Un sueño que se hizo realidad (crónica del VI Gran Premio de Cintruénigo)



¿Cómo no contar lo que vivimos durante aquel glorioso fin de semana de junio? Obviamente, no pasará a la historia, ni se pretende, pero ha sido una modesta experiencia personal emotiva y cañera, grabada a fuego para siempre en el alma de un viejo idealista que ya no tiene nada que perder por intentar, cuando puede, alcanzar sus pequeñas metas. Una más de tantas historietas casi anónimas que pueblan este mundo de las dos ruedas. 

Aviso que este post es MUY largo. Ojo. Aspirinas a mano si pretendes acabarlo...

Cuando miro a mi alrededor no dejo de descubrir grandes historias de pilotos, viajeros y apasionados casi desconocidos pero que encierran la verdadera esencia de esta pasión casi irracional. Esta vez me toca a mi contar la mía y bien sabe San Brembo (el único santo al que rezo) que no es afán de protagonismo precisamente lo que me mueve a hacerlo. Bien vale contarlo para no olvidar nada y por si sirve para que algún amigo o desconocido se anime a hacer algo similar. Además, toca ser agradecido con toda la gente que nos ha ayudado.

Pues sí, a veces las ideas se materializan. Lo que es la vida, justo tres años y un mes después de que me explotara la idea en el cerebro (mientras comíamos con los amigos del Team Moclava en un mesón de algún lugar de la provincia de Cuenca), al final descubrí “mi” hermosa Ossa 250 de carreras. Por fin iba a participar en una auténtica carrera de clásicas, donde como era de esperar, no faltaban muchos de los ases de La Bañeza o del Cto. de España de la especialidad, casi ná. Sabía que el nivel era alto y que quizá, posiblemente, me estuviera tirando a una piscina sin agua pero así son las cosas, las oportunidades no afloran cada día y a cabezón pocos me ganan, ante la duda siempre tiro pa’lante (así me va…), pero había un motivo importante para participar en este desafío, claro que lo había...

Suelo pensar que en esta vida casi todo es mentira salvo cuatro o cinco cosas sagradas. Una es el amor, otra la amistad, por supuesto tu palabra... otra es la de cuidar y proteger tus sueños, grandes o pequeños. Para mi volver a correr una carrera (y hacerlo con una clásica) era un sueño muy dulce. Ese sueño aglutinaba varias cosas, el desafío de ver si estaba a la altura o no, la simple satisfacción de hacerlo, pagar alguna "deuda" antigua, divertirnos, quemar adrenalina... Para mi gusto ha tardado mucho en llegar pero así funciona este mundo ¿no? Dicen que las cosas buenas se hacen esperar, si llegan…

La idea era correr alguna carrera a la antigua usanza, es decir, en un circuito de antaño, urbano, entre balas de paja y farolas, con el público a pie de pista y cruzando pasos de peatones como si fuera el último día de tu vida. Rememorar esos días, esas motos, esos circuitos… Sentir esa esencia, esa pasión que viví de joven, pero ahora desde dentro, como pilotillo. Sentir esa tensión que todavía recuerdo y que a veces vivo en ciertas circunstancias “piratas” con la moto. Esa sensación de no guardarte nada, de intentar ser quién crees que realmente eres, de darlo todo, de no pensar en nada salvo en el presente. Y quería hacerlo con una moto de las que me fascinaban de pequeño… bueno, y de mayor, una Montesa o una Ossa, las marcas que mamé de crío en casa de mis padres. Quería hacerlo por mí, obviamente, pero también por mi padre... no me equivoqué, ¡cómo disfrutó! También por mis dos grandes ídolos nacionales, vinculados con la marca del trébol en algún momento: Santi Herrero y Ricardo Tormo. También me acordé esos días de mi amigo Gerard y su Ossa, otro maestro...

Al final lo hicimos, sí, pero, obviamente, no sin ayuda. El año pasado lo intenté, quería correr en la prueba de Xátiva en agosto, pero fue imposible. Aquel día fue muy triste por varios motivos. Esta vez ha sido distinto. Y todo, sin duda, gracias a Paco Motos, un tío muy grande, que me envió un correo apenas dos semanas antes de la carrera con el sugerente título de “Una proposición indecente”… Como sexualmente no tenemos feeling, je, je, ya imaginé que era algo relacionado con las dos ruedas y los tubarros. Acerté... Existía la posibilidad de “alquilar” una Ossa de carreras… ¿y cómo fue posible todo esto? pues no fue por pasta, no, fue por una de esas cosas que ya no estamos acostumbrados a escuchar: fue un trato entre caballeros, a tres bandas. El momento era la carrera de Cintruénigo. A mí se me abrieron los ojos como platos… y empezó la cuenta atrás, la fecha estaba a tiro de piedra. Como hacía en otras “épocas”, tuve que sacar la bici del trastero y ponerme las pilas con una dieta que me paso una amiga nutricionista. Solo quedaban doce días, no podía perder el tiempo.

Viernes 15 por la tarde. Empiezo a ponerme un pelín atacado, con la cabeza trabajando ya a medio régimen para que no falle nada que esté bajo mis manos... Atrás quedan dos semanas de trámites federativos, muchas llamadas, algunas visitas para ver monos de segunda mano de una pieza (que encuentro baratos pero que no puedo comprar), de hacer algo de bici casi cada día, de hartarme de verduritas y lechugas, de nadar entre la ilusión y el ligero nerviosismo nocturno, de preguntarme si la cosa irá rodada o no… Cuando me dicen que estoy más delgado, me lo creo, cuando me pregunta algún amigo si estoy "entrenando" o machacándome duro con la bici le digo la verdad: cojo la bici, sí, pero tampoco estoy haciendo etapas del Tour precisamente, básicamente me ayuda que estoy siguiendo la "dieta del cucurucho" y, la verdad, creo que funciona, ja,ja, no, en serio, cuando uno tiene la motivación adecuado, un objetivo claro y atractivo, puede cambiar sus malos hábitos habituales, en mi caso soy un ejemplo viviente como bien saben mis amigos.

Sábado 6h00... me pongo en pie y voy preparando los desayunos mientras repaso mi mochila por enésima vez (joder, ni que me fuera al TT, aquí cada loco con su tema...) Levanto a la tropa que está en coma, claro. Salimos del garaje (el coche lo cargue ya el viernes) justo a las siete dirección Medinaceli. Luego alcanzamos el pueblo de Agreda donde ya nos esperan mis padres en el hostal donde han descansando esa noche para evitar el mega madrugón, mejor. Llegamos pronto a Navarra, esa tierra tan rica en matices, y a las once ya estamos en la vieja estación ferroviaria de este pueblo de nombre un tanto complicado de pronunciar las mil doscientas primeras veces: Cintruénigo (cerca de Tarazona y Tudela, para que os hagáis una idea). Al rato encontramos ya las carpas de los valencianos. Está Paco Motos, por supuesto, y alguno más que no conocemos o que solo conocemos de vista, de alguna tanda en Albacete, de fotos, etc. Son Angel, Juan, Mohedano, don Eduardo... Como era fácil adivinar, todos son grandes tipos y unos pilotos todavía rápidos en estos escenarios… me meo de risa en los que piensan que estos "abuelos" se pasean por los circuitos. Cuando te enteras del "curriculum" de la mayoría de ellos te lo explicas... qué envidia, qué vida llena de pasión, gasolina, amigos, carreras, alegrías, luchas y también sinsabores.

Por supuesto, también descubro, enseguida, “mi” Ossa verde y blanca, naked, con el dorsal 52. Tiene una pinta de pura sangre que quita el hipo. Lleva el puchero de la phatom y está bien preparada para las careras, poca broma con la “niña”, posiblemente del año 71. Paso de cadena fino, aligerada, estriberas retrasadas, colín, carenado opcional, semi manillares, carburador Bing ¡de 54!, una joya… Enseguida le quitamos su dorsal y ponemos el que yo quería, el 31, el que llevo mi padre en su primera carrera allá por 1964, hace “dos días”. Su dueño, “Comandante”, tiene un carácter de perros, no habla, ladra, pero en el fondo es un buen tipo, eso es lo importante. Me pone las pilas enseguida pero yo esquivo sus ataques ja,ja, iremos paso a paso. Mi padre no puede hacer maravillas con el nuevo dorsal, dice que le tenía que haber avisado, hubiera preparado uno de los suyos. El ambiente es cojonudo, hay risas pero también un poquito de "tensión", genial...

Antes de comer con la family, me paseo por el paddock con la Ossa para empezar a conocernos. Cuando escucho su música una parte del cerebro se refresca, me lleva a otra época, cuando era adolescente. El viejo sonido "de carreras", sí señor. A partir de ese momento ese "sonido" me irá haciendo mella, el corazón irá a ritmo. La miro por los cuatro costados, es toda una señora con garbo, algo peculiar de conducir pero también noble y ligera. Delante lleva una goma inglesa, una legendaria Avon, detrás un Bridgestone que no conozco. Me siento y me acomodo, la presento mis respetos. Noto que es tan ligera como había imaginado, que frena poco (como era de suponer, creo que son los de serie o poco más) y que tiene un sonido fenomenal. El tubarro es casi como un jamón, ja, ja, ¡menuda panza! La posición es cómoda para ir de paseo pero no me viene del todo bien para guerrear ya que el colín se cierra enseguida y voy un poco encajado (bueno, con la Ducati es mucho peor por culpa de la altura de su depósito). Ojala llevara un sillín de paseo, voy algo presionado pero, bueno, qué le vamos a hacer. Por lo demás, voy fenomenal, las estriberas y el manillar hacen juego y en recta puedo ir acopladito. Pasamos las verificaciones con un humor envidiable, vaya banda… Mi Laura me ayuda con el material, botas, casco, mientras yo empujo mi montura.. Paco va delante con la suya… las risas son constantes, buena señal. Me miran dos mil veces el AGV para ver si está "homologado", del mono de dos piezas no dicen nada, curioso...



15h30. Entrenos libres. No hay romance sin problemas, ¿verdad? Para empezar, no recordaba una jornada con tanto calor desde la visita a Motorland hace justo un año, cuando, de grada a grada, creíamos divisar oasis o camellos. Con el calor me baja la intesidad, comprobado. Ufff, ¿por qué no habrán venido los dioses de la lluvia, Edu y Julito, para aliviar este ambiente cargado? No podían, lástima. También echo de menos a Raquel, a Martita, a mi meca, el Julito, al maestro Roskachapa y a mi brother, el Isma, pero tenía tandas ya pagadas. No me estoy quejando, todos me han animado estos días, lógico, ¡nos solemos cuidar bien entre nosotros! Agradecer especialmente la ilusión y los ánimos que me ofrecieron amigos como Edu, Raquel, Noe, Santi, Sara y Amara, ¡así da gusto plantearse aventuras! Tampoco podían venir a la carrera los "Tortugas", ya tenían comprometido ese fin de semana con otro sarao motero, una pena. Kevin-Santi vendrán el domingo posiblemente, ¡genial!

Va llegando la hora del entreno. Paco nos hace toda una exhibición de cómo ponerte un mono en apuros ja,ja, luego unas flexiones antes de montarse en su moto, unas de esas famosas flexiones "a lo Rossi"; joder, las risas no paran, vaya banda.. Miro a ver si hay alguna nube en el cielo, negativo. No queda otra, me visto de romano. Estoy algo más en forma estas semanas por la “dieta” y la bici, he bajado incluso algunos kilitos y me noto más liviano, el mono y su cremallera lo agradecen je,je, pero, vamos, que no lucimos cuerpo Danone precisamente ja,ja... Enseguida estoy listo. Salgo al entreno con ganas para comenzar a conocer la Ossa y el circuito. El trazado me lo sé un poco de haberlo visto en papel, en vídeos, lo típico... La recta de meta, una calle de unos 370 metros, mola y termina en una curva de izquierdas tipo garrote (bueno, casi todas las curvas son así de retorcidas; normal, estamos bordeando calles, nada de avenidas) pero es genial, si la haces bien y fuerte, en la misma trazada puedes hacer la siguiente curva, también de izquierdas. El circuito urbano tiene 1400 metros. Los buenos tardan poco más de un minuto.

Empiezo a dar vueltas..., ¡qué sensación más anacrónica! En parte me acuerdo de cuando era el típico motero callejero de quince años que iba medio-aterrorizando a coches y peatones por Madrid. Se trata de ese estilo, el callejero-reventón, el “noble arte de doblar esquinas a toda hostia” (risas). Ahora soy más “razonable”, voy más despacio, ese es el problema. No consigo pasar rápido por ninguna curva, bueno, ni por ninguna recta en todo este primer entreno. Me siento un puto paquete. La moto gira bien pero tengo un serio problema con el gas... problema mío, no de la moto, quiero decir. No sé dónde está el límite del motor de la Ossa, el de los frenos sí. Acelero con ganas pero no es suficiente. Sigo dando vueltas y me voy cansando, no entiendo… Encima, empiezo a ver que esta gente anda un huevo, o huevo y medio. Sí, aquí corre fuerte casi toda la banda, desde gente de 17 años hasta los “abuelos”.

Honestamente, veo que solo estoy conduciendo, nada de pilotar, voy de pena. Ya no me siento un paquete, lo soy totalmente, un rato amargo. Termina el libre, llego a nuestra carpa totalmente destrozado física y moralmente, no me salen las palabras por el cansancio, el sudor me empapa la cara. ¿Cómo puedo estar tan cansado? Lo flipo. Apenas pienso todavía. ¡No me puedo bajar de la moto ni quitarme el casco!, no exagero nada, me dio una pájara cinco estrellas. El mundo se me cae un poco. Fue el peor momento de todo el weekend. No soy demasiado tonto, sé que si esto sigue así voy a hacer un ridículo espantoso e histórico.

Por fin me bajo de la Ossa que está hirviendo. Me tomo lo primero que pillo, una Coca light medio caliente, “cojonudo”. Luego por fin respiro mejor y bebo agua fresquita, mucha. Estoy decepcionado conmigo mismo, bastante. Todos me preguntan qué tal. Lo tengo claro, entro medio bien en las curvas pero salgo de ellas “muerto”, fatal, en las rectas no paro de recibir “top guns” por todos lados. Si sigo así me van a abrir el culo en canal. Esta moto no tiene bajos, vale, lo sabía pero es que tampoco tiene medios, no corre nada si cierras un poco el gas, nada. Manos de pianista dónde estaréis…


Los amigos valencianos, perros viejos que se las saben todas, lo tienen muy claro, me han visto desde las aceras y me confirman mis sospechas. O subo más de vueltas el motor o no voy a ir bien en ninguna parte. Hay que subir de vueltas el imaginable tacómetro (no tiene) hasta que grite a tope, aunque parezca que vaya a salir una biela por un costado, que no tenga piedad, que se nota que voy conservando mucho la mecánica pero no hace falta, que es una Ossa de carreras, preparada para que la den mucha, mucha caña, sin concesiones. Ok, vale, tendré que entrar con un “hierro” menos en las curvas para no bajar de revoluciones el motor y así poder salir de las curvas con cojones porque la moto corre un huevo, me dicen, y no estoy aprovechándola. Que no me preocupe, que soy un novato, paso a paso... lo sé, eso está claro, llevo mil siglos sin rodar con una 2T, pero eso del paso a paso es buen método cuando hay más tiempo por medio…

De repente miro a un lado y veo dos caras conocidas, ¡son Marta y Josep!, vaya, ¡¡que sorpresa!!... han venido desde Palencia a vernos, ¡¡tela!! alucino... La visita me da buena suerte, empiezo a sonreír otra vez, hasta me calmo. Decido que en el crono oficial voy a salir a muerte y si me estrello pues al menos caigo con honor, cojones, porque con la que he montado para estar aquí, con la de personas que han venido a la fiesta, incluyendo a mis padres, a mis amigos, las molestias y las gestiones de Paco, etc, no tiene sentido rendirse tan pronto o salir a pasear el domingo.

Antes del crono, bajo la carpa, revisamos gasolina, repasamos tornillos y apretamos el amortiguador de dirección de la Ossa que se ha soltado por las vibraciones, ¡no será lo único...! Agradecer de nuevo la ayuda de estos locos valencianos, a todos los niveles. Sabíamos que eran la rehostia pero durante el fin de semana han superado todas las posibles expectativas, tanto dentro como fuera de la pista. Buena fiesta la que montan en el supermercado por no hablar del chillout nocturno que llegará esa noche... Y de historias de motos, de hazañas, vivencias y personajes ¿qué decir?, por ejemplo, está allí con nosotros don Eduardo Granell, un hombre entrañable, con 73 años que todavía pilota ligero, otro nuevo ejemplo. Es un placer escucharle y verle rodar. Don Eduardo apenas come, él sí tiene gasolina en las venas. Las motos y las carreras son su sostén vital. El domingo nos contaría muchas cosas, también recuerdos. Por ejemplo, que se retiró oficialmente del Campeonato de España en ¡1971!… también algunas de sus carreras contra el gran Santi Herrero, contra un joven Nieto, con los Cañellas, Bordons, Escuder… y la tragedia de su viejo compañero en Bultaco, Pedrito Alvarez cuando se mató por culpa de un puto perro en el circuito de Castellón.

17h30. Cronos oficiales. Pues nada, sobre las cinco y media salimos a los cronos buenos, ahora sí que hay que atarse los machos y echar el resto. Sigo preocupado por mi patético rendimiento. En fin, espero cansarme menos y, sobre todo, hacerlo mejor. Salgo y en la primera vuelta voy “calentando” mente y motor. Como estoy bastante cabreado conmigo mismo sé que algo mejor lo voy a hacer, pero no se trata de eso, se trata de hacerlo bastante mejor porque si no va a ser un puto desastre en todos los sentidos.

Termina esa primera vuelta y en la siguiente empiezo a estirar hasta el infinito cada marcha, el puchero parece que va a explotar, la releche la que se monta bajo mis testículos, menos mal que aunque va, digamos, fina realmente la carburación va un pelín grasa para evitar sorpresas desagradables. Aun así, dejo dos dedos en el embrague, esos tics que hacía de pequeño con mis motos de cross y que en las motos modernas hago sin darme cuenta y sin motivo. Intento ser mucho más agresivo. Como ya me sé el circuito y he pillado algunas referencias voy más suelto, me canso menos y ando más, lo noto enseguida. Desde las vallas me dicen algo como “¡así, así!”, les veo un instante aunque no les oigo.

Vuelvo a encarar la fantástica curva de entrada a meta, ¡fantástico viraje, como disfruto alli! Llego en cuarta a toda hostia a final de la calle de meta, perdón, recta de meta je, je, je, fácil a 145-150 km/h, y en los últimos 50 metros las vibraciones son enormes, gloriosas, no hay palabras, parece que se va a desmontar la Ossa, ¡¡sin exagerar, amigos, dejo de notar los dedos, la caña!! (Luego me dice Paco que es normal, que pasa en cada vuelta todo el mundo.) Lo flipo mientras me rio, freno como puedo tanto con delantero como con el trasero y me meto en el ángulo ciego (me recuerda al de Miramar de Montjuic). Salgo del garrote ya más alegre, el motor no se me va abajo y encaro la siguiente curva acelerando a saco. Ok, quizá todavía tenga esperanza… Repito jugada en todas las vueltas y noto que, además, no me estoy cansando nada. Llevo la visera un pelo abierta para “oxigenar” y veo que me pasa mucha menos gente que en la primera “tanda”, bien. Insisto: la curva de entrada a meta es la hostia, y rápida, disfruto como un enano. Si no fuera por el puto colín sé muy bien como entraría en esta rápida curva ciega. El próximo año si vengo más preparado (sobre todo físicamente) voy a rozar hasta con las orejas, ja,ja (bueno, perdonadme, ¡me tengo que animar yo mismo!). Saliendo me agacho sobre el depósito esperando mejorar mi “aerodinámica” (madre mía, lo que hay que leer…) pero no puedo girar la cabeza hacia el frente al mismo tiempo, joder, así que durante varias docenas de metros espero que no se cruce ningún bicho porque ¡solo veo el tapón del depósito!

Repito la táctica en cada tramo, en cada curva, intento cambiar pesos y descolgarme pero choco con el límite del colín, empiezo a agacharme y a disfrutar un poco… bien… Las ruedas tienen unas medidas de juguete pero dan seguridad. El chasis doble cuna es noble y robusto, mi padre me lo ha dicho tantas veces que no me sorprende, mejor que los chasis de las Bultaco o de las Impala que hay por allí, al menos de serie. Lo de las vibraciones traerá mucha cola, como luego veréis… Sigo dando vueltas como un poseso. Como cierres un poco el puño de gas estás muerto, hay que llevarlo muy abierto sino estas vendido. Bueno, lo importante es que me empiezo a divertir, la boca se me queda seca. Pasan los minutos en un instante, veo la bandera roja y me meto de mala gana… llego a la carpa y no digo nada, estoy radiante por dentro, me he sorprendido a mi mismo, solo paro y veo que respiro normal, no estoy apenas cansado, ¡acojonante! ¿cómo puede cambiar tanto un tipejo de una hora a otra?, me cuesta procesarlo. Pensaréis que estoy exagerando pero no, no me estoy llevando por la emoción, sucedió literalmente así. No puedo decir otra cosa, ni explicarlo, ¡no lo sé! En fin, ¡esto es vida y no lo que hago entre semana!
Pronto vienen hacia mi, como lobos, los valencianos... joder, sonríen y me dan palmadas, bueno, golpes en la espalda mientras dicen que “ahora sí, ahora sí vas alegre, nano” no es para tanto, pero agradezco sus palabras. Paco también me felicita, joder, me lo empiezo a creer. Qué subidón de moral me da todo esto, al menos creo que no terminaré el último destacado. Roskachapa me manda por SMS un buen consejo para la carrera, que no me desfogue en las primeras vueltas, que mantenga el ritmo. Más o menos lo que me dice mi padre que, luego, me habla con su sosegada firmeza habitual y me da su “ok”. Joder, ahora sí que me lo creo, él no regala piropos, lo sé bien, muchas batallas y broncas juntos. Mi hija, Laura, me felicita y luego la mamá, Inma, que por fin parece que disfruta un poco del jaleo. Mi madre se acerca también e intercambiamos palabras, mientras me tomo un “Aquarius” como hacen los deportistas de verdad, ja,ja... El resto de la tarde-noche lo pasaré más tranquilo porque ahora veo que quizá pueda hacer una actuación medio-digna el domingo. Revisamos la moto otra vez, la estribera izquierda anda floja, habrá que apretarla con fijador mañana, ok.

Se va casi todo el mundo, reina la paz en la vieja estación de tren. Mi padre se tira una hora larga con don Eduardo bajo la carpa, algo sucede. Algún volao le ha golpeado al pasarle por dentro en una curva en los cronos y le ha destrozado el tubarro, entre otras cosas. Menos mal que no se ha caído, eso es lo más importante. Encuentran un soldador portátil en una carpa y se lo apaña. La tarde va cayendo…

Después de pasar por la ducha del hotelito, regresamos y cenamos con mucha más gente en unas mesas largas instaladas en el paddock bajo la luz de las farolas y la luna. El rosado desaparece. Brindamos por la cocinera y sus pinches. Qué ambientazo. La carne con pimientos sabe a gloria y como dice Paco en esta tierra lo mejor es probar el rosado que está de p.m. y cuando se acabe pues… el tinto también estará de p. m. ja,ja,ja

De repente viene “Comandante”, el viejo dueño de la moto, amigo de Paco, gritando con sus modales de “Harvad-cete”, “Luis, oyeeee, ¿has quitado la trompeta del carburador????”… me quedo a cuadros, ¡pues no, qué voy a quitar yo!, contesto temiéndome lo peor… ¡¡pues nos la han robado!!, exclama… nos quedamos secos… ¿¿¿cómo??? ¡Allí no roban nunca! Pues el caso que el carburador ya no tiene trompeta. Mierda. Una media hora después uno del motoclub nos comenta que tienen una trompeta, que se le cayó a una moto en marcha... la nuestra, sin duda, ¡manda huevos!… no me di cuenta y no note que bajara el motor de rendimiento, debió ser al final, no lo sé. El domingo la pondremos pero con fijador y, como dice mi padre, con una abrazadera (iba a presión, y no muy de fiar).


Luego se monta la de Dios, los valencianos comienzan con la fiesta, una especie de “ruta del Bacalao” que arranca con fuerza justo después de la cena “aburrida” y “formal” que degustamos todos juntos. Después de subirnos al podio para hacer el gañán, comenzamos tomando carajillos en el bar de la vieja estación donde me encuentro con Andrés el gallego, uno de los pilotos, un tío majo, el número 36, solo nos conocíamos por internesss. Allí duramos poco rato, los valencianos montan un auténtico chillout en la carpa, junto a las motos, con velas, mojitos, música y cachondeo inenarrable. Son dos horas de puro vicio y descojone general, y digo dos horas porque fue lo que aguantamos los madrileños, allí se quedaron armándola hasta altas horas de las noche ellos y algún otro noctámbulo.

Domingo, 7h15. Los dos “LF” madrugamos mientras dejamos a la family en el hotel durmiendo a pata suelta. Inauguramos el bar de la vieja estación antes de las ocho. Luego recogemos lo que nos encontramos bajo la carpa. Vaya fiestón… del chillout todavía queda hierba en el suelo, y colillas, y vasos, y hasta el martillo para picar hielo (solo faltó esa noche la Sharon Stone de Instinto Básico). Recuerdo que grabé varios minutos con la cámara… será gracioso verlo en casa días después, seguro. A ver si lo subo al Youtube... Bueno, terminamos de recoger la basura y, algo después, con ayuda de otro crack valenciano, Juan, que nos presta su pequeña radial, mi padre hace un cortecito en la trompeta para que luego enganche bien la abrazadera que piensa poner. Lo monta echando un poco de loctite y arreando. La estribera también queda apretada… demasiado. Empiezan a llegar el resto de valencianos, sus caras lo dicen todo, no han dormido muchas horas ja,ja, hala, ¡a correr!

9h25. De repente veo una cara conocida, es Santi, ¡qué grande, ya está por aqui! Confiesa que ha pasado frío a primera hora encima de su bella Fireblade 929. Ya se calentará, el día va a ser otra vez caluroso, se nota. Salgo al Warm-up. Empiezo bien pero enseguida veo que me escupe la tercera, dos veces por vuelta, hostia, qué pasa, ¿qué estoy haciendo mal?, aguanto, aguanto pero me vuelve a escupir y, peor, no consigo cambiar a segunda, ¡¡no hay juego en la palanca de cambio, no retrocede!! Son dos vueltas infernales, me meto a “boxes”. Lo miramos. Está demasiada apretada, no hace juego. Se desmonta y la dejamos un pelin “bailando”, lo justo para que no se repita el “agarrotamiento” ni se caiga en marcha con las vibraciones. Quizá faltaba una grupilla… no hay tiempo para detalles LF, otro día.

Primera Manga. Me pongo la camiseta de Santi Herrero, la que nos dieron el día de la inauguración de su curva en La Torrecica. Alguno pensara que son gilipolleces pero a mi estas cosas me llenan. De paso, si me da fuerzas o me inspira un poco… no me vendrá nada mal. La temperatura dentro y fuera de mi cuerpo sigue subiendo a marchas forzadas pero tengo la mente en otros mundos. Nos amontonamos en la calle de salida, pasan los minutos, me lo estaba imaginando, saldremos con retraso, más emoción y puteo. El otro Juan, el afamado preparador de Ducati, me dice que esté tranquilo y que pare la moto mejor para no calentarla en exceso. La paramos y nos tienen esperando unos cinco minutos más que se se hacen eternos. Por fin nos dejan salir, arranco con ayuda de otra “radial” en el suelo que hace de arrancador de motoGP, je,je, y Juan se sube para “probarla”... veo que se aleja unos metros, yo detrás, vaya cuadro...¡coño, que me “roban” la moto!, enseguida se detiene y me la cede a pie de pista.

Salgo a meta y busco mi posición, una retrasada posición 29, de cuarenta, bueno, no es para tirar cohetes precisamente pero los paquetes también tenemos derecho a participar y soñar ¿verdad? Realmente, me importa poco el número y la posición, lo que quiero es zumbar bien, terminar las mangas y remontar lo que pueda, luchar y meterme en la pomada que me corresponda por ritmo, no sé si me explico.

Damos una vuelta de “calentamiento” (toda una paradoja) y por fin salimos. No salgo mal del todo pero se me encabrita un pelo, me pasan dos o tres motos de las filas de atrás pero al llegar al “ángulo”, al embudo mejor dicho, paso a dos. Luego me pasa otra moto, me acerco otra vez, etc, así andamos durante dos o tres vueltas, mientras los que van rápidos de verdad se alejan ya en la primera vuelta. Nos vamos emocionando un poco y enseguida algunos vamos rozando las balas de paja entrando a meta. El público apostado en las aceras y en la tribuna debe estar entretenido con nosotros. Salgo de esa curva con el motor a tope, a menos de un metro las otras balas donde están atentos Santi, Laura, mi padre, Marta y Josep, con las cámaras en mano… está todo controlado, esa curva me encanta, agacho la cabeza y me tumbo sobre el depósito mientras las vibraciones inundan mi mundo y llego a final de recta a una velocidad inimaginable para mí un día antes y sin ningún tacto en los dedos... ¡¡ah, qué maravilla de minutos!!


Freno de “oído” y entro como puedo mientras paso por fin a un tipo que me está haciendo de tapón ¿será Barros o Haslam? y luego a otro par. De mi “grupo" creo que nadie me pasa ya en toda la manga, “solo” nos doblan los líderes y los outsiders, habrá que aguantarse. Salgo de varias curvas picando embrague para que no decaiga la alegría del puchero que atrona entre mis piernas mientras veo como van algunos fieras. Observo cuando me pasan y alucino. Algunos pilotos (seguramente los más jóvenes) practicamente rascan las curvas también con los codos, y a medio metro de los bordillos, verlo desde dentro es fantástico. Ahora bien, me jode que me pasen, claro, pero como soy realista no me voy a picar con tíos que me han doblado y que me sacan ocho o nueve segundos por vuelta como poco. Intento hacer mi carrera y, sobre todo, “pequeño detalle”, no doblar la Ossa porque como la doble entonces sí que va a ser “gracioso” el finde y la factura final del weekend…

Malas noticias, de repente veo a Paco, que salía como dos filas delante de mi, parado en una curva hablando con un bandera. Por lo que veo no se ha caído, menos mal… Termina la manga y damos otra vuelta para saludar a la afición. Como mola, la gente del pueblo y los miembros del motoclub Cirbón son muy simpáticos, da gusto estar aquí. Estoy viviendo mi sueño y por el momento todo va mucho mejor de lo esperado, quién me lo iba a decir a mi unos días antes… Encima en cada salida con la Ossa vuelvo menos cansado, ¡guay! Por lo visto luego, he terminado el 19. Bueno, al menos han quedado unos cuantos detrás y, lo importante, me he divertido como un cabronazo. ¡Como hecho de menos no habermelo currado más y venir más en forma!, como se nota en directo que te cansas, que echas en falta tener más "pulmón".. así es la vida, si se repite algún día la experiencia tendré que ponerme "serio" conmigo y espabilar más.. bueno, y que haya más tiempo para prepararnos, claro.

Segunda manga. La Ossa de Paco ha dicho adiós, algún piñón del cambio debe estar frito, ¡qué putada!, no va a poder salir más. Regreso a mi Ossa. Después de mirar la moto y echarla unos litros de mezcla por si acaso (realmente, chupa muy poco, pero no me quería quedar tirado) volvemos a salir a parrilla y esta vez con la idea de salir mejor. Dicho y “hecho”... esta vez salgo peor, mucho peor, no me quedo clavado pero casi, todos los que llevo detrás salen a lo Pedrosa o Rainey, lo flipo, no me lo puedo creer, me pasa tanta gente que cuando llegamos al embudo veo dos espaldas conocidas: la del del grandote de negro que corre con una Montesa y la de la chica de la carrera, Begoña, habitual del Cto. de España de Clásicas. No me lo puedo creer, ¡si estaban detrás de mi seis segundos antes! Salir del embudo se hace eterno, perdemos tiempo de narices en ese rato. Empiezo a remontar… Dos vueltas de infarto. La bota izquierda la voy a tener que tirar cuando termine el día, buena señal. Algún que otro adelantamiento emocionante que hago y, sobre todo, que me hacen, claro, mientras seguimos explotando las posibilidades del motor de la Ossa. El calor aprieta algo más pero hay más público, todo compensa. Pasan algunas vueltas y me da la sensación que todos vamos un poco mejor que en la primera manga, más finos, se ven menos cosas raras pero hay varias caídas o roturas, casi en cada vuelta veo alguna moto parada o apoyada en un muro. De repente casi me como una pared de balas de paja, entre muy alegre pero sin talento, me lo reprocho porque quiero terminar.

Llego hasta el grandote que me paso fácilmente en la salida. Llegamos a recta de meta y luego, “sin manos”, hasta el ángulo, me lo calzo por fuera pero no se despega mucho. Enseguida llego hasta la Impala que corre que se las pela. En la salida ni vi cómo me paso, alucinante. Enseguida adelantamos a otra moto y ya estoy cansado de estar detrás, me pongo a su rueda y casi me precipito y la toco, mal, muy mal, no quiero tirar a nadie por supuesto. Mientras “espero” en las rectas de atrás, miro hacia atrás y veo que se acerca uno de los Top.

Llegamos a la zona más lejana del circuito y en una curva a izquierdas que no me gusta nada porque se cierra muchísimo oigo perfectamente cómo llega el figura (creo que fue el que quedó segundo). Se nos mete por dentro cuando ya estamos nosotros en la curva, a mi me pasa muy justo, quizá demasiado pero no me cabreo, el problema es que se va largo, no aguanta su propia trayectoria el…, la Impala “Turbo” se tiene que abrir para no comérselo pero, "a cambio", se come las balas de paja, rebota y plafff, me encuentro la Montesa en mi trayectoria, tumbo pero no es suficiente, contacto, al suelo los dos… se me cae la Ossa en la pierna izquierda, que puta mierda. Afortunadamente, no pasa nada grave. Rapidamente, los "marshall" nos empujan. Salimos. Bueno, un lance de carrera, no ha sido nada, las motos vuelven a rugir… he perdido (por lo que vi luego) unos 45 segundos en total… uff, a la mierda la clasificación… Quedan dos vueltas más y ya no pillo a nadie, me dedico a aguantar sin percances lo que queda, a disfrutar el resto de la manga, la que puede ser, seguro, mi última carrera en mucho tiempo. Dan banderazo y nos despedimos saludando a toda la afición que, desde sus casas, desde las aceras y esquinas aplaude a todo el mundo, incluso a mí, ¡qué pasote!

Llego a la carpa tranquilo. No tengo palabras (ja,ja,ja, ¡quién lo diria ahora!) Boca seca, buena señal. El sábado pase de la miseria al optimismo en pocas horas, hoy he viajado por las nubes. Sé que voy a despertar pronto, que el sueño está acabando pero no me puedo quejar, ¡para nada! Enseguida veo muchas caras sonriendo, los amigos y la family, lógico. Vemos el podio y aplaudimos a los mejores, devolvemos los transponders y nos despedimos de algunos amigos del motoclub. (Dias después vi en las clasificaciones que mi mejor vuelta la piqué después de aquella pequeña caída. Otro clásico de los LF, ¡no falla!)


Comemos sin los valencianos que están ya de “cata de vinos” en otra carpa, Paco me avisa que no comerán, que están entretenidos allí, qué monstruos… así que comemos sin su presencia mientras la pierna se me enfría y empieza un poco a doler, pero nada reseñable. El balance, huelga decirlo, ha sido positivo, estoy contento. Los amigos siguen alli, un lujo, tendré que cuidarlos toda la vida. Adivinan facilmente cómo me siento. Con mi padre ya hablaré más despacio estos días. Algunas ideas han surgido, era inevitable, era de suponer… Ha sido fantástico, he aprendido cosas, he recordado otras y hasta me he emocionado un poco. Mi padre está contento, eso me vale, esa era la otra parte del sueño: volver a correr juntos, como pilotillo y manager, como cuando yo tenía ocho, diez o trece años, cuando vivíamos por y para la moto pero no teníamos un puto duro. Mi madre ve todo este circo bien, alegre, tranquila, lo ve todo casi normal, es increíble, qué mujer todoterreno, ¡me encanta!, por lo visto no dudo nunca de que saldríamos contentos de la experiencia. Laura está también muy contenta, normal, espero que se acuerde siempre de estos momentos especiales. Fue la que mejor entendió este sueño de su padre. Ojala le sirva de ejemplo y jamás renuncie a los suyos cuando sea más mayor. Gracias especiales también para Inma, que se apuntó al sarao, como en otros tiempos, y hasta disfrutó, ¡espero que no sea la última vez!


¿Qué decir de la bella Ossa? Me gustaría seguir con ella, poder comprarla pero aunque su precio es bastante razonable, no hay money. En esas pocas horas juntos hablamos un poco, surgió la chispa, sí. Fue noble y agradecida, no la olvidaré. Realmente no debía sorprenderme tanto, Ossa es de esas marcas que siempre nos acompañó. Mi primera camiseta motera era amarilla y ponía Ossa. Era el verano de 1980, estaba empezando a aprender a montar en moto, hace toda una vida… mi padre ya había vendido su Ossa pero su recuerdo, su viaje a París y sus carreras eran el pan de cada día para mí. La senda estaba abierta… ahora la “deuda” ha sido zanjada, viajamos en el tiempo y funcionó. Ahora solo queda mirar hacia delante, como siempre. Ojala podamos repetir la experiencia no una sino muchas veces. Y ojala podamos hacerlo rodeado de grandes amigos como estos locos valencianos que nos recibieron con los brazos abiertos. Siempre adelante…


GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...