueba que apenas duro unos segundos. Cuando pensaba que era el ser más rápido del planeta (en las rectas, ja,ja, que solo estamos hablando de "pruebas de aceleración") me paso una "Merkel" niquelada que todavía no calculo a qué trapo pudo abrasarme.  Unos metros más tarde comenzamos a frenar con todo lo que teniamos a mano y casi me voy largo por mirar al cabrón que me arrancó las pegatinas. Luego, de peatón, pensé una y otra vez a qué velocidad me había podido pasar aquel cohete blanco y, más importante, qué sentido (si tenia alguno) tenia correr a esas velocidades... si donde disfrutamos es en las curvas, lentas o rápidas. Todo eso ubicado en un circuito, asi que... ¿qué hago con el motor de mi moto por carretera abierta? ¡Disfrutarlo, por supuesto, sí! pero de eso a exprimirlo realmente a tope... ¡hay un abismo! ¡No, no podemos emular a aquellos británicos de cuero negro!


Segundo y auténtico (y emotivo) 'SMCG' (de estos últimos años). Una mañana que salimos con los amigos de Pinto para dar un buen rulo, el bueno de Antonio me brinda la posibilidad de rodar con su preciosa S1000RR. No puedo resistirme. Intercambiamos motos y ponemos rumbo hacia las curvas de Chinchón (quién conozca la zona de la Vega, al sur de Madrid, sabra valorar mejor esta historieta). Imaginaba que aparte de correr mas que mi Fireblade frenaria y se movería mejor. Era una moto extrañamente hermosa, blanca, de mirada guiñada y componentes de lujo. ¡Qué inocente! no solo frenaba muchisimo (tanto que me advirtieron previamente que lo hiciera con un solo dedo) sino que enseguida noté que era una moto espectacularmente ágil, intuitiva, como de carreras. No tanto por su peso, parecido al de mi moto, pero sí por sus geometrias y chasis. Pronto descubrí que era más fácil de meter en curva de lo que mi modesto cerebro podía concebir. Los primeros veinte minutos fueron un desastre, y de infarto, las dos cosas. O frenaba muy pronto o casi me iba a por uvas. Por primera vez en muuuucho tiempo tenia el corazón palpitando a todo trapo, sin exagerar. La moto inclinaba más de lo que sabía, de las curvas saliamos como un auténtico cohete a ras del suelo, los ojos abiertos como platos, las manos algo sudorosas, las piernas en perfecta pose de ataque... Me pase un buen rato rectificando y aprendido lo más básico... ¡¡menuda coleccion de trazadas malas y golpes de gas añadidos para llegar a las curvas!!.. de pena aquellos primeros minutos, de traca... no me podia creer que frenase tanto. En una ocasión casi hago un invertido, mala cosa, y eso que recordaba lo que me habia dicho su dueño, roza los frenos con un dedo, no más. Fin del primer acto. Paramos en una glorieta para esperar al pelotón e hice un breve balance. ¡Néctar de los dioses!, aunque empecé a vislumbrar una dura realidad que luego explicaré. En pocos minutos reanudamos el paso y empecé, poco a poco, a rodar mejor, más coherente y más seguro. Las palpitaciones cardiacas apenas bajaron pero por otro motivo: el disfrute y el orgasmo on line comenzó de verdad, ¡por fin! Mi cabeza pensaba que llevaba una 600 muy vitaminizada pero no, era una 1000. También creía que llevaba una moto de carreras, pero no, en teoría es una moto matriculable... media hora después ya eramos medio amigos y cabalgamos decentemente, sin hacer trazadas raras ni cosas por el estilo. Llegamos a un grupito de 600s y sin querer pasé a alguno de manera prudente y limpia, comodamente, sin apurar. Por un momento, ¡peligro!, te sientes un piloto de verdad, ¡cuidado con esos atracones!, ¡no hay que bajar la guardia!

No pequé de fogoso pero era completamente imposible no gozar aquella ruta con semejante pareja de baile. Solemos exagerar a veces nuestras impresiones cuando describimos una experiencia o relatamos una buena mañana de curvas pero no es el caso, aquello estaba siendo y fue BRUTAL. Salvo los primeros veinte minutos donde era la moto quién me llevaba y dónde estuve a punto de salirme fuera de lo negro mínimo dos o tres veces, la siguiente hora juntos fue una pequeña melodía de felicidad que nunca he olvidado. Solo os diré otro dato antes de la "verdad" que descubrí aquel día... cuando después de comer en Zorita de los Canes  tuve que volver a casa con mi Fireblade (alguno se reirá o pensará que estoy fumado, exagerando) no disfruté nada... me parecía una moto pesada, algo torpe y más lenta de reacciones... lo cual no era ninguna fantasía pues, en frío, diría ahora mismo lo mismo. Tardé más de una hora en volver a mi "chip" habitual. Lo malo de probar el paraíso es que luego tienes que volver a la realidad... Con el tiempo, a partir de esa experiencia, lo tuve claro, es "la verdad" que quería mencionar hoy: Mejor que no me toque la lotería, porque aquella BMW seria la primera que me compraría... y mejor porque también sé otra cosa, es posible que me hiciera mucho daño con ella más tarde o más pronto, y no porque sea una moto peligrosa, ¡para nada!, sino porque me faltan manos para sacarla verdadero jugo, para llevarla como haría un piloto profesional. Sé que, antes o después, intentaría buscarla las cosquillas y en alguna ocasión podría cruzarse un problema en mi camino.

Pero también sé otra cosa (la tercera en secuencia, ¡chaval espabilao!)... ¡¡quién sabe, si me toca la lotería... quizá me coma estas palabras y me la compre...!! (espero que venga con un ángel de la guarda incorporado).

La última conclusión está cantada, es la siguiente: Nos superan muchas motos, desde hace muuchos años (hablo de los simples mortales). Sí, Dennis tenía razón. Los años ochenta ya no era época de héroes, ¡ahora menos! Los años ochenta fueron maravillosos y nos trajeron motos maravillosas que muchos todavía adoramos pero, a pesar de ello, de la moderna tecnología y de las carreteras actuales ya entonces apenas podíamos gozar de ese privilegio que tuvieron aquellos europeos de los años sesenta y setenta, aquellos jinetes de cuero negro... el privilegio de apurar al máximo sus monturas en carreteras abiertas, en ser auténticos campeones de las carreteras.

¡Qué San Brembo nos acompañe y vigile lo que se le escapa a nuestro cerebro! Nos vemos en los bares y en la carretera.


EPILOGO: Quizá algún amigo piense que es hora de disfrutar de la moto desde otros enfoques. Estoy de acuerdo. Sobre gustos, además, no hay nada escrito. Os pongo un buen ejemplo, la preciosa Royal Enfield 535 que ya está a la venta, como la que me cedió gentilmente Tomás de Super7moto.com para realizar una pequeña prueba hace algunas semanas. Pinchad aquí si queréis leer esa experiencia, del todo distinta a lo descrito antes, justo en el otro extremo, pero también muy interesante y llena de momentos con alma.




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